Si
bien, no he podido averiguar su fecha de nacimiento, si al menos que motivó a
D. Vicente Toscano y Quesada a demostrar su aficiones poéticas y no fue otra
causa que las lecciones de D. Luis Herrera, quienes le convirtieron en un
enamorado de los clásicos, y la lectura de las obras de sus paisano D. Juan
Valera le depuraron el gusto. Los versos de D. Vicente llamaron la atención por
su galanura, por su atildamiento, por su corrección irreprochable.
El
periódico titulado El Semanario de Cabra publicó los primero frutos de su
inspiración, y en las reuniones de la original sociedad egabrense LeKanaklub
leyó inspiradas composiciones poéticas, que fueron muy elogiadas por los
notables literatos que figuraban en dicha Asociación. Entre otros notables
podemos citar al insigne don Juan Valera y el sabio Menéndez y Pelayo.
Los
pocos datos que he podido recabar de este poeta egabrense, para mí desconocido
hasta ahora, me han llevado no solo a conocer que las mieles del triunfo las
saboreó por primera vez en los primeros juegos florales celebrados en Córdoba,
obteniendo el premio de honor, sino que además fue varias veces laureado en
juegos florales, y en certámenes.
También
ensayó la literatura dramática, escribiendo una comedia en tres actos y en
verso, titulada Los pergaminos de marras, obra escrita con extraordinaria
corrección, en versos fáciles y sonoros, que fue representada en con buen éxito
en el Gran Teatro de Córdoba por la compañía del Sr. Espejo.
Cuando
las exigencias de la vida le obligaron a escribir para el periódico, varió algo
de rumbo, comenzando a cultivar el género festivo y la sátira, siempre con
ingenio, pero con menos fortuna que la poesía elevada y seria.
En
las redacciones de los periódicos a las que pertenecía buscaba, para trabajar,
un sitio donde estuviese aislado de sus compañeros y allí pasaba hora tras hora
escribiendo versos.
En
cierta ocasión tardó en escribir una de sus composiciones para la Prensa cinco
o seis días y procuró, durante ese tiempo, que nadie viera las cuartillas,
cuando de costumbre apenas concluía cada estrofa se la enseñaba a sus
compañeros. Cuando terminó la obra muy satisfecho la mostró, había escrito una
primorosa poesía, con versos muy armónicos, empleando tan ingeniosa combinación
métrica que la composición presentaba la forma de una copa perfectamente
dibujada.
Convencido
D. Vicente Toscano que la literatura no iba a proporcionarle medios de vida, en
un momento en que le faltó toda clase de recursos en Córdoba, se vio obligado a
regresar a su pueblo natal en busca de los auxilios y los consuelos de la familia.
En
Cabra los dolores morales y físicos le rindieron, tras una interminable y
desesperada lucha con el infortunio y un buen día para él, joven muy joven dejó
este mundo. Quizás pensando en aquella frase que se le atribuye:
“En
este mundo el hombre que rebuzna tiene más suerte que el que habla”.
Y
aquí lo voy a dejar, con un breve poema de don Vicente Toscano y Quesada, no
sin antes añadir que en el libro Egabro: un milenio de poesía de don Antonio
Roldán García, que me han regado después de haber realizado este escrito, la
fecha de nacimiento que este autor nos indica de don Vicente Toscano, es el año
1875, sin más datos del día o del mes.
Todo aquel
que lengua tiene
dicen que
hasta Roma va;
yo tengo
lengua, y, no obstante,
nunca he
podido encontrar
el camino que
conduce
al Amor y a
la Amistad.
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