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Paco Granados |
LA MUERTE DE
UN ÁNGEL
Un
día como otro cualquiera, Sara la madre de Mónica, la llevó al colegio como siempre,
pero Sara no sabía que ese sería el último día que vería a su pequeño Ángel.
Sara llegó tarde a recogerla a causa del trabajo. Mónica no estaba donde solía
esperarla y Sara entró al colegio y preguntó a su profesora por ella, pero esta
le dijo que había salido con los demás compañeros como todos los días a esperar
a sus padres. Sara empezó a ponerse nerviosa y salió corriendo hacia la calle
pero seguía sin verla. Buscó por tiendas, portales, parques cercanos, pero
nadie la había visto. Cogió su coche y comenzó a buscarla por todos lados.
Volvió a su casa pensando que se pudiera haber marchado con alguna amiga. Pero
al llegar a casa allí no estaba Mónica. Miró en su cuarto, y no había rastro de
ella. Sara estaba desesperada, y comenzó a llamar a todas las madres del
colegio, pero ninguna sabía nada. Sara se derrumbó y decidió llamar a su madre
para contarle lo sucedido.
Sara no tenía mucho apoyo, pues su madre vivía
a 500km de distancia y su marido hacía dos años que había muerto en un
accidente de trabajo. Llamó a la policía y respondió a la llamada Juan, el
inspector de policía que intentó tranquilizarla para que no se preocupara. A lo
mejor se había marchado con alguna amiga. Sara interrumpió a Juan y con voz
temblorosa contestó que no, pues Mónica jamás se iba sin decirle a su madre
donde iba y descartaba que se hubiera ido con alguna amiga, pues ya había
buscado y preguntado por todos lados. El inspector colgó el teléfono y se fue
directo hacia la casa de Sara. Al llegar a la casa, Sara le abrió la puerta
bastante compungida. Comenzó a preguntarle para ver si podía tirar de algún
hilo para encontrarla. Habían pasado diez horas desde que Mónica desapareció y
Juan estaba organizando un grupo de personas para empezar a buscarla. Sara empezó a tomarse tranquilizantes que el
médico le había recetado para que pudiera dormir algo. Era una medicación muy
fuerte y no tardó mucho en dormirse. Comenzó a tener sueños extraños. Veía a su
marido consolándola y diciéndole que estuviera tranquila, pues Mónica estaba
bien y él la estaba cuidando. Pudo ver a su hija acercándose hacia ella y
dándole un beso. Rápidamente despertó de aquel sueño algo nerviosa. Al bajar al
salón allí se encontraba Juan el inspector con el grupo de personas que
saldrían a buscar a Mónica. Comenzaron la búsqueda. Estuvieron buscando durante
horas, pero no encontraban a Mónica.
Cerca
de allí había un pequeño bosque, y cuando ya llevaban varios kilómetros andando
vieron una vieja cabaña que parecía estar abandonada.
Juan
y un par de hombres decidieron entrar. Estaba todo derrumbado, parecía no haber
nadie. Al salir de la cabaña escucharon un golpe que provenía del suelo. Se
volvieron para mirar a ver si había una trampilla que los llevara a algún
sótano. De pronto Juan encontró en el suelo una especie de aro, al tirar de él
se abrió una compuerta. Había unas escaleras que llevaban a algún lugar. Al
bajar se quedaron impactados, pues las paredes estaban llenas de símbolos
escritos en sangre. Por el suelo había muchas calaveras y huesos. Parecía como
si hubieran hecho un ritual satánico. Al adentrarse más en el lugar, les
pareció ver que en el suelo había dos cuerpos sin vida. En el pecho tenían un
símbolo tatuado, era la cruz invertida. Al mirar hacia el altar, una luz blanca
les deslumbró. Juan corrió hacia la luz, y al acercarse quedó estremecido.
Encima del altar se encontraba el cuerpo de Mónica que yacía muerto. Sara
estuvo un buen rato esperando noticias de su hija, ya no podía más. Decidió
entrar a la cabaña. En ese momento se acercaba Juan, que traía el cuerpo sin
vida de su pequeño Ángel. Sara se desmayó al ver aquello. Los otros dos hombres
seguían con el registro del sótano y dentro de él, encontraron una video
cámara. En ese momento avisaron a Juan de aquello y le hicieron entrega del material
que acaban de encontrar. Quién podría haber matado a aquellos hombres y a
Mónica…
Juan
llegó a comisaría y conectó la cámara al ordenador para ver que podía contener
aquel aparato. Al darle al play, lo primero que vio fue a los dos hombres que
llevaban a Mónica hacia el altar. Se veía como la ataban de pies y manos.
Seguidamente comenzaban a hablar en un lenguaje un tanto difícil de entender.
Uno de ellos comenzaba el ritual pronunciando unas palabras, a la vez que
apretaba fuertemente el cuello de Mónica hasta asfixiarla y dejarla si vida.
Juan lloraba de impotencia, a la vez que seguía viendo las imágenes. En el
vídeo se apreciaba como aquellos dos hombres cogían un cuchillo y se disponían
a sacarle el corazón a Mónica. De pronto una luz se abalanzó sobre ellos,
empujándolos al suelo. De ellos salía un humo negro que se iba desvaneciendo
por aquella sala. Aquella luz blanca comenzó a coger forma y se fue
transformando en la silueta de un hombre, que se acercaba al cuerpo sin vida de
Mónica. Al tocarla otra luz salió de ella. Parecía que el alma de Mónica ya
había salido de allí. Las dos luces blancas se juntaron y desaparecieron. Cuando
de pronto se vio una gran luz blanca que se abalanzo sobre ellos arrojándolos
al suelo.
Sara
se encontraba en su casa totalmente derrumbada, ya no le encontraba sentido a
la vida. Se dirigió hasta su cochera, y cogiendo una cuerda la ató por los
extremos de la viga que había y se colocó la soga en su cuello. Ya no podía
más… En ese momento dos luces blancas salían del techo parándose en el suelo.
Aquellas
luces fueron formando el cuerpo de su hija Mónica. Sara se quedó atónita al ver
aquello. Era su hija muerta, la tenía delante. Mónica le habló pidiéndole que
no lo hiciera…
-
“Mamá,
no lo hagas, pues Dios no quiere eso para ti. Se fuerte, pronto estaremos
juntas, pero si te suicidas jamás podremos volver a vernos. Yo cuidaré de ti,
seré tú ángel. Te quiero mamá”
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