Madre Magdalena
Marta y María eran dos limpiadoras de un Centro escolar de
religiosas que había en el pueblo. La escuela estaba ubicada en un
antiguo castillo de la edad media. Probablemente aquel castillo guardaba en su
interior miles de historias. Se disponían a dar su jornada de trabajo. Era un
martes 10 de abril del año 2000. Marta y María no olvidarán jamás ese día. La
tarde transcurría normal, como cualquier otra. Habían terminado de limpiar la
iglesia y los pasillos del colegio; solo les quedaba una clase por limpiar.
Entraron en la clase y se encontraron a una monja sentada en unos de los
pupitres, parecía estar rezando. Al verla allí postrada se asustaron,
pues no la esperaban. María se acercó a la monja…
- “¿Qué hace usted aquí madre?”
- “Hola hija, salí a caminar por la galería y entré a descansar un
rato”
- “Pero usted no pertenece a este convento, pues no recuerdo
haberla visto…”
- “No hija, vine solamente para unos días a visitar a la madre
superiora, pero aún no pude verla”
- “La madre superiora viene mañana, pues está de viaje”
- “¡Gracias! ¿Podríais hacerme un favor?”
- “¡Por supuesto! Cuéntenos madre…”
- “Mirad, es que me hacía mucha ilusión entregarle esto a la madre
superiora y al marchar mañana temprano no podré verla. ¿Podrías dárselo vosotras?”
- “No se preocupe, nosotras se lo entregaremos sin
falta”
La religiosa se quitó la cruz que llevaba colgada en el cuello y
se la entregó a Marta y María.
- “Y de parte de quién le decimos que viene…”
- “Ella sabe quién soy. En cuanto le deis la cruz y la vea se dará
cuenta”
- “La Madre se despidió de ellas y salió por la puerta desapareciendo por el fondo de aquel largo pasillo”
Al día siguiente Marta y María fueron a ver a la madre superiora
para hacerle entrega de la cruz. Ésta se encontraba en su despacho
trabajando.
- “Buenas tardes madre ¿Cómo se encuentra?”
- “¿Qué tal hijas, qué os trae por aquí?
- “Veníamos a hacerle entrega de esta cruz. Ayer nos lo entregó
una religiosa que decía conocerla”
- “Para mí… A ver”
La madre superiora al ver la cruz se quedó con cara de
incredulidad…
- “Pero, imagino que es una broma...”
- “No, madre ¿por qué iba a serlo?”
- “¿Quién os la dio?”
La religiosa se empezó a enfurecer, pues no entendía nada…
- “Ya se lo dijimos… Fue una religiosa que decía conocerla”
- ¿Qué aspecto tenía?
Marta y María extrañadas y sin saber el porqué de su enfado, le
describieron a aquella monja.
- “No puede ser. No es posible”
- “Madre, es cierto. Ella misma nos la dio para que le hiciéramos
entrega”
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