La hija
Había llegado el día, y tocaba
viajar a aquel Hotel. Al llegar allí se les hizo entrega de las llaves de su
habitación. Pudieron disfrutar de todo. Había terminado el fin de semana y ya
se acababa lo bueno. La verdad es que lo habían pasado muy bien. Tenían que
recoger sus equipajes, y el autobús venía con retraso. Llegó una hora tarde.
Todos guardaron sus maletas en el autocar y se colocaron en sus asientos. Juan
se quedó el último para preguntarle al conductor el motivo de su retraso. El
hombre respondió que había demasiado tráfico, mientras le daba dos palmadas en
la espalda. Juan se sentó junto a su mujer y su hija
Cuando llevaban media hora de
viaje, todos iban dormidos, todos menos Juan. En ese momento observó que la
velocidad del autocar era excesiva, y decidió dirigirse al conductor para
advertirle de que bajara el acelerador, porque no tenían prisa. Al acercarse al
conductor, el hombre tenía las manos fuera del volante y su rostro era
pálido. Juan impresionado le preguntó al
conductor…
- “¿Qué le sucede?”
El conductor le miró con nervios y
algo de miedo.
-
“Señor,
los frenos no funcionan y no puedo parar el autocar”
Pocos segundos después, el autocar volcó. Juan, reaccionó buscando rápidamente a su mujer y a su hija. No las encontraba. Ni siquiera estaban sus asientos. Los demás ocupantes del autocar estaban todos bien, y pudieron salir por su propio pie. Pero Juan, seguía sin encontrar a su familia. A lo lejos se acercaban unos trabajadores para acudir en su ayuda. Al verlos Juan comenzó a correr, solo les separaban cien metros. Parecía tener la sensación de que no las veía, no estaban en sus asientos, todos los demás ocupantes salieron como pudieron del autobús, estaban todos bien pero Juan no veía a su familia, cuando de pronto vio como sus trabajadores iban corriendo hacia un punto de la carretera allí había algo. Juan salió tras ellos serían unos cien metros pero Juan tenía la sensación de que la distancia era más larga. Todo a su alrededor era sangre y resto de cristales.
Varios metros alejados del autocar
se encontraban su mujer y su hija tendidas en el suelo, estaban abrazadas. La
mujer tenía a su hija sobre sus brazos para protegerla, pero parecía que las
dos se encontraban sin vida. En ese momento Juan entró en una crisis nerviosa y
cayó desplomado al suelo.
Juan pasó la noche en el hospital y
pudo conseguir que le dieran el alta, para poder ir al tanatorio a velar a su
esposa y a su hija Ana. La impresión de verlas allí fue tal, que volvió a
desmayarse. De nuevo otra vez Juan tuvo que ingresar en el hospital.
Tardó en despertar dos días y no le
había dado tiempo a llegar a su entierro. Se
encontraban descansando en el panteón familiar.
Habían pasado ya varios meses de
aquel suceso y la empresa de Juan, debía seguir adelante. Él se volcó en su
trabajo, para así distraer su mente y pensar lo menos posible en lo sucedido.
Tiempo después los trabajadores de
la agencia, comenzaron a ver por sus instalaciones a una niña. Creían que podía
ser la hija de algún trabajador. Uno de los empleados, una vez, mientras se
encontraba aparcando su coche la vio pasar, teniendo que dar un volantazo,
chocando contra el muro del aparcamiento. Aquel trabajador salió rápidamente
del vehículo para ver si le había sucedido algo a la niña, pero allí no había
nadie. Solo una nota que decía…
-
“Rezar
por mí”
Había entrado una nueva secretaria
en la empresa y la vio pasar. Ella sin saber de lo sucedido le preguntó.
- “Hola pequeña ¿qué haces por aquí?”
La niña le respondió que buscaba a
su papá. Ella le indicó quién era su padre, y la trabajadora la cogió de su
mano y se fueron hacia el ascensor. Al salir la niña la miró sonriendo y salió
corriendo. María, que así se llamaba la secretaria, se quedó un tanto
extrañada. Pensó que aquella niña habría encontrado a su padre…
Juan llamó a María a su despacho
para explicarle cual era su cometido. María al entrar en el despacho de Juan,
pudo apreciar la foto de una niña.
-
“Juan,
¿esa es su hija?”
- “Sí, ¿por qué?
María le comentó a Juan, que aquella niña había estado buscándolo por las oficinas y que ella misma le había intentado ayudar. Juan levantó su mirada de los papeles que tenía sobre su mesa.
-
“No,
eso no es posible. Mi hija está muerta”
-
“Pero
si yo misma la traje hasta aquí, pero salió corriendo”
-
“María,
te he dicho que eso es imposible”
- “Era ella Juan, estoy completamente convencida, yo la llevé de la mano y en ella tenía una inscripción que decía: REZA POR MÍ PAPÁ”
Juan no daba crédito a lo sucedido,
y le pidió a María que le dejara solo… Pensó que podía ser una broma o una
simple confusión. En ese momento los ordenadores que se encontraban en la sala
comenzaron a encenderse y apagarse simultáneamente. En sus pantallas se podía
leer.
- “REZAR POR MÍ”
Los trabajadores se miraron algo
extrañados. Los ordenadores volvían a encenderse y apagarse al mismo tiempo. En
ese momento volvió a salir un escrito que decía “Rezar por mí” junto con la
foto de Ana.
Juan no daba crédito a lo que allí
sucedía, pues él no era creyente. Su mujer y su hija fueron enterradas con una
ceremonia civil. En ese momento Juan entendió lo que sucedía y en contra de sus
creencias decidió ir al cementerio para rezar alguna que otra oración por su
hija y su mujer. Al llegar al panteón se arrodilló y comenzó a orar… En ese
momento una luz blanca que parecía cegarle empezó a elevarse desapareciendo
sobre el cielo. Al alzar la vista vio la imagen de su hija Ana. Allí se
encontraba delante de él, con su sonrisa de siempre. Ana le daba las gracias a
su padre por haber entendido el mensaje y mientras desaparecía entre la nada,
exclamaba.
-
“Gracias
Papá, ahora yo rezaré por ti”
FIN
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