julio 01, 2024

Francisco Asís Granados Mellado (Asís Granados)

 



Aunque no me veas existo







Hoy hace diez años de aquel verano, en el que decidimos jugar a la ouija. Teníamos demasiada juventud y bastante desconocimiento. Aunque sabíamos que no era un juego cualquiera, no terminábamos de creernos las consecuencias de aquel juego. Después de tanto tiempo, nos quedó claro todo.

Todo comenzó la noche de San Juan. Teníamos entre dieciocho y veinte años. Hacíamos lo que cualquier joven de nuestra edad; bebíamos, reíamos sin parar. Decidimos jugar a la ouija, pues no estaban nuestros padres y no podrían controlarnos. Ninguno de nosotros sabíamos el manual de instrucciones de la ouija y mucho menos creíamos en ella. Lo único que sabíamos era lo poco que habíamos visto en las películas. Nos movía la diversión y un poco el desconocimiento. Nos dispusimos a jugar y comenzamos a invocar a los espíritus en tono jocoso. En ese momento el vaso comenzó a moverse por el tablero. Al ver aquello nos entró una risa nerviosa que hizo que pensáramos que alguno de nosotros estaba moviendo el vaso. El vaso iba señalando una a una cada letra formando una frase.

- “Aunque no me veas existo”

La situación hizo que nos animáramos más. Por un momento el vaso se paró y seguidamente volvió a señalar otras letras… En ellas ponía…

- “SOY SATANÁS”

Mi amigo al escucharlo en tono de burla contestó “y yo el ESPÍRITU SANTO”. Seguidamente le dio una patada al tablero, cayendo el vaso y rompiéndose en mil pedazos.

Al año siguiente habiendo llegado el verano dos de los amigos con los que jugué a la ouija murieron en un accidente de motocicleta. Desde aquel momento, ninguno de los que nos encontrábamos en aquel lugar aquel día volvimos a juntarnos para pasar el verano. Siempre mantuvimos el contacto. El año pasado llamé a mi amigo Oscar, su madre respondió a la llamada… Su voz tenía un tono triste y desolador. Le pregunté qué pasaba y me dijo que Oscar había muerto en un accidente laboral el día de San Juan. De pronto comencé a entender todo… Mis tres amigos habían fallecido en un día señalado: el día de SAN JUAN… No me lo podía creer, pues el día que decidimos desafiar a la OUIJA había sido ese mismo día; el día de SAN JUAN. ¿Simple casualidad o realmente Satanás nos perseguía para matarnos?

Hoy hace justamente diez años de aquel verano. He quedado con mi amigo Toni para tomarnos algo, pues somos los únicos que quedamos de la pandilla. Estuvimos recordando a nuestros amigos entre risas y llantos. Habían muerto muy jóvenes… Le comenté a Toni sobre la fecha en la que habían muerto y justo coincidía en el día en el que nos encontrábamos. Tony le restó importancia.

Nos fuimos a casa, ya era tarde. Yo me subí a la habitación, pero no podía conciliar el sueño. Bajé a beberme un vaso de agua y cuando lo cogí un papel cayó sobre el suelo. En él ponía: “Aunque no me veas existo” No me lo podía creer. De pronto comencé a escuchar el llanto de una mujer, junto a un grito desesperado. De repente sonó el teléfono… Era Tony muy angustiado. Comentaba que no encontraba a su mujer por ningún lado. Yo intenté tranquilizarlo. Le dije que no se preocupara, que en breve iría hacia su casa. Cuando me disponía a salir volví a escuchar los llantos de aquella mujer… Al mirar al suelo, vi que había un charco de sangre. En el suelo había pisadas y decidí seguirlas… Conducían hacia mí habitación. Al abrir la puerta me encontré a la mujer de mi amigo colgada del techo. Tenía un puñal clavado en el corazón. En ese momento salí despavorido. Me dirigí a casa de Tony. La puerta se encontraba abierta. Allí estaba él, tirado en el suelo del salón. Había fallecido. Sus ojos permanecían abiertos, parecía como si hubiese visto al diablo. En su pecho había una inscripción que decía: “No debisteis haberos reído”. En ese mismo instante caí desplomado al suelo. Al despertar me encontraba en el hospital. Sé que el próximo San Juan SATANÁS vendrá a por mí.


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