abril 01, 2024

Antonio Fernández Álvarez (escribidor de sueños)


Charlas con
don Juan Valera






119 años de su fallecimiento. Reflexiciones con don Juan 

-Buenos días don Juan, permítame de nuevo conversar con usted. Hoy tengo que contarle dos cosas importantes antes de nada, y como dicen en las películas, una mala y otra buena. La mala lo más probable es que no sea ni cierta porque la verdad es que la buena hace caer la mala por su propio peso.

-Haber déjese de rodeos joven, ¿qué tiene que decirme?

-Verá no doy pábulo a los chismes, pero me cuentan que usted no quería estar en Cabra vamos que le importaba un bledo su ciudad natal, pero claro, es que quienes me han contado esto, con todos mis respetos yo he de poner en duda su comentario primero por no darme ninguna argumentación y solo dejar caer y para mi apreciación con  mala baba su manifestación.

-Le veo un indignado, no se altere joven, a veces quienes no tienen nada mejor que decir de alguien, solo dicen aquello que les interesa para hacerse notar y así parecer que saben de lo que hablan.

-Excelente reflexión don Juan, la buena de las cosas que quería contarle es que seguramente no saben que con su inestimable apoyo, su amigo de usted don Miguel Gutiérrez Jiménez junto con don Luis Herrera Robles fundaron en Cabra una academia cultural muy activa que se denominó el Lekanackub. Además de su apoyo usted fue un fuerte entusiasta de misma e incluso su amigo Menéndez Pelayo. Algo que demuestra su interés al menos por la cultura de Cabra.

-Ciertamente joven. Lekanaklub, fue algo así como un Centro de Bellas Artes, imitando a la Academia Española, cada socio tenía su sillón y su letra. Su nombre un tanto original como has comprobado. Y como bien dices yo fui un fuerte entusiasta de la misma ya que sin duda esta academia cultural era demostradora de la aficiones cultas de los habitantes de nuestra ciudad.

-Don Juan además se olvidan quizás porque ni tan siquiera le hayan leído que usted tenía que ser necesariamente un amante apasionado de su tierra, dado que puso la acción de muchas de sus novelas en ella y hasta Perikito, como cariñosamente usted llamaba a su secretario don Pedro de la Gala era egabrense.

-¡Ay, Perikito! Me servía de amanuense, lector y poco más o menos de lazarillo, con un cariño casi filial, cuando ya por mi edad y privado de la vista no podía valerme por mí mismo. ¡Ay PeriKito, que me mareo y me caigo! Sabe joven, esta frase me trae pesadumbre, fue la última que pronuncié antes de desplomarme en los brazos de mi fiel secretario que los abrió para sujetarme, cuando al incorporarme para asearme y almorzar me sentí indispuesto. Eso fue el domingo día 10 de abril de 1905. Y como sabrá todo esfuerzo de los médicos fue inútil ya que el día 18, dando la primera campanada de las 12 de noche, dejé ese mundo.

-Perdone don Juan no pretendía causarle aflicción.

-No se preocupe joven, de todos modos este mes siempre los recuerdos me traen añoranza, son ya ciento diecinueve años que dejé el mundo de los vivos y aquí estaré por la eternidad.

-Cierto este mes evocamos su fallecimiento, aunque lo que realmente es notorio que este año celebramos su doscientos años desde su nacimiento. Estudiándolo como literato decía de usted su amigo Menéndez y Pelayo en su obra Historia de los heterodoxos españoles: “No  quiero ni debo  poner en la sospechosa compañía de los representantes  de la literatura heterodoxa a  mi dulce Valera, el más culto, el más helénico, el más regocijado, y delicioso de nuestros prosistas amenos, y el más clásico, o más bien el único verdaderamente clásico de nuestros poetas. La alegría franca y serena y el plácido contentamiento de la vida, nadie lo ha expresado en castellano con tanta audacia y al mismo tiempo con tanta suavidad y gracia ateniense como Valera”.

-Joven, ahora me ha producido cierto deleite al rememorarme las palabas de mi apreciado amigo Marcelino Menéndez Pelayo. Además de traerme a la memoria su recuerdo. ¿Sabe joven que él fue propuesto al Premio Nobel de Literatura?

-Sí, don Juan y también que al igual que usted fue considerado el hombre más culto de su época y también coincidiendo en ello con usted poseía una extraordinaria memoria y una insólita capacidad de trabajo. También fue miembro de la Real Academia Española, director de la Biblioteca Nacional y dirigió la Academia de la Historia. Un hombre fascinante por su labor erudita.

-¡Ay joven cuantos recuerdos me ha traído hoy! Mis mejores amigos literatos con los que tanto había compartido poco a poco iban falleciendo a principios del siglo XX. Yo no habría de pasar ese 18 de abril de 1905.

-Don Juan siento de veras haberle causado hoy disgusto, quisiera compensarle esta contrariedad contándole lo que dijeron de usted tras su muerte, fue tan llorada su pérdida que los edificios de las Academias, Centros artísticos literarios y algunos otros, ostentaron colgaduras negras en señal de luto. Sobre su féretro quince coronas y toda la prensa española dedicó extensas columnas a ensalzar su memoria. He aquí dos pinceladas:

La Correspondencia de España, 12 de abril de 1905: “No hay que decir la impresión tristísima que la noticia ha causado en Madrid. Con Valera se va la personalidad más saliente, más grande, más notable, más hermosa de la España contemporánea. Baste decir que con él pierde la patria el literato más insigne, el crítico más culto, el filósofo más sutil, el escritor más correcto, el novelista más exquisito y el único poeta clásico que nos quedada”.

El Imparcial del 19 de abril, dedicó sus cuatro primeras columnas a ensalzarle y haciendo una ligera biografía de usted,  destacaré estos párrafos que le dedicaron: “La pluma que escribió Pepita Jiménez se ha roto. Las páginas de clásica pureza, en que el idioma patrio resplandecía en todo su esplendor, quedan interrumpidas Dios sabe por cuánto tiempo. El alto, el honorable estadal del maestro, se ve vacío……Nadie le ocupará durante largos años, si alguien alguna vez la ocupa ………………………………………………………………………………………………………….......

Y también poetas, le elogiaron con sus poemas llorando su muerte. Déjeme como muestra que le recite éste de nuestro ilustre paisano Pedro Iglesias Caballero.

El pueblo de don Juan Valera)
(A  don Juan
)

En la noche clara llore Cabra entera
por el que en su verde huerto floreció:
lloren los rosales por don Juan Valera;
lloren las mujeres... ¡El también lloró!
Con sus temblorosos bronces milenarios,
por don Juan Valera, todo corazón,
doblen las campanas en los campanarios
de Santo Domingo y de la Asunción.

Por la vieja alondra que aún levanta el vuelo
de sus níveas alas sobre la ciudad,
con su voz de oro v de terciopelo,
doble la campana de la Soledad.

Por la alondra muerta, rauda y triunfadora,
que cruzó los mares, de la gloria en pos;
porque ya no canta, porque, ya no llora,
doblen las campanas de San Juan de Dios.

Con su voz rotunda de forjado hierro, 

por don Juan, tan fino, tan meridional,
doblen las campanas de San Juan del Cerro
en la cordobesa noche de cristal.

Y en el blanco Asilo, y en las Agustinas,
en las dulces horas del atardecer,
doblen las campanas claras y argentinas,
¡únicas que tienen alma de mujer...!
Llore todo aquello que don Juan quisiera
en los frescos huertos, bajo el claro sol:

llore la espinaca, y la esparraguera,

y el rizado cardo, y la verde col.

En la roja llama de los limoneros
llore el transparente raso del limón;
lloren los perales, y en los durazneros,
la pelusa rubia del melocotón.

Lloren las doradas hojas del manzano
y la fina caña del cañaveral,
y el clavel ardiente que el amor humano
pone en la encendida noche sensual.

Lloren las mazorcas áureas y sedeñas;
la tostada hogaza llore en el mantel,
y en el salmorejo, y en las cachorreñas,
y entre las rosquillas de canela y miel...
Y tú, mujer fuerte, generosa y buena,
pues por ti he llorado y por ti sufrí,
en la noche clara, bíblica morena,
con tus ojos negros llora tú por mí.

Por el buen maestro que hacia el camposanto
se marchó una tarde para no tornar,
en mis noches tristes he llorado tanto,
¡que ya están mis ojos secos de llorar!

 

Don Juan, ante de marcharme no puedo por menos que expresarle lo que yo hubiese dicho:

 

 A  don Juan Valera

                                        Ha muerto don Juan
                                        de plañideras van:
                                        Pepita Jiménez
                                        Juanita la Larga
                                        y Doña Luz,
                                       tras el féretro de don Juan,
                                       le conducirán a su última morada.
                                       Genio y figura hasta su sepultura
                                       ¿Quién retomará su pluma?

-Calle joven, déjelo ya. Aunque he significarle que este mes de abril no se me va a olvidar, que aunque no haya sido una fecha especial me ha alegrado saber que se ha acordado del aniversario de mi deceso.

-Está bien don Juan aquí le voy a dejar.  Usted aquí tiene tiempo de esperarme, permítame que pase en otro momento. Pero déjeme que deje esta vela blanca encendida  junto al pedestal de su busto, como señal de recuerdo y tradición popular.

 

-Como quiera, joven. Y pase cuando quiera, no me voy a mover de aquí. Jajaja



Tumba de don Juan Valera en el Cementerio de Cabra (Córdoba)

 

CONTINUARÁ ……………………


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