mayo 01, 2024

Relatos de Cabra

 Leyenda relacionada con Aliatar

Por Antonio Fernández Álvarez (escribidor de sueños)


En el Museo del aceite “Molino Viejo” a su entrada,  un azulejo nos refiere la historia del Vado del Moro.

¿Qué nos relata ese azulejo de la procedencia del nombre Vado del Moro? En primer lugar nos describe una historia o leyenda, en lo que pudiere haber de verdad o inventado.

La brevedad del azulejo me ha llevado a indagar más profundamente los hechos acaecidos. La fecha de 1480 es la que nos remite a la leyenda que nos ocupa, y más adelante contaré. La de 1483 nos remite a la batalla de Lucena donde los moros, en su huida por el acoso de las huestes cristianas, en el cieno del arroyo Martín González se atascan hombres y caballos que intentan vadearlo. Boabdil perdió el caballo, que se quedó atascado en el río,  un cristiano disponíase a darle un bote de lanza, un caballero moro gritó, no lo mates que es el Rey, y es hecho prisionero. Otra versión nos cuenta que metiéndose Boabdil en una espesura de matas por la ribera del arroyo, un peón de Lucena, llamado Martín Hurtado junto con otros dos peones apresan a Boabdil.

Sea como fuere, aquí en ésta batalla muere su suegro Aliatar que es quien es el protagonista de la historia del Vado del Moro. Aliatar ha pasado a la historia como un legendario  caudillo  árabe que  luchó incansablemente  por  la defensa de Granada. Sin embargo tras esta batalla comienza el declive del reino nazarí.

La leyenda de Vado del moro comienza un día en que Aliatar al frente de un pelotón de jinetes estaba dedicado, según costumbre, a hacer correrías por los campos cristianos, llegando a una finca que pertenecía a don Pedro Gómez de Aguilar, atemorizó a lo criados que allí había y abandonando la hacienda marcharon al pueblo a dar cuenta de lo que allí ocurría. Con resolución temeraria D. Pedro montó a caballo sin más compañía que su extraordinario valor.

El caserío se encontraba en lo que hoy se llama el Navazuelo. Cercado por los moros don Pedro Gómez fue hecho prisionero, saqueando su casa, emprendieron dirección a Carcabuey. La torrencial lluvia que caía, acompañada de fortísimo viento, obligaba a tener que caminar todos a pie de uno en uno por los distintos vericuetos para salvar las sierras de Priego. Don Pedro y Aliatar marchaban conversando en lengua cristiana, bastantes distanciados de los moros y en un momento que quedaron aislados don Pedro Gómez dio un empujón a Aliatar y juntos cayeron a un barranco por donde corre un pequeño arroyo, siendo dominado Aliatar por la fuerza del cristiano, le ató de pies y manos tapándole la boca para que no pidiera auxilio.

Aunque los moros al percatarse de la falta de los dos personajes comenzaron a buscarles, la llegada del Conde de Cabra con sus huestes que habían salido en busca de don Pedro, alertadas por sus hijos para poder rescatar a su padre, es en el camino que pasaba por los Lanchares donde las hueste del Conde consiguen herir, apresar y dar muerte a algunos de ellos, así como muere uno y son heridos cuatro de las huestes del Conde de Cabra.

Encontrados Gómez de Aguilar y Aliatar por la fuerzas del Conde, emprenden juntos con los prisioneros el regreso a Cabra por el camino que conduce al partido de Gaena. La terrible lluvia que había caído había crecido tanto el río Cabra, que era imposible pasarlo; en estas circunstancias, Aliatar dirigiéndose al Conde, que no sabía qué resolución tomar, dijo: “No tenga cuidado, que si me das caballo, por Alá, que pasaré por medio de los torrentes”. Ordenó el Conde que se le entregase caballo y puesto Aliatar, gran conocedor del terreno, a la cabeza de la columna dijo: “seguidme”, pasando felizmente todos y llegando sanos y salvos a Cabra.

El Conde dando prueba de su generosa nobleza, concedió la libertad a Aliatar que marchó a Granada, canjeándole por otros caudillos cristianos.

Desde esta época se conoce el sito con el nombre de Vado del Moro.

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