Día de la Hispanidad -12 de octubre
Amigos: argentinos, bolivianos, chilenos,
colombianos, costarricenses, ecuatorianos, salvadoreños, guatemaltecos,
hondureños, mexicanos, nicaragüenses, panameños, paraguayos, peruanos,
dominicanos, uruguayos, venezolanos y puertorriqueños.
Lo correcto es decir Hispanoamérica al territorio
que se extiende desde el sur de Estados Unidos hasta el estrecho de Magallanes.
Más preciso sería emplear el término Iberoamérica
para incluir a Brasil, el país más extenso de la región y antigua colonia
portuguesa, así como a otros pequeños países no hispanohablantes.
Entonces, ¿por qué la denominación más habitual para el continente es
Latinoamérica?
El término “Latinoamérica” fue acuñado por Michel Chevalier, un diplomático
francés del emperador Napoleón III, quien defendía que América era
esencialmente latina frente al expansionismo anglosajón del norte. Es decir,
aquello que nació como un concepto opuesto a la América inglesa y como una
estrategia política frente a Londres, terminó desplazando la huella española y
portuguesa. Finalmente, la herencia hispana del continente fue arrinconada.
Cada vez que os identificáis como “latinos”,
estáis asumiendo un término impuesto por franceses y anglosajones, utilizado
históricamente con cierto desprecio.
Ciertamente, existe un mestizaje con el elemento
hispano; por ello, sois hijos de España, de ahí el concepto de “madre patria”.
Sois americanos que habláis español y lleváis apellidos españoles. No, no sois
latinos: los latinos fueron los herederos de Roma, hablaban latín y
desarrollaron las lenguas romances. El español es una lengua romance del latín;
por tanto, los españoles sí somos latinos.
Permítanme, a continuación, aportar un granito de
arena para acallar las voces que se alzan a favor de la llamada “leyenda
negra”:
Tras el descubrimiento de América, la reina
Isabel la Católica fue la primera gobernante en abolir la esclavitud, año 1550,
y lo más importante de todo promulgó la Leyes de Indias, las que sin duda se
consideran antecesoras de la declaración universal de los derechos humanos en
ellas, dictaminó varios puntos clave respecto a los pueblos indígenas:
• Prohibición
de la esclavitud: Isabel prohibió la esclavitud de los indígenas y ordenó
su devolución a sus tierras de origen.
• Evangelización: Mandó que se instruyera a los indígenas en la religión cristiana y se les enseñara el idioma español.
• Derechos
humanos: Reconoció la dignidad humana de los indígenas y su condición de
sujetos libres y vasallos de la Corona de Castilla.
• Protección:
Promovió leyes y medidas para garantizar su bienestar y sus derechos.
Ciertamente, se produjeron abusos, quizás porque en algunos virreinatos la
autoridad de la Corona parecía lejana. Pero ¡ay de aquellos que se creían con
derecho a ostentar el poder en la Nueva España! La Corona les exigía gobernar
con rectitud las tierras que se les habían encomendado.
¿Y el oro? Para muchas civilizaciones
precolombinas, el oro no tenía el valor económico que los europeos le
atribuían. No se usaba como medio de pago ni como patrón monetario;
representaba algo mucho más profundo: una conexión con lo divino. En el Imperio
inca, por ejemplo, se creía que el oro era el “sudor del sol”. Los aztecas, por
su parte, lo vinculaban al dios Tonatiuh, también asociado al sol y al ciclo
vital de nacimiento, muerte y regeneración.
El enfoque espiritual hacía que, en algunas
culturas, ciertos objetos de oro solo pudieran ser tocados por sacerdotes o
nobles consagrados. El oro no se acumulaba con fines materiales, sino que se
devolvía simbólicamente a los dioses.
El oro, que para los pueblos nativos era símbolo
de espiritualidad y divinidad, se convirtió para los europeos en motor de
ambición y conquista.
Efectivamente, se trasladó oro desde América. Sin
embargo, el 80 % del oro y la plata extraídos permanecieron en el continente,
donde se construyeron universidades, hospitales, catedrales, etc.
Hoy existen más de cien patrimonios de la
humanidad declarados por la UNESCO que fueron legados por los españoles en
Hispanoamérica. Quien saquea, arrasa y desvalija no deja una herencia
patrimonial y cultural tan rica.
¿Sabías que la primera universidad del continente
americano se construyó en 1538? Fue la Universidad de Santo Tomás de Aquino,
considerada la primera institución de educación superior del Nuevo Mundo, casi
un siglo antes que la Universidad de Harvard (fundada en 1636).
El 20 % del metal precioso que se envió a España
se utilizó, en gran parte, para financiar las guerras contra los enemigos del
Imperio. Una cantidad considerable se perdió debido a naufragios y saqueos de
piratas.
En tres siglos, España extrajo de México la misma
cantidad de oro que hoy se produce en un solo año.
España introdujo en América nuevos productos y animales, estableciendo un intercambio global que transformó las sociedades de ambos continentes.
¿Sabías que el trigo, la cebada, el arroz, las
naranjas, los limones, las uvas, el café y la caña de azúcar se adaptaron con
éxito a las tierras americanas, enriqueciendo la agricultura local?
¿El café y la caña de azúcar no son americanos?
No. El café proviene de Etiopía, donde se
descubrieron los primeros cafetos en el siglo XI. Desde allí se expandió a
Yemen y, posteriormente, desde los territorios árabes llegó a Europa. Desde
España se introdujo en Brasil, Colombia, México, Costa Rica, Guatemala, El
Salvador, Honduras y Ecuador.
La caña de azúcar tiene su origen en el sudeste
asiático, específicamente en Nueva Guinea, donde se cultiva desde
aproximadamente el 6000 a. C. Desde allí se extendió por Asia y, más tarde, los
árabes la llevaron a regiones como Siria y Egipto. Cristóbal Colón la introdujo
en las islas del Caribe y en la América tropical.
Entre los animales que fueron llevados a América
se incluyen caballos —que sin duda sorprendieron a los nativos—, vacas, cerdos,
ovejas, cabras, gallinas, perros y gatos. Estos animales desempeñaron un papel
fundamental en la transformación de los ecosistemas y en la vida cotidiana de
las poblaciones indígenas.
Para concluir este breve ensayo en el Día de la Hispanidad, deseo dejar una
reflexión final:
España e Hispanoamérica siguen unidas por el hilo
conductor de la sangre y el mestizaje, la familia, la lengua, la religión, la
cultura y las tradiciones. Ese continente es una extensión de España, así como
España es una continuación de cada uno de esos países.
¡VIVA
HISPANOAMÉRICA!
¡VIVA EL DÍA DE LA
HISPANIDAD!
¡VIVA ESPAÑA!

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