agosto 01, 2025

Francisco Asís Granados Mellado (Paco Granados)

 


Relatos: La Hora del Miedo







¡¡No estoy muerta!!

 

Corría el año 1956. Laura era una mujer que alcanzaba la treintena. Se encontraba tumbada en su cama; pálida, inmóvil… Laura había muerto o eso parecía. Todos la velaban. Era una mujer muy querida en su barrio y su muerte fue inesperada. Su madre se encontraba destrozada… Era el único apoyo que tenía después de quedar viuda… Y ahora se había quedado sin “ella” y un dolor demasiado grande a soportar por cualquier madre.

Laura, aunque yacía en su cama escuchaba el murmullo que había a su alrededor. No sabía lo que le pasaba; veía a su madre llorar. Ella intentó hablarla, pero no la escuchaba. Estaba inmóvil no podía mover un solo músculo y sentía un gran frío por su cuerpo. Al cabo de un rato Laura vio entrar a dos hombres de traje negro que traían un ataúd; entregaron a su madre una esquela; Laura se fijó… En efecto, era la esquela de su fallecimiento. Se puso a gritar

 - ¡¡No, no, noooo!!! Yo no estoy muerta. ¡Mamá escúchame, estoy aquí!      

 Lo intentó unas cuentas veces pero nadie la escuchaba. Se puso muy nerviosa; pataleaba, pero era imposible su cuerpo no le respondía. De pronto aquellos dos hombres la cogieron y la metieron en aquel horrible ataúd. 

- ¡¡No, por favor, sacadme de aquí, yo no estoy muerta!!

Aquellos dos hombres siguieron con su trabajo.

- ¡¡Pero ¿Qué os pasa? Escuchadme… Estoy viva!! 

La madre dio su consentimiento para tapar el ataúd, pero antes se acercó a Laura y la besó; Laura intentó abrazar a su madre, pero era inútil, no podía mover sus brazos; En ese mismo instante se cerró el ataúd. 

Ya en el cementerio se dispusieron a enterrarla. Laura gritaba y gritaba pero era inútil… Todo el mundo estaba ajeno a sus gritos; los sepultureros taparon su lápida que llevaba escrito su nombre. Laura ya había sido enterrada y todos se retiraban del cementerio entre lágrimas.

Laura seguía preguntándose por qué estaba allí metida en aquel nicho y dentro de aquel ataúd; por qué nadie la escuchaba. Ella intentaba moverse pero era imposible. De pronto sintió un calambre en la mano… ¡Podía moverla! poco a poco iba moviendo cada parte de su cuerpo. Comenzó a golpear el ataúd para poder abrirlo; estaba fuertemente apretado. Se estaba quedando sin aire… Tras mucha insistencias consiguió abrir una parte del ataúd y de una patada pudo abrirlo entero. El yeso de la lápida estaba aún fresco; con un solo golpe pudo romperlo y salir de aquel agujero. 

Laura se encontraba en mitad de la noche en aquel cementerio… Sola, aturdida y llena de miedo. Salió corriendo para salir de allí. Saltó la valla arañándose todo el cuerpo… Se dirigió a su casa.

Su madre se encontraba despierta rezando por el alma de su hija; de pronto sonó la puerta. La madre se levantó y al abrir la puerta no lo podía creer… Era su hija. Estaba allí llena de arañazos y su camisón blanco cubierto de sangre.

- ¡Mamá, no te asustes, soy yo. No estaba muerta solo perdí el conocimiento!

La madre al verla se derrumbó y cayó al suelo. Al día siguiente la que sí murió de verdad fue la madre de Laura.

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