CORPUS CHRISTIS EN CABRA (3)
Este excesivo intervencionismo
real provocaría reacciones en el seno de la Iglesia, como la del capuchino Fray
Diego José de Cádiz.
Al desaparecer, en 1812, las
organizaciones gremiales, la cofradía del Santísimo Sacramento inició su
decadencia. Como ya hemos indicado, la política desamortizadora del gobierno,
iniciada en 1798 y culminada en 1836, provocaría la bancarrota y desaparición
de muchas cofradías y un largo periodo de pobreza en el resto.
De la cofradía del Santísimo
Sacramento solo iba a subsistir la grandiosa custodia de oro y plata que
labrara entre 1621 y 1626 Pedro Sánchez de Luque. Una custodia bastante menos
valiosa que la que se encargara en 1578 a Rodrigo de León y Sebastián de
Córdoba.
Sin embargo, la custodia de Cabra
contiene un elemento ornamental raro en España. Nuestra custodia es, junto a la
de Córdoba, la única que posee el viril cilíndrico, una novedad que trajo a
nuestro país Enrique de Arfe, a principios del siglo XVI y que no tuvo
demasiado éxito. Al restaurar Pedro Sánchez de Luque la custodia cordobesa, en
1616, se fija en ese detalle y lo aplicó a una custodia que le había encargado
para la iglesia de Villa Pedroche, hoy desaparecida.
Al recibir el encargo de la de
Cabra, el platero decide introducir otra vez este original viril. Ciento
sesenta marcos de peso en oro y plata que parecen poco al artista, por lo que
en 1623 propone a los responsables eclesiásticos añadir a la base un arca para
el Santísimo Sacramento, con un peso de noventa marcos de plata. Se aprueba el
presupuesto, que paga totalmente la iglesia egabrense en varios plazos.
Se realiza en el llamado estilo
“Felipe II”, una variedad del Renacimiento en el que a la sobriedad
arquitectónica se añaden nuevos elementos decorativos, tales como esmaltes,
zafiros y otras piedras preciosas.
A la vista de los datos parciales
que hemos encontrado, el precio total de la custodia fue de unos veinte
millones de pesetas de hoy.
La Urna Eucarística que se
contrata con Pedro Sánchez de Luque habría de servir también como manifestador
en el sagrario de la jornada del Jueves Santo. Desempeñaría, pues, la función
que hoy el majestuoso manifestador de plata que labrara Damián de Castro en el
último tercio del siglo XVIII.
En todo caso, sospechamos que
hacia 1668-1670 la Custodia debió sufrir una restauración de la que no hemos
podido encontrar documentación hasta ahora. Las cuatro pirámides del segundo
cuerpo de la misma hacen relacionar la Custodia con el primitivo Sepulcro de
plata, donado a la cofradía de Jesús Nazareno por su hermano mayor, Juan
Fernández Tejeiro, hacia 1668. Estas pirámides coronadas por estatuillas,
típicas del Sepulcro, son un extraño añadido en la Custodia. Ni Pedro Sánchez
de Luque, ni posteriormente Damián de Castro las usaron nunca en sus obras
conocidas.
Sólo el tiempo y la fortuna
permitirán algún día encontrar documentos que confirmen o rechacen
definitivamente nuestra hipótesis.
En 1772, la Iglesia de Cabra
solicita permiso al Obispo para hacer una nueva restauración a la Custodia. El
obispo ordena que la reparación la haga Damián de Castro, el platero más famoso
por aquellos años en Córdoba.
Con el arreglo de Damián de
Castro, la custodia quedaba reducida en peso. Ahora pesaba 227 marcos y medio
aproximadamente, frente a los doscientos cincuenta liquidados a Pedo Sánchez de
Luque.
Damián de Castro hizo una nueva
Urna Eucarística, que es la que actualmente ocupa el cuerpo inferior de la
Custodia. Esta adición supuso la ruptura del esquema renacentista original, ya
que incluía unas formas bulbosas que desentonan con el conjunto, sin que eso
quiera decir que la labor de Damián de Castro sea defectuosa. Siempre es un
riesgo mezclar dos estilos diferentes en una misma obra de arte y eso es lo que
hizo este platero, al añadir a la estructura renacentista un rococó movidísimo
que no acababa de integrarse en el conjunto.
Con el auge de las procesiones
del Corpus, al construirse grandes custodias, estas eran transportadas sobre
andas a hombros de canónigos.
Pero esta tradición se rompió en
el año 1684 en que, por un Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, se
prohibió que el Santísimo fuese en procesión en andas y a hombros. Se ordenó
que fuese llevado en adelante en manos del Preste en un ostensorio.
Así se hizo en 1684 y 1685 pero,
en 1686, se volvió a procesionar en las Custodias tradicionales. Nuevamente
fueron los clérigos los encargados de llevar las andas, un trabajo por el que
cobraban un salario.
El primer recibo firmado por
seglares, como gratificación por llevar las andas del Santísimo, es el año
1849.
A principios del siglo XX la
fiesta del Corpus, según D. Nicolás Albornoz, se iniciaba la víspera de dicho
día con una velada musical en la Plaza de San Martín. La procesión se hacía por
la mañana y todo el pueblo aparecía engalanado con colgaduras y luces. El
Ayuntamiento daba subvenciones para que esos días se bajara el precio de la
carne y que todo el mundo pudiera comprarla. Sin embargo, no había una cofradía
en el sentido estricto de la palabra.
Sería en 1929 cuando se organizara
la misma, con una Junta Directiva que presidiría D. Felipe Solís Villechenous.
La situación política hace que
los años 1931, 1932 y 1933 no se celebrase la procesión, limitándose los cultos
al interior de la Parroquia de la Asunción. Si se celebra en 1934 y 1935. Tras
la pausa de 1936, el día 19 de mayo de 1937 se reorganiza de nuevo la cofradía,
bajo la presidencia de D. Felipe Solís Villechenous, cuya familia iba a quedar
unida, en adelante, a la hermandad.
El gran sueño de la cofradía y
especialmente de su hermano mayor era la construcción de un trono procesional
nuevo, un deseo que no pudo ver hecho realidad, ya que la muerte le sorprendió
cuando las gestiones empezaban a fructíferar.
El trono se encargó al escultor
granadino Francisco López Burgos, Premio Nacional de Escultura y Talla en
Madera en 1956. Se estrenó el día cinco de junio de 1957.
Ocho años después, se retocó
nuevamente la Custodia, aunque sin modificar en nada su estructura. La
restauración consistió en asegurar las piezas sueltas, reponer algunos esmaltes
y limpiar toda la Custodia. El importe del trabajo fue de cincuenta y dos mil
pesetas. Fue realizado por el platero cordobés José María González del Campo.
En 1967 hay una nueva crisis en
la cofradía. Los cultos se siguen celebrando, pero sin una Junta Directiva
respaldada por hermanos.
En 1986 se intenta de nuevo la
actualización de la hermandad. Se nombra una comisión para redactar unos nuevos
Estatutos y confeccionar el inventario de la cofradía.
Resueltos los trámites
administrativos, tanto civiles como religiosos, la nueva Junta Directiva toma
posesión el día tres de agosto de 1987.
Por exigencias de los tiempos, la
antigua cofradía se transforma en Asociación y los hermanos en socios.
Esperemos que esta nueva etapa suponga el regreso a la situación de prosperidad
que conocieron nuestros antepasados. (Prosperidad, espiritual y económica, que
no se vea amenazada por declaraciones de la renta, derechos de I.V.A. o
impuestos municipales por circulación de carruajes, que nunca se sabe).
Sabemos que el inmediato objetivo
de la hermandad, yo prefiero seguir llamándola así, es restaurar el trono
procesional. Todos estamos seguros de que el pueblo de Cabra va a ser generoso
con una cofradía que tiene sobre sí la responsabilidad de conservar una de las
festividades más entrañables del año cristiano.
Un reto difícil y envidiable,
crisol de voluntades y el esfuerzo en el que nadie va a escatimar su apoyo.
(sacado de un trabajo de D. Antonio Moreno Hurtado para La Opinión)
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