agosto 01, 2025

Marco Osuna Guzmán

 


FÁBULA







Si te ríes del mal del vecino…

Era un día en el que el conejo Armando iba paseando por las calles de su pueblo cuando de pronto se le cayó un papel. El conejo no se podía agachar ya que tenía una pierna escayolada y se le hacía complicado levantarse, fue entonces cuando apareció un grupo de liebres. Cuando el conejo vio a las liebres les dijo:

- ¡Hola! Me podéis ayudar a coger el papel, tengo la pierna escayolada y no me puedo agachar.

 La liebre Matilda, líder del grupo, le respondió en tono de burla:

- Ja, ja, ja. Mira el pobre conejito que no se puede agachar. Pues toma.

En ese momento la liebre pisó el papel de Armando y ella y su grupo empezaron a reírse menos una liebre, Amy. Entonces Amy dio un paso adelante, cogió el papel pisoteado por Matilda y se lo dio a Armando.

Su grupo empezó a abuchearla y Matilda le dijo a su grupo.

- Vámonos, no nos juntamos con liebres que ayudan a los conejos.

Se fueron y la liebre Amy le dijo a Armando:

- No les hagas caso, no piensan las cosas antes de decirlas. Te pido perdón.

- No pasa nada, te entiendo y te doy las gracias por haber sido la única de tu grupo en ayudarme. Le respondió Armando a Amy agradeciéndole su respeto.

Amy se despidió de Armando y se fue.

Pocos días después, Armando vio a Amy paseando a una silla de ruedas, y cuando se acercó, vio que la que estaba en ella era la liebre Matilda. Se acercó un poco más a esa silla de ruedas y fue a saludar a Amy. Armando en cuanto llegó a donde estaba Amy le preguntó qué le había pasado a Matilda y Amy le respondió: 

- Después de lo que pasó ese día en la calle, estaba jugando a la pelota con los demás, se le escapó la pelota a la carretera, fue a recogerla rápido y un coche chocó contra ella. Ahora tiene escayoladas las dos piernas y no puede andar. Sus amigos la han dejado de lado y yo me he encargado de ella durante estos días.

Lo siento mucho Armando, no debí haberme reído de ti y menos en esa situación. Ahora sé lo duro que es. Le dijo Matilda a Armando.

Armando le dijo a Matilda:

- No pasa nada, espero que ahora entiendas por qué no hay que reírse de nada de lo que le pase a nadie.

Cuando Matilda se recuperó de su accidente se volvió la mejor amiga de Armando y desde ese entonces los dos ayudaban a todo el que lo necesitaba.

Moraleja: No te debes de reír del mal del vecino que el tuyo puede que venga de camino.

Matilda y Armando

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