noviembre 01, 2025

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 Día de la Hispanidad -12 de octubre

Amigos: argentinos, bolivianos, chilenos, colombianos, costarricenses, ecuatorianos, salvadoreños, guatemaltecos, hondureños, mexicanos, nicaragüenses, panameños, paraguayos, peruanos, dominicanos, uruguayos, venezolanos y puertorriqueños.

Lo correcto es decir Hispanoamérica al territorio que se extiende desde el sur de Estados Unidos hasta el estrecho de Magallanes.

Más preciso sería emplear el término Iberoamérica para incluir a Brasil, el país más extenso de la región y antigua colonia portuguesa, así como a otros pequeños países no hispanohablantes.

Entonces, ¿por qué la denominación más habitual para el continente es Latinoamérica?

El término “Latinoamérica” fue acuñado por Michel Chevalier, un diplomático francés del emperador Napoleón III, quien defendía que América era esencialmente latina frente al expansionismo anglosajón del norte. Es decir, aquello que nació como un concepto opuesto a la América inglesa y como una estrategia política frente a Londres, terminó desplazando la huella española y portuguesa. Finalmente, la herencia hispana del continente fue arrinconada.

Cada vez que os identificáis como “latinos”, estáis asumiendo un término impuesto por franceses y anglosajones, utilizado históricamente con cierto desprecio.

Ciertamente, existe un mestizaje con el elemento hispano; por ello, sois hijos de España, de ahí el concepto de “madre patria”. Sois americanos que habláis español y lleváis apellidos españoles. No, no sois latinos: los latinos fueron los herederos de Roma, hablaban latín y desarrollaron las lenguas romances. El español es una lengua romance del latín; por tanto, los españoles sí somos latinos.

Permítanme, a continuación, aportar un granito de arena para acallar las voces que se alzan a favor de la llamada “leyenda negra”:

Tras el descubrimiento de América, la reina Isabel la Católica fue la primera gobernante en abolir la esclavitud, año 1550, y lo más importante de todo promulgó la Leyes de Indias, las que sin duda se consideran antecesoras de la declaración universal de los derechos humanos en ellas, dictaminó varios puntos clave respecto a los pueblos indígenas:

Prohibición de la esclavitud: Isabel prohibió la esclavitud de los indígenas y ordenó su devolución a sus tierras de origen. 

Evangelización: Mandó que se instruyera a los indígenas en la religión cristiana y se les enseñara el idioma español.  

Derechos humanos: Reconoció la dignidad humana de los indígenas y su condición de sujetos libres y vasallos de la Corona de Castilla. 

Protección: Promovió leyes y medidas para garantizar su bienestar y sus derechos.

Ciertamente, se produjeron abusos, quizás porque en algunos virreinatos la autoridad de la Corona parecía lejana. Pero ¡ay de aquellos que se creían con derecho a ostentar el poder en la Nueva España! La Corona les exigía gobernar con rectitud las tierras que se les habían encomendado.

¿Y el oro? Para muchas civilizaciones precolombinas, el oro no tenía el valor económico que los europeos le atribuían. No se usaba como medio de pago ni como patrón monetario; representaba algo mucho más profundo: una conexión con lo divino. En el Imperio inca, por ejemplo, se creía que el oro era el “sudor del sol”. Los aztecas, por su parte, lo vinculaban al dios Tonatiuh, también asociado al sol y al ciclo vital de nacimiento, muerte y regeneración.

El enfoque espiritual hacía que, en algunas culturas, ciertos objetos de oro solo pudieran ser tocados por sacerdotes o nobles consagrados. El oro no se acumulaba con fines materiales, sino que se devolvía simbólicamente a los dioses.

El oro, que para los pueblos nativos era símbolo de espiritualidad y divinidad, se convirtió para los europeos en motor de ambición y conquista.

Efectivamente, se trasladó oro desde América. Sin embargo, el 80 % del oro y la plata extraídos permanecieron en el continente, donde se construyeron universidades, hospitales, catedrales, etc.

Hoy existen más de cien patrimonios de la humanidad declarados por la UNESCO que fueron legados por los españoles en Hispanoamérica. Quien saquea, arrasa y desvalija no deja una herencia patrimonial y cultural tan rica.

¿Sabías que la primera universidad del continente americano se construyó en 1538? Fue la Universidad de Santo Tomás de Aquino, considerada la primera institución de educación superior del Nuevo Mundo, casi un siglo antes que la Universidad de Harvard (fundada en 1636).

El 20 % del metal precioso que se envió a España se utilizó, en gran parte, para financiar las guerras contra los enemigos del Imperio. Una cantidad considerable se perdió debido a naufragios y saqueos de piratas.

En tres siglos, España extrajo de México la misma cantidad de oro que hoy se produce en un solo año.

España introdujo en América nuevos productos y animales, estableciendo un intercambio global que transformó las sociedades de ambos continentes.

¿Sabías que el trigo, la cebada, el arroz, las naranjas, los limones, las uvas, el café y la caña de azúcar se adaptaron con éxito a las tierras americanas, enriqueciendo la agricultura local?

¿El café y la caña de azúcar no son americanos?

No. El café proviene de Etiopía, donde se descubrieron los primeros cafetos en el siglo XI. Desde allí se expandió a Yemen y, posteriormente, desde los territorios árabes llegó a Europa. Desde España se introdujo en Brasil, Colombia, México, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras y Ecuador.

La caña de azúcar tiene su origen en el sudeste asiático, específicamente en Nueva Guinea, donde se cultiva desde aproximadamente el 6000 a. C. Desde allí se extendió por Asia y, más tarde, los árabes la llevaron a regiones como Siria y Egipto. Cristóbal Colón la introdujo en las islas del Caribe y en la América tropical.

Entre los animales que fueron llevados a América se incluyen caballos —que sin duda sorprendieron a los nativos—, vacas, cerdos, ovejas, cabras, gallinas, perros y gatos. Estos animales desempeñaron un papel fundamental en la transformación de los ecosistemas y en la vida cotidiana de las poblaciones indígenas.

Para concluir este breve ensayo en el Día de la Hispanidad, deseo dejar una reflexión final:

España e Hispanoamérica siguen unidas por el hilo conductor de la sangre y el mestizaje, la familia, la lengua, la religión, la cultura y las tradiciones. Ese continente es una extensión de España, así como España es una continuación de cada uno de esos países.





¡VIVA HISPANOAMÉRICA!

¡VIVA EL DÍA DE LA HISPANIDAD!

¡VIVA ESPAÑA!


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