RELATO CORTO
Su vida por el periodismo
El cabreo que tenía el padre era
mayúsculo, su hijo no quería hacer la carrera de Derecho y seguir los pasos de
él, o los de su abuelo y su bisabuelo.
Tenían un despacho de abogados consolidado con un nombre y una importante
cartera de clientes, lo que aseguraba que de conseguir la licenciatura, su hijo
tenía un futuro que solo tendría que seguir.
La discusión aunque se llevaba a cabo
en una habitación de la casa que además de despacho era una notable biblioteca,
se elevó de tono y rápidamente la tensión se dejó sentir en toda la casa.
-A ver hijo, ¿por qué no quieres
estudiar Derecho?
-Papá, me atrae más la carrera de
Periodismo y estoy seguro que no te defraudaré, seguro que algún día te
sentirás orgullo de mí.
-¿Eres imbécil o qué? No te das cuenta
de que el periodismo al día de hoy está embarrado por la política, la prensa,
los medios se decantan según sean subvencionados por uno u otro partido
político. Acaso no te das cuenta de que según qué periódico leas o que emisora
de radio o programa de televisión te pintan un panorama que poco tiene que ver
con la realidad en la que vivimos. Eso por no hablar de determinados programas
mal llamados prensa del corazón que solo tiene un calificativo: basura.
-Tienes razón papá, mucho de lo que se
hace hoy no es periodismo, algunos medios se han dejado comprar, el dinero lo
corrompe todo, y la política o mejor dicho los partidos cuando llegan al poder
saben esto y compran medios para que les sean afines, pero también hay medios
independientes y periodistas que se rigen por principios éticos que guían su
trabajo en el principio fundamental de ejercer una labor informativa de manera
responsable. La Verdad, la verificación de lo que se cuenta, teniendo en cuenta
la relevancia, la proporcionalidad, la exhaustividad y el criterio son
conceptos que un buen periodista ha de tener en cuenta, además de ser crucial
que sepa diferenciar entre información, opinión y publicidad.
Por unos segundos el padre quedó
callado ante el razonamiento de su hijo, el cual parecía tener la cabeza bien
amueblada y tener claro en qué sentido quería encauzar su vida.
-Pero hijo ¿te estás escuchando?, ¿te
das cuenta a todo lo que te vas a enfrentar?, ¿acaso crees que tú vas a cambiar
el camino que ha tomado esa profesión?
-Papá, precisamente la abogacía no es
un ejemplo de nada, acaso no muchos abogados, también se compran ¿y qué me
dices de las tragaderas que hay que tener para defender a algunos sujetos
El padre volvía a quedarse asombrado del razonamiento de su hijo que con
tan solo diecisiete años parecía tener muy claro su camino en la vida y que al
parecer ya contaba con todos los obstáculos que de ahora en adelante se iba a
encontrar en él.
-Está bien hijo, creo que te había
subestimado, sé por tu buenas notas desde tu etapa de la EPO que tendrías de
seguir así un brillante futuro, tu puntuación de la EBAU, ha sido la más alta
de la provincia, pero hoy me has sorprendido con tus planteamientos. ¡Estoy
seguro que serías un buen abogado!
-¡Papá!
-Me has convencido hijo, permitiré que
estudies periodismo, pero con una condición, que siempre recuerdes que la
verificación y la búsqueda de la verdad son los pilares fundamente de esa
profesión. Tú mismo lo has dicho antes. No te vendas ni te corrompas jamás.
Aunque eso te aleje de trabajar en medios relevantes, la libertad y la
independencia deberán ser tu bandera.
-Ni lo dudes papá, también la
imparcialidad, tengo claro que un periodista es un intermediario entre la
sociedad y el poder, por lo tanto la labor esencial es fomentar la
transparencia y el ejercicio de la libertad de expresión, y mantener a la
sociedad informada y protegida la manipulación.
El padre abrazó a su hijo y dio por
zanjada la discusión, pero no pudo evitar que la tristeza y alegría le
invadieran al mismo tiempo. Él mismo había querido ser periodista, y una
discusión parecida a ésta mantuvo con su padre muchos años atrás, sólo que éste
no transigió y ahora se veía como un buen abogado que lo era, pero con una vida
insulsa por no haber realizado su sueño, pero eso podría cambiar, ¿por qué no
matricularse también él periodismo?
Treinta años más tarde, mientras el padre que había abandonado la abogacía, ingresaba en la Real Academia de Bellas Artes y le nombraban cronista oficial de su ciudad, recordaría a su hijo que había sido asesinado hacía tan solo un año, tras destapar un escándalo mayúsculo de corrupción política a escala nacional e internacional, y al cual habían otorgado en la categoría de mejor investigación periodística y mejor trayectoria profesional, el Premio Ortega y Gasset de periodismo a título póstumo.
FIN
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