-Buenos días joven, le veo muy
entusiasmado.
-Y no es para menos don Juan llevo
diez meses elaborando unas charlas con usted con la única pretensión de honrar
su memoria. No sé si he estado a la altura que merece un insigne egabrense como
lo es usted, pero tenga la seguridad que he puesto todo mi empeño en ello.
-Joven, eso le honra y lo importante
no es si gusta o no su trabajo, si no con la sinceridad que haya puesto en
realizarlo. Estoy convencido que ha dado lo mejor que ha podido y ha sabido
hacerlo para el objetivo que se había marcado. Ni yo voy a calificarle, ni a
usted debiera importarle, me consta eso sí que ha sido feliz mientras
charlábamos. Y la felicidad es el mayor tesoro que tenemos en la vida.
-Permítame don Juan que comience por
las preguntas y deje las opiniones sobre usted para el final.
-Adelante joven.
-Don Juan: ¿Es cierto que la nostalgia
por su tierra natal se acrecentó con los años?
-Joven, aunque en alguna ocasión hemos
hablado de esto, juzgue usted por cómo me expresaba en una carta del 13 de
marzo de 1900 a Moreno Güeto: Bien
quisiera yo ir a Doña Mencía y a Cabra, pero la cuestión está en lo muy
averiado e incapaz que me siento y en el terror que moverme me causa. En fin,
ya veremos. Como estoy tan ciego carecería yo de la consolación de ver las
frondosas y lindas huertas de Cabra, y como estoy tan flojo de piernas no
podría ir de paseo a la Fuente del Río, a la Presa, ni siquiera a la Cruz del
Atajadero.
-Don Juan, ¿por qué se le otorgó a
usted la Cruz de Carlos III?
-Verá Joven, a comienzos de 1882 siendo
Ministro Plenipotenciario en Lisboa, se me encomendó la organización de una
visita que iba a realizar Alfonso XII a Portugal, con motivo de la inauguración
de la Exposición de Arte ornamental de Lisboa. Una vez concluida la vista la
verdad es que me sentí muy satisfecho de mi trabajo realizado. El Gobierno y
propio Rey así lo reconocieron, otorgándome el 7 de enero de 1883 la Cruz de
Carlos III en atención a la excelente organización de la visita real a
Portugal.
-Don Juan ¿es cierto que para usted su
destino en Washington supuso un sacrificio que, si no hubiese sido por su
paupérrima economía, por su edad no hubiera aceptado?
-Ay joven, las “trampas” que tenía me
tenían ahogado. En una carta que le dirigí a mi mujer desde Washington cuando
tenía 59 años le decía: Algunas voy pagando; pero debo mucho aún, y yo no quisiera
morirme sin dejar pagadas todas mis deudas, y, si fuere posible, con el
Alamillo libre, por si alguno de mis hijos quería cuidarle. Estando a la mira,
y cuidando mejor, sin tomar dinero prestado a un interés alto, como se toma en
aquellos pueblos, el Alamillo podría producir para vivir en Cabra una familia,
con desahogo, durante seis meses al año. Yo, por mi parte, no tendría el menor
inconveniente en irme a vivir a Cabra durante cinco o seis meses cada año, en
los cuales gastaría la mitad o la tercera parte que en Madrid […] En Lisboa aún
debo a Vaz 8.000 reales de vellón”.
-¿A quién pertenecía El Alamillo?
-A mi padre, que él heredó de su
madre, mi abuela Josefa Viaña. La casería del Alamillo (Baena) con su lagar y
bodega. Y de él la heredamos “pro indiviso”, a su fallecimiento acaecido en
1859, mis hermanos y yo. Aparte de olivos, escuché a mi abuela muchas veces
decir que ahí criaban lentejas pues se daban muy bien.
-La muerte de su hijo le pilla a usted
cuando estaba en Washington. ¿Cómo le afectó ese terrible acontecimiento?
-No solo el sufrimiento inmenso que la
muerte de un hijo supone sino también el
dolor de que me enterase dos días más tarde de su fallecimiento. El día
16 de junio de 1885 había recibido carta que me enviara mi esposa desde Madrid
en la cual no me dice nada de su enfermedad, como si estuviera bien. El día 20
murió mi pobre hijo Carlitos, tan bueno, tan guapo, tan amable y cariñoso. El
día 22 supe la desgracia por telégrafo.
A pesar de mi carácter reposado y de
mi inclinación a buscar en todo el lado mejor, crea usted que no hallé
consuelo. Es horrible, fue muy cruel, perderle y en la flor de la vida…
-Perdóneme don Juan no quería
afligirle pasemos a conmemorar su aniversario, concédame unos minutos para
leerle estas Opiniones de ilustres personalidades literarias recogidas del
Boletín informativo Municipal que se publicó en 1974 con motivo del ciento
cincuenta aniversario de su nacimiento. Y cuyas entrevistas fueron realizadas
por don Francisco Carmona Roldán, locutor de Radio Atalaya-La Voz de Córdoba
-José María Pemán: He dicho mil veces que soy un entusiasta
máximo de Don Juan Valera y de su luminosa creación, de una prosa equilibrada
entre lo clásico y lo popular. Así como la poesía recibió y su examen analítico
y retórico que llega hasta el romanticismo, la prosa se sentía como incluida a
la fuerza en los mismos casilleros de la poesía: culteranismo, conceptismo,
exotismo. Hasta la prosa de Castelar llega el tratamiento barroco de la prosa
como llegaba el de la poesía. Pero don Juan Valera es el primero que zafándose
de esas cuadriculaciones, crea la prosa de la sencillez y la sabiduría que
vienen dictadas, antecediendo a Azorín, que va a ser la sencillez coloquial del
castellano. Creo también que al honor de don Juan Valera debe recibir por esta
función literaria tan importante, se une la gracia del pensamiento a medias
humanístico y a medias liberal. Don Juan escribe perfectamente porque piensa
con claridad, con independencia y con luz como la mejor Andalucía.
-Camilo José Cela: Entiendo que don Juan Valera, con Larra, es
uno de los dos grandes españoles del siglo diecinueve y con Galdós uno de los
dos grandes novelistas de aquel periodo. Su obra es hoy menos conocida de lo
que se debiera, y sus comentaristas, en general no han sido demasiado sagaces
en su interpretación. En su epistolario, que es quizás donde se guarece el
Valera más personal y auténtico, nuestro hombre que era un bien pensante, muy
curtido por Europa y no poco escéptico, se no muestra adornado de muy curiosos
matices casi quevedescos, que muchos no han querido ver o, traicionando su
espíritu, han preferido ocultarlo. Don Juan Valera era un “dandy” culto y como
tal satirizó la sociedad de su tiempo. Su obra amén de sus indudables valores
literarios, está cargada de un muy sutil entendimiento de la historia que le
tocó vivir.
-Antonio Gala: Don Juan Valera siempre ha sido para mí,
desde la época contemporánea, el cordobés más universal de todos, porque además
lo fue casi por profesión por su calidad de diplomático,
pero tenía todas las características más esenciales que en el cordobés se dan
de una manera clarísima en la personalidad de Juan Valera y en su obra, pero
sobre todo en la persona humana de don Juan Valera, en esa especie de habilidad
y de perfección y de agudeza, se edifica todo él sobre dos características que
me parece que son definitivas de todo buen cordobés: la austeridad y el desdén.
Juan Valera era un gran desdeñoso de honores artificiales; él sabía que el
éxito es una cosa que se cuelga uno al salir a la calle, pero que luego, cuando
se queda uno sólo a crear tiene que quitárselo para trabajar más cómodamente;
desdeñoso, además, para mantener su independencia interior y por otra parte,
austero, austero, hasta en el idioma, porque no juega al acierto verbal, no
juega a facilidad, sino que va directamente a la expresión. La austeridad en el
idioma de Valera, que quizás sea un aspecto poco estudiado, tiene, precisamente
por su gran preparación, por su enorme cultura, por su traducción de los
clásicos, por su cultura como historiador, por su cultura como crítico de arte,
es decir, que informó no sólo como creador él, sino como crítico de toda su
época y de alguna forma la tiñó toda su época con su personalidad, por su
amistad con otros escritores, por sus opiniones sobre los demás, por su
opiniones sobre el gran público, sobre el auditorio, los espectadores, me
parece una de las personas más influyentes del país y una de las mentes más
claras de su momento.
-Carmen Llorca: He sido de siempre una admiradora de don Juan
Valera, de tal manera que casi no puedo ser imparcial. Ha sido uno de los
escritores que más he admirado, por su estilo, por su plasticismo, por su
humor, por la belleza de expresión, la gran categoría intelectual que tenía,
por sus conocimientos… siempre me ha entretenido muchísimo todo lo que él ha
escrito y diré que las cartas suyas son un modelo, un auténtico modelo
literario. Deberían estar en todas las antologías. Sus cartas desde Rusia, por
ejemplo, son de una auténtica belleza.
-Carmen Bravo Villasante: A mí la obra de don Juan Valera me parece de
una importancia extraordinaria y, como han dicho muchos críticos, le consideran
como una “rara avis”, es un escritor excepcional en el siglo diecinueve y sobre
todo es un adelantado del espíritu moderno. Su concepto de la novela es nuevo
dentro del realismo exagerado y hasta de un naturalismo propio de corrientes
del diecinueve; él se mantiene con un carácter exclusivo, individual,
exquisito, refinado y por otra parte, también realista, y por ello me parece
don Juan Valera un caso excepcional de finura, de penetración y de buen estilo
dentro de la novela española.
-Un
inciso joven, observo que estas personalidades literarias hablan sobre mí con
verdadera pasión y simpatía, me emociona y simplemente solo puedo agradecerles
con afecto y gratitud que hayan tenido a bien regalarme estas amables palabras.
-No podía ser menos don Juan, dado su
prestigio literario. Hoy día tan especial, no le voy a cansar más, solo déjeme
alzar esta copa aquí delante de su efigie. Copa de buen vino blanco de nuestra
tierra y brindar por haber nacido en ella usted, nuestro tan ilustre paisano.
|
Efigie de don Juan Valera en el Parque Alcántara Romero (Cabra) |
Y con mi copa en la mano y alta voz
digo: Don Juan ha sido un placer, conversar con usted. Un sueño, una fantasía
quizás, una invención pero sin duda toda una emoción que he disfrutado
enormemente, he aprendido tanto de usted, que espero haber aportado a mis
lectores no solo un entretenimiento sino también haberles recordado de una
manera muy simplista, su vida, su obra, nada que no se haya escrito, pero
reconstruida con nuestras charlas que solo son una entelequia, pero como usted
diría, lo que le debemos al juego de la imaginación es incalculable y solo por ella y con ella podemos vivir, ensoñar, fantasear, y en este caso particular coexistir usted y yo. FELICIDADES, DON JUAN POR EL DOSCIENTOS ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO.
Sin más, aquí lo voy a dejar no sin antes reiterarle que perdone mi atrevimiento por haberle gravado con estas charlas, sin duda de ahora en adelante al caminar junto a su efigie en este maravilloso Parque Alcántara Romero permítame que le siga saludando, porque no podré pasar sin sentir la necesidad de elogiarle.
-Gracias. Pase cuando quiera joven, no me voy a mover de aquí. Ja,ja,ja.
FIN
BIBLIOGRAFÍA:
Don Juan Valera. Wikipedia, la ancias. Antonio Moreno Hurtado.
Don Juan Valera y su relación con las
literaturas extranjeras. Antonio Moreno Hurtado.
Vida y obra de Juan Valera (1824-1905).
José María Garrido Ortega.
Don Juan Valera. Bernardino de Pantorba.
CL aniversario del Nacimiento de don
Juan Valera. Boletín Informativo Municipal Noviembre 1974.