febrero 01, 2024

Editorial == Revista número 9 mes de febrero 2024

Febrero, ha llegado, con él el mes más corto del año, aunque algunas veces parece el más largo, porque este mes es el mes de la incertidumbre, la frontera entre el invierno y la primavera.

Para nosotros haber llegado hasta febrero con nuestra revista. Es la felicidad suprema la convicción de que somos apreciados por ustedes queridos lectores. El mes del amor nos hace caer en la reflexión de que el tiempo y la perseverancia nos hacen encontrar el camino al éxito, aun sabiendo nuestras limitaciones, pero no por ello dejamos de actuar para conseguir nuestros sueños.

Gracias, muchas gracias amigos lectores.

Gracias a todos los que colaboráis en la revista, seguiremos realizándola porque nuestra pretensión es devolverles a quienes nos siguen la felicidad que a nosotros nos reporta el realizarla.  Y a aquellos que se quieran integrar, o quien quiera participar en la realización de la misma, solo tiene que enviar, su relato, poema, ensayo, artículo, fotos, etc. a:

EMAIL: cabracultaypoetica@gmail.com.

No descartaremos a nadie. Solo hay que tener en cuenta que la revista no podrá tener contenido político, siendo esta la causa por lo que rechazaríamos aquello que se nos enviase. Por supuesto aquel contenido, xenófobo, racista o de cualquier índole que vulnere los derechos de las personas será rechazado y en su caso denunciado, si procediere.

La revista no se hace responsable del contenido del trabajo que nos envían los colaboradores.

Su publicación sería mensual.

Puedes ver nuestra revista entrando en mi Facebook: escribidor de sueños, también siguiendo a cada uno de los colaboradores en su Facebook, o si lo prefieres te recomendamos este enlace: Cabra, culta y poética (cabramilenaria.blogspot.com)

También podemos enviártela en PDF, solicitándonosla a nuestro EMAIL de contacto o también pueden descargarla desde nuestro blogs

Vea en PDF nuestra revista, o si lo prefiere descárgala. 

Relatos de Cabra

 El bachiller Antón de León y Fernández de Córdoba
Por Antonio Fernández Álvarez
(escribidor de sueños)

Si Lekanackub y la Sociedad de los Caballeros agustinos hubiesen tenido como sede de sus reuniones la misma casa,  podría  decirse que  es la del comienzo de la calle Bachiller León, ya que hace esquina con esta calle y la antigua calle Hornillo,  hoy denominada  Teniente Fernández.  En  el interior de la casa, se podía leer hace  algunas décadas,  una placa  en latín  que hace alusión a la sentencia de Horacio, placa que  concede a esta casa una posiblidad de ser  la que hallaba  buscando como la de  don  Luis  Herrera Robles, dado que este señor fue el traductor de la Eneida.  Pero eso es otro tema. Nos referimos hoy al origen del nombre de la calle Bachiller de León.

¿Qué tiene de  particular la  calle Bachiller de León?, pues que curiosamente  es  una  de  las calles más antiguas  de  nuestro  callejero,  ya que aparece con este nombre desde 1577. Mi anterior escrito sobre Lekanaklub, lo titulé Cabra, culta y poética, ahora añadiría además, cuna de grandes hombres.

¿Quién fue el Bachiller León? Fue Antón de León y Fernández de Córdoba,  hijo  del  regidor egabrense, Pedro  Fernández  de  Córdoba y María  Fernández  de  Atienza. El Bachiller León era biznieto, por  línea bastarda, del primer Conde de Cabra. Nos referimos al primer conde tras el resurgimiento por  segunda vez  medio  siglo  después de la creación por  Enrique IV  de  Castilla, el  2  de  noviembre  de   1445  del Condado  de   Cabra.  Siendo   el   primer   Conde   en   este   periodo  Diego  Fernández   de  Córdoba  y Montemayor, quen era señor de Cabra desde 1439. Sin embargo hubo un primer  Conde  de Cabra que lo creó Enrique II en 1380 y lo cedió a su hijo bastardo Enrique de Castilla, nacido en nuestro castillo de su amante Juana de Sousa. Enrique falleció sin descendencia en 1404 y el condado volvería a la Corona castellana. De ahí que Enrique IV como hemos comentado se lo diera a  Diego  Fernández de Córdoba y Montemayor por haber ayudado al monarca en la contienda contra el Reino nazarí de Granada.

Volviendo al Bachiller Antón de León y Fernández de Córdoba, era Bachiller en Derecho. Se casó con Juana de Gálvez y junto con su mujer fueron los fundadores del Convento de los Dominicos de Cabra en 1550. De este antiguo convento es la Iglesia de Santo Domingo. Se erigió sobre una pequeña ermita llamada de la Doctrina, de principios del siglo XVI.

El Bachiller León figura en el Padrón de Hijosdalgos de Cabra emitido en el día primero de diciembre de 1544.

Antón de León y Fernández de Córdoba y su esposa Doña Juana de Gálvez, como fundadores del convento hicieron una donación gratuita a la comunidad de unas casas, huertas, viñas y olivares, dando una gran suma de dinero para la edificación y entregando además doña Juana de Gálvez, con el beneplácito de su marido, todas sus joyas, prendas de adorno de su persona y casa, y disponiendo por último en su testamento diferentes legados a favor del Convento. El matrimonio está sepultado en la capilla de lado del evangelio.

Fotos de diferentes años, de la calle Bachiller de León. Extraídas de la web Cabra en el recuerdo.

Foto facilitada por Manuel Ruiz Muñoz



Foto de los años 60 facilitada por Pepe Ruiz






















Miguel Blancas Calzado

 


Cayetano Muriel
"El Niño de Cabra"



CAPÍTULO SEGUNDO

VIDA Y ANÉCDOTAS DE CAYETANO MURIEL 

                                                                    



Continuamos   donde   lo   dejamos  en  la   primera  revista   y comenzamos con el fandango abandolao que Cayetano cantara con Manuel Torres en el Café Chinitas.

Yo fui a un nío y la cogí
            blanca paloma te traigo
            quedó su madre llorando
            como yo lloro por ti
            la solté y salió volando. 

Plaza de toros de Cabra

El 16 de julio de 1911 se celebró en Cabra una  corrida  de toros a  beneficio del Hospital  San Juan  de Dios.  Fueron lidiados seis toros  de  Antonio  Bejarano, para  los  diestros  Rafael  González “Machaquito” y Manuel Rodríguez Manolete “Padre”. Preside la corrida don Rafael  Guerra “Guerrita” quien solicita de su amigo Cayetano  Muriel “El Niño de Cabra”  hacer de “Torilero”.  Como reclamo  para  aquel acto benéfico   se  editaron  varios  carteles anunciadores,  de los cuales se conservan varios: uno en el coso egabrense, y  otro  está  en  el  museo taurino de Antonio Piedra “Chamaco”.    Con    ese    saber    hacer   por   las   cosas   de   su  pueblo,  gentilmente   me   lo  entregó  para  poder  presentarlo en este libro.                                       

Canta esta seguiriya:

Que grande son mis penas
            que no me caben más
            que dejaste morir solito en
            un hospital
            que me dejaste morir solito en
            un hospital

No paso el charco, aunque me hagan un puente

Cayetano Muriel
"Niño de Cabra"
Le propusieron un contrato para cantar en América, y dijo esta frase: “No paso el charco aunque me hagan un puente”.

Juan Manuel,   es   el   hijo   preferido   de   Cayetano  y   siempre  lo acompañaba    al   bar,   cuando    este   estaba   de  permiso,  cantaba maravillosamente, sobre todo por “Canalejas de Puerto Real".

Juan  Manuel   se   hizo   militar   y  llegó   al  grado   de  teniente  de regulares,   y   estando   en   África   junto   con   el  comandante  don Manuel Sánchez Terrones, es herido durante la guerra civil. 

Cayetano  aunque  en  su día  dijo:  que  no  pasaría el charco, en esta ocasión  lo  pasa  para  ver  a  su  hijo, y en casa de Sánchez Terrones canta esta guajira.

            En una noches serena
            se oía un leve quejío
            de un pobre soldado herío.
            Bañao en sangre y arena
            por ir las camillas llenas.
            No le asiste la Cruz Roja
            y al ver que su sangre arroja.
            El bravo soldado advierte
            que se le acerca la muerte
            porque no hay quien lo recoja.                                                        

Lucena a la que tanto quizo y
recibió de ella

A la entrada de Lucena por la carretera de Cabra, en el Ventorrillo, escucha y canta con Dolores “la de la huerta”,  y  en  el bar de La Cueva con Rafael Rivas. Allí  estuvieron  un tiempo las fotos de Cayetano y de Rafael Rivas, esta calle se denomina hoy “Juan Valera”.

Cayetano estando en Lucena, se hace parada en la fonda “Juanito” de la plaza de San Francisco. Sus amigos José María Ranchal, padre del cantaor lucentino Antonio Ranchal Álvarez de Sotomayor, que obtuvo el primer premio del segundo certamen Flamenco Cayetano Muriel “El Niño de Cabra” el 17 de julio de 1966. Al que Cayetano tantas veces lo tuviera sentado en sus rodillas de niño. Don Alejandro Aragón, don Juan Torres (fundador de las bodegas Torres Burgos), el notario don Antonio Purina, Agustín Algar, los bodegueros Ruiz Canela y Víbora, y el abogado don Manuel González Aguilar, solían reunirse en el Círculo Lucentino formando sus juergas y Cayetano le cobraba por cantarles. Pero era tal su estimación y tanto el aprecio de su arte, que por más que le pagaran, jamás cantaba si no era respetuosamente escuchado.

 

                                                                                             CONTINUARÁ ........................

Antonio Fernández Álvarez (escribidor de sueños)

 


CHARLAS CON 
DON JUAN VALERA 




Don Juan Valera. En clave literaria

Paseo Alcántara Romero 
Efigie a Don Juan Valera
-Buenos días don Juan, he compartido en mi revista Cabra, culta y poética la conversación que días pasados mantuve con usted, espero que no le moleste, lo he creído oportuno dado que este año conmemoraremos el ducentésimo (doscientos) aniversario de su nacimiento y yo modestamente quisiera reivindicar su vida, y avatares como escritor y político aunque ya es de sabida su historia, sus obras y todo lo referente a su figura. Quizás quien más haya dado a conocer toda su biografía, sus libros, y hasta gran parte de su epistolario,  por su labor investigadora fue Doña Matilde Galera, esta señora, profesora de literatura de nuestro instituto Aguilar y Eslava fue una de las más profundas conocedoras de la vida y obra de usted, su libro “Juan Valera político” es de imprescindible lectura.

-Buenos días joven, ¿y cómo ha titulado esa primera conversación que tuvimos?, recuerde que si quiere que le lean, un buen título es el comienzo para enganchar a los lectores.

-Don Juan, no sé si a usted le hará mucha gracia, pero la verdad que como principalmente hablamos de su vida mundana y gran parte de la charla se derivó a su relación con la mujeres que de un modo u otro tuvieron relación con usted, he de decirle que hasta yo mismo me sorprendí cuando se me ocurrió el título: “Don Juan Valera, un donjuán hasta en su senectud”.

-Joven tendrá que leerme el relato aunque creo que por lo poco que le voy conociendo no creo que haya cargado las tintas en un relato que más pareciera de esos que ahora le llaman prensa rosa.

-Ni por un momento piense eso don Juan, muy al contrario creo retratarle como todo un señor, un caballero, que lo fue, además tan cultísimo para su época, no era de extrañar que causara pasión en las damas con la que trató. Pero permítame que hoy hablemos de sus obras.

-¿Qué quiere saber, joven?

-Don Juan, muchos estudiosos de las obras de usted, no llegan a una conclusión convincente a la hora de clasificarla. Realismo, naturalismo, novela de tesis, novela psicológica, costumbrismo…En conclusión usted hizo un género de novela en libertad, sin ataduras a cánones.

-Joven, creo recordar que en el prólogo de una edición de mi novela Pepita Jiménez que se hizo en inglés, creo que fue en Appleton en 1886 afirmé: “Mi novela es, por la forma y por el fondo, de lo más castizo y propio nuestro que puede concebirse. Su valor, dado que le tenga, estriba en el lenguaje y en el estilo, y no en las aventuras, que son las que ocurren a cada paso; ni en el enredo, harto sencillo o casi nulo.”

-Quiere usted decir con esto que se esforzó en usar un lenguaje sencillo y puro.

-Mire joven en cualquier época hay un estilo de convención, un enjambre de frases hechas. Para escribir con estilo propio, es menester desechar esta manera; ser uno mismo. El que logre serlo escribiendo, ese será original, diga lo que diga.

Don Juan Valera 
-Don Juan, ¿cuál cree usted que fue el motivo para que un sector de la crítica a finales de 1856, no acabara reconociéndole como un escritor de mérito?

-Mi amigo y jefe Leopoldo Augusto de Cueto, subsecretario de Estado, publicó extractos de las largas y fascinantes cartas que yo le enviara desde San Petersburgo  en donde me encontraba como secretario del flamante conde de Osuna en una misión diplomática en Rusia. En ellas contaba muchos detalles sobre la vida social y cultural.  Dichas cartas se publicaron en el periódico La España. Estas cartas fueron la causa de que un sector de la crítica hiciera  como lo hizo. Pero mi tío Antonio Alcalá Galiano, académico y escritor hizo una defensa de mis cartas. En palabra suyas dijo: “Tus cartas han hecho una revolución; hay estúpidos que dicen que son chabacanas; se conoce que no saben ellos ni siquiera nuestra lengua y por consiguiente el significado de las palabras, etc. etc.; siendo Juan Valera el que más sabe en España siempre tendrás enemigos, porque eres superior y no te pueden perdonar que tengas más instrucción que ellos. Lo cierto es que tus cartas las copian todos los periódicos, hasta el diario de avisos”…..

-Don Juan he leído que el público se divirtió con los agudos dardos que lanzaba en esas cartas a su fatuo superior, pero que cuando el Duque de Osuna, flamante Conde de Benavente se enteró del asunto, usted se encontró en una posición embarazosa. 

-En realidad Cueto publica las cartas sin que yo lo sepa, cuando tuve noticias de su publicación fue el día 20 de junio de 1857 en Francfort. Las cartas estaban llenas de ironías y de comentarios sobre cierta gente de influencia, como has comentado a mi propio jefe, el duque de Osuna. Yo no deseaba que se publicaran inmediatamente, sino cuando pasaran muchos años, quizás dentro de cuarenta o cincuenta o mejor que no se publicaran nunca. Pero lo hecho, hecho está.

-Don Juan, ¿qué hay de cierto en lo que se dice que en una ocasión usted llegó a afirmar que la novela es una producción secundaria dentro de las letras?

-Joven en 1900 influido por la mentalidad del siglo XVIII pude decirlo, también dije que las novelas  están  más  sujetas  a  las  modas  que  los demás libros. E igualmente comenté que los verdaderos literatos, cuando quieran escribir obras duraderas y no contentarse con el aplauso efímero, deben prescindir de la moda y dejarse llevar de la propia y natural inspiración de la que nace, sin buscarlo ni pretenderlo, cuánto hay de original, de peregrino y de nuevo.

-Don Juan, ¿están tomados sus personajes, situaciones y lugares de sus novelas directamente de la vida real como afirmaban también algunos críticos?

-Mire joven ya en 1877 me revolví contra aquellos que afirmaban que en mi obra el Comendador Mendoza quisieron ver en mis personajes y  los sucesos que se cuentan retratos de la vida real, cierto es que en cuanto a la descripción de los lugares como son los que mejor conozco los tomo para bordar sobre ellos lo que se me antoja producto de mi fantasía. Claro que los usos, costumbres es historietas vulgares de los pueblos algo se plasma, pero la narración capital y los caracteres de los personajes son siempre creación mía.

-Don Juan, permítame otra pregunta más para ir acabando en el día de hoy esta charla con usted, ¿fue su afición a la literatura extrajera la que le llevó a la traducción de obras, con la dificultad que eso entraña, usted entre otras muchos  trabajos, poemas, novelas, etc. tradujo Fausto, Dafnis y Cloe?

-Ciertamente joven yo era muy aficionado a la literatura extrajera, pero no es exactamente eso lo que me llevó a traducir obras a nuestra lengua. Indudablemente hay una gran dificultad en la traducción al trasladar aquellos matices que solamente un oído nativo es capaz de captar. Cierto es que muchos autores han resultado perjudicados por la traducciones, otros han conseguido más en el extranjero que en su propio país gracias a una acertada labor traductora. Yo mismo me sentí desacreditado en Francia por las traducciones que hizo en 1879  Thérèse Blanc, que utilizaba el seudónimo  de Thérèse  Bentzon hizo de mis novelas  Pepita Jiménez y Las ilusiones del Doctor Faustino. Respondiendo a su pregunta la explicación de porqué he traducido trabajos de autores extranjeros creo que la explicación que más se ajusta a la realidad es por patriotismo, ya que he traducido muchos trabajos que rompían lanzas a favor de las glorias españolas.

-Don Juan solo por esta vez, ayúdeme ¿cómo titularía esta charla que publicaré en el mes de febrero?

-Joven, eso se lo dejo a su invención no querrá que encima que le doy la información también le ponga yo el título. Demuéstreme que no es un escribidor de “tres al cuarto”, estoy seguro que hallará un buen título.

-Está bien don Juan aquí le voy a dejar. Usted aquí tiene tiempo de esperarme, permítame que pase en otro momento.

-Pase cuando quiera joven, no me voy a mover de aquí. Jajaja

 

CONTINUARÁ ……………………

José Fernández Álvarez (Jota Efe A)

 


LA  TOPONIMIA  DE 
GAENA







"Hay varios caminos para llegar hasta "Gaena" y no me refiero a carreteras, veredas o trochas varias. No. Me refiero a llegarnos hasta el origen etimológico que bien pudiera ser de carácter toponímico.




Así, en primer lugar, según un estudio de Stefan Rustaller de la Universidad Pablo de Olavide, los nombres de lugar constituyen una parte importante del patrimonio histórico y cultural de una región.

Entrando de lleno en la búsqueda de la etimología de "GAENA" y atendiendo al estudio del esquema nombre de persona romano + sufijo latino ENA (a veces ANA), y como explicó el filólogo Ramón Menéndez Pidal en un importante estudio, y que documenta con las numerosas huellas encontradas en la toponimia andaluza, nuestra aldea bien pudiera deber su nombre en su aspecto semántico considerando que el sufijo latino aporta el significado de pertenencia, posesión a un originario "Villa de", en nuestro caso de GAENA = VILLA DE GAIUS.

Otros ejemplos de verificación de lo anterior serían: LUCENA = Villa de Lucius, BELLICENA = Villa de Bellitius, TREBUJENA = Villa de Trebucius, MARCENA = Villa de Martius o Marcius, etc.

Y terminados en ANA: TRIANA = Villa de Traianus, CANTILLANA = Villa de Catinius.

La mayor parte de los topónimos ubicados en España tienen raíces prerromanas, o sea ibéricas, celtas o celtíberas, según el libro “Topónimos y apellidos españoles de origen ibérico o pre-latino” de Gonzalo Mateo Sanz, (Monografía de Toponimia ibérica, edición primera de mayo de 2019, publicada en Jaca). Atendiendo a esto, este libro-diccionario recoge en la página 100 el término GAENA (Gaen-a) con la significación de “el monte” y sitúa el lugar en la provincia de Córdoba, así como GAEN (en la provincia de Teruel –Urrea de Gaén) tiene la significación de “monte o en el monte

Francisco Asís Granados Mellado (Paco Granados)

 


LA SOMBRA DE LA MONTAÑA






Capítulo 1: El anuncio

Cabra era un pintoresco pueblo situado al pie de una imponente montaña. Sus calles empedradas y casas de estilo andaluz, formaban un escenario vibrante y acogedor. Pero, detrás de su aparente tranquilidad, acechaba un misterio que mantenía en vilo a sus gentes.

Un día, Catalina, una periodista local, recibió una extraña carta anónima en la redacción del periódico. En ella se hablaba de un secreto oculto en el santuario de la Virgen de la Sierra, patrona del pueblo. Intrigada, decidió investigar por su cuenta.

Capítulo 2: Los susurros del tambor 

Al acercarse al santuario, Catalina se dio cuenta de que había algo misterioso flotando en el aire. Comenzó a escuchar susurros apagados y sintió una extraña energía. Dirigió su mirada hacia el famoso tambor y la bandera del pueblo, que se encontraban junto a la imagen de la virgen.

De repente, el tambor comenzó a sonar por sí solo, marcando un ritmo frenético y envolvente. Catalina no podía creer lo que estaba presenciando. La Virgen parecía cobrar vida, y su bandera ondeaba con fuerza desde la brisa suave que reinaba en aquel lugar sagrado.

Capítulo 3: El secreto desvelado 

Obsesionada por encontrar respuestas, Catalina decidió indagar en el pasado de Cabra. Investiga documentos antiguos y entrevista a los lugareños más ancianos del pueblo.

Entre sus indagaciones, descubrió una antigua leyenda que hablaba de un tesoro oculto en la montaña, custodiado por la Virgen de la Sierra. Según la historia, un grupo de piratas había escondido una fortuna en las cuevas cercanas a Cabra, y solo aquellos que descubrieran el misterio detrás del tambor y la bandera, podrían acceder a él.

Capítulo 4: La revelación 

Finalmente, Catalina descubrió un manuscrito antiguo en los archivos del pueblo que revelaba el secreto del tambor y la bandera. Se trataba de un código musical que había permanecido oculto durante siglos.

Decidida a desvelarlo, Catalina reunió a los habitantes del pueblo en el santuario. Allí, al ritmo del tambor y las notas musicales que la bandera producía al moverse enérgicamente, Catalina y los presentes descifraron el código.

Capítulo 5: El tesoro encontrado 

El suelo del santuario comenzó a temblar y se abrió una entrada secreta en el suelo. Todos quedaron estupefactos al descubrir una sala subterránea llena de riquezas y joyas.

Cabra experimentó una transformación mágica a partir de aquel día. La noticia del tesoro se extendió rápidamente y el pueblo floreció económicamente. Se convirtió en un lugar turístico de renombre y el santuario de la Virgen de la Sierra se convirtió en un lugar de peregrinaje.

Desde entonces, la historia de Catalina y su descubrimiento se convirtió en una leyenda que se transmitía de generación en generación en Cabra. El tambor y la bandera de la virgen, símbolos eternos del pueblo, permanecerían siempre como recordatorio de aquel misterio resuelto y del tesoro encontrado.

FIN




José Carlos Ortiz de Galisteo (Carlos Delg.)

 


INQUIETUDES 
DEL ALMA






¡¡¡NO SE OLVIDAN LOS BESOS!!!...

¡Ni el primero ni el último!...
¡Ni bonitos, ni extraños, ni feos!...
Ni robados, amorosos, deseados, forzados, de consuelo,
románticos, interesados, pagados, apasionados,
inesperados, impotentes, posesivos, festivos, frescos,
dulces, amargos, ilusionados, tramposos, obligados...
De afecto , reto, burla o desprecio...
De cariño puro o amistad...
Desenfrenados, callados, vacíos...
Alegres, secretos, oscuros, vacíos...
Dudosos, humillantes, confiados,
Sucios, denigrantes, ardientes o fríos,
Innecesarios, lentos, serenos, rápidos,
Precipitados, ingenuos, con malicia...
¡De niño... joven... o viejo!...
De familiares, queridos y allegados...
De pena, felicidad o regocijo...
De apoyo o traicioneros...
¡Con flores, poesías, regalos, espinas...
O hasta para mandarte al Infierno!...
¡¡¡BESOS HAY MUCHOS!!!...
¡Tantos como estrellas el firmamento!...
¡¡¡Y años por medio!!!...
¡Para conocer cada uno de éstos!...
¡¡¡JAMÁS NADIE OLVIDA SUS BESOS!!!...
(Sabiduría profunda... es reconocerlos)...
Y aunque muchos pudieron ser evitados...
A la postre fue el natural obsequio...
que en definitva te ofrece la vida...
Junto con sus caras, por qué, nombres...
momentos de sucederse, impacto...
recuerdos encontrados y sentimientos...
¡¡¡Nuestro Currículum Vítae sanguíneo!!!...
y DNI interior del alma no reflejado...
¡Y sólo por ti contrastado, cierto y válido!...


Rafael Rodríguez Muñoz (Patillas)

 


POR SAN VALENTÍN
TODO PARA MÍ





Tus ojos para guiarme,
      tu boca para alimentarme
      tus manos para acariciarme,
      tu cuerpo para darme calor
      y tu corazón eso…
      para amarlo solo yo…
 
      Quiero amarrarte
      a mi otro yo,
      que seas el aire
      de mi pulmón
      quiero que cuando mire,
      todo lo que mire, y vea
      sean las caricias
      de tus lindas manos,
      el sello de tu boca
      cuando me besas
      el mirar de tus ojos,
       la fortaleza de tus manos
      cuando me aprietan.
 
      Quiero ver el egoísmo
      de tu dulce corazón
      cuando me inundas
      de tu insaciable amor,
      incluso cuando duermo,
      pienso que eres mi almohada
      la manta que me da calor
      la cama en la que me acuesto
      sueño siempre lo que sueño,
      es lo mismo, que tu cuerpo
      está en el mío envuelto.


Francisco Salamanca Moreno

 


LOS CASINOS






El siglo XIX produce importantes cambios en la sociedad española dando lugar a un cambio de formas y vidas de los lugares de encuentro.

El liberalismo había abolido privilegios de la sociedad estamental originando la teoría de que los ciudadanos eran iguales ante la Ley y el Estado.

Se produce una tajante separación entre la vida privada y la vida pública. La casa es el centro de acontecimientos privados y se crean nuevos espacios de relación social.

Entre los lugares de relación social se encuentran, el salón aristocrático en el que se habla de arte, literatura, música, etc.

Por otra parte, en la segunda mitad del siglo se imponen otros espacios para las clases medias. Surgen los cafés, concebidos como lugares de reunión y encuentro, y los casinos. Estos espacios se presentan como espacios tranquilos, ordenados, etc. que permite leer los periódicos, escribir o montar una tertulia.

En estas modestas pinceladas, que quisieran ser un “regustar” del ambiente de los pueblos inconcretos, no puede faltar el comentario a los casinos, no éste ni aquel, cualquiera. Y aunque el tema es difícil por espinoso, no ha de eludirse, bastando tan solo a acogernos, con perfecto fundamento, a la consabida frase de que cualquier semejanza sería mera casualidad.

Ya desde mi adolescencia he sentido un profundo respeto por los casinos que el tiempo confirmó y ha depurado. Quiero recordar cómo sería nuestra ciudad del siglo XIX, ricos hacendados, estudiantes que crecían dando vueltas en el rito del paseo presidiendo el armónico conjunto, el casino; sus grandes lunas, como bostezo, separaban la burguesía pacífica y escéptica de los socios, de la masa uniforme que ocupaba las calles. Y al pasar ante este casino, mi ánimo siempre tímido, y soñador, me hacía deslizarme con la compostura y silencio propio del templo. Porque el casino tenía indudablemente un trascendente significado ciudadano.

Y esta impresión ha subsistido en la variedad de casinos que después he conocido, aunque no tuvieran la clásica solemnidad de sus cristaleras. Lo mismo en el casino de persianas echadas y estrecha puerta, masonería de alcohol y dominó, que en el extravertido andaluz que invade la acera en desvergonzada muestra de holganza, todos ellos tenían marcados los signos propios de quien es consciente de la importancia de su función.

Mucho se ha criticado estas instituciones, achacándoles mil males imaginarios, porque en  verdad  la  crítica  era  producto  del  desconocimiento  de  su  verdadero significado cuando no el deseo insano de encontrar culpables de los males que todos causamos. Yo creo que el casino es una institución de suma trascendencia, siempre y cuando sepamos limitar sus verdaderos fines, sin desorbitar funciones ni esperar impropios resultados.

No es propio de ellos la ociosidad, aunque lo sea algo semejante, pero no igual, como es el matar el tiempo. Pero esta función no es tan reprobable como a primera vista puede apreciarse, porque, al fin y al cabo, el que se preocupa por matarlo, reconoce la necesidad de hacer algo para subsistir. Es el casino la ocupación del desocupado, la oficina de las clases pasivas, pone un motivo en la vida de un sector carente de afanes más esenciales. Es también el descanso laborioso para el trabajador, que alterna su actividad con otra, tal vez menos trascendente, pero con un contenido mínimo de vitalidad.

Su más destacado mérito es el constituir el centro de la crítica pueblerina, acogiendo desde la simple murmuración hasta las disquisiciones, más o menos eruditas, de la alta política local e incluso internacional. Y precisamente esta actividad ha sido base de los ataques a la institución, achacando su crítica disolvente, negativa e irresponsable, lo que en el fondo no es más que una falta de sentido de su verdadero significado, o más bien una encubierta resistencia a someterse al juicio de la opinión pública.

Lo importante es que existe la crítica, no que sea acertada, porque el socio ni es Papa ni es juez, y le basta sembrar inquietudes. Antes bien, es de desear que esta crítica sea errónea, ya que en otro caso puede llegar a confundir la misión rectora de la inspección. No sé qué filósofo antiguo pedía que nunca faltara a la sociedad la picadura de un tábano que le impidiera dormir en la molicie.

No creo en la sociedad igualitaria, monotonía de lo anodino, sino en la organización que mantiene una suave jerarquía de fácil ascenso. Y ninguna organización es más representativa y generosa en este aspecto que el casino. Por una cuota módica, una constancia en asistir para formar tertulia, hasta para gozar de las delicias del Olimpo ciudadano. Con sólo cumplir estos requisitos, tras las trincheras de las amplias lunas, se disfruta del placer de emitir trascendentes dictamines, ingeniosos comentarios y las más sabias consignas.

Por esto siempre he tenido un respeto reverencial a los casinos, y cuando pasaba ante ellos, con paso apresurado y silencioso, saludaba respetuosamente a los que desde su altura me contemplaban, pensando en que, cuando el trabajo no me tiranizase, también yo podría sentarme en esas poltronas y emitir decisivos juicios sobre toros, deporte y política, sobre todo eso que ahora no me atrevo a comentar, porque no entiendo.

 

 

 

José Carlos Aguilar Jiménez (Agui)


 


LAS PALABRAS






Palabras que salen del Alma para ser dictadas,
palabras que lleva el viento en una noche encantada,
que resbalan por mis manos como gotas en la ventana,
me susurran al oído con su voz dormida y callada,
palabras que lo dicen todo…sin apenas decir nada.
 
Palabras que a veces duelen y otras veces alagan,
palabras que unas mienten y otras son verdad clara,
palabras como las notas de una canción cantada,
palabras que son risas y otras te cambian la cara,
palabras que lo dicen todo… sin apenas decir nada.
 
Palabras en las voces del que grita justicia,
palabras del que pide, el que llora o el que calla,
palabras en las señales, en los libros y en la esperanza,
palabras de voces dormidas y en silencio susurradas,
palabras que lo dicen todo…sin apenas decir nada.
 
Palabras pronunciadas en distintos idiomas y razas,
palabras a veces sueltas y otras veces encadenadas,
palabras con hermosura y otras de hermosura vaga,
palabras que lo expresan todo, lenguaje universal del alma,
palabras para pedir, dando nombre a lo que la necesidad reclama,
palabras que lo dicen todo…..sin apenas decir nada
 

Ángeles Espejo Cañete

 


"BAPHOMET"






Vamos a viajar en el tiempo, retrocedamos hasta el año 1901. Lo que os voy a relatar ahora, son hechos verídicos en su primera parte, la segunda ya he jugado un poquito con la imaginación. Os voy a contar un hecho luctuoso ocurrido en la bella ciudad de Cabra. Esto ocurrió en Agosto del año antes ya mencionado, en la calle Juan Valera n, 17. Allí Vivian D: Manuel Jordana Mampeón de 34 años de edad, viajante de comercio muy conocido en Córdoba y la provincia. Era un hombre de trato afable y gozaba de muchas simpatías. Se casó con Dña.: Soledad Caballero Casuro, de 22 años de edad, joven hermosa y muy ilustrada, en sus ratos de ocio cultivaba la literatura con acierto, como lo prueban algunos trabajos que tenía publicados en: El Semanario de Cabra (revista literaria, de noticias y defensora de intereses locales) D: Manuel Jordana, traslado su residencia desde Puente Genil a Cabra, donde habitaba la familia de su esposa. En dicha ciudad vivían en unión de su hijo, un niño de corta edad, ya que solo llevaban casados, algo más de un año. Compartían casa con una tía de su esposa, algo especial al trato y soltera de toda la vida. Aquel día de la semana era sábado, cuando llegó D. Manuel Jordana a su domicilio algo pasado en bebida, después de las nueve de la noche, a consecuencia de lo mismo y por culpa de la tía, tuvo una fuerte discusión con su esposa, al censurarle ésta que hubiese llegado tarde a cenar. En la reyerta intervino la tía de la mujer y Jordana se retiró de ambas, yéndose al dormitorio de matrimonio, que era una habitación que se encontraba en el piso de arriba. Sentóse el hombre abatido en una butaca pequeña que se encontraba en un rincón de la estancia, entre sus manos portaba un revólver de cinco tiros. Él mismo, se hizo dos disparos consecutivos, el segundo, le produjo una gravísima herida en el lado derecho de la cabeza. Al oír las detonaciones, las dos mujeres acudieron raudas a la habitación, encontrándose a Jordana en el suelo. Soledad se abalanzó al cuerpo de su esposo, quitándole el arma y con extraordinaria rapidez sin que su acción pudiera ser evitada por parte de la otra señora (su tía), se disparó un tiro, penetrándole la bala en el temporal derecho. Haciéndole caer bañada en sangre, a metro y medio de distancia del lugar en él se hallaba el cuerpo de su marido, agonizante. Con gran rapidez acudieron los médicos, avisados por la vecindad, se trataba de los Señores Soca y Mármol, pero sus auxilios fueron en vano, porque ambos heridos fallecieron a los pocos minutos de haberse desarrollado tan terrible escena. Nadie pudo prestar declaración a la autoridad judicial, que se personó en la casa teatro del suceso. La tía de Dña. Soledad, había caído en tremendo ataque de nervios y tampoco pudo prestar declaración. Según se comentaba, D. Manuel Jordana, tenía arraigada de hacía tiempo la monomanía del suicidio y en otra ocasión que atentó contra su vida, aunque sin llegar a conseguirlo. Nadie sabía que hubiera disgustos ni problemas  en el  matrimonio.  Lo  cual  sorprendió  mucho  a  los vecinos de la ciudad de Cabra, produciendo en ellos una impresión dolorosa a cuantos conocían a sus infelices actores. La tía de la fallecida, tuvo que ser ingresada por un largo periodo de tiempo en la capital, en un sanatorio, ya que quedó en estado de shok, después de lo vivido. El pequeño bebé, fue recogido por sus abuelos paternos y trasladado a su nuevo hogar en Puente Genil, donde creció feliz y se convirtió en un hombre de bien. Carmen regresó a Cabra, después de su hospitalización en Córdoba, a la misma casa donde todo ocurrió, puesto que era la propietaria de la misma. Su día a día, era totalmente normal, hasta que una madrugada, alrededor de las 03.30 comenzaron a ocurrir fenómenos extraños en la vivienda. Aquella noche, había estallado una fuerte tormenta en la ciudad, los relámpagos y los truenos metían miedo. Fue entonces cuando las luces, comenzaron a fallar, se apagaban y encendían solas. Carmen lo achacó al gran temporal que se había desatado. Como la noche no pintaba muy bien, decidió marcharse para la cama, portando en su mano derecha una palmatoria, atravesó con agilidad el gran vestíbulo que poseía la vivienda. Fue al llegar a la escalera y poner el pie en el primer peldaño, cuando se detuvo en seco, le pareció escuchar la voz de su difunta sobrina, que pronunciaba su nombre, después de unos segundos: - No puede ser, esto son imaginaciones mías y siguiendo su camino, subió la escalinata. Se dirigió sin pérdida de tiempo a su habitación, una sala bien amplia y espaciosa, en la cual había un enorme armario de madera, con un gran espejo en el centro del mismo. La señora, se cambió de ropa, poniéndose su camisón y metiéndose acto seguido en cama. Rápidamente le entró sueño y acurrucándose, cerró los ojos. Llevaba ya un buen rato dormida, cuando de repente y a lo lejos, comenzó a escuchar una serie de golpes que se repetían de tres en tres. Aquello la alarmó y enseguida se despertó, con la tenue luz que le proporcionaba la vela y por el rabillo del ojo, le pareció ver una gran sombra negra, pasar delante del espejo. Aquello le provocó un sentimiento de miedo, tenía muy claro lo que acababa de ver, la situación la hizo ponerse, nerviosa. Se mantuvo un largo tiempo sentada en la cama, observando y mirando para todos los rincones de la habitación. De momento todo había quedado en silencio, ya no se escuchaban ni los golpes, ni nada. El cansancio fue haciendo lentamente mella en ella y sin más, se quedó dormida de nuevo. De repente y entre sueños, creyó escuchar algo afilado como se deslizaba por las paredes, se sobresaltó de nuevo y el miedo se volvió a apoderar de su ser. Aquel ruido daba toda la sensación de parecer unas garras arañando la pared, conforme avanzaban el pasillo hacia adelante, también se podían escuchar perfectamente lo que parecían los pasos de las pezuñas de un animal de un tamaño considerado. El pánico, se apoderó de ella, el corazón se le quería salir del pecho, un sudor frio le recorría la frente, no podía ver nada ya que tenía la puerta del dormitorio cerrada. De repente la puerta se abrió de par en par con una fuerza descomunal. Carmen, quedó clavada en el colchón, el terror no le permitía mover ni un solo músculo de su cuerpo. Entonces una voz gutural pronunció su nombre por tres veces. Ella, no podía apartar los ojos de la puerta, vio como muy despacio fue apareciendo por el marco de la misma, unos largos y huesudos dedos con unas largas y negras uñas. La visión no era nada agradable, lentamente fue apareciendo una de las piernas peludas que parecían pertenecer a un gran animal y las cuales terminaban en unos cascos. Poco a poco aquel repugnante ser se dejó ver al completo, de cintura para arriba, el torso era de un ser humano, a excepción de la cabeza, la cual le daba apariencia a una cabra de gran cornamenta retorcida, su ojos eran de un color rojo fuego brillante y mirada penetrante, su cuerpo de cintura para abajo, era exactamente toda la apariencia de los cuartos traseros de un macho cabrío. Aquello ya estaba claro, aquel ser era  el  mismísimo   diablo  en   persona. Mientras  aquella  repugnante  criatura  entraba  en el aposento con paso firme pero lento, le decía a la aterrorizada mujer: - Vengo por tu alma. Tu vida no ha sido un ejemplo de amor, ni bondad. Por tu culpa, tu sobrina y marido perdieron sus vidas. Le amargaste sus pobres existencias, hasta su final y ahora te toca a ti, llegó tu hora. Vagarás por toda la eternidad en el fuego del infierno y lamentarás, todo el daño que has cometido a lo largo de tu paso por esta tierra. Ella, le cambió el color de la cara, los ojos se le abrieron de par en par, dos lágrimas recorrieron sus mejillas de color ceráceo. Ya no había marcha atrás, su vida había sido maldad pura, ahora ya no había solución. Aquella figura llegó a los pies de la cama, tendiendo su huesuda mano, Carmen temblorosa, fue tendiendo la suya pausadamente y cuando estuvo a la altura de la de aquel ser, éste se la tomó, cayendo la mujer sobre la almohada, sin vida, con la cara desencajada y los ojos abiertos todo lo que le dieron de sí. Fue encontrada dos días después, con un aspecto desagradable en su rostro (su cara no podía reflejar mejor, el puro terror).