abril 01, 2024

Editorial == Revista número 11 mes de abril 2024

Ya  hemos  alcanzado  el  número  once  de  nuestra  revista  “Cabra, culta  y  poética”,  avanzamos  con entusiasmo  hacia  el  deseo  de  conseguir  afianza  la  misma,  y  lograr  el propósito que nos habíamos propuesto. Ser capaces de llegar a ustedes, y aportar con nuestro trabajo, que realizamos dando lo mejor de nosotros mismos y lo mejor que sabemos hacerlo, una revista cultural que pueda servir de referencia para reivindicar que nuestra ciudad desde antaño fue, y sigue siendo culta y poética. Con esa pretensión y en la esperanza de que sea del agrado de ustedes es con lo que mes a mes con todo el esfuerzo que ello comporta, llevamos a cabo esta revista, sin más medios que nuestra férrea voluntad. 

No me cansaré de repetir una y otra vez, gracias, muchas gracias a los colaboradores,  que hacen posible esta publicación. Y aunque ya somos trece personas las que la hacemos posible, no somos muchos, por ello, tampoco me hartaré de decirte a ti lector que si está interesado en colaborar con nosotros solo debes enviarnos tus relatos, cuentos, historias, poemas, obras de teatro, reflexiones, fotografías o  artículos que consideres de interés a nuestro EMAIL: cabracultaypoetica@gmail.com.

No descartaremos a nadie. Solo hay que tener en cuenta que la revista no podrá tener contenido político, siendo esta la causa por lo que rechazaríamos aquello que se nos enviase. Por supuesto aquel contenido, xenófobo, racista o de cualquier índole que vulnere los derechos de las personas será rechazado y en su caso denunciado, si procediere.

La revista no se hace responsable del contenido del trabajo que nos envían los colaboradores.

Su publicación sería mensual.

Puedes ver nuestra revista entrando en mi Facebook: escribidor de sueños, también siguiendo a cada uno de los colaboradores en su Facebook, o si lo prefieres te recomendamos este enlace: Cabra, culta y poética (cabramilenaria.blogspot.com)

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Relatos de Cabra

Poetas Egabrenses: D. Vicente Toscano y Quesada
Por Antonio Fernández Álvarez

Comenzaré diciendo de este escritor que nació en Cabra, que fue tan infortunado como la mayoría de los hombres que se dedican al cultivo de la literatura, y que contaba con poco más de treinta años cuando elevó su alma a Dios, el 18 de diciembre de 1906.

Si bien, no he podido averiguar su fecha de nacimiento, si al menos que motivó a D. Vicente Toscano y Quesada a demostrar su aficiones poéticas y no fue otra causa que las lecciones de D. Luis Herrera, quienes le convirtieron en un enamorado de los clásicos, y la lectura de las obras de sus paisano D. Juan Valera le depuraron el gusto. Los versos de D. Vicente llamaron la atención por su galanura, por su atildamiento, por su corrección irreprochable.

El periódico titulado El Semanario de Cabra publicó los primero frutos de su inspiración, y en las reuniones de la original sociedad egabrense LeKanaklub leyó inspiradas composiciones poéticas, que fueron muy elogiadas por los notables literatos que figuraban en dicha Asociación. Entre otros notables podemos citar al insigne don Juan Valera y el sabio Menéndez y Pelayo.

Los pocos datos que he podido recabar de este poeta egabrense, para mí desconocido hasta ahora, me han llevado no solo a conocer que las mieles del triunfo las saboreó por primera vez en los primeros juegos florales celebrados en Córdoba, obteniendo el premio de honor, sino que además fue varias veces laureado en juegos florales, y en certámenes.

También ensayó la literatura dramática, escribiendo una comedia en tres actos y en verso, titulada Los pergaminos de marras, obra escrita con extraordinaria corrección, en versos fáciles y sonoros, que fue representada en con buen éxito en el Gran Teatro de Córdoba por la compañía del Sr. Espejo.

Cuando las exigencias de la vida le obligaron a escribir para el periódico, varió algo de rumbo, comenzando a cultivar el género festivo y la sátira, siempre con ingenio, pero con menos fortuna que la poesía elevada y seria.

En las redacciones de los periódicos a las que pertenecía buscaba, para trabajar, un sitio donde estuviese aislado de sus compañeros y allí pasaba hora tras hora escribiendo versos.

En cierta ocasión tardó en escribir una de sus composiciones para la Prensa cinco o seis días y procuró, durante ese tiempo, que nadie viera las cuartillas, cuando de costumbre apenas concluía cada estrofa se la enseñaba a sus compañeros. Cuando terminó la obra muy satisfecho la mostró, había escrito una primorosa poesía, con versos muy armónicos, empleando tan ingeniosa combinación métrica que la composición presentaba la forma de una copa perfectamente dibujada.

Convencido D. Vicente Toscano que la literatura no iba a proporcionarle medios de vida, en un momento en que le faltó toda clase de recursos en Córdoba, se vio obligado a regresar a su pueblo natal en busca de los auxilios y los consuelos de la familia.

En Cabra los dolores morales y físicos le rindieron, tras una interminable y desesperada lucha con el infortunio y un buen día para él, joven muy joven dejó este mundo. Quizás pensando en aquella frase que se le atribuye:

“En este mundo el hombre que rebuzna tiene más suerte que el que habla”.

Y aquí lo voy a dejar, con un breve poema de don Vicente Toscano y Quesada, no sin antes añadir que en el libro Egabro: un milenio de poesía de don Antonio Roldán García, que me han regado después de haber realizado este escrito, la fecha de nacimiento que este autor nos indica de don Vicente Toscano, es el año 1875, sin más datos del día o del mes.

 Todo aquel que lengua tiene
            dicen que hasta Roma va;
            yo tengo lengua, y, no obstante,
            nunca he podido encontrar
            el camino que conduce
            al Amor y a la Amistad.

NOTA: Bibliografía obtenida del libro Historia de la “Ciudad de Cabra”, de Nicolás Albornoz y
              Portocarrero   (1909).   Y   del   libro   “Notas   Cordobesas”,   de   Ricardo  de   Montis   

Miguel Blancas Calzado

 

Cayetano Muriel
"El Niño de Cabra"






CAPÍTULO CUARTO

MONUMENTO A CAYETANO MURIEL 

La década del 1990 al 2000, se realizaron monumentos siendo el Presidente de la Peña Flamenca Cayetano Muriel “El Niño de Cabra”, don Manuel Camacho (†).

En primer lugar, un grupo de miembros de la Peña fueron al cementerio de Benamejí a visitar su tumba. Cuando la vieron en el mal estado en que estaba, pidieron permiso a sus familiares para colocarle una nueva loza de mármol.

Entre ellos ayudaron además de Manuel Camacho (†), Manuel Romero, José Cobo Puerto (†), Antonio Montilla, Antonio Montes “Farina”, Tomás Pavón (†) y Antonio Gallardo.

En segundo lugar, colocar en una glorieta del Parque Alcántara Romero de Cabra, un busto que se inauguró en junio de 1992. De esta forma se recordará al hombre que con tanto orgullo paseó por toda España el nombre de Cabra.

        POESÍA
        A Cayetano Muriel
        “El Niño de Cabra”

                                                    Se llamaba Cayetano
                                                    Muriel “El Niño de Cabra”
                                                    y no tiene otra palabra.
                                                    El idioma castellano
                                                    como la de soberano
                                                    o de rey del cante “güeno”.
                                                    Que por él estaba lleno
                                                    de pura flamenquería.
                                                    Nació en donde Andalucía
                                                    tiene abonado el terreno
                                                    para oír bajo la luna
                                                    ese duende que se agarra
                                                    al bordón de la guitarra
                                                    con regusto de aceituna.
                                                    Cayetano tuvo una
                                                    voz de camborio morena
                                                    donde una tarde de pena
                                                    con la gracia se fundió
                                                    cuando rezando cantó
                                                    a la entrada de Lucena.
                                                    Cayetano, canta y canta
                                                    porque desde sus albores,
                                                    egabrenses ruiseñores
                                                    la anidan en la garganta.
                                                    El eco de la taranta
                                                    o el son de las soleares
                                                    eran cantos de cantares
                                                    por la gracia de su voz.
                                                    ¡Qué contento estará Dios
                                                    de tenerlo en sus altares!
                                                    era todo un Cordobés
                                                    de pueblo que, -ahí no es nada-
                                                    reflejando en la mirada
                                                    la difícil sencillez.
                                                    Quien lo escuchara una vez
                                                    ya tuvo más que bastante
                                                    para apreciar su brillante
                                                    nota de arpa medioeval.
                                                    ¡Qué egabrense más formal
                                                    era el gran divo del cante!
                                                    Y sobre todo que humano
                                                    fue siempre aquel hombre –El Niño-
                                                    que tan solo por cariño
                                                    acaso extiende la mano.
                                                    Se llamaba Cayetano
                                                    y, le hacía un cante a cualquiera
                                                    que no hablara tan siquiera
                                                    de escucharlo por dinero.
                                                    ¡Qué El Niño más caballero
                                                    ese Cayetano era!
 
                                                Manuel Ruiz Madueño (1965)    

                                                     POESÍA
                                            A Cayetano Muriel
                                            “El Niño de Cabra”
 
                                                   Entre sus iguales era Cayetano
                                                   fiel señor de un arte sincero y humano
                                                   la copla, del labio, como flor nacía
                                                   y el alma del pueblo de amor encendía
                                                   le daba a su canto aura de prestancia;
                                                   de fuerza, de hondura, de rica fragancia;
                                                   de rosas abiertas al mundo interior
                                                   que hacía olvidarnos de nuestro dolor.
                                                   Huyó de tablaos, tascas y garitos
                                                   donde todo el arte se resume a gritos.
                                                   La voz le salía de la propia entraña
                                                   y ardía en su pecho con viva emoción.
                                                   ¡Fue del cante jondo la rosa de España!
                                                   La copla, en su labios era como flor.
                                                   Por eso, en su arte era muy señor.
 
                                                           Juan Soca (Julio 1965)


CERTAMEN CAYETANO MURIEL “El Niño de Cabra”

Desde 1965 a 1972 se celebra el Certamen Cayetano Muriel “El Niño de Cabra” de gran transcendencia en la afición flamenca. Desde el primer momento de su instalación en las ondas sonoras de radio Atalaya, y más tarde en Radio Nacional, sería el motor de toda iniciativa flamenca.
En mis presentaciones, tanto en Cabra, como en la Comarca, en los certámenes flamencos, cuando hablaba de Radio Atalaya, decía la emisora cantaora, era la que daba más flamenco que ninguna otra.
El Certamen concurso fue uno de los mejores de España. Donde dio tantos frutos al flamenco. Sus fases de eliminación, se realizaban en el patio del Centro  Filarmónico y  las  finales,  en  el marco incomparable de la Fuente del Río.
Salieron figura que hoy están aún en los mejores momentos de su vida, como Calixto Sánchez, Carmen Linares, Diego Andrade “El Clavel”, Juli Córdoba, Luis de Córdoba, “El Pele”, Antonio Ranchal y otros. 

Todo fue por el trabajo, la iniciativa y el esfuerzo personal de Paco Carmona y Adolfo Molina. Estuvieron siempre dispuestos a lo que fuera preciso en pro del cante flamenco y estos fueron los resultados:

I – Certamen Flamenco Cayetano Muriel “El Niño de Cabra” el 26 junio de 1965
 
CLASIFICACIÓN FINAL:
  1º Manuel Ávila
  2º Juan de la Loma
  3º Canalejas del Puerto Real
  4º El Agüito
  5º Cayetano Muriel Borrego
  6º Manuel Segovia
  7º Antonio Carnerero
  8º El Niño de la Magdalena
  9º José Córdoba
10º La Talegona
 
I I– Certamen Flamenco Cayetano Muriel “El Niño de Cabra” el 17 julio de 1966
 
CLASIFICACIÓN FINAL:
  1º Antonio Ranchal y Álvarez de Sotomayor
  2º Canalejas del Puerto Real
  3º Juan de la Loma
  4º Cobitos
  5º Manuel Ávila
  6º Fernando Montoro
  7º Manuel Chicano
  Guitarra de Rafael el Cordobés
  PREMIO: Al mejor cantaor local: José Córdoba.
  PREMIO: Revelación: Luis Felipe González

CONTINUARÁ …………………………………

    

Antonio Fernández Álvarez (escribidor de sueños)


Charlas con
don Juan Valera






119 años de su fallecimiento. Reflexiciones con don Juan 

-Buenos días don Juan, permítame de nuevo conversar con usted. Hoy tengo que contarle dos cosas importantes antes de nada, y como dicen en las películas, una mala y otra buena. La mala lo más probable es que no sea ni cierta porque la verdad es que la buena hace caer la mala por su propio peso.

-Haber déjese de rodeos joven, ¿qué tiene que decirme?

-Verá no doy pábulo a los chismes, pero me cuentan que usted no quería estar en Cabra vamos que le importaba un bledo su ciudad natal, pero claro, es que quienes me han contado esto, con todos mis respetos yo he de poner en duda su comentario primero por no darme ninguna argumentación y solo dejar caer y para mi apreciación con  mala baba su manifestación.

-Le veo un indignado, no se altere joven, a veces quienes no tienen nada mejor que decir de alguien, solo dicen aquello que les interesa para hacerse notar y así parecer que saben de lo que hablan.

-Excelente reflexión don Juan, la buena de las cosas que quería contarle es que seguramente no saben que con su inestimable apoyo, su amigo de usted don Miguel Gutiérrez Jiménez junto con don Luis Herrera Robles fundaron en Cabra una academia cultural muy activa que se denominó el Lekanackub. Además de su apoyo usted fue un fuerte entusiasta de misma e incluso su amigo Menéndez Pelayo. Algo que demuestra su interés al menos por la cultura de Cabra.

-Ciertamente joven. Lekanaklub, fue algo así como un Centro de Bellas Artes, imitando a la Academia Española, cada socio tenía su sillón y su letra. Su nombre un tanto original como has comprobado. Y como bien dices yo fui un fuerte entusiasta de la misma ya que sin duda esta academia cultural era demostradora de la aficiones cultas de los habitantes de nuestra ciudad.

-Don Juan además se olvidan quizás porque ni tan siquiera le hayan leído que usted tenía que ser necesariamente un amante apasionado de su tierra, dado que puso la acción de muchas de sus novelas en ella y hasta Perikito, como cariñosamente usted llamaba a su secretario don Pedro de la Gala era egabrense.

-¡Ay, Perikito! Me servía de amanuense, lector y poco más o menos de lazarillo, con un cariño casi filial, cuando ya por mi edad y privado de la vista no podía valerme por mí mismo. ¡Ay PeriKito, que me mareo y me caigo! Sabe joven, esta frase me trae pesadumbre, fue la última que pronuncié antes de desplomarme en los brazos de mi fiel secretario que los abrió para sujetarme, cuando al incorporarme para asearme y almorzar me sentí indispuesto. Eso fue el domingo día 10 de abril de 1905. Y como sabrá todo esfuerzo de los médicos fue inútil ya que el día 18, dando la primera campanada de las 12 de noche, dejé ese mundo.

-Perdone don Juan no pretendía causarle aflicción.

-No se preocupe joven, de todos modos este mes siempre los recuerdos me traen añoranza, son ya ciento diecinueve años que dejé el mundo de los vivos y aquí estaré por la eternidad.

-Cierto este mes evocamos su fallecimiento, aunque lo que realmente es notorio que este año celebramos su doscientos años desde su nacimiento. Estudiándolo como literato decía de usted su amigo Menéndez y Pelayo en su obra Historia de los heterodoxos españoles: “No  quiero ni debo  poner en la sospechosa compañía de los representantes  de la literatura heterodoxa a  mi dulce Valera, el más culto, el más helénico, el más regocijado, y delicioso de nuestros prosistas amenos, y el más clásico, o más bien el único verdaderamente clásico de nuestros poetas. La alegría franca y serena y el plácido contentamiento de la vida, nadie lo ha expresado en castellano con tanta audacia y al mismo tiempo con tanta suavidad y gracia ateniense como Valera”.

-Joven, ahora me ha producido cierto deleite al rememorarme las palabas de mi apreciado amigo Marcelino Menéndez Pelayo. Además de traerme a la memoria su recuerdo. ¿Sabe joven que él fue propuesto al Premio Nobel de Literatura?

-Sí, don Juan y también que al igual que usted fue considerado el hombre más culto de su época y también coincidiendo en ello con usted poseía una extraordinaria memoria y una insólita capacidad de trabajo. También fue miembro de la Real Academia Española, director de la Biblioteca Nacional y dirigió la Academia de la Historia. Un hombre fascinante por su labor erudita.

-¡Ay joven cuantos recuerdos me ha traído hoy! Mis mejores amigos literatos con los que tanto había compartido poco a poco iban falleciendo a principios del siglo XX. Yo no habría de pasar ese 18 de abril de 1905.

-Don Juan siento de veras haberle causado hoy disgusto, quisiera compensarle esta contrariedad contándole lo que dijeron de usted tras su muerte, fue tan llorada su pérdida que los edificios de las Academias, Centros artísticos literarios y algunos otros, ostentaron colgaduras negras en señal de luto. Sobre su féretro quince coronas y toda la prensa española dedicó extensas columnas a ensalzar su memoria. He aquí dos pinceladas:

La Correspondencia de España, 12 de abril de 1905: “No hay que decir la impresión tristísima que la noticia ha causado en Madrid. Con Valera se va la personalidad más saliente, más grande, más notable, más hermosa de la España contemporánea. Baste decir que con él pierde la patria el literato más insigne, el crítico más culto, el filósofo más sutil, el escritor más correcto, el novelista más exquisito y el único poeta clásico que nos quedada”.

El Imparcial del 19 de abril, dedicó sus cuatro primeras columnas a ensalzarle y haciendo una ligera biografía de usted,  destacaré estos párrafos que le dedicaron: “La pluma que escribió Pepita Jiménez se ha roto. Las páginas de clásica pureza, en que el idioma patrio resplandecía en todo su esplendor, quedan interrumpidas Dios sabe por cuánto tiempo. El alto, el honorable estadal del maestro, se ve vacío……Nadie le ocupará durante largos años, si alguien alguna vez la ocupa ………………………………………………………………………………………………………….......

Y también poetas, le elogiaron con sus poemas llorando su muerte. Déjeme como muestra que le recite éste de nuestro ilustre paisano Pedro Iglesias Caballero.

El pueblo de don Juan Valera)
(A  don Juan
)

En la noche clara llore Cabra entera
por el que en su verde huerto floreció:
lloren los rosales por don Juan Valera;
lloren las mujeres... ¡El también lloró!
Con sus temblorosos bronces milenarios,
por don Juan Valera, todo corazón,
doblen las campanas en los campanarios
de Santo Domingo y de la Asunción.

Por la vieja alondra que aún levanta el vuelo
de sus níveas alas sobre la ciudad,
con su voz de oro v de terciopelo,
doble la campana de la Soledad.

Por la alondra muerta, rauda y triunfadora,
que cruzó los mares, de la gloria en pos;
porque ya no canta, porque, ya no llora,
doblen las campanas de San Juan de Dios.

Con su voz rotunda de forjado hierro, 

por don Juan, tan fino, tan meridional,
doblen las campanas de San Juan del Cerro
en la cordobesa noche de cristal.

Y en el blanco Asilo, y en las Agustinas,
en las dulces horas del atardecer,
doblen las campanas claras y argentinas,
¡únicas que tienen alma de mujer...!
Llore todo aquello que don Juan quisiera
en los frescos huertos, bajo el claro sol:

llore la espinaca, y la esparraguera,

y el rizado cardo, y la verde col.

En la roja llama de los limoneros
llore el transparente raso del limón;
lloren los perales, y en los durazneros,
la pelusa rubia del melocotón.

Lloren las doradas hojas del manzano
y la fina caña del cañaveral,
y el clavel ardiente que el amor humano
pone en la encendida noche sensual.

Lloren las mazorcas áureas y sedeñas;
la tostada hogaza llore en el mantel,
y en el salmorejo, y en las cachorreñas,
y entre las rosquillas de canela y miel...
Y tú, mujer fuerte, generosa y buena,
pues por ti he llorado y por ti sufrí,
en la noche clara, bíblica morena,
con tus ojos negros llora tú por mí.

Por el buen maestro que hacia el camposanto
se marchó una tarde para no tornar,
en mis noches tristes he llorado tanto,
¡que ya están mis ojos secos de llorar!

 

Don Juan, ante de marcharme no puedo por menos que expresarle lo que yo hubiese dicho:

 

 A  don Juan Valera

                                        Ha muerto don Juan
                                        de plañideras van:
                                        Pepita Jiménez
                                        Juanita la Larga
                                        y Doña Luz,
                                       tras el féretro de don Juan,
                                       le conducirán a su última morada.
                                       Genio y figura hasta su sepultura
                                       ¿Quién retomará su pluma?

-Calle joven, déjelo ya. Aunque he significarle que este mes de abril no se me va a olvidar, que aunque no haya sido una fecha especial me ha alegrado saber que se ha acordado del aniversario de mi deceso.

-Está bien don Juan aquí le voy a dejar.  Usted aquí tiene tiempo de esperarme, permítame que pase en otro momento. Pero déjeme que deje esta vela blanca encendida  junto al pedestal de su busto, como señal de recuerdo y tradición popular.

 

-Como quiera, joven. Y pase cuando quiera, no me voy a mover de aquí. Jajaja



Tumba de don Juan Valera en el Cementerio de Cabra (Córdoba)

 

CONTINUARÁ ……………………


José Fernández Álvarez (Jota Efe A)


ZAPATERO, ¿Un oficio
en vías de extinción?
 





En los tiempos que corren, con crisis o sin ella, el desempeño de un oficio (aquella actividad laboral que requiere una especial habilidad manual o esfuerzo físico), como en todas las profesiones, si eres bueno, vales y tienes clientela. Se consigue sobrevivir a veces reciclándose o con amplitud de miras (venta directa de útiles en relación con el oficio) e incluso compaginando actividades en el mismo espacio o lugar de trabajo. Y es que hubo un tiempo en el que la ropa, el calzado, duraba desde la infancia hasta la pubertad y más aún si pasaba de los hermanos mayores a los pequeños. Era la cultura de la utilidad de las cosas, de que los objetos forman parte de nuestra vida y de que nuestras casas casi como si fueran uno más de la familia. Más tarde llegarían los tiempos de apogeo económico y con ellos el gusto por lo efímero. Tirar lo viejo y comprar lo nuevo.

De esto saben mucho los zapateros, aquellos artesanos del remiendo y la restauración de nuestro calzado. El zapatero “de cabecera”, llegaba a conocer nuestras travesuras por el estado en que se encontraba el zapato que le llevábamos para su reparación. Nos decía si corríamos, jugábamos al fútbol o nos gustaba subirnos a los árboles. De igual forma podía advertir sobre alguna posible deformidad en los pies o mal hábito en nuestro andar. Visitar el taller del zapatero (además, pozo de confidencias) formaba parte de nuestras vidas como acudir al colegio o al médico. 

Hoy este oficio, ¿se muere? Pudiera entenderse significativamente que la gente mayor con otro sentido de la economía familiar es la que todavía lleva los zapatos gastados a reparar o echar tapas o tacones. Aunque esto no es así del todo ni en lo de la gente mayor ni en que sea exclusivamente todo por razones económicas

Antonio Muñoz Manchado, zapatero de la barriada Ntra. Sra. de la Sierra, que tiene su taller en la casa número 61 de la calle San Francisco, donde antes y durante muchos años estuviera su padre Rafael Muñoz Priego desempeñando el mismo oficio, nos ofrece su opinión, desde sus más de treinta años de profesión.

J: ¿Crees Antonio que este oficio tuyo, tan popular, tiene los días contados? 

Antonio, no con pesimismo sino con una muy asentada visión de la realidad, cree que puede que así sea. Pero matiza su respuesta opinando que ahora su profesión es en cierto modo distinta. Distinta por los materiales. Hoy día el calzado que repara, mayormente de importación (léase, adquiridos en bazares de todo a cien y similares), es de muy mala calidad. No está compuesto de los clásicos materiales, piel, cuero, madera, goma. Predominan los materiales a base de plásticos sintéticos, derivados del petróleo e incluso conglomerados de papel. Cierto que restaura algún calzado de calidad pero, y ésta es otra distinción, ocurre que reparar un calzado determinado sea o no de calidad, te puede ocupar el mismo tiempo y trabajo, por lo que el precio sería similar. Así, que el cliente que lleva unas zapatillas que le costaron si acaso unos 10 o 12 Euros casi se resiste a abonar los 8 o 10 de su reparación.

J: En el transcurso de mi visita al taller de Antonio, en esta calurosa tarde de julio ha recibido durante las aproximadamente dos horas de estancia, seis clientes en demanda de reparación de sandalias, zapatillas y algún zapato de vestir. Le pregunto ¿Es ésta la tónica habitual? ¿Hay últimamente más demanda de reparación de calzado por la crisis?

Antonio me ofrece una respuesta con cierta ambigüedad. Bueno sí, me dice, no le falta “el chorreillo”. 
Estima por un lado que la crisis no es que haya agudizado el decaimiento de su oficio-negocio, pues ya existía con anterioridad un retraimiento generalizado en esto de reparar el calzado porque pasó el tiempo en que solo teníamos dos pares de zapatos y si uno se estropeaba había que repararlo sí, o sí. Hoy día debido a la ya mencionada importación tenemos en casa, mayormente las mujeres, un repertorio amplio de calzado obtenido a muy bajo precio. Si un par de ellos  sufre algún destrozo o rotura, fácilmente quedan abandonados a no ser que se trate de los favoritos por el color o por determinado adorno que los distinguiera. Por otra parte me explica que este calzado precisamente por su ínfima calidad, muy pronto se despega o descose, a veces en la primera puesta, por lo no le falta trasiego al zapatero procurando con ello el sustento que le permite mantenerse al frente de su popular actividad.

J: Entonces la labor de un zapatero hace 50 años era muy distinta a la de ahora, ¿no es así?  

Así es, confirma Antonio Muñoz. Me cuenta que hoy todo es restauración o remiendo pero entonces, su padre, por ejemplo, hacía botas de campo o de vestir, o sandalias, lo cual hoy no se hace. Su padre Rafael Muñoz aprendió el oficio como otros más en el taller que Elías Mellado regentaba en la calle Doña Leonor. Tras su aprendizaje, habiendo obteniendo una de las casas de Gargallo en la barriada,  montó  una  zapatería  que  habría de ser la primera. Posteriormente algunas personas desempeñaron este oficio durante determinado tiempo en otros puntos del barrio. En la actualidad es la suya la única, contando pues con más de 50 años de servicio. 

Rafael Muñoz Priego hacía botas partiendo de un corte de piel de becerro o ternera que compraba y sobre la correspondiente horma de madera montaba la bota en su totalidad, poniéndole la suela bien de goma “de avión” para la botas de campo o bien con material si era de vestir. El montaje se desarrollaba cosiendo todas las piezas utilizando determinadas herramientas como distintos tipos de leznas (instrumento que se compone de un hierrecillo con punta y mango de madera) que solían fabricar ellos mismos con varillas de sombrilla. También se dedicaba a hacer las típicas sandalias de tiras, igualmente montadas de forma artesanal y calzado para pies con deformaciones o malformaciones. Y por supuesto también restauraba el calzado estropeado. En las más de las veces aquella reparación consistía en la aplicación de determinados remiendos con los que cubrir las rajas o agujeros que presentaba el zapato. Es por ello que muy frecuentemente, tres o cuatro décadas atrás, este oficio que hoy nos ocupa era conocido como el de zapatero remendón. Hoy día estos talleres como el de Antonio Muñoz son locales de reparación de calzado.  Allí él recibe al público sentado en la típica silla baja tras una mesa de trabajo surtida de útiles y herramientas y debidamente ataviado con el mandil de cuero protector cubriendo las zonas del pecho y las piernas. Y allí llevamos nuestro zapato “averiado”, aquél que hace que se cumpla el refrán porque no hay nada como unos zapatos viejos, y si no, que se lo pregunten a nuestros pies.

J: ¿Qué herramientas se utilizaban y cómo han evolucionado?

Todo oficio tiene unas herramientas básicas con las que poder desarrollar su trabajo. A lo largo del tiempo los utensilios y materiales para arreglar el calzado han ido evolucionando aunque se mantiene la esencia de los usados antiguamente. Otros en cambio ya casi no se usan puesto que las máquinas han sustituido en muchas ocasiones el trabajo manual como por ejemplo las ya citadas leznas cuya función era el cosido a mano de las costuras. Otras herramientas utilizadas son los martillos para clavar puntas, los alicates, las tijeras, las tenazas, el formón o escoplo, el escarificador, el clicker o cortador… Hoy se sirven de un recipiente contenedor para aplicar la cola con un pincel, antes se utilizaba directamente del envase de lata. Me
muestra Antonio Muñoz una horma metálica para ensanchar el calzado así como una máquina de coser marca Singer. Ambos aparatos ya en desuso, cuentan más de 80 años y resultaban unas herramientas imprescindibles en el quehacer diario, de un zapatero como era su padre Rafael, de quien aprendió el oficio desde muy temprana edad.

Quizá la herramienta más curiosa del zapatero manual y más que una herramienta, un elemento auxiliar para realizar su trabajo, es lo que podríamos denominar un pie de trabajo o yunque pero que tiene su propio nombre en función de la zona o país. Se trata de lo que Antonio Muñoz denomina una “necesaria”. Es básicamente un trípode de acero, que presenta diferentes formas, utilizado para el clavado o asentado del calzado y que los zapateros se ponían sobre sus muslos y así los veíamos encorvados reparando suelas. Es conocido también este elemento como “precisa” y también vulgarmente como “burro”. Hoy día coloca el elemento preciso (según el tamaño del calzado) sobre una barra a una adecuada altura para una posición más cómoda.

Prendados de ese olor a cuero, a pegamento, a ceras y betún que se apodera del local, observando una gran máquina para pulir los bordes de las suelas y para el lustrado así como una repisa atestada de zapatos arreglados y por arreglar, me despido de Antonio Muñoz Manchado, el zapatero de la barriada. Me agradece la visita pidiéndome que les diga que aquí les espera para la puesta al día de sus zapatos, sandalias o zapatillas, de caballero, señora o niños; que arregla también pelotas de fútbol, carteras, cinturones, bolsos, maletas, sillas de playa; pone cremalleras, botones, y hace agujeros en 

correas; que vende pinturas de colores para los zapatos, cordones, plantillas forradas y que hace fundas de piel para su móvil. Aunque no es cierto que Antonio me haya pedido lo antedicho, lo que sí es verdad es el trato amable con que recibe a todo el mundo. Eso además de educación es también oficio. Un oficio que ha ido pasando de generación en generación, que es un referente en la sociedad de antes y en la sociedad actual a la que ha servido sin servirse de ella. Un oficio con romanticismo nostálgico que ha evolucionado con el tiempo. Un oficio que nace casi con la historia del hombre de las cavernas que protegía sus pies amarrando piel con una especie de cordel alrededor de los mismos. Un oficio donde el profesional del martillo remendón, de la lezna, de la horma, es también un fiel confidente con alma de filósofo que aprendió la filantropía de saber escuchar y callar lo oído. Un oficio imprescindible llevado por un profesional que nos espera en ese pequeño taller donde el tiempo se detuvo.  


Francisco Asís Granados Mellado (Paco Granados)


Trazos de memorias

 


"El sueño de los recuerdos"

Hoy volví a tener aquel sueño lleno de recuerdos que se hacen presentes, donde la bruma se funde con la nostalgia y se entrelazan los tiempos ausentes. Un sueño que nos sumerge en la profundidad de los recuerdos más sentidos, donde el pasado se viste de presente y emerge como un río desprendido.

En ese sueño me vi envuelto en las memorias que creí olvidadas, la melodía de aquel amor que alguna vez amé y que se fue sin miradas. Las risas compartidas y los besos robados, retratos borrosos en mi mente, se camuflaban entre sombras y destellos de un pasado imprevisto y latente.

En esa ensoñación, el futuro se dibujaba en la estela de un deseo incierto, mis emociones y anhelos flotaban en el aire, como en un sueño abierto. El misterio se hacía eco en las sombras que danzaban a través del tiempo, se mezclaban pasados y futuros, confundiendo los límites de este cuento. Y en medio de esta bruma enigmática, tu recuerdo se hizo más palpable, tu voz susurraba al oído, provocando en mí un sentimiento inefable. Y aunque la realidad me haya alejado de tus brazos, sigues aquí en mis sueños, como un faro que ilumina mi camino, en los rincones más oscuros y pequeños.

En este sueño de sueños soñados, los latidos de mi corazón se entrelazan, con los suspiros de los amantes que no encontraron la manera de abrazar.

Las horas se desvanecen, pero el sueño persiste en su danza inquietante, me inunda de emociones intensas, transformando el presente en algo rutilante. Y así, en la profundidad de este sueño, donde pasado y futuro se confunden, me encuentro perdido y encontrado, en las marañas de recuerdos que se funden.

Soñar con tus besos, con aquellas miradas que un día me cautivaron, me mantiene vivo, en la tenue línea que separa la realidad de lo imaginado

Este sueño de los recuerdos, tan emotivo y misterioso, me cautiva, me llena de una nostalgia dulce y amarga, de una pasión que nunca se olvida. En cada noche que se tiñe de sueños, mi corazón se abre a lo inesperado, y, en medio de la oscuridad, encuentro la luz que aún no ha terminado.

Así, entre los desvelos y la paz de los sueños, aprendo a seguir caminando, confiando en que algún día, en algún lugar, el pasado y el presente se irán encontrando.

Mientras tanto, seguiré viviendo en este sueño de sueños soñados, esperando el momento en que tú y yo, juntos, estemos finalmente abrazados.

En cada noche que vuelvo a tener aquel sueño, sé que no estoy solo, que en algún rincón del universo, tú también sueñas con nosotros dos. Y en esa conexión invisible, en ese hilo que nos une más allá del tiempo, encuentro consuelo, encuentro fuerzas, encuentro la esencia de lo que fue intenso.

Que el sueño de los recuerdos nos guíe y nos revele los secretos del destino, que en ese laberinto de emociones, encontremos nuestra historia y su sino.

En este poemario de vida, en esta danza eterna entre lo vivido y no sentido, encontramos la magia de aquel sueño, el susurro de un amor inenfrenable y desmedido.