CUENTAN LOS HECHOS
Reseña
sobre la novela histórica LA TRAVESÍA FINAL
De José
Calvo Poyato
Los hechos son los hechos, y
los hechos son que la gesta de Elcano mediante la cual las naos Victoria y
Trinidad llegaron a tocar en las Molucas generaron en el emperador Carlos I un
ardiente deseo de poseer sí o sí aquellas lejanas islas que producían los más
sustanciosos productos. Entre las primeras acciones del rey estaría la creación
de una nueva Casa de Contratación, nueva sí, no en relación ya con América sino
con la Especiaría, que asentaría en La Coruña.
El más grande y grave de los
problemas radicaba en que Portugal no cedía ni un ápice en su posición que no
era otra que mantener que, en posesión de la verdad absoluta, las Molucas
pertenecían a su reino toda vez que se encontraban en su hemisferio, según
quedara establecido en el vigente tratado de Tordesillas de 1494.
Pero un desmentido como era el
hecho de que, tras el regreso de la nao Victoria al puerto de Sevilla, las
islas de las Especias quedan, indubitablemente dentro de las tierras del
hemisferio hispano, hace que el Emperador mueva ficha en pro de un nuevo
estatus al respecto. Sin duda, los portugueses no cederían por las buenas.
Habría que “gestionar” el asunto tratando la cuestión con cautela, con
negociaciones, con proposiciones, con paciencia, pues sobre las mesas de despacho
de los cancilleres hispanos y lusos se encontraban otros asuntos que no
convenía sufrieran los daños colaterales de aquella cuita de allende los mares.
Y no, el hecho fue que más
allá del envío de una Comisión española comisionada en Vitoria para negociar
con la portuguesa, con grandes representantes de uno y otro reino, y de las posterioressesiones celebradas
alternativamente en Elvas (Portugal) y Badajoz (España), habida cuenta del
fracaso de todas ellas y en todos los lugares, Carlos I concibe la real
disposición de enviar una Armada al archipiélago con la orden expresa de tomar
posesión del mismo en nombre del Emperador. Realmente la expedición ya estaba
formándose a instancia del Rey, por lo que Carlos I lo que dispone es acelerar
los preparativos.
Juan Sebastián Elcano,
experimentado navegante que culminara la primera vuelta al mundo, así
reconocido por el Emperador quien le hubo concedido el derecho de usar un
escudo de armas con el lema “Primus circundedisti me”, se postulaba para
capitanear la citada Armada. Al menos era su sueño. Pero el hecho era que
ciertos imponderables, determinados prejuicios, la no pertenencia a la nobleza,
en fin, lo que suele contar más que la verdadera y auténtica valía y
capacitación, harán que el Emperador nombre capitán general a frey Jofré García
de Loaysa. Se trataba evidentemente del clásico mando de la época conferido a
un noble, pues muchos de los embarcados no aceptarían el liderazgo de Elcano, con
mucho el más experimentando marino de la Armada y el único que contaba con
experiencia en tan largo y duro viaje, pues faltábale cuna.
Otro hecho era que Juan
Sebastián Elcano había trabajado denodadamente en la preparación y dotación de
algunas naves y personal que habría de embarcarse, así como en todo lo
concerniente a intendencia y armamento. Para ello antes de llegar hasta La
Coruña visitó su Guetaria natal donde
reclutó a muchos marinos, familiares
incluso, y ya en las naves de la Casa de la Especiería, se dedicó en cuerpo y
alma a dotar los barcos de cuantos pertrechos hubieran de necesitar para un tan
largo viaje. Y no solo alimentos, agua, aguardiente y vino, también irían
cargados los buques de géneros con los que comerciar con los indígenas como
paños y quincallería, tan del gusto de aquellas gentes no acostumbradas a los
productos de elaboración.
Cuando la Armada sale del
puerto de La Coruña amaneciendo la víspera del día de Santiago de 1525, el
capitán general lleva varios documentos con instrucciones muy precisas dictadas
por el Emperador. La Armada “en ninguna manera de descubriese tierra ni se
tocase en los límites del rey de Portugal”. Otras instrucciones o cédulas se
darían a conocer dado el caso, ese era otro hecho.
Las vicisitudes de la propia
derrota atravesando mares bravíos donde las tormentas podían partir en dos las
naos, los equívocos en la navegación al embocar malamente los estrechos, las
encalladas en aguas poco profundas, las deserciones, las múltiples recaladas
para reparaciones debido a la quebrada de la estructura de varias
embarcaciones, las luchas de poder a poder entre algunos capitanes de las naos
con Loaysa, la llegada en fin al Pacífico que en nada hizo honor a su nombre en
aquella jornada, permiten discernir que aquella Armada vivió un periplo
ciertamente accidentado de tal magnitud que las naves se dispersaron
completamente: la Santi Spiritus naufragó, la Anunciada desertó y se perdió, la
San Gabriel tras vérselas con unos corsarios franceses alcanzó puerto gallego
en Bayona, el patiche Santiago navegó hacia el norte, a la San Lesmes se le
perdería la pista en el Pacífico, la Santa María del Parral logró llegar a las
Célebes, la Santa María de la Victoria en fin, capitaneada por Loaysa y en la
que viajaba Juan Sebastián Elcano, piloto mayor que fuera de la nao naufragada,
llegaría a su destino, a las islas de la Especias. Otros hechos acontecerían
con posterioridad por aquellos mares, aunque ya no los vivirían ni Loaysa ni
Elcano quienes morirían respectivamente el 30 de julio y el 6 de agosto del año
del Señor de 1526. Escasamente una semana vería Juan Sebastián Elcano su sueño
cumplido, siendo capitán general de la Armada española. Días antes, enfermo
como se encontraba, quiso testar y testó, hecho este que habrá de valer a
historiadores y novelistas para conocer a un personaje quizás no reconocido
suficientemente en su país natal.
Así el historiador y
novelista, el doctor don José Calvo Poyato ha novelado la travesía última de
Elcano en el mar como marino y en la tierra como persona, desde su
reconocimiento como primer circunnavegante hasta su
muerte en mar abierta revestido como capitán general, cumpliendo así con su
añorado deseo, pero como dice el autor … ¿a qué precio? Esos son los hechos.
Los demás hechos, los que se
narran en LA TRAVESÍA FINAL de José Calvo Poyato (Harper Collins 2021)
coetáneos y singularmente unidos a los acontecimientos y avatares de esta
Armada antes, durante y después de su desenlace, en definitiva, aquellos
históricos e historiados años del reinado del Emperador Carlos I con sus dimes
y diretes entre cortes, alianzas, matrimonios de estado, luchas intestinas y
conflictos con la iglesia, son tratados y expuestos por el novelista con la
maestría que ha hecho gala durante toda su trayectoria como realizador de
novela histórica avalada por cerca de una treintena de años de narrativa que le
han llevado a componer dieciocho novelas con el denominador común de la ágil,
veraz y creíble trama enmarcada en los acontecimientos históricos muy
estudiados por el autor, no en vano es doctor en historia moderna (Universidad
de Granada).
Pero es que, además el
novelista desde su destreza en la elaboración de los diálogos, pone en boca de
los personajes las palabras precisas para que la trama tenga el sentido
auténtico, haciendo que el lector avezado o no en las
gestas históricas o acontecimientos que suceden en el tiempo, se sumerja y casi
participe de los mismos siendo uno más sentado a la mesa, en la corte, en el
mesón o posada de turno, en las altas reuniones, o incluso se atreva a regatear
en determinado mercado para conseguir el mejor precio y no pecar de pardillo ni
ser engañado por el dueño del tenderete.
Y así, las más de las veces
con un vocabulario propio de la época, va discurriendo la novela, y el lector
conocerá de los personajes reales o ficticios, su fisonomía, su carácter, sus
debilidades, sus impulsos, sus opiniones, su posición en definitiva respecto a
los demás personajes y respecto a la historia misma que se nos está
contando. Y todo con fluidez y una narrativa muy asequible que,
no obstante, puede hacer que
nos detengamos a ampliar conocimientos, según como cada cual se acerque a la
novela histórica. Significar también respecto a los personajes, que aun cuando
el autor relaciona en el volumen unos setenta y cinco entre los reales y los de
ficción, son muchos más los que a lo largo de todo el volumen entran en acción
en las distintas tramas o hechos que se narran y novelan. Pero no por ello es
complicada la trama. Están, sin duda todos los que son, son todos los que están
y no seré yo quien quite ni ponga ninguno. El autor nos diría si a bien lo
quisiera, por qué no figuran en “Dramatis Personae” los restantes ciento ocho
personajes que encontramos en las páginas de LA TRAVESÍA FINAL. Me inclino a
pensar que se trata de un modo de interactuar con la novela y con el propio
autor, que nos propone la localización de aquellos.
En todo caso José Calvo Poyato
en esta su novela nos plantea también determinadas reflexiones respecto a la
vida de un héroe español, que ha hecho grandes cosas por su país, pero también
que ama, que tiene sueños, que ansía volver a su medio que es navegar, y que,
por mor de las circunstancias, no le será nada fácil alcanzar lo que por
razones y sobrados argumentos le hubiere correspondido. Quizá nos interrogue el
novelista, si es que acaso su país desde entonces al tiempo presente le ha
hecho la justicia que se merecía.
Los hechos que nos cuenta José
Calvo Poyato a partir de una conocida e histórica gesta como fue la Expedición
de Loaysa, junto con un minucioso estudio del testamento de Elcano, como base
fuerte de su documentación para la configuración de esta novela, más allá de
hechos ficticios introducidos siempre con mucha veracidad, configuran todo un
manual de historia que pudo ser, que en parte fue. Pero lo cierto es que lo que
no fue igualmente cuenta, para disfrutar leyendo, que de eso también se trata.
Como asimismo cuentan los “guiños” en relación con su localidad natal que el
autor deja siempre deslizar entre las líneas de sus novelas. Pero esos son
otros hechos.