diciembre 01, 2023

Ángeles Espejo Cañete (Salambó)

 




DIEGO RODRIGUEZ DE LUCERO
"LUCERO EL TENEBROSO"
EL INSPIRADO POR LUCIFER




Fue un religioso e inquisidor de Jerez de la Frontera y Córdoba en la corona de Castilla. Canónigo de la Catedral de Sevilla.

Era natural de Moguer, tierra de conversos y villa señorial bajo la jurisdicción del linaje de los Portocarrero. Sus padres fueron Juan Lucero y Marina Rodríguez, la Carriona. Su hermana, Juana Suárez Lucero, se casó con Pedro Gonzáles de Albornoz, el Bejarano, de cuyo matrimonio nació Diego Rodríguez Lucero, en quien su tío (el inquisidor) cuyo nombre y apellidos llevaba, resignó su canonjía (cargo o dignidad de canónigo) número seis de la Catedral de Sevilla. Tomaría posesión de ella el 11 de Febrero de 1535. Este sobrino tuvo un hijo natural con la jerezana Isabel Pérez Gallegos, Luis Lucero de Albornoz, que siendo ya racionero (encargado de distribuir raciones en una comunidad) de la referida Catedral, obtuvo otra canonjía (la número siete) el 7 de Octubre de 1583. Otro sobrino del inquisidor, Rodrigo Lucero, ejercería como corregidor en Santo Domingo. Y en torno a 1496, Antón Rodríguez Lucero era alcalde mayor de San Juan del Puerto, aunque oriundo de Moguer, la patria común de Lucero. A pesar de llevar los mismos apellidos, no se tiene constancia documental del grado de parentesco con el inquisidor.

Diego Rodríguez Lucero, en el contexto parentelar de una familia eclesiásticos y magistrados y siendo ya bachiller en decretos, fue nombrado maestrescuela de la iglesia de Almería en 1492. Al menos entre 1493 y 1495 actuó como inquisidor “de la herética pavidad“ (perteneciente a la herejía o al hereje) y como juez de bienes confiscados en Jerez de la Frontera (obispado de Cádiz). En 1499, inmediatamente después de ser elegido el arzobispo de Sevilla Diego de Deza inquisidor general (el 1 de Septiembre) Lucero se hizo cargo del Tribunal de la Inquisición de Córdoba el día 7 de aquel mismo mes.

A partir de esa fecha y hasta 1506 todas sus acciones inquisitoriales (indiscriminadas inculpaciones heréticas, masiva detención de personas importantes gran parte de ellas conversas, copiosa confiscación de bienes, etc.), siempre aceptadas por el secretario del Rey Juan Ruíz de Calcena, fueron amplia y duramente contestadas por las autoridades civiles y eclesiásticas de Córdoba. El punto álgido de este enfrentamiento se alcanzó con la celebración del multitudinario auto de fe en 1504 a partir d cuyo momento toda la ciudad se opuso frontalmente al temido e implacable inquisidor. El paroxismo de su intransigencia religiosa la demostraría al año siguiente en 1505 al procesar como judaizante al venerable Jerónimo Fray hermano de Talavera, arzobispo de Granada, a quien le repugnaba la antievangélica distinción entre cristianos nuevos y viejos.

En 1506, con la llegada de Felipe I el Hermoso a Castilla y el reforzamiento político de las elites nobiliarias a nivel local (el Marqués de Priego y el Conde de Cabra no aceptaban al corregidor), se radicalizaron los enfrentamientos sociales, religiosos y políticos, agravados por una durísima crisis económica (escasez de la produción agracia, alza de precios, etc.)

Diego Rodríguez de Lucero
En esta nueva situación política se suspendieron los procesos contra los conversos y se depuso al inquisidor general Diego de Deza y al inquisidor general de Córdoba Diego Rodríguez Lucero. En este clima de descontento generalizado del pueblo de Córdoba, instigado por el Marqués de Priego, Pedro Fernández de Córdoba, alcalde mayor de la ciudad a la vieja usanza, asaltó la cárcel de la inquisición, ubicada en el Alcázar Real de los Reyes Cristianos; e intentó linchar a Lucero, que huyó a lomos de una mula. En 1507 con el nombramiento de Fray Francisco Jiménez de Cisneros como inquisidor general de la Corona de Castilla (5 de Junio) y el regreso de Nápoles del Rey Fernando V como gobernador de Castilla, se dio un golpe de timón a los “sucesos de Córdoba”, que ambos estadistas conocían bien a través de pormenorizadas informaciones (como la elevada al Rey Fernando por Gonzalo de Ayora a través del principal secretario real Miguel Pérez de Almanza). El problema étnico religioso de los conversos se atemperó aceptándose el statu quo  social de unas minorías conversas influyentes. El problema inquisitorial se moderó con la detención de Lucero y la convocatoria de una asamblea general - “Católica y Venerable Congregación“ - en Burgos en 1508. Reunida desde el 1 de Junio hasta el 10 de Julio, esta asamblea lamentó la falsedad de los testigos, liberó a los presos, restituyó a vivos y muertos su honor y fama, ordenó reedificar las casas demolidas consideradas infundadamente sinagogas y borró de los libros las injustas sentencias del Tribunal de Córdoba.

El problema político se orientó entonces a favor de un poder soberano del Rey en menoscabo del poder territorial del reino, desterrado de Córdoba el 18 de Octubre de 1508 al todopoderoso Marqués de Priego, sobrino del Gran Capitán. Detrás de esta acción individual de Lucero, caracterizada por un exaltado radicalismo religioso, se desarrollaron tres procesos concomitantes, que explican en definitiva la alta significación de aquel protagonismo estelar. En primer lugar está la actuación de unas minorías conversas, “conversos viejos“ frente a “conversos nuevos“ influyentes políticamente y poderosas económicamente en el marco de una sociedad conflictiva, liderada por las aristocracias locales de rancio abolengo nobiliario (los Fernández de Córdoba entre otros linajes distinguidos). En segundo lugar se halla el problema religioso, que, si bien tuvo como centro la “herética pravedad“ de los conversos, lo que realmente supuso fue una lucha entre la jurisdicción ordinaria de la iglesia; los obispos de Córdoba a la sazón fueron Juan Rodríguez Fonseca (1499), Juan Rodríguez Deza (1505) y Martín Fernández Angulo (1510) y la especifica de la inquisición (Lucero). Y en tercer lugar hay que hablar del problema político por el que se pugnaba dialécticamente por organizar la sociedad desde un poder central fuerte (Fernando V) o desde un poder compartido entre poderosos nobles locales (Marqués de Priego y Conde de Cabra) muy bien relacionados con los conversos y un rey (Felipe I el Hermoso), que no debía de ser otra cosa que el primus inter pares en el gobierno de la sociedad.

Y aquí voy a cortar porque como me siga enrollando acabo por escribir un libro, solo deciros que Lucero falleció en Sevilla el día 28 de Diciembre de 1534 y tan solo en Córdoba mandó quemar en la hoguera a más de 300 personas

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