agosto 01, 2023

Rafael Rodríguez (Patillas)

Rafael Rodríguez (Patillas)

 

Cáncer y Luz
Obra de teatro




(Cuando se ilumina el escenario es de noche en la casa, casa muy bien decorada sin lujo. En el centro un sofá, dos sillones y una mesa. En el fondo una mesita con algunas botellas de licores. Cuando entra por la puerta que se va a los interiores de las demás dependencia de la casa, el padre de familia. Vestido con su pijama y una bata por encima, sentándose en el sillón coge el periódico. Cuando está leyendo, entra la esposa)

MADRE: Entonces, ¿qué te ha dicho el técnico de la televisión? ¿Cuándo la trae?

PADRE: Según me ha dicho la avería es más complicada de lo que él esperaba, las piezas tardarán algún tiempo. Cuando la tenga arreglada nos llama. Ande ven, siéntate aquí a mi lado.

MADRE: No puedo, tengo que planchar esta ropa para el niño, y la nuestra. Se me olvidaba decirte, que me ha llamado nuestro hijo, ¡que está estupendamente, con muchas ganas de vernos!

PADRE: Pero mujer, si hace una semana que se ha ido a estudiar a Francia.

MADRE: Sí, pero tú sabes lo apegado que él siempre ha estado a nosotros. Y ahora es de lógica que nos eche de menos. (Dejando de planchar se sienta en el sofá). También me ha dicho que su hermano…

PADRE: (Que deja de leer) ¿Qué le pasa a su hermano? ¿Se ha metido en alguna travesura?

MADRE: No. Me ha dicho. ¡Qué no dejas terminar!, que su hermano lleva algún tiempo que le duele la cabeza y los huesos de las caderas, y por la noche en la cama se queja bastante. Mañana lo llevaré al médico. Ese que es amigo tuyo. (El padre se levanta y va a la mesita de la bebida) Y a decir verdad. ¿Tú no te has dado cuenta?

PADRE: ¿De qué me tengo que dar cuenta? Ahora que lo mencionas, es verdad, lleva algún tiempo algo extraño. Yo creo que estará pensando en la Primera Comunión, o estará creciendo, que también influye. Mañana por la tarde hablaré con él.

MADRE: (Se levanta y va hacia la mesita). Entonces ¿Lo llevo al médico?

PADRE: Sí, y dile al “amigo” que le haga una buena exploración. No obstante ya lo llamaré. (Mira la hora). (Le ofrece el resto de bebida que hay en el vaso, la esposa lo bebe).

MADRE: ¡Vámonos, si es tu deseo! (Van saliendo del escenario muy juntos). (Oscuro).

FIN ESCENA PRIMERA

ESCENA SEGUNDA

(Al iluminarse de nuevo el escenario está el hijo haciendo los deberes en la mesa que hay en el salón, cuando entra el padre acercándose al hijo para darle un beso). ¡Hola… al niño más bueno… que hay en todo el mundo!

HIJO: ¡Hola papá!

PADRE: ¿Qué haces?

HIJO: Los deberes y estudiando, que mañana nos pregunta el profesor.

PADRE: (Coge una silla y se sienta al lado de su hijo). ¿Te falta mucho por terminar?

HIJO: No. Los deberes ya los he terminado. Solo me falta estudiarme la lección.

PADRE: ¿Y esta tarde, no sales a jugar con tus amigos? Estaban ahí en el parque.

HIJO: No tengo ganas. Me duele la cabeza… y por aquí… por la parte de la cintura.

PADRE: (Levantándose). Eso seguro que no tendrá importancia. ¡Ve y juega un rato con tus amigos, y verá como vienes mejor!

HIJO: (Levantándose de la silla). Vale papá, solo un ratito. (Al salir se cruza con la madre que entra en ese momento) ¡Adiós mamá!

MADRE: ¡Pero bueno! ¿Se puede saber a dónde va este niño tan deprisa?

PADRE: A jugar. Le he dicho que se baje un rato con sus amigos, aunque le dolía la cabeza y la parte baja de la cintura. (Sentándose) ¿Qué te ha dicho el médico?

MADRE: Nada. Como no estaba, no puede llevarlo. Ahora después tú lo llamas. (Sentándose al lado de su esposo). ¿Has hecho la venta que tenías pendiente?

PADRE: Sí. Y mejor de lo que esperaba. En el precio, hablando económicamente, ¡y es más me ha encargado nuevos productos!

MADRE: (Acercándose a su esposo más de la cuenta, casi tumbándolo en el sofá). Entonces, esta noche, digo esta noche. ¡Ahora mismo!

PADRE: ¡Para, para! mujer, que puede venir tu hijo. Yo también tengo ganas. (Separándola). Te prometo que esta noche, ¡hay que noche nos espera! (Se levanta). Pero ahora tengo que ducharme y perfumarme, y después te toca a ti ponerte sexy. (Sale por la puerta que va al interior de la casa. De pronto dan golpes en la puerta de entrada)

VECINA: (Exhausta). ¡Vecina, vecina!

MADRE: (Alterada corre hacia la puerta) ¡Voy, voy! ¿Qué pasa?

VECINA: (Entrando). Tu hijo…, tu… hijo.

MADRE: ¿Qué le pasa a mi hijo? ¡Habla por favor!

VECINA: ¡Que se lo han llevado en la ambulancia!

PADRE: (Padre que entra al sentir la voces). ¿A dónde se han llevado a nuestro hijo?

VECINA: Al hospital. ¡Vamos corriendo! (Salen todos del escenario)

FIN SEGUNDA ESCENA

TERCERA ESCENA

(Se ilumina el escenario, entra la madre desolada y su esposo entra detrás).

MADRE: (Abatida se sienta en el sofá). ¿Por qué nos ha tenido que pasar precisamente a nosotros? ¿Qué hemos hecho mal?

PADRE: (Que se pone tras ella consolándola). Anda mujer, no te preocupes. Lo que le ha pasado a nuestro hijo, les pasa a muchos niños. Además tú lo has visto en el hospital. (Sentándose en el sofá, juntos) y el nuestro no es que tenga. Todavía nos tienen que dar el diagnóstico final, y el doctor me dijo que se pasaría por casa.

MADRE: (Se levanta, se va a la ventana). Mira a esos niños como juegan, y pensar que el nuestro hace algún tiempo también jugaba. ¿Qué hemos hecho mal?

PADRE: (Se levanta, y va junto a la ventana). Anda, mujer. Ya te he dicho, que no te culpes.

MADRE: Nació sano, se le han puesto todas las vacunas a su tiempo, todo bien, y de pronto, ¡el mundo se me viene encima!

PADRE: (Rodeando a su esposa). ¡Venga, mujer, verás cómo todo sale bien y pronto estará en casa jugando con los demás niños! (Suena llamando en la puerta). Ya voy yo. (Fuera del escenario). Pasa, pasa. (Entran).

DOCTOR: Buenas. (A la mujer)

MADRE: Doctor. ¿Quiere un café?

DOCTOR: No. Gracias, no tengo mucho tiempo, pero como te dije que vendría, me sabía muy mal el no venir. Y también como hace tan buen tiempo, me he dicho: ¡mira, me voy dando un paseo! Y al mismo tiempo, estiro las piernas. Me he venido por el parque y está precioso con sus árboles, sus plantas bien regadas. ¡Qué buena tarde hace! ¿Verdad?

MADRE: (Se retira de la venta, se acerca a su esposo). Perdone doctor, pero creo que no ha venido para hablar precisamente del tiempo.

DOCTOR: No, yo he venido, sí, ya lo recuerdo.

PADRE: Pues habla de una vez.

DOCTOR: Como sabéis. Vamos a sentarnos. Sentados se piensa mucho mejor. Estos asientos son cómodos. ¿Dónde los habéis comprado? ¿Cuáles han sido los resultados de las elecciones? Porque yo creo que…

PADRE: (Explotando) ¡Pero bueno! ¿Vas a decirnos los resultados de nuestro hijo?

DOCTOR: ¡Sí, ha eso he venido!

PADRE: Pues, dínoslo. ¡Joder! Que nos va a dar un infarto.

DOCTOR: (Sacando unos papeles de su maletín). Vamos a ver, según el informe clínico, sobre las pruebas que se le han realizado al enfermo. (Silencio escénico) esto pinta mal… tiene un cáncer detectado en los huesos. (La madre se levanta y sollozando sale de escena). Lo siento

PADRE: Pero ¿Es maligno?

DOCTOR: Todas las enfermedades si no se detectan a tiempo, la mayoría de ellas pueden traer mala consecuencia. En este caso según el informe es optimista, y el tratamiento que se le ha puesto lo ha aceptado bastante bien. Teniendo en cuenta que tu hijo es un chico fuerte eso ayuda mucho. También hemos extraído unas muestras que se han enviado al mejor laboratorio. (Mira el reloj, y se levanta). ¡Me voy!, que ya es tarde.

PADRE: (Levantándose). Entonces. ¿Qué garantías tenemos?

DOCTOR: (En la puerta). Todas las garantías de que sea un éxito. (Sale. El hombre sale de escena hacia el interior de la casa).

FIN ESCENA TERCERA

CUARTA ESCENA

(Al iluminarse el escenario. Es tarde noche en la casa y están sentadas, madre y la vecina tomándose un aperitivo).

VECINA: Me han preguntado las vecinas por tu hijo, claro como apenas te ven. Pero yo a todas les digo lo mismo, que va bien, se va recuperando, y que a gracias a Dios se ha cogido a tiempo. Y que ya pronto lo tendrás en casa.

MADRE: (Se levanta, recogiendo la mesa, sale de escena un segundo para soltar los vasos y plato del aperitivo). ¿Por qué no me preguntan a mí? ¿Acaso no soy la misma?

VECINA: Mujer. Perdona si te he ofendido. No era mi intención. Como siempre has sido tan risueña, tan alegre, y ahora te ven de esta manera.

MADRE: (En la ventana). ¿De qué manera me ven? Qué fácil es opinar y dar consejos, cuando no le toca a uno, cuando realmente no se sabe lo que está pasando esa persona por dentro. (Se acerca a la vecina sin llegar a sentarse). Has estado en el hospital conmigo, y has visto más niños casi con los mismos problemas que el mío, o incluso más graves. (Sentándose). ¿Cómo están los padres? ¿Tú, los has visto si sonríen? Si con el ánimo por los suelos, con falsas sonrisas cuando están con el enfermo, y llorando a escondidas. (Se levanta y va hacia la mesa de las bebidas). ¿Cuántas veces te veces te ha ido a llorar a los servicios, viendo la realidad de lo que allí había?

VECINA: (Se levanta a consolar a la vecina). Anda, mujer, no te martirices de esa manera, piensa que tienes un esposo que te quiere, y siempre está a tu lado, que no te deja ni un momento sola. También tienes a tu otro hijo, que está estudiando lejos, de acuerdo, pero dentro de unos días lo tienes en casa. Mi consejo es que te agarres a ellos con todas las fuerzas que hay dentro de ti.

MADRE: Una cosa de estas te arranca una parte de ti. Pierdes la noción del tiempo en el que vives, te hablan, y dices sí, pero en realidad la cabeza bulle en otro mundo. (Suena el teléfono. La madre con gran ligereza, coge el teléfono). Si. ¿Qué me vaya al hospital? (A la vecina). ¡Vámonos! ¿Vienes?

VECINA: Sí, ¡Voy contigo! (Salen).

FIN CUARTA ESCENA

ESCENA QUINTA

(Se ilumina de nuevo el escenario, entran madre y la vecina).

VECINA: (Animosa). Qué bien se lo ha pasado hoy, con todos sus amigos alrededor de él, haciéndose bromas.

MADRE: Sí, no ha estado mal. Hoy le he visto sonreír. No es el cumpleaños que a mí me hubiera gustado, pero viéndolo con esa alegría. ¡Ha llenado mi corazón!

VECINA: Ya te decía yo, que todo iba a salir bien. Y mira por donde, el mismo día de su cumpleaños le dan el alta médica.

MADRE: Yo, aún no me fío.

VECINA: (Se sientan). Que sí, mujer. Esta misma noche ya duerme en casa. En su cama. Y voy a darte un consejo: cuando estés con él, siempre el ánimo arriba, con una sonrisa en los labios, eso ayuda bastante. La prueba la tienes en el grupo de payasos de animación. ¡De tanto reírse estaba que no cabía dentro de sí! Además, un árbol sin hojas no da sombra, y tu hijo es la hoja del árbol. (Sueña trapicheo de llaves en la puerta. Entran el hijo, el doctor y el padre. Las dos mujeres se levantan, miran hacia la puerta).

HIJO: (Que abraza a su madre). ¡Mamá, que ganas tenía de estar en casa, de ver mis cosas, mi cuarto, de veros a todos! ¿Puedo ir a ver a mis amigos?

MADRE: No sé yo.

VECINA: ¡Venga! Yo te llevo. (Salen de escena).

DOCTOR: (Que se ha sentado). Recuerdo yo, cuando estudiaba Osteología, que es la ciencia basada en el tema de los huesos. ¡Eso era estudiar!, practicábamos.

PADRE: (Cortando). ¿Yo no creo que hayas venido a contarnos tu historia? No por nada, sino porque ya la sabemos.

DOCTOR: Es que decir eso sin beber nada. (La mujer le trae una copa con bebida, y otra copa a su esposo que está sentado en el sillón, ella también se sienta). Hemos estado reunidos el grupo médico, estudiando el caso. Un caso detectado a tiempo. (Se para, y bebe un poco). ¡Porque la apéndice estaba!

MADRE: Pero. ¿Qué apéndice?

DOCTOR: Perdón. Tiene uno tantas cosas en la cabeza. A lo que voy. Según el informe clínico, el paciente padece una osteomalacia, enfermedad de los huesos, causada por perdida anormal o déficit de calcio. Este elemento se pierde normalmente durante el período de crecimiento juvenil, también se caracteriza, por una curvatura anormal, malformación y transformación de los huesos. Se le ha puesto el tratamiento adecuado, no ha habido rechazo de ninguna clase, y la mejoría es palpable.

HIJO: (Entrando, la vecina entra detrás). ¡Papá, papá he estado con mis amigos, que ganas tenía de estar con ellos! Y todos los vecinos me han pregunto, y a todos les he dicho que estoy muy bien. (Se acerca a la madre). ¿Por qué estoy bien? ¿Verdad mamá?

MADRE: (Levantándose y abrazando al niño). ¡Claro que sí! El doctor te lo puede decir.

DOCTOR: ¡Claro que sí, tan sano como una pera! Tan solo tienes que hacerte unas revisiones rutinarias, y seguir con el medicamento.

MADRE: Bueno hijo. Vámonos para adentro que tienes que ducharte, y yo a preparar la cena, la cama también la tienes hecha, y la de tu hermano que viene mañana. (Salen).

DOCTOR: Yo también me voy. Aquí en la mesa te dejo el informe para que lo leas, si no entiendes algo me llamas. Bueno. Me voy, hasta mañana.

VECINA: Yo voy hacer lo mismo. ¿Necesitáis algo?

PADRE: No. Gracias por todo. (Salen el doctor y la vecina, el hombre desaparece de escena hacia el interior de la casa).

FIN QUINTA ESCENA

SEXTA ESCENA

(En esta escena cambia el decorado, al iluminarse el escenario. Hay una cama con su mesita de noche, un cuadro o póster con jugadores de fútbol. El hijo está en la cama, y el padre junto a él sentado en una silla. Luz tenue cuando comienza el padre hablando).

PADRE: Déjame colocarte bien la almohada.

HIJO: Padre, la gente me mira diferente.

PADRE: ¡Anda hijo! Ellos son diferentes. Déjame ponerte el pijama.

HIJO: Padre, ¿Qué es el cáncer?

PADRE: (Que se queda un instante en blanco antes de contestar). Hijo tú lo sabes mejor que nadie.

HIJO: ¡Venga! Dímelo.

PADRE: Pongamos dos espadas: una la vida, otra la muerte, batiéndose en duelo. Primero va ganando la muerte, y se ríe se burla, maltratando a la vida con desprecio. Mas ataca la vida, sacando fuerza de entereza y aun estando herida lucha. Paso a paso va teniendo confianza en ella misma. ¡Y vuelve a la vida la esperanza! Se cierra la herida, la muerte ya no se ríe, ahora quien se burla es la fe, y de las dos espadas queda una.

HIJO: Padre, tengo sueño. ¿Qué espada queda?

PADRE: ¡Hijo la tuya!, que se hace invencible ante las tinieblas, ¡con una luz tan potente, iluminando todos los recovecos del abismo!

HIJO: Padre, tápame.

PADRE: ¡Te taparé con tu mejor manta, te haré caballero con tu espada de la vida, la almohada será la corona de tu grandeza, los latidos de tu corazón serán los tambores que ahuyenten a los depredadores de la muerte! ¿Ya te has dormido? Veo que sí. ¡Qué sonrisa más grande! (La esposa y madre del hijo, que escuchaba en silencio se acerca a su esposo y apoyando la cabeza sobre el hombro, la luz del escenario se va oscureciendo hasta quedar totalmente apagado).

FIN









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