enero 01, 2025

Ángeles Espejo Cañete (Salambó)



EL MISTERIOSO REGALO

DE LOS REYES MAGOS




En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivían dos hermanitas muy especiales: Valeria, con su curiosidad infinita y Mia, con su risa contagiosa que iluminaba cualquier rincón. Ambas esperaban ansiosas la llegada de la noche mágica de los Reyes. En la víspera del 6 de Enero, las dos colocaron sus zapatos junto a la ventana y dejaron un plato con galletas y leche para los Reyes, junto con un cubo de agua para los camellos.

Antes de dormir, Valeria le susurró ha Mia:

- ¿Crees que los Reyes sabrán lo que deseamos, aunque no lo hayamos escrito? Mia sonrió mientras abrazaba a su hermana.



- Ellos lo saben todo, Valeria. ¡Son mágicos! 

Esa noche, las niñas soñaron con un cielo lleno de estrellas que brillaban como nunca antes lo habían hecho. En su sueño, una estrella fugaz se detuvo frente a ellas, transformándose en una puerta dorada. Al cruzarla, se encontraron en un desierto iluminado por la luz de la luna. Frente a ellas estaban, Melchor, Gaspar y Baltasar, vestidos con sus majestuosos ropajes y montados en camellos grandiosos.

- Valeria, Mia, hemos venido a daros algo más valioso que cualquier juguete- dijo Melchor con una sonrisa.

Gaspar extendió sus manos y de ellas surgió un polvo brillante que se elevó al cielo, creando una constelación en forma de corazón.- Esta es la constelación de las hermanas. Cada vez que la veáis, recordad que el amor que os une es el mayor regalo de todos.

Baltasar les entregó una pequeña caja de madera adornada con piedras preciosas.- Dentro de esta caja hay polvo de estrellas. Siempre que enfrentéis un desafío, abran la caja y confíen en su luz.

Al despertar, Valeria y Mia se miraron con ojos brillantes. Junto a sus zapatos, además de algunos juguetes, estaba la pequeña caja de madera. La abrieron juntas y encontraron un brillo cálido en su interior.

- Es real, Mia – dijo Valeria abrazando a su hermana.

-Lo es, Valeria. Siempre lo será.

Desde ese día, las dos miraban al cielo cada noche, buscando su constelación y recordaban que el mayor regalo no era lo que los Reyes les habían dejado, sino el AMOR y la magia que compartían como hermanas.

FIN


Este cuento está escrito con todo mi cariño y dedicado a mis dos pequeñas princesas, mis sobrinas nietas VALERIA Y MIA.

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