Relatos: La Hora del Miedo
¡¡No estoy muerta!!
Corría el año 1956.
Laura era una mujer que alcanzaba la treintena. Se encontraba tumbada en su
cama; pálida, inmóvil… Laura había muerto o eso parecía. Todos la velaban. Era
una mujer muy querida en su barrio y su muerte fue inesperada. Su madre se
encontraba destrozada… Era el único apoyo que tenía después de quedar viuda… Y
ahora se había quedado sin “ella” y un dolor demasiado grande a soportar por
cualquier madre.
Laura, aunque yacía en
su cama escuchaba el murmullo que había a su alrededor. No sabía lo que le
pasaba; veía a su madre llorar. Ella intentó hablarla, pero no la escuchaba.
Estaba inmóvil no podía mover un solo músculo y sentía un gran frío por su
cuerpo. Al cabo de un rato Laura vio entrar a dos hombres de traje negro que
traían un ataúd; entregaron a su madre una esquela; Laura se fijó… En efecto,
era la esquela de su fallecimiento. Se puso a gritar
-
¡¡No, no, noooo!!! Yo no estoy muerta. ¡Mamá escúchame, estoy aquí!
Lo intentó unas
cuentas veces pero nadie la escuchaba. Se puso muy nerviosa; pataleaba, pero
era imposible su cuerpo no le respondía. De pronto aquellos dos hombres la
cogieron y la metieron en aquel horrible ataúd.
- ¡¡No, por favor,
sacadme de aquí, yo no estoy muerta!!
Aquellos dos hombres
siguieron con su trabajo.
- ¡¡Pero ¿Qué os pasa?
Escuchadme… Estoy viva!!
La madre dio su
consentimiento para tapar el ataúd, pero antes se acercó a Laura y la besó;
Laura intentó abrazar a su madre, pero era inútil, no podía mover sus brazos;
En ese mismo instante se cerró el ataúd.
Ya en el cementerio se
dispusieron a enterrarla. Laura gritaba y gritaba pero era inútil… Todo el
mundo estaba ajeno a sus gritos; los sepultureros taparon su lápida que llevaba
escrito su nombre. Laura ya había sido enterrada y todos se retiraban del
cementerio entre lágrimas.
Laura seguía
preguntándose por qué estaba allí metida en aquel nicho y dentro de aquel
ataúd; por qué nadie la escuchaba. Ella intentaba moverse pero era imposible.
De pronto sintió un calambre en la mano… ¡Podía moverla! poco a poco iba
moviendo cada parte de su cuerpo. Comenzó a golpear el ataúd para poder
abrirlo; estaba fuertemente apretado. Se estaba quedando sin aire… Tras mucha
insistencias consiguió abrir una parte del ataúd y de una patada pudo abrirlo entero.
El yeso de la lápida estaba aún fresco; con un solo golpe pudo romperlo y salir
de aquel agujero.
Laura se encontraba en
mitad de la noche en aquel cementerio… Sola, aturdida y llena de miedo. Salió
corriendo para salir de allí. Saltó la valla arañándose todo el cuerpo… Se
dirigió a su casa.
Su madre se encontraba
despierta rezando por el alma de su hija; de pronto sonó la puerta. La madre se
levantó y al abrir la puerta no lo podía creer… Era su hija. Estaba allí llena
de arañazos y su camisón blanco cubierto de sangre.
- ¡Mamá, no te asustes,
soy yo. No estaba muerta solo perdí el conocimiento!
La madre al verla se
derrumbó y cayó al suelo. Al día siguiente la que sí murió de verdad fue la
madre de Laura.
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