septiembre 01, 2024

Francisco Asís Granados Atalaya ((Paco Granados)

 


¿Te acuerdas?






¡Hola!

¿Te acuerdas de mí, no? 

Sí, claro que recuerdas; yo era el que estaba a tú lado aquella noche en aquel lugar donde estuviste a punto de tener el accidente de tráfico.

 ¿Recuerdas  ahora? 

Veo que sigues sin recordarme; también era quien estaba a tú lado el día que te avisaron que a tú padre le había dado un infarto.

¿Sigues sin acordarte?

Tienes mala memoria amigo; también estaba a tú lado  el día que naciste; al igual que te acompañé el día de tú primera comunión... 

 Como puedes ver, llevo a tú lado toda la vida y tú ni me recuerdas;

El día que murió tú madre estuve contigo igual que cuando fallecieron tus abuelos... 

Por más vueltas que le daba a mi cabeza, no conseguía recordar nada sobre esa persona; lo más extraño era, que siempre me había acompañado en  los momentos más duros de mi vida... La tendría que recordar... Pero no, no conseguía hacerlo; extraño, pero cierto. 

 No sé quién puede ser...

Seguía preguntándome una y otra vez si le recordaba y continuaba confirmándome: 

¿Recuerdas aquella noche que te encontrabas sólo en casa?

Era martes, tú tenías trece años. Tus padres habían salido a una cena de empresa.

Si martes y trece, igual que hoy. Lo recuerdo con todo lujo de detalles. 

A medía noche comenzaste a escuchar ruidos, golpes, y una serie de pasos extraños...  Pensaste que alguien había entrado en tú casa con la intención de robar y podía hacerte daño; Te escondiste dentro de un armario agazapado; esperaste a que el ladrón se marchase.

Pasaron las horas y te diste cuenta de que no había nadie y decidiste salir de tú escondrijo. De repente, viste cruzar una sombra negra por el pasillo... Era una silueta pequeña; como si de un niño o niña se tratara; te llamaba por tú nombre una y otra vez. No sabías que hacer... Te quedaste paralizado, estabas asustado; de repente escuchaste la puerta principal de la casa como se abría... Eran  tus padres que regresaban. Aquello te tranquilizó un poco.

 A la mañana  siguiente a primera hora te encaminaste a la parroquia, hablaste con el sacerdote y le pediste  que ofreciera la misa a la memoria de aquella sombra que viste.

 Toda tú vida llevas pensando que aquel MARTES y TRECE estabas solo; pero te equivocas, yo estaba contigo.

Cada vez me sentía  más confuso; como ésta persona podía saber todo eso. En verdad esa noche me encontraba solo en casa y jamás se lo conté a nadie.

Para, ¡por favor! Me estás asustando. Ese día estaba solo, nadie había conmigo.

Veo que ahora sí vas recordándome;

No, no te recuerdo...

Déjame en paz!!!

¡Ya me recuerdas! 

Estás  comenzando a sentir esa sensación tan extraña que sentías en todas esas ocasiones en las que yo te acompañaba;

¡Ves! siempre te he acompañado y siempre te acompañaré, hasta que tú cuerpo de su último aliento de vida.... Ahí, ahí estaré yo contigo (porque no soy una persona, soy un sentimiento y nunca te podrás desprender de mí)

¿Por qué crees que solo estoy contigo cuando te sientes asustado? Porque yo, yo soy tú miedo y siempre estaré a tu lado...



No hay comentarios:

Publicar un comentario