junio 05, 2023

Editorial == Revista nº 1 mes de junio

EDITORIAL

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junio 04, 2023

Antonio Fernández Álvarez (escribidor de sueños)

Antonio Fernández
 Los Agustinos

¡y olé!

Comenzaré diciendo que la señora María Luisa Garrido, es bisnieta de Luisa, quien como veremos más adelante en este texto en el que esclarecemos someramente quien era la Sociedad de los Caballeros Agustinos, que papel representaba ella en la misma. Así pues he de dar las gracias a María Luisa por ponerme en conocimiento de esta hermandad, y en la pista del libro de don Lucas Zamarriego que me ha permitido llegar a la conclusión y en su caso a la resolución de quienes fueron los Agustinos.

Todo comienza en número veinticuatro de la casa de la calle Teniente Fernández, (esta calle se llamaba en el tiempo que nos vamos a referir, calle Hornillo), esquina con la calle Bachiller de León, la calle más antigua de muestro callejero, ya que aparece con este nombre desde 1577. Había ido allí atraído por una curiosa percha de más de 3,60 metros de largo, que tiene dieciséis pomos para colgar abrigos y otros dieciséis para los sombreros. A mediados del siglo pasado en esa casa, había un estanco, allí Luisa y un bar, en la barra su esposo Isidoro, en el bar tras una cortina, una modesta sala quizá algo estrecha pero limpia, muy limpia, se reunían, los miembros de una hermandad que se hacían llamar los Agustinos (no confundir éste bar, con el Bar Sánchez, que estaba enfrente y que hacía esquina con la calle La Fuente).

Inmediatamente me incitó la curiosidad por saber de esta peña de hombres que allí se congregaban y que fines les unían, ya que eran de distintos ámbitos profesionales, médicos, abogados, jueces, tenderos, etc. En común, todos de nombre y prestigio, de los más notables de la sociedad de aquellos arduos años de mediados del siglo pasado. Todos caballeros, de ahí, que hay quienes los recuerdan por el nombre de Sociedad de los Caballeros Agustinos.

Se hacían llamar los Agustinos, y como los define uno de sus miembros, don Lucas Zamarriego un médico pediatra-poeta, avecindado en Cabra y muy ligado a todas sus actividades artísticas, refiriéndose al lugar donde se reunían: “su convento es un lugar donde impera la comunidad entre todos los miembros del foro”. “Su religión una buena amistad, que enarbolaban frente a unas copas de vino”.

Lo poco que he podido saber de esta hermandad es gracias a un texto que escribió en 1948, don Lucas Zamarriego. Un pequeño libro de doce páginas que titula: “Estampas de la Placeta. Los Agustinos ¡y olé!”. En él nos esboza a los miembros de la peña. La semblanza que hace de cada uno de ellos, no nos aclara cual era el fin de sus reuniones más allá de reunirse a tomar unos  vinos y sus correspondientes tapas, es de suponer que sin duda al caer la tarde, habiendo acabado su quehaceres cotidianos, no solo se dieran a libar algunas copas de fino, si no que obviamente las tertulias también acabarían girando en torno a la política, el trabajo, o aquellos problemas que por una causa u otra les produjera algún que otro dolor de cabeza, esto parece entreverse en el relato que hace Lucas Zamarriego de algunos de sus miembros. Y seguramente conociendo ahora las inquietudes artísticas de D. Lucas también estas tendrían cabida en la hermandad.

Quizás yo esperaba encontrar una connotación más literaria en sus reuniones, teniendo en cuenta que yo venía buscando la casa donde se reunían los miembros de Lekanaklub, que por cierto aún me queda por saber si pudo ser esta o no, (pero eso es otro cantar). Lo cierto es no hay mal que por bien no venga, he conocido a esta hermandad,  he podido leer el texto que a continuación les reproduzco y todo ello con la inestimable amabilidad que ha tenido para conmigo María José Leña Carrillo por habérmelo hecho llegar y sinceramente en un tiempo record ya que desde que hablase con ella, sin saber yo aún que su abuelo don Rafael Leña Caballero y su tío abuelo don Francisco Casas Moreno, eran también Agustinos, no ha pasado ni tan siquiera una semana. También tengo que dar las gracia a su madre la señora, M. Ángeles Carrillo Hidalgo, que cuando María José les habló de los Agustinos recordó haber oído de ellos y dedicar un tiempo buscar en su casa el libro.

Mejor que relacionar a todos los miembros de la hermandad como homenaje a éste poeta, don Lucas Zamarriego, desconocido para mí, y seguramente para muchos de ustedes, ya que en el libro Egabro: Un milenio de poesía de don Antonio Roldán García, no se hace mención a él, seguramente porque en  la biblioteca de Cabra, ni en la de Córdoba ni tan siquiera en la Biblioteca Nacional aparece la escasa obra que he podido conocer de este autor.

Reproduciré: Estampas de la Placeta. Los Agustinos ¡y olé!, no sin antes añadir que Zamarriego, fue autor también de una obra titulada: Te prometo ser cautiva (1950) Zambra, que nos cuenta un crimen pasional, y a cuya obra, el maestro Rodríguez López, le puso música. Llegados a este punto, he de significar que Luisa es tía del maestro Rodríguez, es también quien atiende junto a su marido Isidoro sirviendo la tapas y la copas que los Agustinos reclamaban.

Mi curiosidad me plantea una irresoluble pregunta, ¿por qué el maestro Rodríguez puso música a la Zambra de Zamarriego? Cierto es que carece de la menor importancia, bien porque fuera por su tía que pudiera haberle hecho llegar la Zambra, o bien porque Zamarriego fue secretario del Centro Filarmónico Egabrense, ya que como hemos mencionado fue un hombre muy ligado a todas las actividades artísticas de nuestra Ciudad. Así pues conociendo por esta vía al maestro Rodríguez, sin duda sería suficiente para que éste le apeteciese poner música a la referida zambra.

De lo poco que puedo añadir de Lucas Zamarriego es que también escribió junto a Oscar Mirasoti y Jacinto Capella una obra de teatro, titulada: ¡Qué suerte tienes, Venancio!”. Dicha obra fue estrenada en el Teatro Fuencarral de Madrid en el año 1945 y producida por Casimiro Ortas. Siendo interpretada por el propio Casimiro así como por los actores Consuelo Esplugas, Elías San Juan y Manuel Andrade.

Poco más me resta a mí por decir de los Agustinos, creo que ya he explicado lo que fue esta hermandad,  que llegó a ser algo más que una peña de amigos.

Adéntrense en su templo, leyendo el siguiente texto, que nos acerca a todos y cada uno de ellos.

 


junio 02, 2023

Relatos de Cabra

 Estampas de la Placeta                                                                  

Lucas Zamarriego

Los Agustinos ¡y olé!


Alguien le habrá hablado de “Los Agustinos”
y “usté” habrá creído que son religiosos
frailes recoletos, buenos y hacendados,
en vida entregados a ritos divinos.
Alguien le habrá dicho que allí hay hermandad                                             
y “usté” habrá pensado, sin duda, un momento
en esos hermanos y en ese convento
que orgullo y envidia son de la ciudad.
Pues bien, yo le invito a entrar en clausura,
como convidado; verá que derroche
de lo que en la vida se llama unión pura….
Véngase conmigo, que se hace de noche.
Una plaza, una taberna,
un mostrador; Isidoro;
José María que alterna y un canario que es un coro.
Un estanco, y allí Luisa,
Luisa es en la casa el ama,
es sencilla y es sumisa,
menos cuando le entra prisa
porque el marido le llama
para apuntar con la “tiza”
lo que pidió Antonio Lama.
Pase “usté” conmigo; aquí a la derecha,
tras una cortina, la modesta sala,
quizá un poco corta, también algo estrecha,
pero que a lo limpio y a lo honesto avala.
Siéntese conmigo y escúcheme atento.
Clávelo muy fijo para su memoria:
estamos, amigo, dentro del convento.
¡qué digo el convento!: dentro de la gloria.
-¿Esto es un convento?,
me pregunta serio
mi amigo el turista.
-Es un Monasterio.
Mire el Reglamento
que tiene a la vista.
Léalo y compruebe
si hay comunidad.
-Pero aquí se bebe…..
-Eso es santidad.
-Luego es una peña?
-Más bien un “Peñasco”.
Isidoro, el frasco de Elías y Leña.
Y ahora los dos juntos, pues soy perro viejo,
y aquí su presencia pudiera alterar
lo que ya, por norma, casi es un festejo,
con una botella detrás del espejo,
los dos muy atentos vamos a observar….
Se descorre la cortina levemente,
movida por muy leve y frágil mano
y aparece la figura de Vicente,
que en esta noche es el primer hermano.
Vicente es un buen hombre que en la esquina,
Inunda la Placeta con chacina.
Se sienta en la silla,
hace su cigarro,
prende una cerilla,
se sacude el barro,
pregunta a Isidoro
si vino Manjón
y en este momento
entran por el foro,
uno con bufanda
y otro con calor.
Aquel que quema es Aranda,
el otro, el de la bufanda,
Pepe el Administrador.
Ya hay puestas tres copas
llenas, en la mesa;
se habla sobre ropas,
se anuncia “Torresa”
y en seria y sencilla manera de hablar,
los tres agustinos se dan a libar.
Con un “Buenas noches”, que es educación.
Y en él un poema, entra saludando,
el cuarto agustino; se llama Fernando,
Fernando de nombre, de rama Manjón.
Aranda “interrumpe su conversación”
y Fernando, fino,
le dice al vecino
que tiene lentejas y que es la ocasión.
Entonces Acosta, que está hecho un negocio,
olvida a Torresa y a Lucas su socio
y a Fernando llora con el corazón;
pues es lo que él piensa, de aquí yo algo saco,
pero le interrumpe una muy nutrida
reunión de personas que soltando un “taco”
(porque terminaron la dura partida)
llegan al convento de la gran reunión.
El mal humor es dos es manifiesto,
la alegría sin par hay en aquél,
la pena está en Garrido y en Modesto,
la alegría tan solo, en Rafael.
Después los tres saldrán haciendo eses,
sin acordarse del cruel partido,
ni quien en esta noche lo ha perdido.
Solo Gutiérrez sabe que Meneses
fue el compañero del jugar medido.
Saludos y frases de puro ritual,
Pepe se lamenta, “estuve muy mal”,
lo que hoy me ha ocurrido no pasa otra vez,
Modesto repite: “¡fatal y fatal!”,
“yo, desde mañana, juego al ajedrez”.
Los “catas” correspondientes,
y las caras se tornan sonrientes.
Y en este milagro que produce el jarro,
que a los vencedores y al vencido aúna,
tras la cortina una tos perruna
demuestra que llega alguien con catarro.
Los ojos fulgurantes de locura,
las facies aquineática y rosada,
el prototipo de la cara dura
con un aire de enfermo hace su entrada.
No saluda a ninguno, cosa fea;
se va hacia su rincón, y muy callado,
lleno de tos, de vino de disnea,
espera ser tan solo preguntado.
Pepe Garrido, que ahora está a su lado,
habla de Pepe Luis, y él, amoscado,
aunque por pocas cosas se mosquea,
dice, entre esputos, sangre y exudado,
¡dejadme en paz, que hoy tengo cefalea!
Pero aunque el corazón en él galopa
y tiene veinte mil patologías,
a Isidoro reclama que su copa
venga colmada de Solera Elías;
Después al Quinisal,
al Edifeno,
al Bellargal,
y a los Alcalisales,
Andrés se llama el cazador de males.
Más acaba de entrar Pedro Moreno,
aire de rectitud y de bondad,
que trae con su presencia a la hermandad,
lo que no tiene Andrés y que es lo bueno.
Con él la mezcla de la seriedad,
en la magna virtud de ser ameno,
y con él otra copa de solera
-¡Oro!... No pide “Oro”, pide de primera.
Oro es que llama el bueno de Isidoro,
como Pepe, tan solo hace una seña,
para pedir el vino, y no de Leña,
aunque el vino de Leña, será “Oro”.
Oro de calidad, oro en el jarro,
oro de paladar, oro brillante…
En la cortina, Navarro
y el agustino volante.
En él la ciencia distraída,
que le cura a Urbano de sus males;
en Luis Cabello la amargada vida,
que le producen los Municipales.
Navarro huele a Sulfamida,
Cabello a los sociales
Seguros
que los duros
nos cuestan a todos los mortales.
Se sienta Navarro,
se sienta el volante,
dos “catas que aumentan,
y otro viandante,
que llega sediento
ocupa su asiento
cerca de Manjón.
Este nuevo hermano,
trae tabaco habano
y tiene su abrigo
un cuarto botón.
Se llama este amigo
Psvhii… Psvhii
Manolo Rascón.
Empieza la discusión
sobre el precio de la oliva
y aún engrosa la reunión
pues que en el acto aquí arriba
el más non plus presidente
el que se por nada se arredra
es en el fútbol valiente
nuestro Presidente Piedra.
-“Muy buenas noches, señores”.
Ea ya está; buen ambiente,
el domingo el Crevillente
visita nuestros colores.
Otro copazo
y Antonio Iglesias que llega,
con él viene Paco Casas
que tras molturar sus pasas,
por fin su estómago riega,
con el líquido sedante,
“Oro” les pone delante
cantando por seguidillas
los dos catas, y las sillas
en el sitio que hay vacante.
Ya la algazara es completa,
cuando como un Serafín,
y tirando de receta,
penetra Paco Marín
que en la medicina pita.
Se sienta; y a “Oro” le llama,
pide sólo una copita,
pues espera la visita
que lo saque de la cama.
Con sombrero Calanés,
y la sonrisa en la cara,
en una mano la vara
y botines en los pies
entre bromas y cuplés,
con aire de seguidilla,
se nos presenta “Tintilla”,
que es pariente de tío Andrés.
El no tiene vicio;
mire, ni se sienta,
se bebe sesenta,
sin salir del quicio.
Eso es muy humano,
mas… entra su hermano.
No, no se moleste;
me iré muy temprano.
Tengo un mano a mano
con el Arcipreste.
Unas copas llenas,
otras ya vacías,
se quitan las penas
vienen alegrías.
Isidoro dice ¿en dónde derramo?
y aquí pongo “Leña”, y aquí pongo “Elías”.
Entran por la puerta Don Manuel Megias
Con voz muy potente, con voz de su amo.
Si el uno es conocido el otro es popular,
si Don José es la llave, Megias ejemplar.
Dos copas, Isidoro, que tiene que llenar.
-¿Quiénes aquel muchacho callado
que no le he visto entrar y se ha sentado;
pero por todos él se ha levantado
para su silla ofrecer, con gran firmeza,
no me lo ha presentado?
-¡Qué torpeza
se lo debí de presentar,
es lego y se da al libar.
Por beber y por ser fino;
es aspirante a Agustino
y se apellida Jodar.
-Luego hay legos?...
-Los precisos
en toda sana ordenación;
pero contemple la reunión
es el momento de escuchar.
Fíjese V. en Pepe Garrido,
ahora a Isidoro va a llamar.
“Oro” estoy desecho,
me encuentro sediento, mocho, mocho, mocho,
y mientras furioso, se desgarra el pecho,
se toma diez tapas todas con su ocho.
Manolete, Pepe Luis;
Carbón, le  pone una multa,
que si el Fondón le sepulta
que si es el mejor anís;
que si en Coria se ganaron
que si Luz en “Vista hermosa”
que si la segunda fase
que qué mujer más hermosa.
Alguien habla de una herencia;
que debe dejar Urbano,
una frase, una sentencia
del “muo”, que es mal hermano;
y entre bromas y veras y verás?
y entre Navarro sujetar sus gafas,
van consumidas ya sus dos garrafas
cuando llega alegrete, el buen Tomás.
“He dicho que no y basta”, grita Pepe,
no consiento que me hagas este feo
de eso se más que puede saber Lepe
eres, Andrés Urbano, un gran Pigmeo.
Cabello se aparte; se ríe Modesto;
Isidoro suda, y Luisa echa el resto
apuntando tapas y apuntando copas.
Se retorna a López, a hablar de sus ropas,
y entre veinte voces distintas se escucha,
con aire de payo que es aire andaluz,
anda hoy desembucha
durmiendo te gano, más claro la luz.
-¡Qué sana alegría!
se lo dije a usted
-¿Y esta algarabía….?
-durará aún un rato;
sólo son las diez.
-Y ¿esto es a diario?...
-Sólo siete días en cada semana,
que es lo necesario.
La reunión se afana
en que no haya envidias en el calendario,
-más mire un momento:entra el Secretario
y me sale barato.
ahí fuera se escucha ya su clara voz
serio en apariencia
en leyes es ciencia
Moreno La Hoz.
Pero viene tarde; quizá de pleito,
pues la abogacía tiene sus reveses;
si viene a estas horas, de seguro creo
que ha “estao” de pleito, pero con Meneses….
Que si el Secretario llega aquí a las diez
y hace que esta noche el vino lo cate
es porque ha sufrido del duro ajedrez
la enorme caída de su rey por mate.
-¿Ya están todos?
-No señor;
faltan dos que nunca vienen;
¡y sin vino se sostienen!:
uno de ellos el Prior,
el Prior es Don Francisco
Aranda, una gran persona,
Según él está hecho un cisco,
Y el vino le desentona.
-¿Está enfermo?
-No lo crea;
tiene miedo y eso es todo
de que aquí no se le vea
reír y empinar el codo.
El otro es Juanito Ruiz
también hombre muy formal,                                            
que sin tener ningún mal
no viene aquí a ser feliz.
Son hermanos sin clausura,
de lo que es la blanca hora.
Mas para nuestra ventura
viene Don Buenaventura
del brazo de Manuel Mora.
Son legos de una constancia
del convento y el beber
que se les debe de hacer
Agustinos, sin instancia.
El primero es Director
de un banco de mil resortes:
Manolo, procurador
de las Españolas Cortes.
Y los dos, como verá,
Procuran esparcimiento:
-Amigo, qué bien se está
en este raro convento!
Pregúntele a Don Miguel
Rodilla, que muy pausado,
poco a poco, se ha adentrado
en este alegre tropel.
A él que no le gusta el vino,
viene a olvidar los dementes
por estar entre estas gentes
que le hacen perder el tino
y tomase un cata que otro.
Igual que el señor Merino,
Don Vicente, que constante
viene de muy buen talante
muy educado y muy fino,
y que se bebe su cata
como Agustino honorario;
y como ellos a diario,
ante Luisa se retrata.
-Y usted ¿qué hace aquí?
-Yo, nada
lo  mismo que los demás,
es decir, hago algo más:
Si alguno pide una tapa,
que la buena Luisa trae,
perdido si se distrae
ésta pues se escapa.
Solicito que de Baco
traiga Isidoro la esencia
y aguanto con gran paciencia
que alguno saque tabaco,
digo alguna tontería
Le doy consejos a Urbano;
charlo con José María;
y en pagar poco me afano.
Me gusta ver a Garrido,
enfadado por los toros,
espachurrarse el oído
y con Modesto hago coros.
Cerillas y siempre pido,
y así, amigo paso el rato,
salgo comido y bebido
-Mas, fijese; se levantan;
cada uno se gradúa,
si no existe pulso y púa.
Mire cómo se adelantan
y mire cómo allí sola                                                                 
Luisa se quita la cola
que va dejando el dinero,
sin tanto de camarero
y compases de gramola.
Después la sala vacía:
silencio; la soledad;
y a esperar el nuevo día que traiga algarabía
de la perfecta amistad.
-Conque ¿qué me dice “usté”?
-Permita que le bendiga
por el rato que pasé,
y permita que le diga
¡Los Agustinos! ¡y olé!
 
FIN

 


junio 01, 2023

Francisco Asís Granados Mellado (Escritor)

Paco Granados
Nazarenos

Negros

Semana santa de 1980. En un pueblo de Andalucía empezaron a ocurrir asesinatos verdaderamente espantosos y raros. Estos crímenes siempre ocurrían cuando por las calles salían procesiones cuyos nazarenos vestían de negro. El primero de ellos ocurrió en la madrugada del domingo de ramos al lunes santo. Salía en procesión la cofradía del Cristo de la agonía. Llevando la mitad del recorrido se formó un gran tumulto de gente, que comenzó a salir corriendo sin sentido… Músicos, nazarenos y personas que se encontraban viendo la procesión, todos corrían despavoridos. La policía intentaba calmar a la gente, para que se pudiera continuar con la estación de penitencia. De pronto un grupo de gente comenzó a llamar la atención de la policía. Empezaron a correr en dirección hacia ellos y al juntarse unos y otros, vieron un hombre tirado en el suelo. Había muerto y tenía varias amputaciones en el cuerpo; le faltaban ambos brazos. Nadie había visto quien podría haber hecho aquel crimen macabro. En el  pecho de la víctima había una inscripción que decía.

-        “Arrepentíos y tened fe”

El segundo asesinato fue la noche del miércoles santo. Un grupo de nazarenos se disponían a volver al templo para la misa de la hermandad. En ese momento uno de ellos se había dado cuenta que le faltaba su rosario y volvió a su casa para recogerlo. Al volver hacia la  iglesia se encontraron a un grupo de cinco personas, vestidos con túnicas negras, como la de los nazarenos. En ese momento los rodearon y los metieron en un callejón, ensañándose con ellos. Los atacaron con armas blancas y les amputaron las piernas, y el resto de los miembros de su cuerpo hasta dejarlos sin vida. La policía los encontró varias horas después en aquel callejón. En sus pechos tenían aquella inscripción que ponía…

-        “Arrepentíos y tened fe”

La madrugada del jueves la policía volvió a encontrar a otra víctima. Esta vez parecía ser un sacerdote o eso al menos eso intuían porque encontraron sus brazos, piernas y la cabeza en el interior de un confesionario. Los asesinos se habían llevado el resto de cuerpo de aquel hombre.

La policía estaba desesperada y no sabían cómo podían parar aquel horror que estaba sucediendo en plena semana santa. La situación les había superado, no tenían pistas para poder comenzar la investigación, y las muertes cada vez eran más violentas. La mañana de SÁBADO

SANTO, encontraron a un vagabundo al que le habían rebanado la cabeza, la cual no apareció al igual que los demás cadáveres. Esta vez al lado de uno de los cuerpos había una cartera, rápidamente cogieron aquella prueba y se la llevaron al laboratorio para dar con el dueño. Dos policías se personaron en la casa, pero en esta no había nadie. Los policías esperaron en el interior del vehículo para ver si volvía casa. Pasado un tiempo y mientras vigilaban el exterior de la casa, observaron como de la casa salía un individuo. La policía decidió seguirle hasta ver donde les llevaban. Al llegar se encontraron con una casa antigua y allí  le esperaron cuatro hombres que les saludaron y seguidamente entraron en la casa. Antes de entrar, en el porche de la casa, se vistieron con túnicas negras y se taparon la cabeza con otra tela parecida y del mismo color. Los agentes sabían que habían dado con los asesinos. En ese momento pidieron refuerzos, pero no tenían mucho tiempo para poder atraparlos, y decidieron ir ellos solos. Cuando entraron en aquella casa el olor era insoportable, el olor era a putrefacción. De pronto, al fondo de la casa comenzaron a escuchar cánticos de ritual. Se acercaron sigilosamente y allí se encontraron a aquellas cinco personas, que exclamaban juntas…

-        “Dios mío, te prometemos que todos volverán a tener fe en ti y se arrepentirán de todo”

Los dos policías observaron que allí había una especie de altar y que sobre el habían unido las partes de los cuerpos de las personas que habían asesinado. Era algo horrible y los agentes quedaron impactados. Aquellas personas hacían reverencias a la vez que oraban. De repente una voz salió de la emisora de los policías, advirtiendo a las personas que allí se encontraban. Al escucharlo se lanzaron sobre ellos intentando morderles, arañarles y asfixiarles… Y cuando estaban a punto de dejarlos sin vida escucharon muchos golpes, eran los refuerzos que acababan de llegar. Comenzaron a disparar a los miembros de aquella secta. En el tiroteo acabaron con la vida de todos. Uno de ellos antes de morir se dirigió hacia ellos.

-        “Nosotros moriremos, pero vendrán más para adorar a nuestro Dios”

Con el caso resuelto, uno de los policías navegando un día por internet, encontró una página en la que salían las fotografías de aquellos asesinos que habían interceptado. Se hacían llamar “NAZARENOS NEGROS”. En aquella página incitaban a matar a la gente en semana santa y a su vez crear ellos mismos su propio Dios, tal y como lo habían hecho.

 


José Fernández Álvarez (JotaEfeA)

José Fernández (JotaEfA)
A propósito de ...

Pregones

Con honrosas excepciones, los pregones a los que acudimos hoy día en fechas próximas a los grandes acontecimientos festivos, distan de cumplir su propósito o mejor dicho, no son pregones en sí sino actos culturales prefijados por los gremios que los organizan. Desconozco qué se busca con su realización, al margen del mero acopio de actos donde parece se compitiera para lograr establecer determinada meta consistente en hacer lo mismo que hagan los demás.

Pero, aun cuando según definición académica el pregón es un acto de promulgación en voz alta de un asunto de interés para el público y particularmente el acto con el que se inicia una celebración, y así cabría pregonarlo todo, no todo es pregón, pues en los más de los casos el “pregonero” nos da a conocer sus andanzas y suele olvidar que lo principal es la fiesta o la conmemoración cercana.

Otro cantar son los pregones callejeros, aquellos que por mor del tiempo y por qué no, también de las nuevas tecnologías, desaparecieron para no volver jamás. Y es que el tiempo y también la técnica, en su afán demoledor han ido destruyendo costumbres y actuaciones cuya pérdida hay que lamentar, en muchos casos por la inusual belleza que las caracterizaba, como sucedió con los pregones populares, llenos de sencillo encanto.

En la mayoría de los casos el aliciente de tales pregones estaba, más que en el carácter del artículo que se pregonaba, en la especial entonación que sabían dar a sus palabras aquellos que las emitían, los cuales, además, tenían la virtud de recordarnos al pasar la hora exacta del momento en que se solían oír sus voces, pues eran de una puntualidad extraordinaria en sus recorridos. Y es que, en las calles solitarias, los “gritos” callejeros resonaban como algo familiar, como algo esperado, llegando incluso a medirse las horas del día según el sonido callejero, como dicen que hacía el gran escritor Marcel Proust que medía las horas de la mañana, desde su cama, por los gritos de la calle.

En este sentido y en atención a la puntualidad de ciertos pregones callejeros, Luis Cernuda, escritor de la Generación del 27, en su obra Ocnos, donde plasmó los recuerdos de su niñez y adolescencia en Sevilla, en el capítulo “Pregones” evoca tres “pregones”: uno cuando llegaba la primavera, el segundo era al mediodía en el verano y el tercero al anochecer en otoño. Alude Cernuda en el primero a la voz pura, en el segundo al canto y la melodía y en el tercero al recuerdo y el eco, con la voz y la melodía ya desaparecidas, evocación de una estrecha relación entre el clima y la disposición para vocear al aire libre.

Sin duda ésta es la primera manifestación oral de la publicidad. Los vendedores ambulantes, a viva voz, en riguroso directo, en plazas, mercados o calles hacían llegar hasta ellos a los posibles compradores. Este pregón, este reclamo publicitario oral, inmediato, espontáneo necesitaba de grandes dosis de imaginación, picaresca, poesía, entusiasmo y por supuesto, voz.

Cuenta Francisco Rodríguez Marín (1) que “por completa falta de gracia se desgañitaba inútilmente voceando en Sevilla un hombre esaborío que vendía cal viva en un borriquillo matalón al sólo grito de ¡¡¡Caaal!!!. En cambio en Sevilla también una muchacha feilla, pero con ángel, vendía limones y de tal manera los pregonaba cantando Li.. li.. limoncillos dulces, que de ella y su pregón se originó una soleá popularísima:   

 

               Mira si tiene salero / que los limoncillos agrios / por dulces los va vendiendo".                                                                           

Antonio Machado y Álvarez (Demófilo), conocido estudioso del folclore, analizó científicamente estos pregones en el aspecto musical, demopsicológico, geográfico y etnográfico, destacando la enorme variedad y riqueza de tonos en el primero, el ingenio, agudeza y fantasía en el segundo, la fuente fidedigna y los productos naturales en el tercero y el estado de la cultura y del comercio de una zona determinada en el último.

Hasta tal punto se hicieron famosos determinados pregones que la gente seguía a los pregoneros por las calles con admiración y en algunos casos incluso los animaron a entonar su pregón en teatros y plazas de toros (2).

El vendedor ambulante gitano creaba sus propios pregones para vender sus mercancías. El gaditano Francisco Gabriel Díaz Fernández, de apodo Macandé, sinómino de “loco”, “chalado”, creó un pregón que hizo furor en el Cádiz de su época. Un pregón que con mezcla de asturianas, seguiriyas y bulerías cantaba para vender caramelos. Según cuenta su biógrafo Eugenio Cobo en Pasión y Muerte de Gabriel Macandé, por cualquier sitio que iba, siempre llevaba detrás treinta y o cuarenta personas “ná” más que por oírlo cantar.

Otro aspecto significativo de los pregones es que llegaron a alcanzar una importancia extrema en la génesis y desarrollo del Flamenco, pasando de un modo de venta a convertirse en un género musical, nutriendo de melodías y letras al acervo flamenco y viceversa. El pregón cantado, arte de vendedores andaluces ambulantes llegó a adquirir tal importancia que muchos de estos pregones han sido objeto de revistas musicales. Históricamente está demostrado que en Cádiz, Sevilla, Granada y Málaga florecieron al máximo los Pregones y son muchos los estudiosos del flamenco que admiten que, por ejemplo, los Caracoles, el Mirabrás o las Alegrías de Córdoba no son más que coplas de distinto tipo de estrofas ensartadas en forma de pregones. Sin embargo, algunas antologías no incluyen este cante por considerarlo de poca entidad y poco interpretado.

Los pregones fueron fuente de inspiración para varios compositores cubanos: el famosísimo son de el Manisero, de Moisés Simmons o el Zun Zun y El Dulcero de Ernesto Lecuona. Muchas de estas obras han recorrido el mundo en las voces de Rita Montaner, Judy Garland, Josephine Baker, Libertad Lamarque, Antonio Machín y Celia Cruz, entre otros. También muchos de nuestros compositores más renombrados, cultos populares, se han inspirado en melodías de pregones y las han incorporado a sus composiciones como estribillos: Manuel de Falla, como buen discípulo de Felipe Pedrell, construyó su ópera de cámara El Retablo de maese Pedro a partir de elementos históricos y folclóricos como la utilización de la forma declamatoria del pregón.













Pregoneros eran también aquellos portavoces de noticias de interés comunitario que recorrían la España “profunda” dando aviso al vecindario referentes a las horas, a la climatología y a otras circunstancias. Los pregoneros oficiales o públicos tenían su precedente en los praecones romanos, que eran los encargados de la promulgación de los bandos de carácter general y urgente y también de los anuncios comerciales de carácter particular y circunstancial. En España existieron hasta que con la generalización de los bandos impresos y el desarrollo de la prensa desaparecieron. Entre aquellos pregoneros estaban los serenos, encargados de vigilar las calles y regular la iluminación en horario nocturno y, en algunos casos, de abrir las puertas. Debían anunciar las horas y el estado de la atmósfera con voz clara: ¡Las once en punto y sereno!, de donde proviene su denominación. En muchos casos acompañaban estas informaciones con un ¡Ave María Purísima!, o como éste recogido por Felipe Pedrell en San Mateo, Castellón, con ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar!: (3)

A pesar de todo esto, los pregones no han sido estudiados lo suficiente, aun cuando son una fuente para conocer el desarrollo social de un país, un capítulo imprescindible en la historia de los pueblos, pues su factura ancestral emerge del sentimiento popular. De seguro que en la memoria de cada persona siempre habrá recuerdos ligados a un pregón: el del “tío de las piñas” que se iba a Lucena y pedía a la chiquillería que llorara a “moco tendido” para ablandar los corazones de las madres que acudían hasta el vendedor callejero quien pronto vaciaría el serón; el del heladero con su carromato en las horas de la siesta en la canícula de aquellos veranos con su soniquete: ¡Al rico bombón helado!; el del carbonero vendiendo cisco; el del afilador con su característica flauta fabricada con madera de boj; el comprador de lana vieja, 

el latonero, el sillero, el tapicero, el sombrillero, el “lañaor” que gritaba: se lañan los lebrillos...  Oficios todos estos que permanecen grabados en la memoria colectiva de un pueblo en ese proceso social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado. Sabido es que la historia pretende dar cuenta de las transformaciones de la sociedad, en cambio la memoria colectiva insiste en asegurar la permanencia del tiempo y la homogeneidad de la vida, como en un intento de mostrar que el pasado permanece. Es porque la historia es informativa y la memoria es comunicativa. Recordar es vivir. Lo estamos experimentando con el fenómeno que nuestro amigo Rafael Luna ha desarrollado haciendo el latonero, el sillero, el tapicero, el sombrillero, el “lañaor” que gritaba: se lañan los lebrillos...  Oficios todos estos que permanecen grabados en la memoria colectiva de un pueblo en ese proceso social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado. Sabido es que la historia pretende dar cuenta de las transformaciones de la sociedad, en cambio la memoria colectiva insiste en asegurar la permanencia del tiempo y la homogeneidad de la vida, como en un intento de mostrar que el pasado permanece. Es porque la historia es informativa y la memoria es comunicativa. Recordar es vivir. Lo estamos experimentando con el fenómeno que nuestro amigo Rafael Luna ha desarrollado haciendo que Cabra recuerde a través de la imagen, de la fotografía. También los sonidos del pregón que Cabra recuerde a través de la imagen, de la fotografía. También los sonidos del pregón evocan recuerdos. 

Algunos videos recomendados que ilustran esta colaboración:

 

    Manuel Vallejo. Pregones por bulerías.

                   http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=rRxsJ5wVjJA

    Manuel Poveda. Pregones de la uva: “el uvero”

                   http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=lXi60bQ2BKc

    Estrella Morente. Pregón niño de las moras

                   http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=HGrbW44ek_o

    Antonio Molina. El macetero         

                   http://www.youtube.com/watch?v=U6L5zFDDYEk

    Antonio Molina. El agua del Avellano

                   http://www.youtube.com/watch?v=UmAqmBTW_5w

    Antonio Machín. El Manisero

                   http://www.youtube.com/watch?v=Qp6khgW2tn8

 

 

NOTAS:

(1)    Francisco Rodríguez Marín (Director de la Real Academia Española). Artículo en ABC (Madrid) del 28/8/1942

(2)    CULTURA ANDALUZA: “Algunos aspectos de la creatividad popular”. (Varios autores). X Concurso Joaquín Guichot. Junta de Andalucía. Consejería de Educación y Ciencia. Edit. Novograf S.A. D.L.: SE-1879-96 ISBN:84-8051-860-X

(3)    “El folclore musical” Vol. 7. Cribillé i Bargalló. Alianza Editorial. Madrid. ISBN: 84-206-6487-3

 

Algunas páginas web consultadas:

http://www.granadahoy.com/article/ocio/28758/algunos/pregones/callejeros.html

http://www.nuestro.cl/biblioteca/textos/pregon1.pdf

http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?id=25

http://depaloenpalo.wordpress.com/di-origine/de-origen-folclorico-andaluso/pregones/ http://www.diariodeavisos.com/2012/12/pregones-callejeros-patrimonio-universal-othoniel-rodriguez/