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Antonio Fernández Álvarez Escribidor de sueños |
Un grafitis, mi escenario más preciado
Todas mis pertenencias materiales son
un “Sitar” eléctrico, un altavoz, un carrito de la compra y una silla plegable.
Éstas constituyen además los elementos con los que cuento para ganarme la vida.
La poca ropa que poseo es la que llevo puesta más algunas mudas y otras pocas
prendas que guardo en el carrito. Siempre me hallarás parapetado en una
pared de un espacio urbano donde un
enorme grafiti, sugiera mi música, ese es mi escenario más preciado, y ahí comienzo a vivir un nuevo día.
¿Por qué la calle?, ¿por qué un
grafitis como telón de fondo? Nuestras calles están llenas de ellos, nos dicen
tantas cosas, pero no los vemos, o no queremos verlos. Yo me he propuesto
reivindicarlos. ¿Acaso no se remonta este tipo de pintura a las inscripciones
que han quedado en paredes desde los tiempos del imperio romano? Eran de
carácter satírico o crítico. Si nos fijamos bien siguen siendo estas dos
tendencias las más predominantes, lo podemos comprobar en los llamados grafitis
de mensajes o lemas, cierto es que también hay otros tipos de grafitis. Te
animo a que a partir de hoy, mires, observes y busques que te sugieren aquellos
grafitis que veas en tu entorno. Te sorprenderás.
En cuanto a mí. No, no escucharás de
mi boca ni la música actual, ni la de viejos rockeros, ni aquella que copó los
número uno de las listas musicales de los programas de radio. Improviso, según
lo que me haya inspirado el grafiti que quede a mis espaldas, cuando busco un
lugar para obtener lo suficiente para poder comer. No, no busco riquezas. Así
pues interpreto aquello que me sugieren
las personas que pasan por mi lado, unos me ignoran, otros se paran, algunos me observan o
simplemente me miran con desprecio. ¡Todo esto lo tengo tan asumido!
A lo largo de un día, puedo sentir
tantas sensaciones que es difícil que mi creatividad que a veces creo ilimitada,
no me vacíe esos sentimientos que pasan de entristecerme hasta encogerme el
alma o me rallan en la euforia de una alegría palmaria al sentirme feliz. Porque
la felicidad no se obtiene por aquellos bienes tangibles de los que se suele
presumir tener, la felicidad son momentos y por supuesto es hacer aquello que
te gusta. Y la música, mi música es lo que me gusta ya que me reporta: alegría,
calma, color, magia, miedo, paz, rabia, sueños, tristeza, vida.
Sí la música me hace sentirme vivo. En
la mañana cuando comienzo a cantar solo sé que pararé cuando me vaya con el
sol, cuando muera la tarde. Solo entonces yo habré vivido todos esos estadios, ¡hasta
la tristeza es un momento añorado! A veces necesitamos estar tristes para
encontrar la dicha. La rabia es el coraje que necesitamos para seguir adelante,
los sueños son las metas, la magia es la armonía, el miedo son las barreras que
hallo en mi camino. Hoy sé que no están ahí yo las creo. Y la calma y color me
llevan a la alegría de la vida.
Paso todo el día abrazado a mi sitar,
no te lo creerás pero perteneció a Goerge Harrison, una noche en la que
actuábamos juntos, bueno mejor dicho la banda en la que yo tocaba. Éramos los
teloneros en la actuación estelar que
iban a protagonizar los Beatles en mi ciudad. Al terminar el concierto vino a
felicitarnos por nuestro trabajo. Yo había quedado impresionado por ese extraño
instrumento que él tocaba y que por primera vez se usaba para una canción de
rock.
Nos amaneció mientras charlábamos y me
enseñaba a tocar el instrumento. Cuando nos despedíamos me alargó el sitar y me
dijo seguro que tú le serás más fiel que yo, así que tómalo, es tuyo.
Personalmente siempre he pensado que fue el mejor de los cuatro Beatles, un auténtico
visionario, músico genuino y honesto.
Volviendo a mi realidad, la gente nunca acaba de sorprenderme, como
aquella chica que pasó con marcha rápida junto a donde yo estaba, paró, rebuscó
en su bolso y abriendo su cartera me miró a los ojos y me dejó dos euros,
mientras me decía lo siento, no tengo más dinero. Más tarde supe que no
desayunó ese día, su presupuesto no le permitía más dispendio. Esa chica me
inspiró: “Aquella chica que se quedó sin desayunar, echando sus últimos euros a
alguien que le cuesta conseguir para almorzar, esa chica es genial”.
A ese joven de aspecto chulesco, que
hablando por el móvil que casi tropieza con la funda del sitar, y se limitó a
darle un puntapié a la misma, de modo que algunas monedas, fueron a parar al
pavimento. Me inspiró: “te estorbaba en
tu camino, con un puntapié lo reparaste y seguiste tu destino, pero no te dabas cuenta de que eres un
cretino”.
Aquellos tantos que pasan y no te ven,
te ignoran tal vez te miran por encima del hombro pensando ¿qué? Mientras tú
sigues igual, tocando y cantado sin parar, mientras piensas que pasan sin ver,
pasan sin mirar, ¿o es que acaso estoy practicando para hombre invisible y se
me da genial? ¡Todo esto lo tengo tan asumido!
Aquella pareja joven que seguramente
su incipiente amor le hizo parar a escuchar mi música, música romántica en ese
preciso instante, buscaron sus labios, mientras hurgaban en sus bolsillos para
hallar unas monedas que uno y otro depositaron junto a las que ya tenía. Esta
es la realidad de mí día a día.
Dicen que canto genial, que firme un
contrato que me alejaría de esta ruindad, que me llevarían a los mejores
escenarios a cantar. ¡Seguramente!, pero ya nada sería igual perdería mi
libertad. Cantaría aquello que hubiesen compuesto para mí, me acompañaría hasta
una orquesta estupenda. Ganaría mucha
pasta. ¿Para qué? si sé que no hallaría la
felicidad.
Sí, soy feliz, en la calle donde vivo,
donde quiero estar. No le des más vueltas busca tu felicidad, no la que te
impongan los demás.