HISTORIA DE:
Sebastián Molina "Lojillas"
Primera parte
Situado en el paraje de El Cañajal,
a unos 200 mts. Al SO de la Chorrera Alta, el segundo de los saltos de agua de
este conocido paraje de las sierras de Zuheros. Con acceso desde los Llanos
Altos (El Navazuelo), se encontraba un cortijo conocido por el mismo nombre (El
Cañajal).
Por lo que cuentan quienes
llegaron a conocerla, para nada fue una mujer agraciada en belleza, pero poseía
otra gracia que para los solteros de
conseguido, después de algunos años, hacerle perder la cabeza con falsas promesas de amor.
Aquella calurosa tarde del 2 de
junio, verano ya en el campo de las sierras de Zuheros y Cabra (Córdoba),
Sebastián Molina (Lojillas) observó como Filomena entró en el cortijo donde vivía con su marido, acompañada de Juan
Moyano, un joven de 15 de edad, con quien estuvo algún tiempo en la alcoba.
Aquello fue un duro golpe para
Sebastián Molina, que a duras penas podía aguantar que la mujer le fuese
“infiel” con su propio marido. Se topó de bruces con la triste realidad y se
dio cuenta que Filomena le había mentido con todas sus promesas hacia su
persona. Pensó que los que se levantaban aquella tarde eran ya demasiados muros
para su relación y apoderándose de él los celos, decidió acabar para siempre
con aquella situación.
Cuenta la sentencia, ya amarillenta en la Audiencia de Córdoba, que
desde que el Sol se escondió el 2 de junio de 1978, hasta que amaneció, en todo
el campo de Zuheros y Cabra, fueron por este orden, tiros y besos y muchos más
tiros.
Cuando Filomena salió de su
alcoba, Sebastián Molina que escondido, vigilaba la puerta del cortijo desde el
pozo cercano, vio como la mujer invitó al joven a un bocadillo y mientras éste
se lo comía, le dijo: Espera que voy a subir a la cámara donde tengo unas
camuesas (manzanas típicas de Cabra).
Aquello ya fue el detonante
final, armado con una escopeta de cartuchos del calibre 28, dio comienzo la
tragedia, Lojillas, disparó contra el joven amante, quien pudo escapar de
milagro con vida.
Todo ocurrió muy rápido,
Sebastián, fuera de sí, gritó: Ahora voy por el cojo.
Lojillas sorprendió en la puerta
del cortijo “El Cañajal” a Antonio Ordóñez, el marido de la mujer que le había
traicionado, a quien disparó en los genitales y acto seguido, cuando el herido
intentaba contener la vida con trapo. Lojillas gritó: Ya no te escapas Robles.
Y disparó una y otras vez a bocajarro, dejando casi muerto.
Continuará ……………..…
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