Don Juan Valera. En clave literaria
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Paseo Alcántara Romero Efigie a Don Juan Valera |
-Buenos días don Juan, he
compartido en mi revista Cabra, culta y poética la conversación que días
pasados mantuve con usted, espero que no le moleste, lo he creído oportuno dado
que este año conmemoraremos el ducentésimo (doscientos) aniversario de su
nacimiento y yo modestamente quisiera reivindicar su vida, y avatares como
escritor y político aunque ya es de sabida su historia, sus obras y todo lo
referente a su figura. Quizás quien más haya dado a conocer toda su biografía,
sus libros, y hasta gran parte de su epistolario,
por su labor investigadora fue Doña Matilde
Galera, esta señora, profesora de literatura de nuestro instituto Aguilar y
Eslava fue una de las más profundas conocedoras de la vida y obra de usted, su
libro “Juan Valera político” es de imprescindible lectura.
-Buenos días joven, ¿y cómo ha
titulado esa primera conversación que tuvimos?, recuerde que si quiere que le
lean, un buen título es el comienzo para enganchar a los lectores.
-Don Juan, no sé si a usted le
hará mucha gracia, pero la verdad que como principalmente hablamos de su vida
mundana y gran parte de la charla se derivó a su relación con la mujeres que de
un modo u otro tuvieron relación con usted, he de decirle que hasta yo mismo me
sorprendí cuando se me ocurrió el título: “Don Juan Valera, un donjuán hasta en
su senectud”.
-Joven tendrá que leerme el
relato aunque creo que por lo poco que le voy conociendo no creo que haya
cargado las tintas en un relato que más pareciera de esos que ahora le llaman
prensa rosa.
-Ni por un momento piense eso
don Juan, muy al contrario creo retratarle como todo un señor, un caballero,
que lo fue, además tan cultísimo para su época, no era de extrañar que causara
pasión en las damas con la que trató. Pero permítame que hoy hablemos de sus
obras.
-¿Qué quiere saber, joven?
-Don Juan, muchos estudiosos
de las obras de usted, no llegan a una conclusión convincente a la hora de
clasificarla. Realismo, naturalismo, novela de tesis, novela psicológica,
costumbrismo…En conclusión usted hizo un género de novela en libertad, sin
ataduras a cánones.
-Joven, creo recordar que en
el prólogo de una edición de mi novela Pepita Jiménez que se hizo en inglés,
creo que fue en Appleton en 1886 afirmé: “Mi
novela es, por la forma y por el fondo, de lo más castizo y propio nuestro que
puede concebirse. Su valor, dado que le tenga, estriba en el lenguaje y en el
estilo, y no en las aventuras, que son las que ocurren a cada paso; ni en el
enredo, harto sencillo o casi nulo.”
-Quiere usted decir con esto
que se esforzó en usar un lenguaje sencillo y puro.
-Mire joven en cualquier época
hay un estilo de convención, un enjambre de frases hechas. Para escribir con
estilo propio, es menester desechar esta manera; ser uno mismo. El que logre
serlo escribiendo, ese será original, diga lo que diga.
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Don Juan Valera |
-Don Juan, ¿cuál cree usted
que fue el motivo para que un sector de la crítica a finales de 1856, no
acabara reconociéndole como un escritor de mérito?
-Mi amigo y jefe Leopoldo
Augusto de Cueto, subsecretario de Estado, publicó extractos de las largas y
fascinantes cartas que yo le enviara desde San Petersburgo en donde me encontraba como secretario del
flamante conde de Osuna en una misión diplomática en Rusia. En ellas contaba
muchos detalles sobre la vida social y cultural. Dichas cartas se publicaron en el periódico
La España. Estas cartas fueron la causa de que un sector de la crítica
hiciera como lo hizo. Pero mi tío
Antonio Alcalá Galiano, académico y escritor hizo una defensa de mis cartas. En
palabra suyas dijo: “Tus cartas han hecho
una revolución; hay estúpidos que dicen que son chabacanas; se conoce que no
saben ellos ni siquiera nuestra lengua y por consiguiente el significado de las
palabras, etc. etc.; siendo Juan Valera el que más sabe en España siempre
tendrás enemigos, porque eres superior y no te pueden perdonar que tengas más
instrucción que ellos. Lo cierto es que tus cartas las copian todos los
periódicos, hasta el diario de avisos”…..
-Don Juan he leído que el
público se divirtió con los agudos dardos que lanzaba en esas cartas a su fatuo
superior, pero que cuando el Duque de Osuna, flamante Conde de Benavente se
enteró del asunto, usted se encontró en una posición embarazosa.
-En realidad Cueto publica las
cartas sin que yo lo sepa, cuando tuve noticias de su publicación fue el día 20
de junio de 1857 en Francfort. Las cartas estaban llenas de ironías y de
comentarios sobre cierta gente de influencia, como has comentado a mi propio
jefe, el duque de Osuna. Yo no deseaba que se publicaran inmediatamente, sino
cuando pasaran muchos años, quizás dentro de cuarenta o cincuenta o mejor que
no se publicaran nunca. Pero lo hecho, hecho está.
-Don Juan, ¿qué hay de cierto
en lo que se dice que en una ocasión usted llegó a afirmar que la novela es una
producción secundaria dentro de las letras?
-Joven en 1900 influido por la mentalidad del siglo
XVIII pude decirlo, también dije que las novelas están
más sujetas a
las modas que
los demás libros. E igualmente comenté que los verdaderos literatos, cuando
quieran escribir obras duraderas y no contentarse con el aplauso efímero, deben
prescindir de la moda y dejarse llevar de la propia y natural inspiración de la
que nace, sin buscarlo ni pretenderlo, cuánto hay de original, de peregrino y
de nuevo.
-Don Juan, ¿están tomados sus
personajes, situaciones y lugares de sus novelas directamente de la vida real
como afirmaban también algunos críticos?
-Mire joven ya en 1877 me
revolví contra aquellos que afirmaban que en mi obra el Comendador Mendoza
quisieron ver en mis personajes y los
sucesos que se cuentan retratos de la vida real, cierto es que en cuanto a la
descripción de los lugares como son los que mejor conozco los tomo para bordar
sobre ellos lo que se me antoja producto de mi fantasía. Claro que los usos,
costumbres es historietas vulgares de los pueblos algo se plasma, pero la
narración capital y los caracteres de los personajes son siempre creación mía.
-Don Juan, permítame otra
pregunta más para ir acabando en el día de hoy esta charla con usted, ¿fue su
afición a la literatura extrajera la que le llevó a la traducción de obras, con
la dificultad que eso entraña, usted entre otras muchos trabajos, poemas, novelas, etc. tradujo Fausto, Dafnis y Cloe?
-Ciertamente joven yo era muy
aficionado a la literatura extrajera, pero no es exactamente eso lo que me
llevó a traducir obras a nuestra lengua. Indudablemente hay una gran dificultad
en la traducción al trasladar aquellos matices que solamente un oído nativo es
capaz de captar. Cierto es que muchos autores han resultado perjudicados por la
traducciones, otros han conseguido más en el extranjero que en su propio país
gracias a una acertada labor traductora. Yo mismo me sentí desacreditado en
Francia por las traducciones que hizo en 1879
Thérèse Blanc, que utilizaba el seudónimo de Thérèse
Bentzon hizo de mis novelas Pepita Jiménez y Las ilusiones del Doctor
Faustino. Respondiendo a su pregunta la explicación de porqué he traducido
trabajos de autores extranjeros creo que la explicación que más se ajusta a la
realidad es por patriotismo, ya que he traducido muchos trabajos que rompían
lanzas a favor de las glorias españolas.
-Don Juan solo por esta vez,
ayúdeme ¿cómo titularía esta charla que publicaré en el mes de febrero?
-Joven, eso se lo dejo a su
invención no querrá que encima que le doy la información también le ponga yo el
título. Demuéstreme que no es un escribidor de “tres al cuarto”, estoy seguro
que hallará un buen título.
-Está bien don Juan aquí le
voy a dejar. Usted aquí tiene tiempo de esperarme, permítame que pase en otro
momento.
-Pase cuando quiera joven, no
me voy a mover de aquí. Jajaja
CONTINUARÁ ……………………