octubre 01, 2024

José Carlos Aguilar Jiménez (Agui)



Descenso al vacío
(Reflexión)






Hay veces, que la inapetencia vacía nos  atrapa, con sus brazos cargados de nada, intentando arrastrarnos hacia el fondo, agarrando racionamientos que duelen, para hacer más dura la estancia.

Realmente no hay razón, quizá un cúmulo de acontecimientos  para justificar ese sentimiento, que por sí solos no llegarían a nada,  pero que en conjunto, son capaces de echarte abajo de un plumazo.

Unos lo llaman depresión, ansiedad, miedos, inseguridades, vacíos, silencios, seguramente cualquier nombre sería adecuado, pero en realidad, es un proceso psicológico de bajada de algún parámetro de los que comporta nuestra compleja naturaleza.

Ahí abajo, en el fondo, el desamor nos atrapa, la angustia y desesperación son tal que nos nublan los demás sentidos. Aparece el victimismo, la ira y la autoestima se marcha de nuestro lado, como perro al que le pisas el rabo.

Cuesta salir de ahí, a veces horas, días o semanas, y si la cosa se complica, la visita al profesional que nos ayude a salir del agujero.

A veces es un motivo, otras son varios, e incluso en otras ocasiones demasiados….pero todo tiene su razón, su explicación, distinto es que lo queramos afrontar o aceptar.

Es complejo describir éste proceso, donde a veces ni la propia cama apetece, donde parece como si te faltase el aire, todo se hace pesado, incluso hablar o caminar, el circulo se hace estrecho, y el malestar es generalizado.

Todos lo hemos sentido en algún momento, porque el dolor no tiene descanso, porque el mal no libra los festivos ni tiene vacaciones, y en el momento menos esperado aparece en tu vida para complicarte la existencia, como si vivir por sí solo, no fuese ya suficientemente complicado como para hacerlo por inercia, sin fuerza y sin ganas de nada.

Por muchos consejos que nos den, la solución siempre está en nosotros mismos, excepto en bajadas de parámetros físicos como antes mencione, donde se necesitaría medicación, pero no es este el caso, ni tampoco la excusa para sentirse mal, porque aunque es cierto que estos altibajos existen, no debemos usarlos para justificar nuestra indisposición.


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