octubre 01, 2023

Ángeles Espejo Cañete (Salambó)

Ángeles Espejo
(Salambó)


Domingo Ruiz Gaspas, alias:
El Rubio Tamajón
El bandolero de Cabra

                                                                                                                                                                                                                                                                                       

                                                                                              

Cuando ya habían desaparecido las grandes figuras del bandolerismo Andaluz como fueron, el Bizco de Borje, Soniche, Chorizo, Manuel Vizcaya, el Niño Nuevo, Pernales, El Niño de Arahal, el Niño de Gloria y otros malhechores de celebridad bien triste, aparece en la provincia de Córdoba un personaje nuevo. En los pueblos de la Campiña, allá por los años 1913 y 1914, surgió un nuevo bandido, que muy pronto sembró el pánico en Cabra, Montilla, Aguilar y sus contornos. Hombre temible; siempre estaba dispuesto a vender cara su vida, cuando le hacían frente y así lo demostró matando en Diciembre de 1913 a un guarda jurado de un certero disparo de escopeta. A diario se presentaba en los cortijos de la comarca, exigiendo, con amenazas terribles, todo cuanto necesitaba, dinero, tabaco, incluso una tercerola (carabina de fuego más corta que la carabina) si la suya ya estaba inservible o una jaca briosa para burlar a la Guardia Civil cuando le persiguieran de cerca. ¿Quién era este émulo de Diego Corrientes y José María alias el Tempranillo? El Rubio Tamajón. Solo al oír su nombre temblaban los labradores y campesinos. Finalizaba el año 1914, cuando cierto día comenzó a circular la noticia, que produjo inmenso júbilo en los pueblos de la Campiña Cordobesa; los operarios de la hacienda llamada Santa Rosalía del término municipal de Montilla, habían logrado detener al famoso bandolero, entregándolo a la Benemérita. Fue capturado por tres hombres jóvenes y fornidos. El Rubio Tamajón se presentó en el caserío de la finca, exigiendo que le dieran algunas viandas; dijéronle que solo tenían pan y el malhechor ordenó que le hicieran unas sopas. Mientras se las preparaban, se sentó en una silla en medio de la cocina, con la tercerola entre las piernas. Los trabajadores después de haber mantenido alguna conversación con él, decidieron intentar capturarlo. Con este fin dos de los más fornidos y animosos se presentaron en la cocina, donde otro se ocupaba en condimentar las sopas. Los tres aprovecharon un descuido de Tamajón, se abalanzaron sobre él y le sujetaron por la espalda. El bandolero dio un salto de tigre y logró desasirse de sus opresores pero estos, resueltos a jugarse el todo por el todo, le volvieron a sujetar fuertemente y junto con él rodaron por el suelo. La lucha fue titánica, rugidos, amenazas, blasfemias y gritos de rabia, salían incesantemente por la boca del malhechor. Al fin los campesinos, tras desesperados esfuerzos, lograron desarmarle; quitarle la escopeta, asida tan fuertemente por las manos del Rubio, que parecía en parte integrante de su cuerpo. Con un largo y recio cordel le amarraron, enrollándoselo desde los pies hasta los hombros y ya bien sujeto sin temor de que se escapara, pues solo podía mover la cabeza, uno de los obreros se dedicó a darle de comer las sopas, mientras los otros iban a avisar a la Guardia Civil. A la media hora se presentaron varias parejas de la Benemérita en la finca de Santa Rosalía para hacerse cargo del bandido. Al ser trasladado éste a la cárcel de Córdoba, los periodistas fueron a visitarle.         

Apenas   penetraron  en  la  sala  de conferencias, se presentó por la puerta de la misma, un muchacho que  cortes, se  quitó  la  gorra  y  les dio  los  buenos  días,  permaneció  allí  a  creencia  de los  propios periodistas  en  espera  de  que  llegara  el  bandolero para acompañarle durante la entrevista. Como el tiempo transcurría y el malhechor no llegaba, le preguntaron; por el Rubio Tamajón ¿no viene? Y aquel respondió: El Rubio Tamajón soy yo. La  sorpresa  de los periodistas  fue  mayúscula, porque esperaban un   hombre   terrible,  de   complexión   atlética  y   se  encontraron   de   frente  a  un  muchacho  alto, delgaducho, esmirriado, que, como vulgarmente se dice no tenía, media bofetada. En  aquel momento se les vino a la memoria el relato espeluznante de la detención del bandolero y se convencieron de que es  muy  frecuente,  tomar  por  gigantes  a  los  molinos  de  viento.  Las  manifestaciones  que  les  hizo Tamajón, no tuvieron gran interés  para ellos  y  con las noticias que adquirieron de diversas fuentes de información, pudieron reconstruir la historia del émulo y sucesor del Bizco de Borge y Pernales.

Domingo Ruiz Gaspar alias El Rubio Tamajón, natural de Cabra de Córdoba. Enemigo de la sujeción y del trabajo, desde niño se dedicó a la vagancia. La taberna y el prostíbulo fueron su escuela, quien tuvo en él a uno de sus discípulos más aventajados y no había escándalo, pendencia ni orgía de gente de baja estofa en que Tamajón dejara de figurar. Un día encontró en la Estación de Ferrocarriles de Cabra una cesta de mariscos enviada, desde un puerto, a un vendedor de dicha mercancía; apropiándose de ella y repartió su contenido entre las mujeres de mala vida, moradoras de los lupanares. Por aquel hecho le prendieron y procesaron y al poco tiempo, logró evadirse de la cárcel. Tendría por aquel entonces 19 años. Huyó entonces de su ciudad natal, vagando por los campos egabrenses y buscando refugio en los caseríos, donde unas veces por medio del ruego y otras por amenazas, conseguía que le dieran comida y le permitieran descansar en los pajares. Los campesinos estaban ya hartos de las continuas exigencias de Domingo Ruiz Gaspar. El 9 de febrero de 1914, dos guardas jurado de la Comunidad de Labradores de Cabra intentaron detenerle; él pretendió ocultarse entre unos ramones y desde allí disparó contra unos de los guardas, Rafael Salazar Castro, al mismo tiempo que éste hacia otro disparo sobre el bandolero. La bala de la tercerola, del malhechor produjo la muerte instantánea al Guarda Jurado y la de Salazar Castro hirió levemente, en un brazo, a Ruiz Gaspar. El Rubio, logró huir y extremada su persecución por este hecho, para burlar a la Guardia Civil, tuvo que extender su radio de acción a Montilla, Aguilar y otros pueblos de la Campiña Cordobesa. La muerte del Guarda Jurado le dio una triste celebridad y le sirvió para sembrar el pánico entre los campesinos. Se presentaba en los caseríos y disponía de cuanto encontraba en ellos, como si fuera su amo. Quiso imitar las hazañas de: José María, Diego Corrientes y los Siete Niños de Écija y el 26 de Febrero de 1914, en la carretera de Cabra a Doña Mencía, asaltó un coche en el que iban D. Juan Moreno Gueto y D. Alberto Cavanna, candidato a diputado a Cortes por aquel distrito, que efectuaba un viaje de propaganda electoral, robando diez pesetas al primero y sesenta al segundo. Efectuada la captura de Domingo Ruiz Gaspar, de la forma que anteriormente he relatado, el bandolero fue entregado a la Justicia, instruyéndole varios procesos, uno por homicidio y atentado, dos por robo y tres por amenazas. En la Audiencia de Córdoba se celebraron las vistas de dichas causas en los años 1915 y 1916, siendo en todas condenado. En la instruida por homicidio del Guarda Jurado Rafael Salazar Castro y atentado contra el otro Guarda que le acompañaba, se le condenó a la pena de dieciocho años, diez meses y  dos  días  de  reclusión  temporal; en la seguida  por el robo a los Señores Moreno Gueto y Cavanna se le impuso la pena de tres años, ocho meses y un día de presidio correccional y las demás condenas fueron de poca importancia. El Rubio Tamajón solo estuvo en presidio doce años, por haber conseguido varios indultos y al obtener la libertad, volvió a su pueblo natal, Cabra, continuando la vida de crápula y orgía que llevara en sus años juveniles. Reincidente, le ocurrió un suceso que tuvo mal auge, según él mismo decía. Hallándose embriagado promovió un escándalo en una taberna y se negó a pagar el valor del consumo que había hecho; el dueño del establecimiento avisó a los agentes de la autoridad y personándose en la botillería un Cabo de la Guardia Municipal el cual fue agredido con una navaja por Tamajón. El funcionario del municipio, para repeler la agresión, tuvo que disparar su revólver, en repetidas ocasiones, contra Ruiz Gaspar, quien resultó con tres balazos en distintas partes del cuerpo. Condujéronle a Córdoba y allí en el Hospital de Agudos, donde se recuperó de sus lesiones y de allí lo pasaron a la cárcel para seguir su triste odisea. Tamajón fue el último bandolero que anduvo por las tierras de la comarca.




                                                                         



     

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