septiembre 01, 2024

Antonio Fernández Álvarez (Escribidor de sueños)

 


Charlas con don Juan Valera







Confesiones en confianza

-Buenos días don Juan, es septiembre, el mes de la alegría, la ilusión y sobre todo el mes más sentido por nuestros mayores que esperan con delirio volver a ver a su Virgen en Cabra. El día 4, desde todas las espadañas de los templos de Cabra, a primera hora de la mañana, se anuncia el advenimiento de la Virgen Serrana, con un gran repique de campanas. Un año más vamos a celebrar nuestras Fiestas Patronales. ¡Me embriaga el olor a nardos que impregna todo!

Carmen Valera cuanddo se puso la primera
piedra, de la glorieta donde está la efigie.

-Joven, la feria no se celebraba en el año 1883 en las fechas actuales, recuerdo que el 16 de septiembre de ese año llegué a Cabra en plena feria, era domingo y había toros y por la noche teatro, además música aquí en el paseo y un quiosco muy grande iluminado para bailar por la noche. Vine con mis hijos Carlos y Luis para que se examinasen en el Instituto de algunas asignaturas de bachillerato. 

-Por cierto don Juan, fue un 7 de septiembre de 1927 cuando se puso la primera piedra para la construcción de la glorieta donde se colocó su efigie que no es otro lugar que en este en el que nos encontramos. Por cierto, su hija Carmen nos honró con su presencia en tan importante acto.

Es verdad que la glorieta en la actualidad no está tal como se concibió. Ha desaparecido la biblioteca y el arriate que circundaba su monumento.

-Joven, todo se transforma con el paso del tiempo. ¡Es fascinante explorar como todo evoluciona   a lo largo de los siglos! Para bien o para mal. Depende.

Glorieta de don Juan Valera a mediados del siglo XX
-Don Juan, cada día observo que todo en la vida sucede por algo. Vagamente había oído hablar de don Francisco Moreno Ruiz (Morenito), pero hace unos meses me invitaron a un almuerzo al cortijo Juan de escama, y allí muy a groso modo me informaron quien fue este señor. Me contaron una leyenda del mismo que me produjo hilaridad y me picó la curiosidad por saber más de este personaje. Días más tarde consigo el libro de Matilde Galera “Don Juan Valera político” y descubro que uno de los capítulos del mismo es el titulado Epistolario inédito de don Juan Valera a Francisco Moreno, resultando este ser su amigo.

He ojeado todas las cartas, la primera fechada en Madrid el 31 de diciembre de 1858, la última el 16 de noviembre de 1904. Un extenso epistolario que estoy seguro que quienes no lo han leído son los que no dudan en embarrar la amistad que se trasluce por sus cartas con don Francisco Moreno.

-Joven, ¿qué pretende decir con su comentario de la última frase? Don Francisco Moreno Ruiz profesaba a mi padre una amistad sincera que también tuvo a bien brindarme a mí.

-Don Juan, es que me han comentado que usted estaba enfadado con Francisco Moreno, “Morenito”, porque no le apoyaba cuando quiso presentarse a diputado por Cabra.

-Habladurías sin fundamento.  Cierto es que nunca fui elegido diputado por Cabra, incluso hasta yo mismo retiré mi candidatura de ese distrito cuando Martín Belda y mi primo Juan Ulloa podrían optar por presentarse. De hecho, en una carta de febrero de 1871 dirigida a mi amigo Moreno le decía:

Como usted ya sabrá, por cartas que he escrito a esa Ciudad, he retirado definitivamente mi candidatura a ese distrito. Queda usted desligado por consiguiente de cualquier compromiso, que su buena amistad le hubiera hecho contraer en favor mío. Probablemente lucharán ahí Martín Belda y mi primo Juan Ulloa.

Mi parentesco con el último y mis deberes de partido me mueven a rogar a usted que influya en su favor.






Créame usted siempre su afectísimo amigo.          Juan Valera

Francisco Moreno fue siempre un apoyo para mí, a la muerte de mi padre, le solicité su ayuda para organizar y encauzar la herencia del mismo ya que José Freuller y Alcalá-Galiano habido del primer matrimonio de mi madre la marquesa de la Paniega con Santiago Freuller, general suizo al servicio de España del cual queda viuda y posteriormente se casa con mi padre, enreda al objeto de obtener algo más que lo que le corresponde.

-¡Ay don Juan! Como en toda buena familia que se precie, la heredad destapa lo peor de quienes quieren aprovecharse.

-Este fue un capítulo doloroso en vida, mi hermanastro parece tener una conducta poco decorosa frente a la herencia y mi madre parece estar obcecada con su hijo y no quiere convencerse de nada, pero no trata con equidad ni a mí ni a mis hermanas favoreciendo a éste. Yo como heredero y apoderado de los demás beneficiarios, tenía derecho a tomar posesión de todos los bienes que mi padre poseía, no quería disgustar a mi madre llevando este asunto a la justicia para que ésta dirimiera, porque pensábamos sinceramente tanto mis hermanos como yo que pareciera que nos querían quitar lo que era nuestro por derecho. Pero, permítame que aparque este asunto que en verdad me trae pesadumbre.

-Perdone don Juan, no quería disgustarle. Volviendo a la supuesta desavenencia con don Francisco Moreno, realmente quienes hayan leído las cartas que usted remite a su amigo Moreno, no deduciría de ellas enemistad por parte de usted, muy al contrario, con él podía desahogarse de su paupérrima economía y no pocas ocasiones contó usted con su ayuda para solventar sus muchos gastos. Ya que como usted dice, con su mujer e hijos y su posición es imposible ahorrar nada, ya con su sueldo del gobierno, no le alcanzaba para vivir con desahogo.

-Ciertamente mi esposa era poco o nada hábil para el gobierno de una casa, sus bienes se los gastaba y yo no quería entender de eso, me preocupaba el día que ya no pudiera trabajar, pensando en cómo viviría con la jubilación. Además, deseaba liquidar mis débitos, no tenía la menor esperanza de dejar dinero a mis hijos, pero me contentaba con no dejarle deudas. A mi amigo Moreno no puedo más que darle las gracias más encarecidas por el interés que se tomaba por mis negocios siempre que le requería.

-Don Juan, a lo largo de esta correspondencia con su amigo Francisco Moreno no solo queda acreditada su amistad con él sino que se trasluce su penuria económica, esto era un rum rum que había oído pero no acababa de creerme que fuese tan evidente.

-Verá joven, eran varias las razones de mi exigua economía, algunas ya las he comentado antes, como mis muchos gastos, pero también porque no viví ni quise vivir nunca a costa de mi mujer. Incluso me viene ahora a la memoria que cuando estaba de embajador en Lisboa, la recepción que yo les hice a los Reyes me costó más de 3000 duros, sin contar los muebles, vajilla, etc, que presupone un capital. El Ministro se condujo mal conmigo, porque me dio solo mil duros y de sobra hubo de conocer él que se quedó corto al no socorrerme con más para gastos extraordinarios. Verdaderamente esa Embajada era una ruina para mí y lo sería para cualquiera que quiera hacer bien su trabajo, si el Ministro que bien puede, en queriendo no me socorre. Así me veía yo pidiéndole a mi amigo Moreno no en pocas ocasiones, que me adelantase la suma que me era necesaria bien para cubrir un gasto o bien para pagar lo que debía.

-Don Juan, su infortunio económico ¿también tuvo que ver con la mala praxis del administrador de sus tierras?

-Joven no me lo recuerde, a finales de 1878 tuve que venir a Cabra y a Doña Mencía, para despedir al administrador que aquí tenía, porque me saqueaba. No quería vender, porque no querían comprar sino se da tirado, arrendar tampoco era posible, porque apenas dan nada por el arrendamiento. Solo me quedaba arrimar el hombro al trabajo para sostener tanto gasto, pero mi sacrificio era en balde, harto conocía yo que estas dificultades se allanarían con que yo me fuese al otro mundo, aunque lo confieso, ni cuando ya contaba con ochenta años tenía yo ganas de hacer peregrinación tan asombrosa.

-Don Juan, le doy las gracias por estas confidencias que me ha contado, más ya le tengo que dejar, permítame que vuelva a pasar en otro momento.

-Pase cuando quiera joven, no me voy a mover de aquí. Ja,ja,ja.

CONTINUARÁ …………..

 

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