noviembre 01, 2024

Editorial == Revista número 18 mes de noviembre 2024

Nos enfrentamos de nuevo a contarles nuestras impresiones de la revista, a través de este apartado que es la editorial.

Como gestor de la misma he de decirles que nuestro ego está por encima de nuestras posibilidades, en el sentido que a Dios gracias, estamos logrando número a número hacer evidente lo que pretendemos, que no es otra cosa, que nuestra revista sea de interés para ustedes,  y si estamos ya celebrando que hemos alcanzado el número dieciocho y si hemos llegado hasta aquí, es por el ánimo que ustedes acometen al seguirnos y sin duda el esfuerzo que realizamos nosotros en presentarles un trabajo digno y que sea de su total agrado.

Pero he de insistir en que esta revista no es un coto cerrado de publicación, sino que está abierta a publicar si les apetece sus trabajos.

Si están interesados en publicar sus trabajos en la misma, solo deberán enviárnoslos al correo Email: cabracultaypoetica@gmail.com

No descartaremos a nadie. Solo hay que tener en cuenta que la revista no podrá tener contenido político, siendo esta la causa por lo que rechazaríamos aquello que se nos enviase.

Por supuesto aquel contenido xenófobo, racista o de cualquier índole que vulnere los derechos de las personas será rechazado y en su caso denunciado, si procediere.

La revista no se hace responsable del contenido del trabajo que nos envían los colaboradores.

Su publicación sería mensual.

Puedes ver nuestra revista entrando en mi Facebook: escribidor de sueños, también siguiendo a cada uno de los colaboradores en su Facebook, o si lo prefieres te recomendamos este enlace: https://cabramilenaria.blogspot.com

También podemos enviártela en PDF, solicitándonosla a nuestro EMAIL de contacto o también  pueden descargarla desde nuestro blogs.

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Relatos de Cabra


El fantasma de doña Juana

Por: Antonio Fernández Álvarez
(Escribidor de sueños)


En la revista del pasado mes de septiembre pueden ver el artículo que titulé: “¿Nació Enrique II en el Castillo de Cabra?”, en él hago referencia a la llamada Torre Juana la cual toma este nombre porque ahí dio a luz Juana de Sousa a su hijo Enrique de Castilla, hijo ilegítimo de Enrique II.

Quiero hacerles un boceto de quien fue Juana de Sousa. Comenzaré diciendo que Doña Juana Alfonso de Sousa fue hija de Don Vasco Alfonso de Sousa que provenía de la rama bastarda de la casa Real portuguesa. Sus padres fueron: Don Vasco Alfonso  de Sousa, vino a Castilla y fue vasallo de Alfonso X, más tarde fue nombrado señor de Castil de Anzur y de Almenara por Alfonso XI. Se asentó en Córdoba y se casó con Doña Gómez Carrillo hija del señor de Santofimia y de Juana Fernández de Córdoba que era hija de los II señores de Cañete.

El matrimonio de muy elevada posición social en Córdoba pide al Cabildo poseer una capilla en la Mezquita-Catedral para el enterramiento de su familia. En 1365 el Obispo de Córdoba, el Dean y el Cabildo les otorgó la capilla de San Clemente junto al muro sur de la ampliación de Almanzor. Asimismo piden que el título de la misma sea Capilla de la Encarnación.

Juana es la segunda de los hijos de este matrimonio, que tuvo cuatro hijos: Diego Alfonso, Juana, Juan Alfonso y Leonor.

Juana conoció a Enrique II en 1369 cuando ella contaba 21 años y el Rey Enrique II el Trastámara todavía no había ocupado la corona castellana. Entre ellos surgió un largo romance, que duró desde 1370 hasta 1378.

El rey y doña Juana, quedaron prendidamente enamorados el uno del otro, tal es así que pariría un hijo de éste al que llamaron Enrique de Castilla y Sousa, nacido en el año 1378 al que en 1380, se le otorgó el título de duque de Medina Sidonia, además se le otorgaría también los títulos de Conde de Cabra y los señoríos de Alcafán y Morón.

Enrique de  Castilla y Sousa, nació la conocida como “Torre Juana” del castillo de Cabra. Es una de las dos torres que conserva nuestro castillo, concretamente la que se haya en el noroeste. Es una torre de unos diez metros, es maciza en su parte inferior, cuadrada y presenta una sala abovedada. 

Como es sabido el Rey Enrique II tuvo cantidad de amantes, y cuando perdió el interés por Doña Juana dando por concluido el romance, el propio Rey le buscó hombres ilustres pero jamás se casó con ninguno. Doña Juana se consagró exclusivamente a su hijo, vivía por y para su adorado hijo don Enrique.

Por ello la muerte de su hijo a los veintisiete años en 1404, fue un terrible sufrimiento para su madre doña Juana, tanto que el fallecimiento de su hijo la hizo enloquecer de dolor hasta el punto de perder la razón. El Cabildo Catedralicio dio a Juana de Sousa una sepultura en la Mezquita-Catedral para el cadáver de su hijo Enrique situada entre la capilla de los Obispos y el altar mayor.

Juana se retiró del mundo encerrándose en la misma Catedral donde se enterró a su hijo. Para ello pidió al Cabildo los cuartos que le llamaban “Cabezas de rentas” aunque más tarde se conocería como “cuarto de chocolate” que es una de la piezas que recae frente a la fuente Mayor. Allí vivió hasta el fin de sus días, trayendo sus criados desde su casa los alimentos.

Solamente, a deshora salía de su escondrijo y pasaba las noches de rodillas frente al ataúd donde yacía su hijo, con la esperanza de que cuando muriera ella pudiera estar junto a él. Juana falleció en junio de 1442 y contaba con unos 88 años de edad.

Hasta aquí la historia, ahora la leyenda, que nos narra que entre el laberinto de columnas de la Mezquita-Catedral de Córdoba, se afirma que deambula el fantasma de Doña Juana de Sousa, y dicen que es verdad que cuando la Mezquita queda silenciosa, se escucha a Doña Juana sollozando por la muerte de su hijo.

¿Leyenda o verdad?, la narración popular cuenta este hecho real o fabulado, ubicado en un tiempo y un lugar de la historia, es lo que hace que le aporte verosimilitud al relato. Lo cierto es que la historia a mí me ha atrapado y se la he querido contar a ustedes.

Bibliografía. Wikipedia y el día de Córdoba

Miguel Blancas Calzado


MANUEL LAMA DURÁN
            EL PALETO
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CAPÍTULO PRIMERO

MANUEL LAMA DURÁN
EL PALETO

 

Soledad está en la calle
              radiante de tu hermosura
              virgencita no llores más
              y alegra tu cara morena
             que te va a cantar
              El Paleto para alegrarte tu pena. 

Nació en Cabra el 24 de enero del año 1930. Con 12 años cantó su primera saeta la Virgen de la Soledad, en la calle San Martín por la Semana Santa del año 1942. En un balcón del bar “Casa Blanca”, acompañado de su primo Juan Valverde. Le cantó a la Virgen la saeta que aprendió de su madre (que en Gloria esté), y decía así:

Virgen de la Soledad,
             ¿quién es tu Hermano Mayor?
            que te tiene tan hermosa
            y resplandeces como el Sol.     

Años después se fue al Cortijo de la Escuela, situado en la Ermita de la Esperanza, con Joaquín Peña Montes y su señora Rosaura, aquellos fueron sus segundos padres.

Como de costumbre llegando la Semana Santa se venía del Cortijo, para escuchar a los cantaores de saetas y al mismo tiempo aprender letra, por no haber otros medios en aquellos tiempos.

Siempre  iba persiguiendo a los saeteros, y se decidió a subirse en el balcón, cantó su primera saeta, la que he comentado antes, pero allí se monto la “Mari-morena”.

Desde entonces, empezó a juntarse con los cantaores de Cabra y cantó con Curro, Antonio Petaca, Vega, Coloraita, José Córdoba, Juli Córdoba, José Cobo, Tomás Pavón, Pepe Barranco, Carrana , y muchos más, así todas las Semanas Santas.

Radio Atalaya organizó el primer concurso de Saetas, le dieron el Primer Premio. Recuerdo que también concursó “El Peque”. El premio fue de 500 pesetas. Los primero dineros ganados por el cante. 

A raíz de aquel concurso empezaron a llamarlo de todos los pueblos, Lucena, Baena, Priego, Puente Genil, Castro y también capitales como Córdoba, Málaga, Granada… cantaba con cantaores famosos como “Niña Belén”, Antonio de Canillas, Frasquito de Puente Genil, Fernando Ávila, “El Niño de las Cabezas”, Elías.

En Córdoba cantó con Antonio Ordóñez, su hermano Rafael y Antonio de Patrocinio, con el “Califa” y “La Telegona”, con Miguel Mariscal de Granada, con “La Quica” de Lucena, Felipe “El Tabarro”, con Antoñita de Triana (Sevilla).

Ganó el Primer Premio con la “Niña La Alfalfa”, en Rute, en Baena con Diego “El Clavel”, en Priego, con Paco de Monte Frío y su hermana Gabriela, Fernando Ávila y Rogelio Veltran. 

En Lucena cantó con “La Quica” y Felipe “El Tabarro. Ganó el Primer Premio en el Teatro Principal y al año siguiente el de la Peña el Saetero.

En Carteya, también fue Primer Premio con cantaores de Córdoba y Carteya.

En 1982 concursó en Saetas Regionales de Radio Cadena Española en Granada, patrocinado por Caja General de Granada y obtuvo el Primer Premio.

Después en Córdoba estuvo en el homenaje que rindió Córdoba a “La Talegona”, en la Plaza del Cristo de Los Faroles. Hasta en Francia cantó, en peñas, la de Fosforito de Córdoba y el Rincón del Cante.

En la Barrera de Lucena, la del Lucero de Montilla, la de Cayetano Muriel de Cabra, de la cual era Socio de Honor, Peña Platería de Granada, Peña de Rute, de Baena, Carteya…..

También cantó con Rafalito Prieto y Rafalito Córdoba.

Algunas actuaciones:

·        4 de febrero de 1968: Festiva Benéfico a Rafael Arenas, por haber sufrido la amputación de una pierna, con Antonio Cubero Ortiz, Manuel Lama “El Paleto”, José Córdoba, Vicente Alcántara, José Cobo y Tomás Pavón Santiago.

·        27 de marzo de 1971: Pregón de la Semana Santa, por don Esteban Basoli, Director General de Turismo. Cantaron José Córdoba, Juli Córdoba, Andrés Córdoba, Manuel Lama “El Paleto”, José Cobo Puerto, Tomás Pavón Santiago, Eduardo Luna, Antonio de Canillas, Rafael Córdoba Levaré, Rafael Lopera y Mellado Mendoza.

·        7 de abril de 1974: Segundo Concurso de Saetas de la Virgen de la Soledad:

            - 1º Manuel Lama “El Paleto”
            - 2º Juli Córdoba
            - 3º Tomás Pavón
             José Cobo y Fernando de la Rosa.

·        20 de noviembre de 1976: Homenaje a los acogidos en el Asilo y el Club de Ancianos. Cantaron: Pao el del Lunar, Tomás Pavón, Manuel Lama “El Paleto”, Maruja Gallardo, la familia Córdoba con José, Juli, Enrique, Manuel y el hijo de Juli.



·         4 diciembre de 1983: Teatro Principal, Séptimo Aniversario de la Muerte de Pepe Marchena. Marchena y Cabra unidas por el arte, gala flamenca pro-monumento a Pepe Marchena. 

Primera parte. Presentó Adolfo Molina. Cantaores; Vicente Alcántara, Manolo Algaba, Fernando Asensio, Pepe Barranco, Rafael Calvo, José Cobo, Rafael Córdoba. Por Marchena, Alberto Burguillo, Manolo González y el recitador José María Vázquez. 

Segunda parte. Cantaores; José Córdoba, Juli Córdoba, Andrés Córdoba, Manuel Lama “El Paleto”, Tomás Pavón Santiago y Fernando Urbano “El Gandi”, a la guitarra, Paco Ruiz, Juli Córdoba, Enrique Maldonado y Romásn Carmona “Carmonilla”.

·        12 de abril de 1986: Velada Flamenca organizada por la Peña los Amigos, para recaudar fondos para la familia Domingo Rodríguez “El Canonigo” y su esposa Asunción Marín, muertos en accidente de tráfico. Tomaron parte los siguientes cantaores; Pepe Pavón “El Tomate”, Fernando Asensio, Manuel Lama “El Paleto”, Fernando Urbano “El Gandi” y Tomás Pavón, con la guitarra de Paquito de Montilla, el grupo de baile del Cerro y los Hermanos Carrasco.

·        9 de mayo de 1987: Homenaje en el Hogar del Pensionista a Antonio Vega Moreno “Veguilla”. Organizado por Antonio Poyato Polo “El Peque” que actuó junto con Manuel Lama “El Paleto”, José Cobo Puerto, Fernando de la Rosa, Alfredo Martínez, José Córdoba, Pepe Pavón “El Tomate” y Tomás Pavón.

 

CONTINUARÁ.…………

Antonio Fernández Álvarez (Escribidor de sueños)



Revivido




¿Sucedió en verdad?, cierto es que a mí me lo refirieron, yo no fui partícipe, ni tan siquiera había oído hablar de ello hasta que me lo contaron. Tal como me lo narraron se lo relato a ustedes, si bien no es menos cierto que lo que se comenta se aumenta, así que la historia puede haber sido tan manipulada que,  ¿cómo saber lo que es verdad, lo que es mentira o lo que es invención? pero  sin duda es una historia que cuenta las veinticuatro horas más dramáticas que un ser humano pueda soportar, y que si no fuese por la sensibilidad por la misma, a modo de broma podría decirse aquello de “vivo sin vivir en mí”. 

Aterido de frío, no podía mover un solo músculo, no podía articular palabra, ni tan siquiera pestañear, tardó unos minutos en procesar donde se encontraba.

Los llantos de sus familiares, eran perceptibles a sus oídos y quedó aterrado, cuando se percató que yacía en un ataúd, por suerte estaba abierto, ya que estaba en la cámara refrigerada de un tanatorio.

Aunque un enorme cristal lo separaba de la sala donde se encontraban sus familiares, sus amigos y todos aquellos conocidos que se acercaban a dar el pésame a su mujer y sus hijas, el murmullo de quienes les transmitían sus condolencias, le era perceptible.

Se esforzaba en mover sus extremidades, abrir sus ojos o gritar, pero le era imposible. Solo él sabía que no estaba muerto, pero le era imposible dar alguna señal que pudiera ser visible.

Intentaba evocar que le había sucedido. Vagamente los recuerdos le venían a la mente. El despertador sonó como era habitual a las siete de la mañana. Se levantó igual que cualquier otro día. Fue a la cocina a prepararse un café, estaba colocando la capsula en la cafetera cuando empezó a sentir la sensación de malestar general, de mareo, de náuseas y sudoración, y un fortísimo dolor en la espalda. 

Pensó que necesitaba una ducha fría, no llegó al cuarto de baño, cayó de bruces en el pasillo, perdiendo el conocimiento.

Rápidamente su mujer acudió a ver que sucedía, el golpe por su caída la había despertado ya totalmente. Cuando le vio tendido, gritó horrorizada al ver el cuerpo yacente de su marido. Sus hijas que ya se habían levando, contemplaban asustadas el cuerpo inerte de su padre, una de ellas reponiéndose del schock rápidamente llamó a urgencias.

A las ocho de la mañana la ambulancia partía de la casa a toda velocidad hacia el hospital, le habían colocado vías, inyectado medicación e incluso le habían practicado técnicas de resucitación, como la respiración boca a boca y las compresiones torácicas, solo cuando aplicaron el desfibrilador, éste consiguió restablecer el ritmo cardiaco normal.

En la UCI, el enfermo conectado a una máquina de electrocardiograma, y otros soportes vitales como ventilación mecánica invasiva y estabilización hemodinámica, requería los cuidados continuos de una enfermera.

A las 10 horas el estado del paciente se volvía crítico y a pesar de realizar todo lo humanamente posible a 10,15 horas el médico certificaba su muerte. 

Estos recuerdos le llenaron de pesadumbre ya que no comprendía como era consiente de ellos y al mismo tiempo su cuerpo yacía impertérrito.

Percibía como las horas iban pasando, el ir y venir de los que se acercaban a dar el pésame ya no era tan fluido, dedujo que habría caído la tarde, calculó que podrían haber pasado más de doce horas desde que se levantara esa mañana.

Sintió aprensión al pensar que fuese a despertar durante la noche y que su mujer y sus hijas que sin duda le velarían se llevasen un susto de muerte. Igualmente pensó que si se iban a casa, debido al cansancio de todo el día, más la larga mañana que les esperaba hasta su inhumación y él volvía en sí, estaría solo. Ninguna de las dos posibilidades le pareció complacientes. A pesar de ello seguía esforzándose en conseguir forzar alguna señal que trasmitiese su cuerpo para indicar que de un modo y otro no estaba totalmente muerto.

Definitivamente, a las doce de la noche solo su mujer e hijas quedaban en la sala del tanatorio, habían decidido pasar ahí las últimas horas velando el cuerpo de padre. Más tarde pudo sentir los ronquidos de su hija Beatriz, era la más pequeña,  muchas veces bromeaba con ella diciéndole que roncaba más que un camionero, ¿qué de donde sacaba tanto ruido con tan pequeño cuerpo como tenía? No había cumplido aún los dieciséis años, de no dar un estirón pronto, su estatura no pasaría mucho más de un metro sesenta centímetros.

También sentía las lamentaciones de su mujer, ya que ésta una vez que las niñas se habían dormido, dio rienda suelta a sus emociones, llorando desconsoladamente.

Carolina su otra hija había cumplido los diecinueve años estaba en esa etapa de la adolescencia en la que se había vuelto más independiente, le gustaba disfrutar de la vida, sus padres se desvivían por darle todos su caprichos porque ella era una joven responsable, en sus estudios, sus notas eran de sobresalientes, así lo habían sido en el instituto y ahora en los comienzos de su carrera. Y además aún sacaba tiempo para entrenar y poder competir en el campeonato de España de natación, en el cual el año pasado obtuvo una medalla de bronce.

Volvía a sentir el murmullo de la gente que se acercaba a dar el pésame, por lo que dedujo que ya pronto todo estaría consumado. Las veinticuatro horas que debían transcurrir desde su muerte hasta el funeral estaban llegando a su final.  La misa corpore insepulto sería por la mañana.

 Fue consciente de que taparon su féretro, sintió el traqueteo de su cuerpo con la caja cuando el cloche fúnebre le transportaba hasta la Iglesia. Durante la ceremonia que le pareció larga y la homilía tediosa, fue sintiendo menos frío, el calor sofocante que hacía esa mañana de verano, y la pequeña iglesia llena, contribuía a ello. Sentía hasta el ruido de los abanicos con los cuales las mujeres se aventaban.

Quería alejar el miedo que poco a poco iba apoderándose de él, contaba con una única oportunidad, por suerte iba a ser incinerado, esperaba que su mujer o sus hijas pidieran verle por última vez, cuando quitaran la tapa del ataúd para introducirle en el horno crematorio.

Ordenaba a sus brazos y a sus piernas que se movieran pero no obtenía ningún resultado.

Sintió de nuevo el traqueteo se percató que estaba en el coche fúnebre que le transportaba hasta el Campo Santo. 

El tiempo corría cada vez más en su contra, y poco a poco fue consciente de que ya era irreversible su destino. Sus ojos se inundaron por su llanto y aunque estaban cerrados, no podía abrirlos, las lágrimas corrían por sus mejillas.

El joven encargado del horno crematorio, quitó la tapa y ni tan siquiera miró al hombre que yacía en el féretro, salió de la sala donde estaba y avisó a la familia, por si querían despedirse antes de que le introdujera en el horno crematorio.

Su mujer estaba destrozada y apenas podía mantenerse en pie, solo sus hijas, Carolina y Beatriz optaron por pasar a verle por última vez. Carolina quedó impresionada a ver el inmenso horno que pronto devoraría y reduciría a cenizas con sus novecientos cincuenta grados de temperatura el cuerpo de su progenitor. 

Beatriz, se acercó al féretro e incluso acarició las manos de sus padre que estaban cruzadas sobre su pecho, le pareció que estaban calientes, pero el calor de la sala era insoportable ya que el horno llevaba una hora encendido, preparándose para la temperatura óptima que debía tener para recibir el cuerpo del finado. Miró a la cara de su padre y solo entonces se percató de las lágrimas que brotaban de sus ojos, y exclamó:

¡Está llorando! 

¡Está vivo! 

¡Mi padre está vivo!

FIN

José Fernández Álvarez (JotaEfeA)

 


SANTA CECILIA
(Patrona de la música)





Noviembre es el mes de los músicos. Universalmente se celebra a Santa Cecilia como patrona de este arte.

Se organizarán conciertos extraordinarios y concursos de creaciones musicales para la ocasión. Se aprovechará asimismo con objeto de reivindicar aquellos que necesita el colectivo para desarrollarse (apoyo y planes de estudio, construcción de salas y espacios apropiados, etc.).

Igualmente se celebrarán solemnes misas cantadas en Honor y Veneración de aquella Virgen y Mártir, tomada por Patrona en 1.584 al fundarse la Academia de Música de Roma y honrada desde entonces hasta hoy por las sociedades musicales.

Varias veces la hirió el verdugo, y no pudiendo conseguir su intento, la abandonó moribunda. Tres días aún alentó Cecilia, durante los cuales exhortó a muchos cristianos para que perseverasen en la fe. Llegado el 22 de noviembre del año de Cristo de 232, rindió su alma al Señor, que le ciño la doble corona 

Sabemos de su vida (1), escrita por Simeón Metafrasto y referida en el Martirilogio de San Jerónimo, que nació en Roma, de la ilustre familia de los Metelo romanos y que siendo ya cristiana hizo voto de castidad.

Sus padres la casaron con un noble patricio llamado Valeriano, a quien Cecilia suplicó respetase su honestidad, pues un ángel del Señor la guardaba y atentar contra ella podía traer su desgracia. Valeriano quiso ver la faz del ángel lo cual no sería posible mientras no recibiese el bautismo, por lo que haciéndose instruir por su santa esposa fue bautizado por el obispo Urbano. 

De regreso a su casa y, estando los esposos reunidos en oración, se les apareció el ángel llevando en sus manos dos resplandecientes coronas, con que ciñó sus frentes. Poco después Valeriano convirtió a su hermano Tiburcio.

El ambicioso prefecto Almaquio hizo prender a Cecilia para que descubriera los bienes de Valeriano y
Tiburcio y como ella replicaba que las habían repartido entre los pobres, mandó ahogarla en el baño de su propia casa, donde habiendo pasado un día entero sin recibir daño alguno entró un verdugo con orden de decapitarla.

Varias veces la hirió el verdugo, y no pudiendo conseguir su intento, la abandonó moribunda. Tres días aún alentó Cecilia, durante los cuales exhortó a muchos cristianos para que perseverasen en la fe. Llegado el 22 de noviembre del año de Cristo de 232, rindió su alma al Señor, que le ciño la doble corona de virgen y mártir. 

Su cuerpo fue sepultado por el Papa Urbano en el cementerio  de Calixto y en 1.599 el Pontífice Pascual lo halló incorrupto y envuelto en ricas telas bordadas bañadas de la misma sangre.

Aquel Papa mandó depositar el cuerpo de la Santa junto con los restos de Valeriano y Tiburcio y de los Papas Urbano y Lucio, en el altar mayor de la iglesia de Santa Cecilia. 

Se le tributa culto desde el siglo V, si bien en Roma la fiesta de Santa Cecilia se celebraba ya en el siglo IV, siendo levantadas varias iglesias dedicadas en su honor y figurando como una de las santas de la Iglesia que merecían mayor devoción.

Hasta aquí su biografía, que como las de otros santos antiguos, es más una leyenda poética y piadosa que una historia verídica. Respecto al patronazgo musical de esta santa, puede afirmarse (2) que se debe a una equivocación, ya que el fragmento de las Actas de su martirio, en que dice: “cantantibus organis, Caecilia Domino decantabat” (mientras tocaban los órganos Cecilia cantaba al Señor), fue interpretado como que “decantabat” significaba un canto vocal lo que dio lugar a la creencia de que esta santa practicaba la música.

Por ello, en el arte pictórico, y en especial desde el siglo XV (Dominiquino en el Louvre, Poussin en el Prado, Rubens en el museo de Berlín, Rafael en la Academia de Bolonia), Santa Cecilia suele ser representada tocando, acompañada de un instrumento musical (en particular con el órgano) y rodeada de ángeles.

 

 

(1)    Extracto de la ENCICLOPEDIA UNIVERSAL. Tomo XII.

(2)    Del libro LA MÚSICA de Jaime Vidal-Alcover (musicólogo)

EDITORIAL BRUGUERA, S.A. Colección SI-NO.  



Francisco A. Granados Mellado (Paco Granados)




RELATOS: LA HORA DEL MIEDO






Cementerio

 Era domingo y Juan se disponía a ir al cementerio como solía hacer cada domingo desde hacía diez años. No faltaba ni un solo día, para ir a recordar a su esposa e hija que murieron en un terrible accidente de tráfico en el cual el logró salvarse.

 Llegó al cementerio, se encontraba abierto al público. No había ni un alma, sólo el sepulturero que trabajaba en los nichos nuevos del lugar. Juan se acercó a las tumbas de sus dos tesoros y les colocó las flores que había comprado. Siempre se ponía hablar con ellas y les pedía perdón por aquel día. Juan se echaba la culpa por la muerte de ellas, aunque en realidad fue otro conductor quien provocó el accidente. Aún así él pensaba que podía haber hecho más por ellas.

 Juan escuchó un gran golpe que venía de lejos. Se asomó donde había visto al sepulturero, pero no lo vio. Decidió acercarse y lo vio allí postrado dentro de una tumba. Se acercó a él para preguntarle si estaba bien y qué le había pasado. Él lo miró y le dijo:

 -  Estoy bien, tranquilo. Me dio un leve  mareo y caí.

 Juan le ayudó a salir y se ofreció a llevarlo al médico, pero él dijo que no era necesario.

 Juan se fue hacia la tumba de su hija y su esposa, pero mientras se dirigía hacia ellas empezó a sentir algo detrás de él, como si alguien estuviera escondido entre las tumbas y lo vigilara. Miró a su alrededor, pero no había nadie; solo aquel hombre que seguía con su trabajo.

Cuando ya estaba a punto de llegar vio allí al lado de las tumbas de su familia a una mujer mayor, estaba de rodillas rezando. Él se extrañó, no sabía quién podía ser aquella mujer. Le puso la mano sobre el hombro y le preguntó quién era y por qué estaba allí en aquellas tumbas. La mujer no le prestó atención. Volvió a preguntarle, y la mujer se giró y clavó su mirada hacia él. Aquella mujer tenía el rostro esquelético, ojos negros y la boca la tenía llena de tierra. Sus dientes estaban ensangrentados. En ese momento intentó coger a Juan para morderle, pero él logró apartarse rápidamente. Salió de allí corriendo lleno de terror e incredulidad. Corría por aquel cementerio, mientras a su paso iban cayendo las lápidas. En ese momento Juan vio al sepulturero que se dirigía hacia él y le pidió que le ayudara.

En ese instante aquel hombre tenía el mismo rostro que la mujer. Juan no sabía qué hacer. Prosiguió su camino corriendo y se metió por un pasillo estrecho con nichos a ambos lados. Se dejó caer en uno para descansar y de pronto de entre ellos salieron unas manos que intentaron atraparlo. Juan cogió un jarrón y de un fuerte golpe consiguió escapar. Siguió buscando la salida del cementerio. Echando la vista atrás se dio cuenta que le estaban persiguiendo decenas de muertos. El miedo hizo que sus piernas le temblaran,pero debía salir... Al final consiguió encontrar la salida de aquel pasillo y justo delante de él vio a su mujer y a su hija. En ese instante Juan cayó desplomado al suelo. No daba crédito a todo lo que le estaba pasando. Intentó levantarse para seguir corriendo, pero una pequeña mano sujetaba su pierna. Eran las manos putrefactas de su hija. Juan no podía soltarse… De pronto su mujer se abalanzó sobre él mordiéndole, hasta acabar con su vida.

Desde aquel día Juan formó a ser parte de ellos

 ¡Es un muerto viviente!!

Isabel Natalia García Ruiz (Natalia García)

 


Un recuerdo muy vivo






Todos sabemos que para recordar a nuestros seres queridos, y sobre todo a los que ya no están con nosotros, no hace falta que sea ningún día en especial. Siempre están en nuestras mentes, o mirándonos desde una foto colocada en nuestro salón e incluso puede que tengamos conversaciones con ellos en sueños. De una manera u otra están ahí, y seguirán ahí gracias a que los mantenemos vivos, aunque sea con los recuerdos que tenemos de ellos.

Noviembre, empieza ni más ni menos con el Día de Todos Los Santos. A pesar de, como ya he dicho al principio, no hace falta que sea ninguna fecha marcada para que sepan que nos acordamos de ellos. Creo que también, es importante la tradición. Y en España, acudimos a los cementerios a recordar a nuestros seres queridos, limpiamos sus tumbas, le llevamos flores y ponemos velas. Pero como ya sabemos no en todos los sitios es igual, aunque siga habiendo algunas similitudes.

Como ejemplo, y no por casualidad, creo que es de mencionar la tradición de este día en la cultura mexicana. Ésta no es muy diferente a la nuestra, de hecho ni si quiera el nombre de este día cambia tanto. Para ellos, es el Día de Muertos, y en este día también visitan a sus fallecidos en los cementerios. Pero, además de eso, preparan espacios en sus hogares donde colocan altares con alimentos, bebidas, inciensos, velas, flores y fotografías para recordarlos. Básicamente, lo llenan de ofrendas porque en ese día, ellos irán a visitarlos.

Pero, para que estos familiares que ya han fallecido no se pierdan en el intento de encontrar el camino de vuelta a casa, utilizan algo muy específico, y creo que es la parte más especial en mi opinión. En efecto, utilizan una flor, y ésta se llama Cempasúchil. Así que llenan sus altares con ella y hacen caminos con sus pétalos, para que así siempre encuentren su camino con nosotros, los vivos.

Así que con ésta idea tan bonita, quisiera motivar a que éste año le coloquéis a esa foto del salón, una flor de Cempasúchil. Pero, si no podéis, aquí os dejo un dibujo de ella dedicada a todos los que ya no están, pero que siempre vivirán en nosotros. Recuerda, nadie muere mientras haya alguien que lo recuerde.

José Carlos Ortiz de Galisteo Delgado (Carlos Deg.)





Relato corto







"Valores"... ¿Los de antes?

“¡Ayyy… mísero de mí… Ayyy infelice….Apurar cielos pretendo… Ya que me tratáis así!…”

-¡Caray, Calderón… Cómo está el Gran Teatro… el del Mundo, digo!...

Cuando era chiquillo, me enseñaron a memorizar que la distancia más corta entre dos puntos era siempre la línea recta:

X _________________________________________________X

(¡Y no fallaba!... Matemática, lógica, precisa, práctica, empírica y taxativamente)…

Ahora en cambio, todos los comunicamos directamente y por inercia con 70.000 obstáculos por el camino: Complicadas rotondas, autovías, túneles, puentes, circuitos y scalextris inacabables… Llenos de costosas limitaciones, radares, paneles e indicaciones por todos sitios sancionables… Menos al llegar precisamente a la esquina o al punto en el que se haya perdido uno… Y que difícilmente dispone de la señal conveniente para no extraviarte…

(La cual jamás estará en su correcto sitio, más que probablemente… Ni siquiera localizable en el Navegador de a bordo… Al que alguien muy acertadamente le llamó en su día Tom Ton… por lo que disparataba tan a menudo)…

¡Obligándote nuevamente a darle toda la vuelta completa a la Rotonda…al carril… o al dichoso sentido o dirección que sea… mareándote siempre!...

Y retrasándote media hora a la postre, para al fin poderte sacar de allí… Con lo cual llegamos ciertamente más tarde… Seguro….

¡No habiéndolo entendido yo la Invención aún tan convenientemente!…

Pero es que suele ser así... ¡Por riles!... No habiendo otra…

¡Y el adelanto intencionado… tan atrasado... Como sus Ingenieros!... por tanto…

¡Salvándose sólo el Ave… Aunque resulte tan caro… pero muy cómodo, rápido y elegante!... ¡Como el Avión… Si lo es sin los transbordos innecesarios!... (Como los de los Cruceros de una Semana por el Mediterráneo)… ¡Aunque sean de los del “Todo incluido”… como los Impuestos o los Hoteles de la pulserita en los Viajes de Ocasión!...

¿O es que a Vd. no le ha pasado, Jefe, lo de perderse con tan relativa frecuencia?…. ¡Dígame!...

_______________________________________________

¡Que síiii…. D. Ramón… Muy en serio le manifiesto, que es deprimente ahora!…

(Si nos paramos a discurrir pausadamente)…

¡Que cualquier cosa!... ¡Un Seguro, Una hipoteca, Una joya, Un vehículo, Una vivienda, Un perfil!,… se personalicen individualmente tanto o tal… y se tuneen… tan en exceso para distinguirse y desmarcarse del resto… Por el simple hecho de privatizar la posesión y el sentido del dominio, resaltándolas de las otras… (Al objeto de hacerlas diferentes y parecer darles aún más valor. Y elevar la calidad y su caché personal, para hacerlos más deshumanizantes)…

¡Cuando son los celulares y computadoras y redes sociales quienes lo han impersonalizado todo y quitado de su debida intimidad, privacidad y protección por encima de todas las cosas!… Estando  cualquier bien, persona o información confidencial o delicada al alcance de cualquiera… hasta de un robot o web-cam en un segundo… Dispuesta y presta para poder usarse contra ti… Indiscriminadamente… Sin que nadie frene este impulso fatal…

¡Y siempre sujeta a la entrada de virus, troyanos, gusanos, hackers, pirados, obsesos … y toda una larga serie de amenazas que pretender controlar o descontrolar tus datos y pertenencias a su favor!… Resultando ser de lo más inconveniente pues su uso, al cabo… Y peligroso…

¿Dónde vamos a ir a parar con estos adelantos?... Si al final no se puede pasar de 110 o 120… ¡Total… qué más da tanta velocidad, ímpetu o carrera!... Si todo va a ir a parar a una Multa por algún tipo de exceso…

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-¡Fíjese Vd. Caballero!…

Que si nuestros Clásicos, o los del 98 o del 27, -por poner un ejemplo-, levantasen la cabeza y nos viesen escribiendo en un portátil y conectados todo el santo día a un iPhon, un iPod, un SmartPhone. Hablando o escuchando música heavy por la calle o en el coche constantemente. Con un casco puesto, mientras caminamos, cruzamos un semáforo o hacemos footing, zumba, reggaetón… o lanzando sélfies y fotos a toda cosa viviente o inerte, que subir luego al Youtube, Facebook, el Twiter, el Tuenty, el Whatsapp, Instagram… O a la infinidad de historias y pasatiempos éstas de Internet que nos enganchan tanto cibernéticamente!... ¡Como los Juegos Electrónicos!...

¡Y encima se tuviesen que tropezar de lleno en las narices, en la calle, con un punkie, friki o sujeto éste de una tribu urbana. Un travestí, un hare krishna o un rapáo tatuado en la cabeza, cuello, pies, grapadas las cejas y con piercings hasta en las orejas y partes más nobles del cuerpo humano… Pareciendo más un Grémlin que otra cosa realmente… no apeteciendo ni darle de comer!…

Rematando ya la faena,… frente a un escaparate, ojeando unas buenas minínifaldas de ésas de las de atrévete, bikininínis, tops, lencerías, sex-shop y modas y tendencias provocativas de las de ahora… tan subversivas y escandalosas para ellos ciertamente!...

¡Madre mía, lo que les costaría calcularse… en qué Planeta habrían ido a caer y con qué serie de extraterrestres!... (Dándoles seguramente que un “ictus” o un ataque epiléptico casi instantáneo)… jójo…

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¡Tan es así… que de haber tenido un hijo en estas fechas, éste que le platica tan alegremente!… (El cual podría tener entre 33 a 35 años perfectamente, ya manufacturado y debidamente parado y viviendo a mi costa)…

*Digo yo… ¡que de haberlo tenido!... Sin saber exactamente en qué mundo le dejo y qué legado podría ahora darle... ¡Cómo está la cosa de disputada, jodíbiri y complicada!...

Y tener que verme obligado encima a explicarle, más que vergonzosa y comprometidamente… (En esta “Era Hiper Tecnológica” en exceso informatizada, mecanizada, amplificada, holográfica, esquizofrénica y mediatizada en la que vivimos)… En la que los libros, periódicos, discos y artificios digitales, sustituyen con celeridad a los tipografiados, serigráficos y formatos habituales de los últimos 100 años… Y los teclados táctiles, tablets y consolas a la escritura manual, la información y correo y cartas tradicionales…

¡Habiéndonos prácticamente olvidado de cómo era hasta nuestra propia letra!... –que no plasmamos nunca en papel ni practicamos, más que para firmar-… ¡Y ya también se hace digitalmente!...

¡Así como de todo cuanto en su día nos enseñasen en la Escuela o Colegio con el mayor esfuerzo y paciencia nuestros Profesores y viejos Maestros!… Incluso de leer jamás ya un texto original, si no nos aparece en pantalla o un monitor integrado... ¡No apareciendo definitivamente por una Biblioteca… si no es virtual!…

¿Cómo puñetas entonces, mis Tatarabuelos, -analfabetos de por vida-, con mucha suerte… hicieron la 1ª Revolución Industrial sólo a base de poleas, correas, rodamientos y manivelas… Echándole poca electricidad pero muchos… de ésos?.... al Sistema…

(Ya que Edison aún no la había descubierto. Ni tampoco Volta la Pila, hasta 1800). Teniendo hasta entonces que iluminar pobremente sus chabolas, sus miserias y sus noches con una hoguera, una pira, un candil, un quinqué, unas velas… para no estar sumidos en la más total oscuridad de los tiempos. ¡Cosa que a mí ya me resulta una total barbaridad de imaginar… Así como ni tuvieran agua corriente en sus viviendas, ni siquiera cuartos de aseo… y todo se tuviese que hacer dentro de un Corral…)

¡Y que con más suerte mis bisabuelos sí que ya las conocieron!… junto al Telégrafo de Schilling y Morse, que data del 1832. ¡La Imprenta o Tipografía de Gutenberg!... La máquina de escribir. La Fotografía y el Cine o Cinematógrafo en blanco y negro por las Ferias. La máquina de Vapor. Y la 2ª Revolución Industrial con ingenios mecánicos más avanzados.

Mi abuelo: la Radio de Marconi, el inicio de la Televisión, la Penicilina de Fleming, las Vacunas de la Polio y Tuberculosis y el desarrollo de los autos, aviones, motores, el Color y el Sonido incorporados.

Mi padre: las letras bancarias y los pagos a plazos, los cassettes, las cintas, vídeos… Y ya a su final ver al hombre en La Luna, los Cd´s, móviles y ordenadores primeros. (Incluido el declive de casi todo lo hasta entonces inventado y conocido y visto por él).

Y yo, inmerso en la vorágine de los Plasmas, Circuitos Integrados e Integrales, Chips, Satélites Artificiales, Centrales Nucleares, Cohetes, Multicanales y todo éste aquelarre de avances tan desastroso. Vivo acojonado, parado, alienado, jodido y manipulado, en un Mundo tan complicado, soez y corrupto que no entiendo. No sabiendo dónde siquiera colocarme para no molestar a los otros que vienen empujando y quitando puestos… Con una escala de valores… totalmente olvidados… Y que tanto brillan por su ausencia en los telediarios, televisión, telenovelas y prensa del corazón… Asqueándolo todo… ¡Y más que harto de no entender!... ¡Como Tarzán!...

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¿Dónde está pues… el punto de inflexión de este Progreso tan aireado y desgastado… Si siguen miles de personas a diario muriendo de hambre y miseria, en guerras, campamentos de refugiados y hacinamientos, sin medicamentos ni asistencia médica, educación, recursos de ningún tipo… Derechos… Algunos hasta esclavizados aún en pleno Siglo XXI… y sodomizados a la fuerza… Media humanidad desempleada… Maltratada toda la naturaleza y seres vivos en desaparición?…

Con corridas de toros sanguinarias, matanzas injustas y cruentas y peleas de gallos, perros, incluso de personas… por dinero. (Cosas propias de los Romanos y Bárbaros de la Historia)… Bancos Malos, y ninguno Bueno… y menos honrado… Muchos Universitarios con hasta 3 carreras, Máster, Idiomas,… pero parados… Los Políticos y Banqueros y Energéticos y Laboratorios, forrados… Los Narcos, Mafias y Armamentistas haciendo su Agosto a voluntad… Y los asiáticos comiéndose aún lagartos, sapos, gatos, monos y perros…. O los Científicos experimentando cada día insensiblemente con ellos… sin parar…

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¿De qué nos ha servido llegar hasta aquí si no se consigue ser feliz con tanta dependencia? Todo alrededor es Obsolescencia, pero Programada, de usar y tirar en 5 años. No hay Matrimonio que no se separe o divorcie al instante. La Educación de los hijos… un total desastre y una pena… El Consumismo es agotador. ¡Y para ser el mejor sólo se consigue apretándole a los demás todos sus tornillos y cables!…

¿Cuál es el verdadero valor de ahora que no nos inculcaron mejor nuestros padres?...

Y qué pena de aquellas Cartas de amor que ni siquiera las sabe escribir ni leer ya nadie…

¡Ésta vida es una errata y un sin sentir!

¡Al final me veo hablando sólo…

para ahorrarme hasta el Psiquiatra!…

Y llevaré así como una hora…

¿Verdad, Doctor?...

(-¡Es verdad Baldomero, en realidad soy su Barbero. Pero ya que se está haciendo el arreglo completo… y voy a clavarle... Tendré que aguantarle… Sooo plastón…) jjjjjjjjjjjjj…

*****Moraleja: “Aunque compre una Ágni, no se tire a la Vieja”… Recíclese…******

Fin


Ángel Pérez Campos



EL ARTE DE OBSERVAR  







En el sopor, ensueño que una ola me lleva y me arrastra hasta una playa, me abandona entre algas y espuma blanca y, en el siguiente embate, el mar me vuelve a recoger, me abraza con suavidad, me pasea, me mece, me hace creer… Pero es inútil, me vuelve a desatender sobre la arena en una vigilia infinita. Son las siete de la mañana y he dormido muy poco esta noche. Duermo poco, he dormido muy poco desde que abandoné el pueblo. No me preocupa y, por lo tanto, no me ocupa. En las autopistas del sueño mis pensamientos fluyen con celeridad, enlazando todos los ayeres de mi existencia, mis presentes y mis futuribles días. Me levanto, estoy mareado de tantas mareas y escapo corriendo de la cárcel de mi cama. Mientras me ducho, la música de Ludovico Einaudi impregna, desde mis oídos, al resto de mi cuerpo, impulsándolo, animándolo. Su cadencia armónica me da fuerza, quiero que mi corazón lata muy fuerte esta mañana, que sienta y siga bombeando emociones nuevas. Me visto, un café rápido y salgo de casa. Es otoño en Madrid y será un placer caminar sobre un manto de hojas secas, ver teñido de marrones y rojos los parques, plazas y paseos. Respirar aire limpio dentro del caos, saborear la lluvia fina que filtran los árboles, mojarme los zapatos, aislarme dentro de un paraguas, navegar tranquilamente entre prisas, oler a tierra mojada y sentir el aire frío del alba en mi cara.

En el andén se hacinan mujeres y hombres tratando de concurrir a la brega diaria. Ellos no miran, no ven, no oyen, sólo trashuman. Llega el tren y, en una especie de ingravidez, entran en los vagones inconscientes de lo que pasa a su alrededor. Abstraídos, se nutren de otra realidad, la que entra por sus oídos o por las pantallas que iluminan sus caras, no levantan la cabeza, viajan solos, aislados, en soledad, furgones llenos de insomnes solitarios. Me cuelo como puedo y me amoldo al espacio. Me mimetizo para poder observarles, los estudio. En un instante, la locomotora empieza a arrastrarnos sobre el camino férreo de la ignominia. Dos décadas hacen ya del 11S. La miseria humana dejó esparcidos en las vías sueños, proyectos, anhelos, deseos y afectos. Me duelen todavía todos ellos, la herida sangra cuando paso por aquí. La ausencia de respuestas a mis por qués y a mis para qués me tortura. El Pozo, Santa Eugenia y, por fin, Atocha. Se abren las puertas y el vagón se despresuriza, los cuerpos se desparraman por el apeadero buscando conexiones, siguiendo hilos invisibles que los lleven a otro tren, a otro destino. El vagón queda casi deshabitado, pero fuera en el andén, esperando, están nuevos ocupas con la intención de volver a colmarlo. Yo espero mi oportunidad para salir, no me acucia la prisa. Ahora ya camino, busco la salida de este hormiguero humano, esta multitud autómata me exaspera, quiero respirar ya la calle.

La luz del alba se abre camino en la oscuridad de la noche, las farolas aún encendidas
iluminan las aceras mojadas por la rociada. Sobre el Palacio de Fomento, “La Gloria y los Pegasos” vigilan la Glorieta del Emperador Carlos V. Cruzo desde la estación y me dirijo hacia allí para tomar después el bulevar del Paseo del Prado, mi inicio soñado. Los coches pululan con sonoras protestas de claxon levantando hojas a su paso mientras, en el cielo, clarean las nubes grises

La efigie de Claudio Moyano da la espalda a su cuesta. Político preclaro, su Ley de Instrucción Pública puso las bases de una educación universal para todos los españoles, un cambio radical en el siglo XIX. En la cuesta, dentro de las casetas todavía cerradas, los libros duermen sobre los anaqueles, imaginando un nuevo lector, soñando un nuevo hogar. 

Camino sobre la hojarasca en paralelo al jardín de jardines, el Botánico. Este tramo es fascinante. A través de la reja que me separa contemplo este museo vivo en el centro de la urbe, lleno de una biodiversidad vegetal extraordinaria y con una belleza incomparable, me estremezco al ver los árboles y parterres apareciendo entre la bruma. Percibo, ya de soslayo, la esquina de la pinacoteca. Un “inmaculado” Murillo preside la plaza que le da nombre, entre el Edificio Villanueva (Museo del Prado) y la puerta del Botánico. Sigo mi camino buscando a otro sevillano, Velázquez, que, como siempre, me espera sentado con sus armas en la mano, paleta y pincel, quizás esperando atrapar los primeros brillos del día. Pero hoy será imposible, el sol está esquivo. Me separo un poco para contemplar el edificio que alberga la mayor “biblioteca de cuadros” del mundo. Cápsulas del tiempo que nos cuentan historias de intrigas, amores, crímenes, milagros y demás hechos que, por otra parte, no difieren mucho de los que acontecen en los tiempos actuales.

Era muy joven, cuando, un día lluvioso como hoy, me refugié en este edificio y ya no pude dejar de sentirlo parte de mí hasta hoy. Aquí no me enseñaron a pintar, pero sí a interpretar. Dentro, me ilustraron modestamente en las bellas artes y fui conociendo, poco a poco, las humanidades. Me di cuenta que allí disfrutaba y me regocijaba con todo lo que veía y escuchaba, en un atmosfera donde  se respiraba una belleza encantada, ideada por genios. Como dijo mi paisano, el presidente de la Fundación de Amigos del Museo, D. Carlos Zurita:              

“Este museo no es el más grande del mundo, pero sí el más intenso. La cantidad de obras maestras por metro cuadrado que hay en el Prado es muy difícil de igualar por ningún otro museo, por grande que sea. Es un eje fundamental de nuestra cultura, de nuestra identidad como pueblo y de nuestro respeto a lo que es el arte, en definitiva.”

El conocimiento y la cultura dilatan nuestra mirada, alimentan nuestra curiosidad, descubren la belleza y nos emocionan, fabrican democracia, y nos educan en la convivencia,  nos hacen mejores, nos hacen discernir y hacernos preguntas, a ser únicos, que no diferentes, nos ayudan a ser libres y no esclavos, en fin, hacen que la vida merezca vivirla.

Unas gotas de lluvia me despiertan de mis pensamientos, tengo que continuar. En el otro lateral del Museo me despide otro maestro, ahora Goya, alucinando todavía con su etapa más negra. Al fondo, la iglesia de Los Jerónimos se difumina entre la llovizna. Abro el paraguas y me refugio en él. Busco mi próximo hito, el Museo Naval, un poco más arriba. El tráfico se ha estropeado con la lluvia y la paciencia de los conductores ha desaparecido. Neptuno con su tridente me desafía a mojarme, pero sigo y sigo, despacio, absorbiendo olores, colores y ruidos de fondo, creo que necesito una nueva dosis de cafeína. Antes de llegar al Museo Naval, la plaza de La Lealtad, donde una llama arde sin cesar, delante de un obelisco, por los caídos por España. Me agarro con fuerza a los barrotes de la reja que circundan el monumento y me quedo preso, en mis recuerdos, mirando fijamente la llama.

Me duelen mis muertos, compañeros y amigos, que cayeron con honor y que, a algunos, se les despidió sin gloria. Canto bajito entre dientes una oración, la que me sé: 

“Cuando la pena nos alcanza por el compañero perdido, cuando el adiós dolorido busca en la Fe su esperanza.

En tu palabra confiamos con la certeza que Tú ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz.” 1

Mis manos se desatan de la fría reja para continuar mí camino y, en apenas unos metros de distancia, una de las joyas más escondidas y desconocidas de esta ciudad, una perla en un mar de museos, “una gaviota en Madrid” como cantaba Caco Senante. Cerrado todavía, nadie se imagina que detrás de las puertas que simulan mismamente la entrada a una vivienda de pisos, se guarda un tesoro que nos cuenta una historia, la de nuestra historia naval. Grandes marinos egabrenses son  parte de este relato. Depositados aquí quedan sus memorias, crónicas aun vivas de su entrega. D. José de Vargas y Varáez,  D. Dionisio Alcalá-Galiano y D. Antonio José Parejo, entre otros, forman parte de esta gran aventura. Don Dionisio quizás sea el más notorio de todos ellos por cómo desarrolló su carrera de marino científico y su muerte en la batalla de Trafalgar. Cuentan que el capitán inglés que se apoderó de su barco, el Bahama, dijo ante su cadáver: “Hombres como éste no deberían morir en combate.” Sin embargo, esta cita es pura leyenda, pues a D. Dionisio le dieron “mar” sus propios compañeros antes de la captura, ese era su deseo. Él era un gran científico, considerado y afamado, pero, antes que nada, era un militar y, además, un militar de honor.

Deja de llover, cierro el paraguas, la grisácea luz de la mañana ganó la partida a la noche y a las farolas. Respiro hondo y emprendo la marcha después de tantas emociones. Rápidamente dejo atrás la “diosa blanca” Cibeles y cruzo la calle Alcalá buscando ahora el Paseo de Recoletos. La gente inunda las aceras. Las prisas y, de nuevo, las pantallas hacen que colisionen los unos con los otros como bolas de billar americano. Me enfrento al bulevar que me llevará al punto final de mi paseo, a la Plaza de Colón, allí me están esperando. Ya veo a mi izquierda el Café Gijón. Será aquí donde satisfaga mi necesidad de cafeína. Entraré y me sentaré al lado de un ventanal. Quiero ver pasar a la gente e imaginarme cómo son sus vidas, sentirme espectador de este teatro vital. Cuántas tertulias de intelectuales, artistas, literatos, políticos de otros tiempos, se han generado en este espacio, desencadenando discusiones y controversias interminables. Protegido tras los amplios ventanales del local, aprecio ahora una lluvia de hojas que caen debido a golpes de viento que agitan los árboles como sonajeros. Salgo del café y, despacio, vuelvo a patear la calle sobre las hojas mojadas de castaños de indias y acacias. A mi izquierda parece que camina, ensimismado, D. Ramón María Del Valle-Inclán, asiduo de este paseo.

Por fin he llegado y, como presumía, Pepita y Don Juan me esperan en este privilegiado
lugar. Los pobres no pueden hacer otra cosa más que esperar que alguien se detenga ante ellos. La rama de un castaño golpea, incesantemente, el busto de Don Juan, como diciéndole “por tu mala cabeza, por tu mala cabeza…” Están mirando a la Biblioteca Nacional, en la otra acera, esperando un milagro, esperando una gran muestra sobre su figura, sobre su obra, sobre su mundo. Hay doscientas buenas razones este año para ello, pero el optimismo no me acompaña últimamente. Con todo respeto, he visto en ese edificio exposiciones sobre escritores que, en mi opinión, no le llegaban a D. Juan ni a los tobillos. En fin, los egabrenses, los cordobeses o andaluces, a quien corresponda, nos miramos demasiado el ombligo, soplamos “padentro” y no sabemos expandir todo lo maravilloso que tenemos, que es mucho. Espero que este año venga alguien y le ponga unas flores a D. Juan o un pañuelito de la Virgen a Pepita. Algunos turistas se detienen y le hacen fotos al monumento, pero lo triste es que, la mayoría, no saben quiénes son los actores del mismo ni sus respectivas historias.

Y yo me acuerdo, D. Juan, de lo que una vez usted dijo: “Por desgracia, una cosa es sentir y otra expresar bien lo sentido”.

Yo sigo mi senda, me espera noviembre en el horizonte. Un tiempo que empieza con las emociones que nos siguen dando el recuerdo de los que se fueron y celebrando lo afortunados que fuimos por haberlos tenido a nuestro lado. Seguiremos transitando tranquilamente, aprovecharemos el día a día, observando y alimentándonos de todo lo que nos ofrece el camino, de todo lo que nos regala la vida.

 

1 Fragmento de “La muerte no es final” de Cesáreo Gabaráin Azurmendi