RESEÑA DE GARNATA:
El último
suspiro de Al-Ándalus
Una vez más Mario Villén Lucena lo ha conseguido. Ha hecho que una
historia harto conocida, estudiada, referenciada como punto de inflexión en el
acervo histórico patrio, nos tenga en vilo desde el principio hasta el fin.
Una historia que comienza participando al lector una división
trascendental: “Dos emires y un trono”, que llevará inexorablemente a la
pérdida definitiva no solo del sitial, sino de la hegemonía, del poder musulmán
en la península conservado por los nazarí de Granada como último bastión de la
ocupación muslime que trajera consigo la gran batalla tantas veces narrada,
cuántas veces contada al calor del recuerdo, como fue la batalla de las Navas,
de Úbeda, la del “castigo” en la historiografía árabe.
Si ya en Nazarí Mario nos narró los
acontecimientos que siguieron a aquella citada contienda, la de los tres reyes
cristianos contra el “Miramamolín”, pero desde la mirada de los musulmanes,
algo a calificar no exclusivamente como novedoso sino también revestido de un
muy plausible y acertado atrevimiento, donde nos refiere los inicios de los Al
Hamar, hasta la creación de la taifa nazarí, con su Garnata nos
revela su visión de la decadencia de aquel poder musulmán del sur de la
península en los momentos más críticos de su existir tanto por la fuerte
división interna entre dos emires rivales como por la creciente presión de los
Reyes Católicos, Isabel y Fernando.
La visión de sus católicas majestades está sin duda muy bien expuesta
en Garnata pues a través de la narración de sus
actuaciones el lector comprenderá, si no lo sabía de antes, que supieron
aprovechar la disyuntiva que se cernía entre los musulmanes: mientras el Zagal
se aferraba a la resistencia militar y el honor, Boabdil representaba la
supervivencia política a costa de la sumisión. Dos cuestiones de todo punto
divergentes que conllevarían la división del emirato y su debilitamiento frente
al avance cristiano.
La trama, para una amplia contemplación de lo acaecido, entrelaza muy diversas perspectivas. Por un lado, los campesinos que habrán de sufrir las consecuencias de la guerra, por otro, los nobles enfrentados por el poder, traiciones políticas, y en el harén, los amores cruzados y el vivir de cada día, como retrato humano del ocaso de al-Ándalus. Sería más certero indicar que son varias las tramas, todas ellas mágicamente cohesionadas con una narrativa a veces poética, a veces romántica, a veces sensual, a veces ensoñadora, siempre con la carga histórica precisa.
Pero también la novela refleja la vida cotidiana en Granada, los
conflictos entre conversos y cristianos viejos, el avance imparable de las
tropas cristianas que progresan a la par que conquistan castillos y posesiones
y con todo, preparándose el caldo de cultivo que llevaría a la definitiva caída
de Granada en 1492.
La lectura de Garnata va moviendo al lector por diversos
escenarios del reino: Vera, Guadix, Baza, Murcia, Moclín, etc. haciéndole
partícipe de los distintos enfoques y perspectivas de los contendientes. Unos
lectores tomarán partido quizá desde el inicio, fruto del conocimiento fehaciente
de lo acontecido, conocido históricamente, lo escrito en los libros, vamos;
otros se dejarán llevar por la narrativa sumando puntos en favor de unos o
quitando pedestales de otros. Tal vez muchos lectores esperen acontecimientos
para definirse al pasar la última página. Lo cierto es que Garnata no
dejará a nadie indiferente pues no es una novela más sobre la conquista de
Granada que pusiera fin a la larga Reconquista. Es la novela que viene a
plantear con inusitado rigor histórico una singular visión desde el punto de
vista humano, musulmán o cristiano, de una decadencia no solo de un régimen
sino de un modo de vivir, de una existencia. Al fin y al cabo, nadie nace donde
quiere. Todos “somos nacidos” de manera providencial.
No obstante lo antedicho, quiero expresar que no necesariamente hay que
conocer la historia de los últimos años de la dinastía nazarí y cuanto
aconteció para acometer la lectura de la novela, es más, yo apuntaría que
podría ser interesante que el lector, sentado en su sillón ubicado en su rincón
de lectura, con el libro en las manos, se despojase de sus conocimientos de lo
histórico y se dispusiese a “navegar” (símil de las nuevas tecnologías) por las
páginas de Garnata, dejándose mecer por una muy clara
narrativa, muy asumible, de cortos capítulos y unirse al devenir de los
personajes ficticios e históricos, sabiamente mimetizados los primeros con los
segundos, en la seguridad de que todo pudo ser muy bien como Mario lo cuenta,
como su magín refleja en cada párrafo, en cada página, capítulo tras capítulo.
El lector no se enredará con los personajes, a pesar del gran número de ellos,
tanto históricos como ficticios y es que el autor los sirve en bandeja de
plata, dando a conocer sus virtudes, sus defectos, sus aciertos, sus errores,
sus cuitas, la función de cada uno, sus oponentes, sus aspiraciones, sus
gestas, su batallar, aunque sea con la vida. Los reviste dotándoles de alma,
colocándolos en el momento y lugar correspondiente participándonos sus
pensamientos, sus preocupaciones, sus miras o propósitos: Boabdil, El Zagal,
Zoraya, Fátima la Horra, Al Muleh, Yahya al-Nayar, Ahmed, Morayma, Kasim o
Amina en el lado del reino nazarí; Fernando el Católico, Isabel la Católica,
Hernando de Zafra, Fray Hernando de Talavera, Martín de Alarcón o Beatriz en el
lado cristiano.
Aunque no debería posicionarme ni destacar ningún personaje, en esta ocasión no puedo dejar de mencionar a Kasim, personaje ficticio, pero alrededor del que transcurre todo lo histórico y que sufrirá lo indecible. El lector lo sabrá desde el principio. La vida de Kasim atrae como un potente imán. Se intuye que sufrirá, pero no hasta qué punto. Y cuando el lector llega a saberlo, no se separará de él. Kasim y Amina son campesinos granadinos que representan al pueblo llano que sufre las consecuencias de la guerra y la división política.
Otro sí a significar es que Garnata tiene desde mi punto de vista
todos los méritos para llevarla a la gran pantalla de los cines o de nuestro
hogar a través de la televisión, siempre que los diálogos (los del guion) no se
modifiquen sino por lo que exigiera el tiempo de escena, o lo que fuere, porque
sin duda ninguna, algo grande que tiene la novela, como todas las obras de
Mario Villén Lucena es precisamente esto, los diálogos. Expresar un hecho histórico
mediante el figurado diálogo entre los personajes sin modificar los hechos,
creo que es una obra “de moros”, valga la expresión ya que es el caso.
Y, ¡¡¿qué decir del estilo literario de Garnata?!!
Aunque quizá no sea o al menos no se usa o no se estila, como antes se decía,
formular un estudio literario en una sencilla reseña, no me resisto a incumplir
la norma y apuntar algo más que unas simples notas explicativas y/o
demostrativas del estilo narrativo de la última novela del granadino pinopontense
Mario Villén Lucena.
La novela está escrita con un estilo narrativo ágil, directo y muy
visual combinando magistralmente rigor histórico con esmerada prosa. Se apoya
el autor en una estructura coral presentando alternancia de escenas dando
protagonismo en ellas a los personajes de los diferentes estratos sociales para
proporcionar una visión panorámica del contexto político, religioso y social
del reino de Granada en 1488. La gramática que nos ofrece la narración está
plagada de frases muy equilibradas y pulcramente construidas, alternando
párrafos descriptivos con diálogos naturales y verosímiles sin la estridencia
de largos monólogos. Por otra parte, es significativo indicar que la estructura
sintáctica aporta las variaciones precisas para acomodar el tono según la
escena descrita: en el caso de las conversaciones de los personajes del pueblo
aporta un tono popular, más coloquial, mientras que en los discursos o
alocuciones de los emires o de los reyes o miembros de su corte se aprecia la
solemnidad propia que les pueda caracterizar.
A más del deliberado uso de un vocabulario específico del período histórico en el que se incluyen términos de la cultura andalusí, recurso léxico con el que el autor enriquece el texto y contextualiza al lector, en la novela de Mario Villén Lucena podemos destacar asimismo la utilización de otros recursos literarios específicos como son el simbolismo, la ironía y doble sentido, contrastes y paralelismos, metáforas y comparaciones. Goza la novela de un dinámico ritmo narrativo que se patentiza con la presentación de capítulos breves y la alternancia de personajes y tiempos de la acción contribuyendo ello a mantener el constante interés del lector, aunque determinadas escenas comportan un tiempo pausado como son los momentos de reflexión. Las escenas de acción empero se suceden con más rapidez. Esta función, la de determinar los tiempos o la celeridad de los mismos, la establece el narrador omnisciente que proporciona al lector no solo la visión de lo que acontece sino también los pensamientos y emociones internas de los protagonistas, y nos aviva el espíritu en agitación, congoja o serenidad.
Por último, además de patentizar la muy evidente labor de documentación que el autor ha debido llevar a cabo hasta darnos esta su quinta novela (El escudo de Granada -2012-, 40 días de fuego -2015-, Nazarí -2020-, e Ilión -2022-, las anteriores), quiero puntualizar que el estilo en general de las obras de Mario podría definirse como la expresión de una muy loable sensibilidad cultural, que sin menoscabo de la citada labor documental que aporta el preciso estatus de la novela histórica, lo reviste de una autoritaria voz literaria con evocador tono, que descuella ya, en el olimpo de los grandes autores contemporáneos.
GARNATA
Autor: Mario Villén Lucena
Editorial: Editorial Edhasa
Nº. Páginas: 622
Fecha lanzamiento: 16/05/2025
Género: narrativa histórica
Época de la novela: De 1488 a 1492
Localización de los
hechos: Reino de Granada (Garnata


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