marzo 01, 2024

Ángeles Espejo Cañete (Salambó)

 


HISTORIA DE:
Sebastián Molina "Lojillas"




Primera parte

Situado en el paraje de El Cañajal, a unos 200 mts. Al SO de la Chorrera Alta, el segundo de los saltos de agua de este conocido paraje de las sierras de Zuheros. Con acceso desde los Llanos Altos (El Navazuelo), se encontraba un cortijo conocido por el mismo nombre (El Cañajal).

Una vivienda amplia. Junto a ella había cinco corrales que se utilizaban para guardar el diferente ganado que servía de sustento a sus habitantes, además, cercano a la misma había un claro que utilizaban para sembrar. Muy próximo se encuentra un pozo del mismo nombre del cortijo del cual se abastecían del agua que necesitaban. En la parte trasera de la casa hay arraigada una gran encina (la encina del cortijo Cañajal), la cual destaca entre los chaparrales que rodean su ubicación.





En dicho cortijo tuvo lugar el día 2 de junio del año 1978, una historia de gran tragedia provocada por el pastor Sebastián Molina (apodado “El Lojillas”), el cual vivía en el cortijo conocido por La Fuentefría. Sebastián había alcanzado soltero los cuarenta y cinco años, cuando aquella mujer entró en su vida. Hablamos de Filomena Galisteo, que así se llamaba.

Por lo que cuentan quienes llegaron a conocerla, para nada fue una mujer agraciada en belleza, pero poseía otra gracia que para los solteros de los cortijos cercanos, era agradable. Dicha mujer era esposa de Antonio Ordóñez (apodado “El cojo Robles”).

Sebastián compartía con él, más de doscientas ovejas y un puñado de yeguas. Filomena había
conseguido, después de algunos años, hacerle perder la cabeza con falsas promesas de amor.

Aquella calurosa tarde del 2 de junio, verano ya en el campo de las sierras de Zuheros y Cabra (Córdoba), Sebastián Molina (Lojillas) observó como Filomena entró en el cortijo  donde vivía con su marido, acompañada de Juan Moyano, un joven de 15 de edad, con quien estuvo algún tiempo en la alcoba.

Aquello fue un duro golpe para Sebastián Molina, que a duras penas podía aguantar que la mujer le fuese “infiel” con su propio marido. Se topó de bruces con la triste realidad y se dio cuenta que Filomena le había mentido con todas sus promesas hacia su persona. Pensó que los que se levantaban aquella tarde eran ya demasiados muros para su relación y apoderándose de él los celos, decidió acabar para siempre con aquella situación.

Cuenta la sentencia, ya amarillenta en la Audiencia de Córdoba, que desde que el Sol se escondió el 2 de junio de 1978, hasta que amaneció, en todo el campo de Zuheros y Cabra, fueron por este orden, tiros y besos y muchos más tiros.

Cuando Filomena salió de su alcoba, Sebastián Molina que escondido, vigilaba la puerta del cortijo desde el pozo cercano, vio como la mujer invitó al joven a un bocadillo y mientras éste se lo comía, le dijo: Espera que voy a subir a la cámara donde tengo unas camuesas (manzanas típicas de Cabra).

Aquello ya fue el detonante final, armado con una escopeta de cartuchos del calibre 28, dio comienzo la tragedia, Lojillas, disparó contra el joven amante, quien pudo escapar de milagro con vida.

Todo ocurrió muy rápido, Sebastián, fuera de sí, gritó: Ahora voy por el cojo.

Lojillas sorprendió en la puerta del cortijo “El Cañajal” a Antonio Ordóñez, el marido de la mujer que le había traicionado, a quien disparó en los genitales y acto seguido, cuando el herido intentaba contener la vida con trapo. Lojillas gritó: Ya no te escapas Robles. Y disparó una y otras vez a bocajarro, dejando casi muerto.

 

Continuará ……………..…

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