Comenzaremos con su vida y a
esta primera charla la titularemos:
“Don Juan Valera, un donjuán hasta en su senectud”.
Esta mañana venía de Centro de Salud, y para llegar a casa en vez de bordearlo, pasé por el interior del
Parque Alcántara Romero, al llegar a la glorieta de Don Juan Valera lamenté que
no existiera el arrearte que circundaba el monumento cuando se inauguró en
1927. Ahora solo vemos flores junto a la efigie de D. Juan Valera, cuando se
realiza la ofrenda florar con motivo del día de San Juan y la tradicional
entrega del premio literario creado en su honor.
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Efigie a Don Juan Valera |
La soledad de la efigie, me
recordó que antiguamente incluso había un quiosco donde se decía que se
guardaban los libros de Don Juan Valera. Y no pude abstraerme de saludar a tan
Ilustre paisano.
-Buenos día Don Juan, perdone
mi atrevimiento, podría conversar con usted, si no tiene inconveniente.
-Dígame joven, ¿nos conocemos?
-No, no me no conoce dado que
usted es de una época anterior a la mía.
-¿Entonces como sabe usted
sabe quién soy yo?
-Porque usted el personaje más
famoso de nuestro pueblo y sigue siéndolo.
-No sea exagerado joven, Cabra
la antigua Egabrum en la época de los romanos, es antiquísima, tanto que se atribuye su
fundación a los lúrdalos. ¿Sabes que su nombre más antiguo que se conoce es
griego? Era Aigagros, que significa cabra montés.
Desde tiempo tan lejano, Cabra ha dado no solo hombres ilustres sino
también Santos mártires, tantos que nos ocuparía muchas horas de conversación
hablar de todos ellos.
Por ejemplo, mi tío Dionisio
Alcalá Galiano que nació el 8 de octubre de 1760 y murió por su heroica
actuación al mando del navío de línea Bahama, el 22 de julio de 1789 en la
batalla de Trafalgar, por este triste acontecimiento, además de ser un
destacado marino, cartógrafo, militar y científico español, brigadier de la
Real Armada Española, le correspondería esa categoría de personaje más famoso.
No llegué a conocerlo ya que yo nací el lunes 18 de octubre de 1824.
-Vaya a la primeras de cambio
hablando con usted y ya puedo ratificar lo que se dice de su persona que fue
uno de los españoles más cultos de su época, y propietario de una portentosa
memoria. Ciertamente Cabra ha sido cuna
de hombres eminentes, que han sido honra de su tiempo y orgullo de su raza.
Pero usted es uno de hijos más ilustres por ser un eminente literato.
-¿Eso dicen de mí?
-Bueno y muchos elogios más
como que usted hablaba, leía y escribía el francés, el italiano, el inglés y el
alemán. Además que como escritor cultivó todos los géneros literarios,
epistolar, periodístico, poesía, cuento, novela…Llegando a ser miembro de la
Real Academia Española desde 1862. La verdad es que es sorprendente su
trayectoria, ya que no solo se dedicó a la literatura y a la ciencia literaria,
fue director de periódico, político llegando a ser diputado a Cortes,
Secretario del Congreso y por su carrera como diplomático le llevó a ser
embajador de España lo que le llevó a conocer algunas de las principales
ciudades y capitales de Europa y América: San Petersburgo, Lisboa, Río de
Janeiro, Nápoles, Washington, París y Viena.
Aunque también desde un punto
de vista más mundano, dicen que usted de joven le llamaban Juanito, pero
llevaba ya camino de ser un don Juan, y muy pronto cuando solo contaba con
veinticuatro años se enamoró de la marquesa de Bedmar Lucía Palladi a la que
conoció cuando estaba de agregado sin sueldo en la Embajada del duque de Rivas,
en Nápoles.
-¿Eso hablan? Bueno, yo
siempre recordé a esa señora que era una mujer madura cuando yo la conocí, pues
era mayor que yo, con cariño y agradecimiento. Ella era una mujer muy culta, me
empujó a estudiar griego. Y puedo asegurar que no cedió a mis deseos físicos
con ella. ¿Sabes que le llamaban “la griega” y también por su extremada
palidez, “La muerta”?
-Tres años más tarde cuando le
asciendan a Secretario de la Legación Brasil cuentan que disfrutó de los encantos
de cierta Baronesa, muy experimentada.
-Calle, joven, calle solo son
chismes.
-¿Y qué me dice de Magdalena
Brohan?
-Eso fue cinco años después,
en 1856, fui nombrado Secretario de la Misión Extraordinaria en Rusia del Gran
Duque de Osuna. Yo tenía ya treinta años y ella veinticuatro, era francesa,
actriz, divorciada y muy hermosa. Me enamoré, pero también aprendí con ella
que, para el hombre enamorado, una mujer puede suponer el infierno o el
paraíso.
-Pero lo suyo con las mujeres
fue un no parar, hasta cuatro pretendientes tenía para una posible boda,
Rafaelita, Magdalena Burgos, Carmela Castro y “la de París”. Pero acaba
casándose a finales de 1867, en París
con Dolores Delavat, hija de un antiguo jefe.
-Cierto, tuvimos tres hijos,
Carlos, Luis y Carmen; pero no fui feliz, por conveniencia social seguimos
juntos pero nuestra vida en común era una separación de hecho disimulada.
-Cumplidos sesenta años, que
para su época eran muchos usted seguía levantando pasiones, cuentan que estando
de ministro Plenipotenciario en Washington, una joven, Katherine Bayard, hija
del Secretario de Estado norteamericano Thomas Francis, Bayard, se sintió profundamente enamorada y frustrada
por usted. La diferencia de edad era notoria, quizás por ello aun cuando lo
sentimientos hacia usted eran muy claros los de usted hacia ella solo eran
conjeturas.
-Qué pena de joven el 13 de
enero de 1886 recibí la orden de que me trasladaban a Bruselas, y tres días
después, Katherine se suicidó, yo por mi edad cierto es que no quise comprometerme.
No porque fuera un don Juan como usted menciona que se dice de mí.
-Perdone Don Juan hemos
hablado de su vida amorosa, chismes como usted dice, ciertamente a mí me interesa más conocer al
literato, me da hasta vergüenza comentárselo a usted yo también escribo.
-¿Vergüenza, por qué?
-Don Juan es que decirle que
yo escribo, parece una osadía por mi parte como si pretendiera compararme,
menos mal que usted no puede leerme porque seguro que se reiría a carcajadas o
seguro que haría una de sus bromas con mi seudónimo.
-¿Utiliza un seudónimo?
-Sí, escribidor de sueños. Y
le vendría genial para decirme que eliminara “de sueños” y en adelante
utilizase el seudónimo de: escribidor “de tres al cuarto”.
-Ande, hombre no sea modesto.
Lea mucho, estudie mucho y esfuércese más. Pero siga adelante con sus sueños.
-Gracias, es usted muy amable,
no parece aquel hombre en el que sus chanzas eran notorias, me contaron una que
se ha hecho famosísima, y es que una ocasión siendo usted diputado por Córdoba,
creo que allá por el año 1871, dirigiendo un discurso en la Cámara Alta, en el
transcurso del mismo pronunció el nombre del escritor inglés Shakespeare. Pero
tal cual se lee en español, y esto provocó las risas de varios senadores.
Usted, todo elegancia, hizo un
inciso en su discurso y disculpándose dijo: “Perdón, señores; creí que no
sabían inglés”. Y prosiguió su discurso en inglés, dejando a sus señorías
avergonzados y sin entender el resto de
sus palabras.
¡Hala! se me ha hecho
tardísimo, pero no querría marcharme sin hacerle una pregunta, por la que
mencianos y egabrenses a veces discutimos.
-¿Dígame joven?
-¿Donde nació usted, en Doña
Mencía o en Cabra?
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Casa natal de Don Juan Valera |
-Nací en Cabra (Córdoba) como
ya le dije anteriormente el día 18 de octubre de 1824, y fui bautizado en la
Iglesia de la Asunción y Ángeles. Mi madre María Dolores Alcalá-Galiano era viuda cuando se
casó mi padre. Su primer marido el brigadier suizo Santiago Feüller con el que tuvo
dos hijos, murió en Salamanca. Así pues mi madre regresó a su ciudad natal
Écija y posteriormente se vino a Cabra a la casa de su madre, casa donde hoy se
halla el actual conservatorio Isaac Albéniz. Mi padre Don José Valera y Viaña
era natural de Doña Mencía y tenía un caserón que hacía esquina a las calles
Llana y Vuelta del Sacramento. A principios el siglo XIX estaba prácticamente
en estado de ruina.
Visto lo cual todos tienen una parte de razón, nací en Cabra y en
Doña Mencía donde pasaba largas temporadas reflejé en mis obras literarias más
relevantes como “Juanita la Larga”, “Las Ilusiones del Doctor Faustino”, “El
cautivo de Doña Mencía”, “El Bermejino prehistórico”, “La Cordobesa” o el
“Comendador Mendoza” los lugares y
personajes de esa bonita Localidad Andaluza
que debe su nombre a Mencía López de Haro, esposa del capitán Álvaro Pérez de
Castro.
-Lo siento muchísimo ya me
tengo que ir. Usted aquí tiene tiempo de esperarme, permítame que pase en otro
momento.
-Pase cuando quiera joven, no
me voy a mover de aquí. Jajaja
CONTINUARÁ ……………………