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Rafael Rodríguez (Patillas) |
Cáncer y Luz
Obra de teatro
MADRE: Entonces, ¿qué te ha dicho el
técnico de la televisión? ¿Cuándo la trae?
PADRE: Según me ha dicho la avería es más
complicada de lo que él esperaba, las piezas tardarán algún tiempo. Cuando la
tenga arreglada nos llama. Ande ven, siéntate aquí a mi lado.
MADRE: No puedo, tengo que planchar esta
ropa para el niño, y la nuestra. Se me olvidaba decirte, que me ha llamado
nuestro hijo, ¡que está estupendamente, con muchas ganas de vernos!
PADRE: Pero mujer, si hace una semana que
se ha ido a estudiar a Francia.
MADRE: Sí, pero tú sabes lo apegado que
él siempre ha estado a nosotros. Y ahora es de lógica que nos eche de menos.
(Dejando de planchar se sienta en el sofá). También me ha dicho que su hermano…
PADRE: (Que deja de leer) ¿Qué le pasa a
su hermano? ¿Se ha metido en alguna travesura?
MADRE: No. Me ha dicho. ¡Qué no dejas
terminar!, que su hermano lleva algún tiempo que le duele la cabeza y los
huesos de las caderas, y por la noche en la cama se queja bastante. Mañana lo
llevaré al médico. Ese que es amigo tuyo. (El padre se levanta y va a la mesita
de la bebida) Y a decir verdad. ¿Tú no te has dado cuenta?
PADRE: ¿De qué me tengo que dar cuenta?
Ahora que lo mencionas, es verdad, lleva algún tiempo algo extraño. Yo creo que
estará pensando en la Primera Comunión, o estará creciendo, que también
influye. Mañana por la tarde hablaré con él.
MADRE: (Se levanta y va hacia la mesita).
Entonces ¿Lo llevo al médico?
PADRE: Sí, y dile al “amigo” que le haga
una buena exploración. No obstante ya lo llamaré. (Mira la hora). (Le ofrece el
resto de bebida que hay en el vaso, la esposa lo bebe).
MADRE: ¡Vámonos, si es tu deseo! (Van
saliendo del escenario muy juntos). (Oscuro).
FIN ESCENA PRIMERA
ESCENA SEGUNDA
(Al
iluminarse de nuevo el escenario está el hijo haciendo los deberes en la mesa
que hay en el salón, cuando entra el padre acercándose al hijo para darle un
beso). ¡Hola… al niño más bueno… que hay en todo el mundo!
HIJO: ¡Hola papá!
PADRE: ¿Qué haces?
HIJO: Los deberes y estudiando, que
mañana nos pregunta el profesor.
PADRE: (Coge una silla y se sienta al
lado de su hijo). ¿Te falta mucho por terminar?
HIJO: No. Los deberes ya los he
terminado. Solo me falta estudiarme la lección.
PADRE: ¿Y esta tarde, no sales a jugar
con tus amigos? Estaban ahí en el parque.
HIJO: No tengo ganas. Me duele la
cabeza… y por aquí… por la parte de la cintura.
PADRE: (Levantándose). Eso seguro que no
tendrá importancia. ¡Ve y juega un rato con tus amigos, y verá como vienes
mejor!
HIJO: (Levantándose de la silla). Vale
papá, solo un ratito. (Al salir se cruza con la madre que entra en ese momento)
¡Adiós mamá!
MADRE: ¡Pero bueno! ¿Se puede saber a
dónde va este niño tan deprisa?
PADRE: A jugar. Le he dicho que se baje
un rato con sus amigos, aunque le dolía la cabeza y la parte baja de la
cintura. (Sentándose) ¿Qué te ha dicho el médico?
MADRE: Nada. Como no estaba, no puede
llevarlo. Ahora después tú lo llamas. (Sentándose al lado de su esposo). ¿Has
hecho la venta que tenías pendiente?
PADRE: Sí. Y mejor de lo que esperaba. En
el precio, hablando económicamente, ¡y es más me ha encargado nuevos productos!
MADRE: (Acercándose a su esposo más de la
cuenta, casi tumbándolo en el sofá). Entonces, esta noche, digo esta noche.
¡Ahora mismo!
PADRE: ¡Para, para! mujer, que puede
venir tu hijo. Yo también tengo ganas. (Separándola). Te prometo que esta
noche, ¡hay que noche nos espera! (Se levanta). Pero ahora tengo que ducharme y
perfumarme, y después te toca a ti ponerte sexy. (Sale por la puerta que va al
interior de la casa. De pronto dan golpes en la puerta de entrada)
VECINA: (Exhausta). ¡Vecina, vecina!
MADRE: (Alterada corre hacia la puerta)
¡Voy, voy! ¿Qué pasa?
VECINA: (Entrando). Tu hijo…, tu… hijo.
MADRE: ¿Qué le pasa a mi hijo? ¡Habla por
favor!
VECINA: ¡Que se lo han llevado en la
ambulancia!
PADRE: (Padre que entra al sentir la
voces). ¿A dónde se han llevado a nuestro hijo?
VECINA: Al hospital. ¡Vamos corriendo!
(Salen todos del escenario)
FIN SEGUNDA ESCENA
TERCERA
ESCENA
(Se
ilumina el escenario, entra la madre desolada y su esposo entra detrás).
MADRE: (Abatida se sienta en el sofá).
¿Por qué nos ha tenido que pasar precisamente a nosotros? ¿Qué hemos hecho mal?
PADRE: (Que se pone tras ella
consolándola). Anda mujer, no te preocupes. Lo que le ha pasado a nuestro hijo,
les pasa a muchos niños. Además tú lo has visto en el hospital. (Sentándose en
el sofá, juntos) y el nuestro no es que tenga. Todavía nos tienen que dar el
diagnóstico final, y el doctor me dijo que se pasaría por casa.
MADRE: (Se levanta, se va a la ventana).
Mira a esos niños como juegan, y pensar que el nuestro hace algún tiempo
también jugaba. ¿Qué hemos hecho mal?
PADRE: (Se levanta, y va junto a la ventana).
Anda, mujer. Ya te he dicho, que no te culpes.
MADRE: Nació sano, se le han puesto todas
las vacunas a su tiempo, todo bien, y de pronto, ¡el mundo se me viene encima!
PADRE: (Rodeando a su esposa). ¡Venga,
mujer, verás cómo todo sale bien y pronto estará en casa jugando con los demás
niños! (Suena llamando en la puerta). Ya voy yo. (Fuera del escenario). Pasa,
pasa. (Entran).
DOCTOR: Buenas. (A la mujer)
MADRE: Doctor. ¿Quiere un café?
DOCTOR: No. Gracias, no tengo mucho
tiempo, pero como te dije que vendría, me sabía muy mal el no venir. Y también
como hace tan buen tiempo, me he dicho: ¡mira, me voy dando un paseo! Y al
mismo tiempo, estiro las piernas. Me he venido por el parque y está precioso
con sus árboles, sus plantas bien regadas. ¡Qué buena tarde hace! ¿Verdad?
MADRE: (Se retira de la venta, se acerca
a su esposo). Perdone doctor, pero creo que no ha venido para hablar
precisamente del tiempo.
DOCTOR: No, yo he venido, sí, ya lo
recuerdo.
PADRE: Pues habla de una vez.
DOCTOR: Como sabéis. Vamos a sentarnos.
Sentados se piensa mucho mejor. Estos asientos son cómodos. ¿Dónde los habéis
comprado? ¿Cuáles han sido los resultados de las elecciones? Porque yo creo
que…
PADRE: (Explotando) ¡Pero bueno! ¿Vas a
decirnos los resultados de nuestro hijo?
DOCTOR: ¡Sí, ha eso he venido!
PADRE: Pues, dínoslo. ¡Joder! Que nos va
a dar un infarto.
DOCTOR: (Sacando unos papeles de su
maletín). Vamos a ver, según el informe clínico, sobre las pruebas que se le
han realizado al enfermo. (Silencio escénico) esto pinta mal… tiene un cáncer
detectado en los huesos. (La madre se levanta y sollozando sale de escena). Lo
siento
PADRE: Pero ¿Es maligno?
DOCTOR: Todas las enfermedades si no se
detectan a tiempo, la mayoría de ellas pueden traer mala consecuencia. En este
caso según el informe es optimista, y el tratamiento que se le ha puesto lo ha
aceptado bastante bien. Teniendo en cuenta que tu hijo es un chico fuerte eso
ayuda mucho. También hemos extraído unas muestras que se han enviado al mejor
laboratorio. (Mira el reloj, y se levanta). ¡Me voy!, que ya es tarde.
PADRE: (Levantándose). Entonces. ¿Qué
garantías tenemos?
DOCTOR: (En la puerta). Todas las
garantías de que sea un éxito. (Sale. El hombre sale de escena hacia el
interior de la casa).
FIN ESCENA TERCERA
CUARTA ESCENA
(Al
iluminarse el escenario. Es tarde noche en la casa y están sentadas, madre y la
vecina tomándose un aperitivo).
VECINA: Me han preguntado las vecinas por
tu hijo, claro como apenas te ven. Pero yo a todas les digo lo mismo, que va
bien, se va recuperando, y que a gracias a Dios se ha cogido a tiempo. Y que ya
pronto lo tendrás en casa.
MADRE: (Se levanta, recogiendo la mesa,
sale de escena un segundo para soltar los vasos y plato del aperitivo). ¿Por
qué no me preguntan a mí? ¿Acaso no soy la misma?
VECINA: Mujer. Perdona si te he ofendido.
No era mi intención. Como siempre has sido tan risueña, tan alegre, y ahora te
ven de esta manera.
MADRE: (En la ventana). ¿De qué manera me
ven? Qué fácil es opinar y dar consejos, cuando no le toca a uno, cuando
realmente no se sabe lo que está pasando esa persona por dentro. (Se acerca a
la vecina sin llegar a sentarse). Has estado en el hospital conmigo, y has
visto más niños casi con los mismos problemas que el mío, o incluso más graves.
(Sentándose). ¿Cómo están los padres? ¿Tú, los has visto si sonríen? Si con el
ánimo por los suelos, con falsas sonrisas cuando están con el enfermo, y
llorando a escondidas. (Se levanta y va hacia la mesa de las bebidas). ¿Cuántas
veces te veces te ha ido a llorar a los servicios, viendo la realidad de lo que
allí había?
VECINA: (Se levanta a consolar a la
vecina). Anda, mujer, no te martirices de esa manera, piensa que tienes un
esposo que te quiere, y siempre está a tu lado, que no te deja ni un momento
sola. También tienes a tu otro hijo, que está estudiando lejos, de acuerdo,
pero dentro de unos días lo tienes en casa. Mi consejo es que te agarres a
ellos con todas las fuerzas que hay dentro de ti.
MADRE: Una cosa de estas te arranca una
parte de ti. Pierdes la noción del tiempo en el que vives, te hablan, y dices
sí, pero en realidad la cabeza bulle en otro mundo. (Suena el teléfono. La
madre con gran ligereza, coge el teléfono). Si. ¿Qué me vaya al hospital? (A la
vecina). ¡Vámonos! ¿Vienes?
VECINA: Sí, ¡Voy contigo! (Salen).
FIN CUARTA ESCENA
ESCENA QUINTA
(Se
ilumina de nuevo el escenario, entran madre y la vecina).
VECINA: (Animosa). Qué bien se lo ha
pasado hoy, con todos sus amigos alrededor de él, haciéndose bromas.
MADRE: Sí, no ha estado mal. Hoy le he
visto sonreír. No es el cumpleaños que a mí me hubiera gustado, pero viéndolo
con esa alegría. ¡Ha llenado mi corazón!
VECINA: Ya te decía yo, que todo iba a
salir bien. Y mira por donde, el mismo día de su cumpleaños le dan el alta
médica.
MADRE: Yo, aún no me fío.
VECINA: (Se sientan). Que sí, mujer. Esta
misma noche ya duerme en casa. En su cama. Y voy a darte un consejo: cuando
estés con él, siempre el ánimo arriba, con una sonrisa en los labios, eso ayuda
bastante. La prueba la tienes en el grupo de payasos de animación. ¡De tanto
reírse estaba que no cabía dentro de sí! Además, un árbol sin hojas no da
sombra, y tu hijo es la hoja del árbol. (Sueña trapicheo de llaves en la
puerta. Entran el hijo, el doctor y el padre. Las dos mujeres se levantan,
miran hacia la puerta).
HIJO: (Que abraza a su madre). ¡Mamá,
que ganas tenía de estar en casa, de ver mis cosas, mi cuarto, de veros a
todos! ¿Puedo ir a ver a mis amigos?
MADRE: No sé yo.
VECINA: ¡Venga! Yo te llevo. (Salen de
escena).
DOCTOR: (Que se ha sentado). Recuerdo yo,
cuando estudiaba Osteología, que es la ciencia basada en el tema de los huesos.
¡Eso era estudiar!, practicábamos.
PADRE: (Cortando). ¿Yo no creo que hayas
venido a contarnos tu historia? No por nada, sino porque ya la sabemos.
DOCTOR: Es que decir eso sin beber nada.
(La mujer le trae una copa con bebida, y otra copa a su esposo que está sentado
en el sillón, ella también se sienta). Hemos estado reunidos el grupo médico,
estudiando el caso. Un caso detectado a tiempo. (Se para, y bebe un poco).
¡Porque la apéndice estaba!
MADRE: Pero. ¿Qué apéndice?
DOCTOR: Perdón. Tiene uno tantas cosas en
la cabeza. A lo que voy. Según el informe clínico, el paciente padece una
osteomalacia, enfermedad de los huesos, causada por perdida anormal o déficit
de calcio. Este elemento se pierde normalmente durante el período de
crecimiento juvenil, también se caracteriza, por una curvatura anormal,
malformación y transformación de los huesos. Se le ha puesto el tratamiento
adecuado, no ha habido rechazo de ninguna clase, y la mejoría es palpable.
HIJO: (Entrando, la vecina entra
detrás). ¡Papá, papá he estado con mis amigos, que ganas tenía de estar con
ellos! Y todos los vecinos me han pregunto, y a todos les he dicho que estoy
muy bien. (Se acerca a la madre). ¿Por qué estoy bien? ¿Verdad mamá?
MADRE: (Levantándose y abrazando al
niño). ¡Claro que sí! El doctor te lo puede decir.
DOCTOR: ¡Claro que sí, tan sano como una
pera! Tan solo tienes que hacerte unas revisiones rutinarias, y seguir con el
medicamento.
MADRE: Bueno hijo. Vámonos para adentro
que tienes que ducharte, y yo a preparar la cena, la cama también la tienes
hecha, y la de tu hermano que viene mañana. (Salen).
DOCTOR: Yo también me voy. Aquí en la mesa
te dejo el informe para que lo leas, si no entiendes algo me llamas. Bueno. Me
voy, hasta mañana.
VECINA: Yo voy hacer lo mismo. ¿Necesitáis
algo?
PADRE: No. Gracias por todo. (Salen el
doctor y la vecina, el hombre desaparece de escena hacia el interior de la
casa).
FIN QUINTA ESCENA
SEXTA ESCENA
(En esta
escena cambia el decorado, al iluminarse el escenario. Hay una cama con su
mesita de noche, un cuadro o póster con jugadores de fútbol. El hijo está en la
cama, y el padre junto a él sentado en una silla. Luz tenue cuando comienza el
padre hablando).
PADRE: Déjame colocarte bien la almohada.
HIJO: Padre, la gente me mira diferente.
PADRE: ¡Anda hijo! Ellos son diferentes.
Déjame ponerte el pijama.
HIJO: Padre, ¿Qué es el cáncer?
PADRE: (Que se queda un instante en
blanco antes de contestar). Hijo tú lo sabes mejor que nadie.
HIJO: ¡Venga! Dímelo.
PADRE: Pongamos dos espadas: una la vida,
otra la muerte, batiéndose en duelo. Primero va ganando la muerte, y se ríe se
burla, maltratando a la vida con desprecio. Mas ataca la vida, sacando fuerza
de entereza y aun estando herida lucha. Paso a paso va teniendo confianza en
ella misma. ¡Y vuelve a la vida la esperanza! Se cierra la herida, la muerte ya
no se ríe, ahora quien se burla es la fe, y de las dos espadas queda una.
HIJO: Padre, tengo sueño. ¿Qué espada
queda?
PADRE: ¡Hijo la tuya!, que se hace
invencible ante las tinieblas, ¡con una luz tan potente, iluminando todos los
recovecos del abismo!
HIJO: Padre, tápame.
PADRE: ¡Te taparé con tu mejor manta, te
haré caballero con tu espada de la vida, la almohada será la corona de tu
grandeza, los latidos de tu corazón serán los tambores que ahuyenten a los
depredadores de la muerte! ¿Ya te has dormido? Veo que sí. ¡Qué sonrisa más
grande! (La esposa y madre del hijo, que escuchaba en silencio se acerca a su
esposo y apoyando la cabeza sobre el hombro, la luz del escenario se va
oscureciendo hasta quedar totalmente apagado).
FIN
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