marzo 01, 2025

Isabel Natalia García Ruiz (Natalia García)

 


Mimosa oscuridad






Marzo, mes cuyo nombre ya incita a hablar. Comenzado con la letra M, algo que me provoca un cosquilleo en la boca, que de sentir cosquillas y hormigueo me empuja a gritar, alentando a mis labios a moverse para el que no pueda oír también pueda escuchar. Porque, la palabra que voy a decir ya no se refiere al mes, si no a alguien tan importante como es la Mujer.

Mujer, mujeres, han dado mucho que hablar durante la historia. Y podría comenzar la que voy a contar mencionando a las numerosas mujeres que han sido valientes, pioneras, luchadoras, y a las que le debemos muchos derechos que hoy en día tenemos que valorar. Pero, aunque no lo vaya a hacer, quiero dar las gracias empezando por Cleopatra y no terminando por Benazir Bhutto, porque en este mismo momento que estás pasando leyendo, hay una mujer sumándose a esa lista.

La historia que vengo a contar con el cosquilleo en los labios, se remonta en la Antigüedad del mundo griego. Una diosa que pasa de ser hija de Titanes a una madre de brujas. Si con esta pista, no sabes todavía de quien te hablo, yo te lo aclaro. Su nombre es Hécate. Una diosa, que luchaba con antorchas en sus manos en plena batalla ayudando tanto a dioses como a humanos.

Hécate era tan honrada por los demás dioses que se le permitió poder andar entre el mundo de los vivos y los muertos, asociándola así con el mundo tenebroso y la muerte, una guía de almas. Como resultado se le atribuyeron símbolos, como las antorchas, perros, la serpiente y finalmente la llave, por su conexión entre los mundos y como medio de acceso a su sabiduría y poder.

Ésta diosa llena de múltiples complejidades sobresale de lo convencional para los dioses del mundo clásico, convirtiéndose a mi parecer en una de las más impresionantes. Con el tiempo pasó a ser un pilar para la hechicería y un símbolo del empoderamiento femenino, pasando a ser representada como tres mujeres; una niña, una madre y una anciana, las tres etapas de la vida de una mujer. Las tres caras de Hecate fueron representadas a través de la rueda, simbolizando transformación, cambio y evolución.

Ahora bien, si ya me conocéis, sabéis que después de una historia, vienen flores. Así que vamos a ello. En Hécate ya hemos visto un símbolo de empoderamiento, así que vengo a traeros otro. Las Mimosas, y aunque creo que más de uno/a se sentiría más valiente después de tomar zumo de naranja mezclado con cava, no me refiero a esta bebida servida en copas alargadas. Si no a unas flores aparentemente delicadas, frágiles y amarillas.

Sí, aunque no lo parezcan a simple vista está relacionada con la feminidad, simbolizando resiliencia, porque a pesar de ser una flor delicada puede sobrevivir en condiciones tan extremas como al fuego, siendo capaz de sobrevivir a incendios forestales. La mimosa florece en primavera, estación que simboliza renacimiento, convirtiéndose también en la representación de la esperanza y de la continua lucha por la igualdad de género. Su color amarillo representa la energía femenina y el poder interior de las mujeres, cómo así puede ser la vitalidad, la pasión y la creatividad.


De todo este poder que desprende la mimosa ya se dieron cuenta Teresa Noce, Rita Montagnana y Teresa Mattei, que escogieron la mimosa en 1946 como símbolo del coraje y fuerza de sus compañeras. Así que este 8M, espero que llenes tu casa de mimosas, de historias griegas de una mujer que llegó a ser tres a la vez, y que ese hormigueo que sientes en los labios no se quede en sólo un grito.


Relieve en mármol de Hécate






No hay comentarios:

Publicar un comentario