septiembre 01, 2023

Antonio Fernández Álvarez (Escribidor de sueños)

Antonio Fernández Álvarez
Escribidor de sueños
 Un grafitis, mi escenario

 más preciado


Todas mis pertenencias materiales son un “Sitar” eléctrico, un altavoz, un carrito de la compra y una silla plegable. Éstas constituyen además los elementos con los que cuento para ganarme la vida. La poca ropa que poseo es la que llevo puesta más algunas mudas y otras pocas prendas que guardo en el carrito. Siempre me hallarás parapetado en una pared  de un espacio urbano donde un enorme grafiti, sugiera mi música, ese es mi escenario más preciado, y  ahí comienzo a vivir un nuevo día.

¿Por qué la calle?, ¿por qué un grafitis como telón de fondo? Nuestras calles están llenas de ellos, nos dicen tantas cosas, pero no los vemos, o no queremos verlos. Yo me he propuesto reivindicarlos. ¿Acaso no se remonta este tipo de pintura a las inscripciones que han quedado en paredes desde los tiempos del imperio romano? Eran de carácter satírico o crítico. Si nos fijamos bien siguen siendo estas dos tendencias las más predominantes, lo podemos comprobar en los llamados grafitis de mensajes o lemas, cierto es que también hay otros tipos de grafitis. Te animo a que a partir de hoy, mires, observes y busques que te sugieren aquellos grafitis que veas en tu entorno. Te sorprenderás.

En cuanto a mí. No, no escucharás de mi boca ni la música actual, ni la de viejos rockeros, ni aquella que copó los número uno de las listas musicales de los programas de radio. Improviso, según lo que me haya inspirado el grafiti que quede a mis espaldas, cuando busco un lugar para obtener lo suficiente para poder comer. No, no busco riquezas. Así pues interpreto aquello  que me sugieren las personas que pasan por mi lado, unos me ignoran,  otros se paran, algunos me observan o simplemente me miran con desprecio. ¡Todo esto lo tengo tan asumido!

A lo largo de un día, puedo sentir tantas sensaciones que es difícil que mi creatividad que a veces creo ilimitada, no me vacíe esos sentimientos que pasan de entristecerme hasta encogerme el alma o me rallan en la euforia de una alegría palmaria al sentirme feliz. Porque la felicidad no se obtiene por aquellos bienes tangibles de los que se suele presumir tener, la felicidad son momentos y por supuesto es hacer aquello que te gusta. Y la música, mi música es lo que me gusta ya que me reporta: alegría, calma, color, magia, miedo, paz, rabia, sueños, tristeza, vida. 

Sí la música me hace sentirme vivo. En la mañana cuando comienzo a cantar solo sé que pararé cuando me vaya con el sol, cuando muera la tarde. Solo entonces yo habré vivido todos esos estadios, ¡hasta la tristeza es un momento añorado! A veces necesitamos estar tristes para encontrar la dicha. La rabia es el coraje que necesitamos para seguir adelante, los sueños son las metas, la magia es la armonía, el miedo son las barreras que hallo en mi camino. Hoy sé que no están ahí yo las creo. Y la calma y color me llevan a la alegría de la vida.

Paso todo el día abrazado a mi sitar, no te lo creerás pero perteneció a Goerge Harrison, una noche en la que actuábamos juntos, bueno mejor dicho la banda en la que yo tocaba. Éramos los teloneros en la actuación  estelar que iban a protagonizar los Beatles en mi ciudad. Al terminar el concierto vino a felicitarnos por nuestro trabajo. Yo había quedado impresionado por ese extraño instrumento que él tocaba y que por primera vez se usaba para una canción de rock.

Nos amaneció mientras charlábamos y me enseñaba a tocar el instrumento. Cuando nos despedíamos me alargó el sitar y me dijo seguro que tú le serás más fiel que yo, así que tómalo, es tuyo. Personalmente siempre he pensado que fue el mejor de los cuatro Beatles, un auténtico visionario, músico genuino y honesto.

Volviendo a mi realidad,  la gente nunca acaba de sorprenderme, como aquella chica que pasó con marcha rápida junto a donde yo estaba, paró, rebuscó en su bolso y abriendo su cartera me miró a los ojos y me dejó dos euros, mientras me decía lo siento, no tengo más dinero. Más tarde supe que no desayunó ese día, su presupuesto no le permitía más dispendio. Esa chica me inspiró: “Aquella chica que se quedó sin desayunar, echando sus últimos euros a alguien que le cuesta conseguir para almorzar, esa chica es genial”.

A ese joven de aspecto chulesco, que hablando por el móvil que casi tropieza con la funda del sitar, y se limitó a darle un puntapié a la misma, de modo que algunas monedas, fueron a parar al pavimento.  Me inspiró: “te estorbaba en tu camino, con un puntapié lo reparaste y seguiste tu destino,  pero no te dabas cuenta de que eres un cretino”.

Aquellos tantos que pasan y no te ven, te ignoran tal vez te miran por encima del hombro pensando ¿qué? Mientras tú sigues igual, tocando y cantado sin parar, mientras piensas que pasan sin ver, pasan sin mirar, ¿o es que acaso estoy practicando para hombre invisible y se me da genial? ¡Todo esto lo tengo tan asumido!

Aquella pareja joven que seguramente su incipiente amor le hizo parar a escuchar mi música, música romántica en ese preciso instante, buscaron sus labios, mientras hurgaban en sus bolsillos para hallar unas monedas que uno y otro depositaron junto a las que ya tenía. Esta es la realidad de mí día a día.

Dicen que canto genial, que firme un contrato que me alejaría de esta ruindad, que me llevarían a los mejores escenarios a cantar. ¡Seguramente!, pero ya nada sería igual perdería mi libertad. Cantaría aquello que hubiesen compuesto para mí, me acompañaría hasta una orquesta  estupenda. Ganaría mucha pasta. ¿Para qué? si sé que no hallaría la  felicidad.

Sí, soy feliz, en la calle donde vivo, donde quiero estar. No le des más vueltas busca tu felicidad, no la que te impongan los demás.



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