junio 01, 2025

Francisco Salamanca Moreno

 


CORPUS CHRISTIS EN CABRA (2)






La sesión decimotercera del Concilio de Trento, celebrada el día once de octubre de 1551, va a ser crucial para el culto al Santísimo. Se regula el culto y la veneración a la eucaristía, la visita del Santísimo a los enfermos. La Reserva en las iglesias y se impulsa la erección de c0fradías sacramentales.

Se encargarán lujosos tabernáculos y manifestadores. Las custodias procesionales se llenarán de elementos decorativos. El gótico dejará paso a un Renacimiento, que recibirá justamente el apelativo de “plateresco”.

Es verdad que las primeras custodias procesionales aparecen en España a principios del siglo, mucho antes de Trento.

Primero siguen las normas del gótico, aunque con influencias alemana y flamenca. Los Arfe trajeron consigo la semilla del Renacimiento, dando una mayor agilidad a las custodias, que hasta entonces resultaban macizas y abigarradas.

Enrique de Arfe, con su Custodia de Córdoba, realizada entre 1514 y 1518, marcó la pauta y se convirtió, según el profesor Ortiz Juárez, en el “prototipo… de custodias… en forma de torre diáfana que, a modo de dosel o baldaquino, sirven de cobijo, al viril”. Un modelo que tendría presente Pedro Sánchez de Luque, un siglo después, al construir la de Cabra, aunque ajustándose a un estilo Felipe II, que renunciaba a la excesiva ornamentación del plateresco y ofrecía un sobrio esquema renacentista.

Vemos como a partir de 1551, van a proliferar las cofradías sacramentales. Por otra parte, la última sesión del Concilio, en 1563, regula la veneración de reliquias y santos, fomenta el culto en santuarios, el Vía Crucis, la devoción a la Virgen y los pasos de misterio, por su valor instructivo.

Cabra se va a incorporar rápidamente a este movimiento. Se nos ha facilitado el dato de que la fundación de la cofradía del Santísimo Sacramento se realiza en el año 1560, fecha que tomamos con cierta reserva. Según consta en el libro 1.º de Visitas de la iglesia de la Asunción, el día 12 de agosto de 1560, el licenciado Andrés de Argumanes, Visitador General de la diócesis, en representación del obispo D. Diego de Álava y Esquivel, visita las cofradías establecidas en ese momento en Cabra. Cita la de Ntra. Sra. Santa María de la Cabeza, de la que se dice había sido fundada poco antes. La cofradía de Ntra. Sra. de la Asunción, que parece era la más antigua de Cabra. La cofradía de la Virgen de la Sierra, que se dice había sido instituida hacía poco. Por último, se visita la cofradía de la Vera Cruz, establecida en la iglesia de San Juan Bautista.

Por otra parte, sabemos que los primitivos estatutos de la cofradía de la Virgen de la Cabeza fueron redactados en 1559, aunque no se aprobaron hasta el año 1580.

Conviene aclarar aquí, que una cosa es que la cofradía de la Virgen de la Sierra se fundara poco antes del año 1560 y otra que recibiera culto desde al menos dos siglos antes, o incluso cuatro si aceptamos la leyenda de la recuperación de Cabra en tiempos de Fernando III el Santo. En todo caso, lo que está claro es que la imagen que ha llegado hasta nuestros días no tiene la antigüedad que pretenden las crónicas.

La primera cita sobre la cofradía de Santísimo Sacramento de Abra es del año 1563, en que aparece visitada por la autoridad eclesiástica. De modo que su fundación debió realizarse entre 1560 y 1563, en que ya aparece visitada como tal cofradía.

Por aquellos años estaban también establecidas en Cabra la Hermandad de Ánimas y la cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza, de Río Frío, con cultos contrastados al menos desde 1538. De la Hermandad de Ánimas se ignora su antigüedad. Sin embargo, ninguna de las dos aparece visitada en 1560 ni en 1563.

Uno de los primeros actos públicos de veneración a la Eucaristía, recogidos documentalmente, es la guardia que le hacían los miembros del Cabildo egabrense, durante todas las jornadas del Jueves y Viernes Santos. Según parece, el motivo de esta presencia fue su juramento realizado corporativamente el año 1575. El Acta Capitular del 17 de abril de 1576 hace referencia a la promesa y especifica que las guardias se harían de cuatro en cuatro regidores, con cirios. Dado que no se conservan las actas del año 1575, se ignora la causa del juramento. No obstante, ya que se sabe que aquellos fueron años de sequía, hambre y rogativas, es posible que tuviera relación con alguna petición de lluvia o cese de alguna plaga o enfermedad.

En años posteriores, la referencia de esta guardia oficial al Santísimo es únicamente al Jueves Santo. La causa puede ser la fundación de cofradías penitenciales y la presencia del Cabildo local en la procesión del Entierro de Cristo.

Las primitivas procesiones del Corpus Christi eran austeras, con una custodia pequeña o un ostensorio en manos del preste, a veces bajo palio.

Muy pronto estas pequeñas custodias, llamadas de “asiento” o de altar, fueron sustituidas por otras de mayores proporciones.

En las iglesias se colocan, como ya hemos indicado, grandes tabernáculos y manifestadores de madera dorada o incluso de plata. En el caso de Cabra, la opulencia de las arcas eclesiásticas permitió un encargo de postín. El día diez de abril de 1578, por orden del anterior Provisor de Obispado. El licenciado Belarde de la Concha, el Rector y Obrero de la fábrica de la Iglesia mayor de Cabra, Rodrigo Ramírez, firma un contrato con los plateros Rodrigo de León y Sebastián de Córdoba. Ante el escribano público de Cabra. Rodrigo de Baeza, los plateros se comprometen a hacer “una custodia grande de asiento” … “al uso romano” que serviría para las fiestas del Corpus y de Semana Santa, con un peso total de cien marcos. El modelo sería la que existía en la iglesia de Fuenteobejuna y que todavía se conserva en dicha localidad.

El plazo de entrega es de un año y los artistas reciben a cuenta cien ducados, casi un millón de pesetas de hoy.

El encargo es muy especial, ya que supone una vuelta a atrás en términos artísticos. En unos años en que imponía el estilo Felipe II, sobrio y casi sin ornamentación,  la iglesia de Cabra  encarga una custodia “al romano”, es decir, llena de grutescos, medallones y figuritas. Un retroceso de casi cincuenta años.

Sin embargo, el modelo valía la pena. La custodia de Fuenteobejuna, atribuida durante muchos años a Antonio de Arfe y hoy con más seguridad al cordobés Juan Ruíz de Bandalino, era una pieza famosa en todo el país. El uso “romano” consistía, además, en una distribución arquitectónica, en varios cuerpos superpuestos, frente a la línea vertical de las custodias góticas.

La custodia de Fuenteobejuna tiene forma de torre de base cuadrada sobre basamento rico en relieves. No obstante, son los trabajos de escultura, tanto en figuras exentas como en relieve, lo que hacen de ella un ejemplar único. 

La iglesia de Cabra encargaba, pues, una gran obra de arte con un peso aproximado de veintitrés quilos de plata. El importe total se sabría al final, cuando fuera tasada por los responsables de la Orden o Hermandad de San Eloy, patrono de los plateros. Rodrigo Ramírez iría haciendo pagos a cuenta, mientras se hacía el trabajo.

Los primeros contactos para el encargo de la Custodia se situaban a finales del año anterior, en que todavía era obispo de Córdoba fray Bernardo de Frezneda, gran devoto del misterio del Corpus.

¿Qué pasa al final con la Custodia?

Está claro que el contrato se firma, que se fijan las responsabilidades en caso de incumplimiento, que se anticipa una cantidad importante… Pero de la custodia no se vuelve a tener noticias. ¿Se trae a Cabra en 1579, como estaba previsto, para desaparecer años después?

Fijémonos en las coincidencias. Desaparecen las actas capitulares de 1578 a 1581. En el archivo del Obispado de Córdoba no hay datos de Cabra anteriores a 1580. En el archivo de la Asunción no parece haber ningún documento referido a esta Custodia.

Justamente el azar nos permitió, hace unos años, localizar la escritura del contrato en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba, al repasar el legajo del escribano Rodrigo de Baeza correspondiente al año 1578. La única prueba que ha resistido el paso de los años.

Como casi siempre, las grandes realizaciones vienen de la mano de grandes injusticias sociales. En años de miseria, hambre y enfermedades, las manifestaciones externas son de riqueza y boato. La ceremonia de la muerte, una vez más, iba a conducir a la multiplicación de limosnas y testamentos favorables a cofradías y clero, en un último intento de corregir el propio destino final. En tiempos de Semana Santa, disciplinantes, empalados, grandes cruces sobre los hombros…

Mientras tanto, en la casa del diezmo ya no saben qué hacer con el trigo y el aceite. Es cierto que lo venden al Cabildo local en años de carestía, para que se amase pan a los pobres, pero, a veces, tras algunos forcejeos y malas caras.

Será pura casualidad, pero, cuando el día 29 de septiembre de 1617, el Cabildo egabrense, presidido por el Corregidos D. Juan de Bibero, regala cuatro varas de palio de plata para la visita del Santísimo a los enfermos, se ponen ciertas clausulas. Se hace firmar al hermano mayor de la cofradía un documento en el que se especifica que las varas han sido costeadas en nombre de los vecinos de Cabra, que no podrán venderse o enajenarse bajo ningún concepto y que se reclamaría ante  la  Justicia  en  caso  de  desaparición. Se  indica claramente que ni siquiera el  Obispo podría ordenar la venta o cambio. Son unos términos bastante duros, dado que el Cabildo local había colaborado siempre sin reservas. 

En esta situación llegamos al año 1621, en que la iglesia local encarga a Pedro Sánchez de Luque una nueva Custodia procesional, la que ha llegado a nuestros días. A cuenta de su importe, se entrega una custodia vieja de plata, comprometiéndose a pagar el resto en cuatro años…

¿Qué custodia es la que se entrega? Con seguridad de que no se trataba de la encargada en 1578, mucho más valiosa que la que ahora se iba a hacer. Una incógnita de difícil respuesta…

En 1590, con ocasión de realizarse un inventario general de la Iglesia de la Asunción, se comprueba la existencia de dos custodias de plata, pero no hay descripción de las mismas.

Durante la visita realizada a Cabra, en 1592 por el Dr. D. Diego López, Canónigo y Visitador General de la diócesis, se hace una descripción de la Iglesia de la Asunción. Se dice que “el tabernáculo do está el Santísimo Sacramento es pequeño, dorado”.

Nueve años después, la fábrica de la iglesia encarga al pintor Juan de Burgos un Sagrario o tabernáculo grande, dorado y tallado. En dicho trabajo participaría el escultor Juan de Mesa, asociado por entonces al pintor. El precio del Sagrario sería equivalente a unas doscientas cincuenta mil pesetas de hoy.

(Sacado de un trabajo de don Antonio Moreno Hurtado, para La Opinión) 



CONTINUARÁ…………

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