agosto 01, 2024

José Fernández Álvarez (JotaEfeA)


 


AQUELLAS FIESTAS ANTIGUAS



 


Recordando los tanguillos gaditanos: “aquellos duros antiguos ……etc.”, se me ocurre similar título para esta reflexión sobre las antiguas fiestas egabrenses.

Uno no es que esté arcaico o trasnochado, no. Es que ha llegado a mi mano un programa



(saben más de uno, eso sí, cuánto me gustan los papeles antiguos), de las Fiestas Agustinianas de 1946. El conocido rincón de La Placeta (Plaza de San Agustín), celebraba fiestas en honor de su Santo Patrón. Cuatro días de celebración: del 27 al 30 de agosto. Y unas fiestas grandes en extensión de días y en imaginación. Se trataba de una gran verbena popular donde no solo las gentes del barrio participaban.

La música, como en las fiestas de hoy día, era el condimento fundamental. Así, las dianas de la Banda de Música o de la Banda del Ave María que despertaban cada día al barrio muy de mañana; los conciertos de la Banda Municipal bajo la dirección del Maestro Moral; los bailes populares por la Orquestina Rodríguez; y el concurso de cante flamenco.

Entre lo programado además de la música y para diversión de todas las edades: Cucañas, carreras de burros, elevación de globos y fantoches, carreras pedestres, carreras ciclistas, carreras de camareros, proyección de cine especial y por supuesto disparo de cohetes y artística colección de fuegos artificiales. Y además rifas y concursos de participación popular y una especial iluminación en las inmediaciones de La Placeta.

Casi igual que en la actualidad. Véase por ejemplo el programa de las últimas fiestas de la barriada o del barrio de Belén.

Pero volviendo al programa en sí, de aquellas fiestas de hace casi 80 años, considero oportuno también observar un curioso humor en su redacción. Varios son los puntos de gracejo que se insertan. Así, cuando se anuncia a Rodríguez y su Orquesta indica que “en atención a las muchas solicitudes que recibe la Comisión Organizadora, no interpretará Mi casita de papel” o las simpáticas notas que dedica al Jardín Cinema y al establecimiento “El Saco” que diariamente rifaría entre su clientela doce botellas de vino de vino acompañadas de media docenita de puros ya que El Saco es un establecimiento de muchos “humos”. También se inserta la nota de que las papeletas serían completamente gratuitas y repartidas entre los que estén de buen humor.

Y junto a todo esto unas simpáticas poesías en la portada y contraportada que venían a destacar la importancia de estas fiestas en lo que tenía de verbenera alegría.

Un programa ya digo, con imaginación y simpatía que permitiría durante aquellos días de aquellos tiempos que corrían, olvidar o al menos aparcar las preocupaciones diarias.

En las fiestas de nuestros días, similar objetivo además de practicar un consumismo excesivo. Sin duda todos tienen derecho a vivir. Así es que pasaré por alto este último comentario.

Aquellas fiestas del Barrio de San Agustín, las actuales de los barrios de Belén, la Barriada Ntra. Sra. de la Sierra, la Villa, el Cerro, la urbanización Juan Ramón Jiménez, etc. y todas las que quedan en la memoria de los egabrenses son sin duda las señas de identidad de un pueblo que sabe buscar la diversión adaptada a los tiempos.





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