diciembre 01, 2023

Miguel Blancas Calzado

 


HISTORIA DE LA LLAVE DE ORO
DEL CANTE FLAMENCO



La primera Llave del Cante la recibió TOMÁS el NITRI, su auténtico nombre fue Tomás de
Vargas Suárez de la Cera. Probablemente nació en el Puerto de Santa María en 1850, si bien algunos
estudiosos fijan su lugar su lugar de nacimiento en Arcos de la Frontera.

Murió en Cádiz, siendo aún muy joven, en la década de 1880. Fue alumno de El Fillo, pues este gitano era nieto de una de las hermanas del cantaor. Siempre fue famosa su rivalidad con Silverio Franconetti ante quien se negaba a cantar, pese a que éste también había sido pupilo de El Fillo. Unos dicen que esta negativa respondía a miedo que Tomás tenía a Silverio.

Antes de cantaor fue bailaor, sin embargo, el premio de recibir la Llave de Oro del Cante se le fue entregado por un grupo de seguidores suyos. Liderados por el general Sánchez Mira, durante una fiesta, cuyo lugar de celebración es incierto: hay quien afirma que fue en Jerez, y quien dice que fue en el Café sin Techo de Málaga. Sea como fuese, el NITRI pasó a la historia por esta circunstancia y más aún, por la autoría de unos cantes por seguiriyas que aún prevalecen intactos.

La segunda Llave del Cante, la recibió MANUEL VALLEJO. Su nombre era Manuel Jiménez Martínez de Pinillos. Nació el día 15 de octubre de 1891 en el número 1 de la calle Padilla de Sevilla, en el seno del barrio de San Marcos. Algunos expertos, guiados por unas declaraciones que hizo el propio cantaor, también indican que Vallejo nació en Sanlúcar de Barrameda, lo que no se ha podido demostrar.

Murió el 7 de agosto de 1960 en el Hospital Central de Sevilla, hoy sede del Parlamento de Andalucía. Desde niño, Vallejo entró en contacto con el flamenco, no en vano, ya con quince años, frecuentaba el Kiosco de Pinto de la Alameda de Hércules, donde alternaba con Pastora Pavón, Tomás y Currito el de la Geroma, entre otros.

La primera vez que aparece Vallejo en público con este nombre, según narra Manuel Bohórquez, es en un cartel del 5 de junio de 1919, en un beneficio que se le organizó a Antonio Silva el Portugués en el Variedades de la calle Trajano de Sevilla.

Su primer disco los graba el cantaor para la casa Pathé en 1923 acompañado a la guitarra por Ramón Montoya. Y a partir de aquí comenzó su estrellato, fue requerido en todas las ciudades de España y se convirtió en uno de los saeteros más queridos de la Semana Santa de Sevilla. En este punto llegamos al año 1925, donde se le entregó la segunda llave del cante, en Madrid. 

Era el discípulo predilecto de Don Antonio Chacón, gran cantaor por derecho y gran persona.


La tercera Llave del Cante, fue para ANTONIO MAIRENA, su nombre Antonio Cruz García. Nació en Mairena del Alcor el 7 de Septiembre de 1909. Creció en el seno de una familia gitana, muy relacionada con grandes artistas de la época. No en Vano, su padre fue muy amigo de Manuel Torres, Joaquín el de la Paula o el Gloria.

Se dice que, se destapó en una fiesta que se le dio a Faíco en Mairena, cuando el niño salió a cantar unos tangos de Pastora Imperio. “Soy grande con ser gitano”. En 1924, se celebró un concurso en Alcalá de Guadaira (Sevilla), sirvió para que Antonio se subiera por primera vez a un escenario. Tenía quince años y cantó por seguiriyas y soleares. Joaquín el de la Paula le dio el primer premio, dotado con 20 duros.

Empezó a ser conocido como El Niño de Rafael y en 1930 pasó a llamarse El Niño de Mairena. Destacó al principio en las saetas pero no llegó a grabarlas. Luego  empezó  su  etapa  como cantaor para  el  baile,  trabajó  con Pastora Imperio, en el tablao La Capitana de Madrid. Posteriormente se fue de gira con Teresa y Luisillo por toda América, y en los años cincuenta lo contrató Antonio el Bailarín, de esta manera llega 1962. Año en  que se  le  otorga la tercera llave de oro del cante, justo dos años después de la muerte de su anterior dueño, Manuel Vallejo. En el concurso de Córdoba, participaron entre otros, “Pericón” de Cádiz, Platero de Alcalá, “Fosforito”,  Antonio  Núñez, “Chocolate”, Juan Barea  y  Antonio Mairena, a  quien por unanimidad del jurado compuesto por importantes figuras del flamenco, como Aurelio Selles y Juan Talega entre otros, fue el ganador de tan merecida Llave del Cante.

La cuarta Llave del Cante, para CAMARÓN DE LA ISLA, su nombre José Monje Cruz. Nació en el

número 29 de la callejuela del Carmen de San Fernando (Cádiz), el 5 de diciembre de 1950 y murió en Badalona el 5 de julio de 1992 aquejado de una enfermedad pulmonar.

A los ocho años ya cantaba de forma esporádica en la famosa Venta de Vargas, a donde lo llevaba su hermano Manolo, para que ganara algún dinerito. Con doce años ya era un admirador ferviente de Manolo Caracol.

En 1963 viaja a la feria de Abril junto a Paco Betordo y Rancapino, para cantar en la caseta de la Venta de Vargas. Allí conoce a Antonio Mairena, Juan Talega y a Lola Flores.

Con catorce años, participa en la película de Rovira Veleta, “El amor brujo”, que estaba protagonizada por Antonio Gades. Con dieciséis años, gana el primer premio del segundo grupo del IV Festival de Cante Jondo de Mairena del Alcor.

Camarón comienza a ganar fama, ya que había abandonado definitivamente su pueblo para viajar hasta Madrid en la compañía de Miguel de los Reyes, con la que actuó en la Sala de Fiestas Sayro.

Con Paco de Lucía, como fruto un primer elepé titulado “Al verte la flores lloran”, publicado en 1969. En 1971 edita dos nuevos discos junto con Paco de Lucía. “Cada vez que nos miramos”, y “con tus ojos dos estrellas”. En 1972 publica “Canastera”. Se casa en el año 1974 con Dolores Montoya “La Chispa”, antes publica “Arte y Majestad”. En 1976 publica “Rosamaría” y es acompañado por primera vez de forma esporádica por Tomatito.  De  mano  de   Ricardo  Pachón  graba  en  1979  “La  Leyenda  del  Tiempo”, acompañado a la guitarra por José Fernández Torres, “El Tomatito”. A partir de aquí ya no para, publica “Como el agua”, en 1981. Participa  en festivales por  toda España y en

el extranjero, edita “Calle Real”. “Te lo dice Camarón”, luego llega “Soy Gitano”. “Potro de Rabia y Miel” serían  sus últimos  discos en 1992 publicados ya  en los  albores de su muerte, el 19 de marzo es ingresado en la clínica Quirón, donde se le diagnostica una fuerte neumonía. El 2 de mayo se confirma que tiene un cáncer de pulmón irreversible. Definitivamente, le arranca la vida el 5 de julio. Más de 100.000 personas se dieron cita en su entierro, en la ciudad que le vio nacer San Fernando.

Nueve años después la Junta de Andalucía le entregaría La llave de Oro del Cante a título póstumo en el año 2000.

Quinta Llave del Cante a FOSFORITO, Antonio Fernández Díaz. Nació en Puente Genil en el

año 1932. Está considerado como uno de los maestros del cante del siglo XX. Comenzó a cantar siendo un niño, pero su gran salto se produjo en el primer Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, celebrado en 1956, donde ganó todos los premios. Se codeó en los años cincuenta y sesenta con maestros como Pepe Pinto o Juanito Valderrama.

Le cantó en América a Manuela Vargas y recorrió toda la costa Americana en 1964, con motivo de la Exposición Universal, junto a su amigo Juan Habichuela. Con Antonio Mairena ha sido cabeza de cartel en todos los festivales de España durante los años setenta. Rescató estilos de su tierra como el Zángano de Puente Genil. Grabó junto a Paco de Lucía, una memorable antología. Además es autor de sus propias letras y compositor para otros muchos cantaores, como Camarón que utilizó sus versos en el inicio de su carrera artística. Participó en la lucha por la tercera Llave de Oro del Cante, que se entregó a Antonio Mairena en 1962 y ha recibido otros muchos premios como el Ondas en 1998 por su larga trayectoria, o el de Pastora Pavón.

La Junta de Andalucía le otorgó la quinta Llave de Oro del Cante por su labor  de “dignificación y universalización del Flamenco”. Se le concedió el 26 de julio del 2005, la recibió en Málaga. Antonio Fernández “FOSFORITO” dedica la distinción a su familia y a los amigos ausentes.

La obra discográfica de Fosforito, con veintiséis discos, en los que el cantaor “evidencia su dominio de todos los estilos y cultiva una multitud de variantes”, muchas de ellas, productos directo de su creatividad que hoy son referencias indispensables para los aficionados.

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