junio 01, 2025

José Fernández Álvarez (JotaEfeA)

 


CUENTAN LOS HECHOS






Reseña sobre la novela histórica LA TRAVESÍA FINAL

De José Calvo Poyato


Los hechos son los hechos, y los hechos son que la gesta de Elcano mediante la cual las naos Victoria y Trinidad llegaron a tocar en las Molucas generaron en el emperador Carlos I un ardiente deseo de poseer sí o sí aquellas lejanas islas que producían los más sustanciosos productos. Entre las primeras acciones del rey estaría la creación de una nueva Casa de Contratación, nueva sí, no en relación ya con América sino con la Especiaría, que asentaría en La Coruña.

El más grande y grave de los problemas radicaba en que Portugal no cedía ni un ápice en su posición que no era otra que mantener que, en posesión de la verdad absoluta, las Molucas pertenecían a su reino toda vez que se encontraban en su hemisferio, según quedara establecido en el vigente tratado de Tordesillas de 1494.

Pero un desmentido como era el hecho de que, tras el regreso de la nao Victoria al puerto de Sevilla, las islas de las Especias quedan, indubitablemente dentro de las tierras del hemisferio hispano, hace que el Emperador mueva ficha en pro de un nuevo estatus al respecto. Sin duda, los portugueses no cederían por las buenas. Habría que “gestionar” el asunto tratando la cuestión con cautela, con negociaciones, con proposiciones, con paciencia, pues sobre las mesas de despacho de los cancilleres hispanos y lusos se encontraban otros asuntos que no convenía sufrieran los daños colaterales de aquella cuita de allende los mares. 

Y no, el hecho fue que más allá del envío de una Comisión española comisionada en Vitoria para negociar con la portuguesa, con grandes representantes de uno y otro reino, y  de  las  posterioressesiones celebradas alternativamente en Elvas (Portugal) y Badajoz (España), habida cuenta del fracaso de todas ellas y en todos los lugares, Carlos I concibe la real disposición de enviar una Armada al archipiélago con la orden expresa de tomar posesión del mismo en nombre del Emperador. Realmente la expedición ya estaba formándose a instancia del Rey, por lo que Carlos I lo que dispone es acelerar los preparativos.

Juan Sebastián Elcano, experimentado navegante que culminara la primera vuelta al mundo, así reconocido por el Emperador quien le hubo concedido el derecho de usar un escudo de armas con el lema “Primus circundedisti me”, se postulaba para capitanear la citada Armada. Al menos era su sueño. Pero el hecho era que ciertos imponderables, determinados prejuicios, la no pertenencia a la nobleza, en fin, lo que suele contar más que la verdadera y auténtica valía y capacitación, harán que el Emperador nombre capitán general a frey Jofré García de Loaysa. Se trataba evidentemente del clásico mando de la época conferido a un noble, pues muchos de los embarcados no aceptarían el liderazgo de Elcano, con mucho el más experimentando marino de la Armada y el único que contaba con experiencia en tan largo y duro viaje, pues faltábale cuna.

Otro hecho era que Juan Sebastián Elcano había trabajado denodadamente en la preparación y dotación de algunas naves y personal que habría de embarcarse, así como en todo lo concerniente a intendencia y armamento. Para ello antes de llegar hasta La Coruña visitó su Guetaria natal donde

reclutó a muchos marinos, familiares incluso, y ya en las naves de la Casa de la Especiería, se dedicó en cuerpo y alma a dotar los barcos de cuantos pertrechos hubieran de necesitar para un tan largo viaje. Y no solo alimentos, agua, aguardiente y vino, también irían cargados los buques de géneros con los que comerciar con los indígenas como paños y quincallería, tan del gusto de aquellas gentes no acostumbradas a los productos de elaboración.

Cuando la Armada sale del puerto de La Coruña amaneciendo la víspera del día de Santiago de 1525, el capitán general lleva varios documentos con instrucciones muy precisas dictadas por el Emperador. La Armada “en ninguna manera de descubriese tierra ni se tocase en los límites del rey de Portugal”. Otras instrucciones o cédulas se darían a conocer dado el caso, ese era otro hecho.

Las vicisitudes de la propia derrota atravesando mares bravíos donde las tormentas podían partir en dos las naos, los equívocos en la navegación al embocar malamente los estrechos, las encalladas en aguas poco profundas, las deserciones, las múltiples recaladas para reparaciones debido a la quebrada de la estructura de varias embarcaciones, las luchas de poder a poder entre algunos capitanes de las naos con Loaysa, la llegada en fin al Pacífico que en nada hizo honor a su nombre en aquella jornada, permiten discernir que aquella Armada vivió un periplo ciertamente accidentado de tal magnitud que las naves se dispersaron completamente: la Santi Spiritus naufragó, la Anunciada desertó y se perdió, la San Gabriel tras vérselas con unos corsarios franceses alcanzó puerto gallego en Bayona, el patiche Santiago navegó hacia el norte, a la San Lesmes se le perdería la pista en el Pacífico, la Santa María del Parral logró llegar a las Célebes, la Santa María de la Victoria en fin, capitaneada por Loaysa y en la que viajaba Juan Sebastián Elcano, piloto mayor que fuera de la nao naufragada, llegaría a su destino, a las islas de la Especias. Otros hechos acontecerían con posterioridad por aquellos mares, aunque ya no los vivirían ni Loaysa ni Elcano quienes morirían respectivamente el 30 de julio y el 6 de agosto del año del Señor de 1526. Escasamente una semana vería Juan Sebastián Elcano su sueño cumplido, siendo capitán general de la Armada española. Días antes, enfermo como se encontraba, quiso testar y testó, hecho este que habrá de valer a historiadores y novelistas para conocer a un personaje quizás no reconocido suficientemente en su país natal.

Así el historiador y novelista, el doctor don José Calvo Poyato ha novelado la travesía última de Elcano en el mar como marino y en la tierra como persona, desde su reconocimiento como primer circunnavegante hasta su muerte en mar abierta revestido como capitán general, cumpliendo así con su añorado deseo, pero como dice el autor … ¿a qué precio? Esos son los hechos. 

Los demás hechos, los que se narran en LA TRAVESÍA FINAL de José Calvo Poyato (Harper Collins 2021) coetáneos y singularmente unidos a los acontecimientos y avatares de esta Armada antes, durante y después de su desenlace, en definitiva, aquellos históricos e historiados años del reinado del Emperador Carlos I con sus dimes y diretes entre cortes, alianzas, matrimonios de estado, luchas intestinas y conflictos con la iglesia, son tratados y expuestos por el novelista con la maestría que ha hecho gala durante toda su trayectoria como realizador de novela histórica avalada por cerca de una treintena de años de narrativa que le han llevado a componer dieciocho novelas con el denominador común de la ágil, veraz y creíble trama enmarcada en los acontecimientos históricos muy estudiados por el autor, no en vano es doctor en historia moderna (Universidad de Granada).  

Pero es que, además el novelista desde su destreza en la elaboración de los diálogos, pone en boca de los personajes las palabras precisas para que la trama tenga el sentido auténtico, haciendo que el lector avezado o no en las gestas históricas o acontecimientos que suceden en el tiempo, se sumerja y casi participe de los mismos siendo uno más sentado a la mesa, en la corte, en el mesón o posada de turno, en las altas reuniones, o incluso se atreva a regatear en determinado mercado para conseguir el mejor precio y no pecar de pardillo ni ser engañado por el dueño del tenderete.

Y así, las más de las veces con un vocabulario propio de la época, va discurriendo la novela, y el lector conocerá de los personajes reales o ficticios, su fisonomía, su carácter, sus debilidades, sus impulsos, sus opiniones, su posición en definitiva respecto a los demás personajes y respecto a la historia misma que se nos está contando.  Y todo  con  fluidez y una  narrativa muy asequible que,

no obstante, puede hacer que nos detengamos a ampliar conocimientos, según como cada cual se acerque a la novela histórica. Significar también respecto a los personajes, que aun cuando el autor relaciona en el volumen unos setenta y cinco entre los reales y los de ficción, son muchos más los que a lo largo de todo el volumen entran en acción en las distintas tramas o hechos que se narran y novelan. Pero no por ello es complicada la trama. Están, sin duda todos los que son, son todos los que están y no seré yo quien quite ni ponga ninguno. El autor nos diría si a bien lo quisiera, por qué no figuran en “Dramatis Personae” los restantes ciento ocho personajes que encontramos en las páginas de LA TRAVESÍA FINAL. Me inclino a pensar que se trata de un modo de interactuar con la novela y con el propio autor, que nos propone la localización de aquellos.

En todo caso José Calvo Poyato en esta su novela nos plantea también determinadas reflexiones respecto a la vida de un héroe español, que ha hecho grandes cosas por su país, pero también que ama, que tiene sueños, que ansía volver a su medio que es navegar, y que, por mor de las circunstancias, no le será nada fácil alcanzar lo que por razones y sobrados argumentos le hubiere correspondido. Quizá nos interrogue el novelista, si es que acaso su país desde entonces al tiempo presente le ha hecho la justicia que se merecía.

Los hechos que nos cuenta José Calvo Poyato a partir de una conocida e histórica gesta como fue la Expedición de Loaysa, junto con un minucioso estudio del testamento de Elcano, como base fuerte de su documentación para la configuración de esta novela, más allá de hechos ficticios introducidos siempre con mucha veracidad, configuran todo un manual de historia que pudo ser, que en parte fue. Pero lo cierto es que lo que no fue igualmente cuenta, para disfrutar leyendo, que de eso también se trata. Como asimismo cuentan los “guiños” en relación con su localidad natal que el autor deja siempre deslizar entre las líneas de sus novelas. Pero esos son otros hechos.

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