noviembre 01, 2024

Francisco Salamanca Moreno


La Parroquia de Ntra. Sra.
de la Asunción y Ángeles...
             Quinta parte............



Ante la reja del coro colgaba (hoy en el altar mayor) una bellísima lámpara de plato cincelada con labores de rocalla realizada en 1781 por el orfebre cordobés Damián de Castro (digna de una Catedral). Esta pieza es en su género una de las más importantes obras de platería de la provincia. El borde de la bandeja es un polígono de doce lados, moldurado. Los dos cuerpos inferiores, de diámetro decreciente y conexos, ya son de sección circular. El remate inferior es en forma de pera invertida. Toda su superficie, así como la campana superior, está labrada ricamente con decoración de rocalla. En el cuerpo intermedio hay seis cartelas con figuras de santos en relieve. Seis grandes cartelas sobrepuestas sirven para el enganche de las cadenas compuestas por artísticos alacranes asimétricos. El lampero está sobre un elegante conjunto de volutas. No cabe duda de que su autor ha tenido en cuenta la gran lámpara de la catedral de Córdoba hecha por Martín Sánchez de la Cruz en 1629 consiguiendo una obra, si bien de menor tamaño y riqueza, muy superior en traza y belleza.

En el archivo parroquial existen varios documentos referentes a esta obra de los que entresacamos el siguiente; El 12 de abril de 1772, los administradores y obreros de la iglesia piden autorización para la reparación de la custodia procesional y la hechura de una lámpara de plata grande que sustituyese a la que había; en el mismo año el Provisor, sede vacante, D. Francisco Gutiérrez Vigil concede licencia para hacer lo que pedían y para que entreguen la lámpara vieja para aprovechar la plata. El 20 de mayo, el platero Damián de Castro, pesa la lámpara vieja “la cual se manda desaser por el Sr. Provisor en Sede Bacante por estar quebrantada y que se hiciese otra maior por ser pequeña para aquel sitio”. Pesó 121 onzas y 4 adarmes. El 4 de enero de 1780, recibe Castro 12.000 reales a cuenta de la lámpara y “otras varias alajas que se están haciendo para dicha parroquia”. El 10 de agosto de 1781 ya está terminada. Un manuscrito que copia documentos de la parroquia, afirma que se terminó hasta 1787, siendo vicario D. Marcos Fernández de Villar y obrero D. Pablo Mateos y Baena. Añade que pesa 1144 onzas y 9 adarmes, y que costó 31.865 reales.

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La segunda nave del lado siniestro de la Iglesia remata en la capilla donde estaba la pila del bautismo, hoy ocupada por las imágenes de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna, llamado de los Sallones, por los que proceden a azotarle. Están documentados como del taller de Salcillo, realizados en 1756, aunque su estética revela formas propias de un siglo antes. El pelo tallado del Cristo fue añadido en la restauración de Miguel Arjona de 1983.

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La última nave de este lado tiene fin en una de las tres puertas de la Iglesia, que esta mira a la parte occidental y prosiguiendo estas aceras de la capilla, junto a la sacristía hay un interesante cuadro de la Virgen con el Niño y Ángeles, que es pieza singular de la pintura cordobesa de hacia 1550 de claras influencias hispanoflamencas y un exquisito sentido de la belleza corporal. Incluye un retrato del donante arrodillado a sus pies. El siena de las vestiduras del Niño y la claridad de la aureola que nimba las cabezas contrasta con el severo oscuro del manto que casi llega a confundirse con el fondo, fue fundación de D. Antón de Baeza y Herrera en el año 1518. En la parte superior figura un lienzo de San Francisco del siglo XVII.

Le sigue la puerta de la Sacristía de la Iglesia. Para esta fábrica se deshizo la capilla antigua, que era de los Aguilar Vegas, donde estaba situada la capillanía que fundó Martín Pérez de Aguilar, presbítero. La puerta de la Sacristía presenta labores semejantes a la sillería del coro y probablemente se deba a la intervención de Pedrajas. En su interior se encuentran una serie de cuadros de Santos y Mártires egabrenses (hoy colocados en la pared de la tercera nave, donde se suprimieron las capillas en la reforma efectuada en 1973) de mediados del siglo XVIII, son los siguientes: San Rodrigo, patrón de Cabra; San Arcesindo, obispo egabrense; San Argimiro, mártir; San Witesindo, mártir. Poseen inscripciones que los identifican con sus nombres y consignan causas y fechas del martirio o los motivos por los que ascendieron a los altares.

Se encuentra un tabernáculo en madera tallada y dorada, es posible que se trate del que en su día formó parte del retablo mayor de la capillanía de los Aguilar Vegas. Su traza arquitectónica está constituida por un prisma hexagonal que se asienta sobre una peana, y al que se le superpone una pirámide de igual número de lados coronada por un gran florón. La decoración, constituida por cabezas de niños, espigas, racimos y hojarasca, grande en escala y muy vigorosa, no refuerza la sensación de plasticismo, sino que incluso tiende a borrar las líneas arquitectónicas.

ADORNO DE LA SACRISTÍA BAJA: : Según se desprende de un recibo de fecha 24 de abril de 1792, inserto en el libro de Visitas Generales y Cuentas de Fábrica de la Iglesia de la Asunción de Cabra, año de 1794, fue realizado por el maestro Francisco Javier Pedrajas. Tuvo un costo de 1.800 reales más el dorado de las tallas que ejecutó don Martín de Blancas. Colocado sobre las cajoneras donde se guardan los ornamentos sagrados y formando la parte superior de la misma, está concebido a modo de retablo: una pequeña predella, tres calles y dos órdenes, de los que el superior está constituido por un frontón curvo. Las calles están separadas por pilastrillas adornadas con tallas de diseño un tanto tosco. En el centro de cada una de las del primer orden hay colocados un espejo de marco tallado con motivos ornamentales de rocalla. Las del superior están decoradas por dos soles dorados, las laterales, y un crucifijo cubierto por doselete central. Se ha conseguido un conjunto armónico gracias al admirable sentido de los valores cromáticos y de los objetos y al haberse logrado acentuar con un fuerte claroscuro los temas desarrollados.

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La capilla del Sagrario es un espacio de planta cuadrada cubierto por bóveda semiesférica con linterna sobre pechinas decorada con escudos del fundador, Francisco Cabrera, caballero de Santiago y que fue cedida a los Aguilar Vegas al convertir su capillanía en sacristía, siendo su última reforma en el último tercio del XVII, diseñada, posiblemente, por José Granados tiene un hermoso retablo dorado de estípites hacia 1760, anónimo, aunque próximo al estilo de Francisco José Guerrero. Con su pequeño banco, dos órdenes y tres calles, presenta una composición algo complicada y difusa. El soporte empleado es el estípite que mira siempre hacia adelante, a excepción de los que flanquean la calle central que lo hacen en diagonal comunicando de este modo movimiento a la planta. Ocupa la calle central, el tabernáculo una figura de la Virgen sedante con el Niño en su regazo de vestir y entronizada, copia de la Virgen de la Sierra del siglo XVIII, y superponiéndosele en el segundo orden una hornacina que cobija una pequeña talla de Cristo Redentor, fuerte y achaparrado y de un contenido realismo En el cuerpo en pequeñas ménsulas figuran las imágenes talladas de San Juan Evangelista y Santa Bárbara del XVII, y en el ático tallas de hacia 1700: San Antonio de Padua, Santo Domingo de Guzmán, San Francisco de Asís y San Francisco de Paula. Los lienzos del ático de San Pedro y San Pablo carecen de interés. En las paredes laterales se hallan instalados dos lienzos grandes de taller local del primer cuarto de siglo del XVIII. La Anunciación y Santiago en la batalla de Clavijo, presenta un grupo central formado por los moros

heridos y muertos a sus pies en violentos escorzos y fisonomías gesticulares y, a ambos lados, los ejércitos musulmán y cristiano. El colorido es brillante. Timbrado con las armas de Cabra. En él se ven los retratos del fundador con sobrepelliz, y, a los lados el de Pedro Gómez de Aguilar y Victoria de Atienza, sus padres, con una leyenda que reza: por de más /fortuna/ofende/donde/ la virtud defiende, y, en tarjetas pequeñas, las armas de este apellido que son águila india coronada en campo blanco y la torre de plata (del solar de Vega en las montañas de León) en campo verde.

Junto al cancel está la antigua capilla de los Fernández de Córdoba, Caballeros Principales de la casa de Córdoba, de quien desciende por su varonía D. Francisco Fernández de Córdoba y Roldán, Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba y padre de D. Fernando Fernández de Córdoba, Caballero de la Orden de Calatrava y Alcaide de la fortaleza de nuestra Villa. Capilla con retablo rococó del último tercio del XVIII en el que se venera la Virgen del Mayor Dolor, antes San José hoy en la Iglesia de San Juan de Dios. Es talla en madera policromada de medio cuerpo sobre cojín y peana, de escuela granadina de segunda mitad del siglo XVII y cercana al círculo de José de Mora, iconográficamente presenta el interés de vestir ornamentos sacerdotales. Antaño se veneró en San Juan Bautista del Cerro a los pies del Cristo de la Sangre y, hoy se hace en la Parroquia de la Asunción y Ángeles, bajo la advocación de Ntra. Sra. Del Socorro. Desde 1965 se le añade candelabro y vestimentas regias para sacarla en procesión bajo palio el Sábado Santo

En la nave sigue el retablo de San Cosme y San Damián, los Santos Médicos, de escaso interés obra de la segunda mitad del XVIII, con un lienzo de los titulares asistiendo a un enfermo bajo la protección de la Virgen con el Niño que inspira su ciencia. A los pies del cuadro hay una inscripción ilegible y el escudo de los Córdova.

A la capilla de los Fernández de Córdoba se sigue haciendo cabecera a esta nave, la de los Enrique de Herrera y sobre el arco principal, se ve el escudo de armas, esta capilla cubierta por bóveda mixtilínea procedente de la reforma del siglo XVIII, se halla Ntro. Padre Jesús de la Humildad y Prisión, imagen con túnica tallada, de estética granadina de mediados del XVII. Esta imagen posee la condecoración del Toisón de Oro.

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Protegido en el tesoro conserva esta parroquia uno de los ajuares de platería más ricos del reino de Córdoba. Entre todas las piezas destaca la custodia de templete, que sale en la procesión del Corpus Christi, realizada con estética manierista por el platero Pedro Sánchez Luque entre 1621 y 1626 y ampliada en la década de 1770 por Damián de Castro. Tiene unos dos metros de altura, es de plata y consta de tres cuerpos con figurillas en los remates, globos, pirámides y un hermoso viril guarnecido de piedras, siendo todo el trabajo de filigrana, de verdadero mérito artístico.

Un cáliz, con filigranas de gran mérito, que perteneció al célebre obispo de Valencia fray Alonso de Pedrazo; la custodia de los jubileos, obra sencilla y moderna, pero de valor por la pedrería que contiene. También son dignos de mención el sitial de plata de los jubileos, las cuatro barras de plata que el Cabildo de Cabra dio para el palio del Santísimo Sacramento, entregándolas al hermano mayor, según consta en acta del Cabildo de 29 de octubre de 1616.

Pueden verse obras de Alonso y Juan Sánchez, de Sebastián de Córdoba, Rodrigo de León, a parte de las características de la escuela cordobesa del XVIII, punzonadas por Damián de Castro, Antonio Santa Cruz, Bernabé García de los Reyes, Mateo Martínez y otros.

CONTINUARÁ...........

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