Felicidades Andalucía
Suele ocurrir que cada vez que llega una fecha del calendario, las personas hablemos de un determinado asunto. Por ejemplo, el 14 de febrero se motiva para hablar de amor, el próximo 8 de marzo de la mujer o el próximo 21 de marzo de la primavera… Una vez pasada la fecha el silencio cae sobre aquello que fue objeto de estudio, debates, comentarios, etc…
Hago esta reflexión
inicial a propósito de otra fecha próxima del calendario: el 28-F en el que se
conmemora de forma oficial el Día de Andalucía.
Al igual que en casos
anteriores (el amor, la mujer o la primavera) se desbordan muchas conclusiones
de la fecha, por muy importantes que las conmemoraciones y celebraciones en
torno a ese día se toma como referencia. No pretendo con esto pedir
planteamientos de rechazar las celebraciones por considerarlas algo falso o
artificial. Todas las celebraciones, recuerdos, conmemoraciones… son buenas.
Así se limpian muchas cosas, así se crean tradiciones y así se ponen en primera
línea cuestiones que afectan, de una manera u otra, a la mayor parte de la
sociedad. Pienso que el problema radica
cuando el asunto que se conmemora o celebra es considerado como importante
porque lo estamos celebrando.
La conclusión más “destructora”
que se podía sacar de una situación así, es que lo importante no es lo que se
conmemora, sino la conmemoración, la fiesta que, por lo general lleva consigo
la misma.
Nuevamente, como cada
año, el pueblo andaluz se presta a vivir una jornada festiva teniendo como
objetivo la celebración del día de su tierra, del Día de Andalucía.
Nuestra especial
filosofía ante la vida nos hace dulcificar la vida misma. Nuestro lenguaje
universal sigue siendo la sonrisa y el ingenio. Pero aparte del aspecto festivo
que este día tiene para todos, es necesario reflexionar sobre la naturaleza del
mismo, sobre la esencia de lo que se celebra. En definitiva, es necesario
reflexionar sobre Andalucía.
Y reflexionar sobre
Andalucía, nos lleva a afrontar directamente su situación real, y a tener la
voluntad de transformar dicha realidad, si esta no es la deseada. Plantear un
modelo ideal, en consecuencia ficticio, aunque lo suficientemente atractivo,
puede llevarnos a provocar y favorecer la visión de los propios andaluces.
Se nos habla de
Andalucía como recipiente de culturas, como puerta de Europa, y se nos sugiere,
directa o indirectamente que Andalucía está en mejores condiciones que nunca.
Estas afirmaciones, que se hacen precisamente cuando son muchos los retrasos
que hay que subsanar, se enmarcan dentro de un contexto de política engañosa,
en la que se somete al pueblo andaluz a una permanente “ilusión”.
Los diversos pueblos y
culturas que a lo largo de milenios habitaron Andalucía, dejaron su particular
huella para conformar un pueblo diferenciado, con personalidad e identidad propias, cuya sustancia original
al mezclarse con aportaciones culturales extrañas actúa como impulsor para
terminar resumiendo y enriqueciendo esas aportaciones.
Es necesario que
Andalucía se encuentre a sí misma, que conquiste un terreno propio de
decisiones, que defina un modelo de desarrollo en todos los aspectos,
políticos, económicos, social, cultural…, en consonancia con su potencialidad y
con el claro objetivo de alimentar el carácter singular de la personalidad de
los andaluces, evitando la imitación de una supuesta “cultura universal”.
Para mí, Andalucía es
algo tan grande, de tal importancia, que los andaluces tenemos necesidad
urgente de seguir tomando cada vez más conciencia de ello. Sólo así seremos
capaces como “pueblo”, de ser dueños de nuestro propio destino y convertir esta
tierra y sus gentes en el sueño idealizado que el Padre de la Patria Andaluza
Blas Infante soñó: una tierra de prosperidad y de libertad. Una tierra donde no
haya uno de cuatro andaluces, en edad de trabajar, parado, o donde el fraude y
la corrupción arrojen una imagen de nuestra tierra de figura negra y perfiles
negativos.
Es de urgencia y
necesidad que nuestra tierra se siga organizando, estructurando y creando su
propia identidad, no para utilizarla como arma para lanzar a otros “pueblos” de
España, sino para, en el marco de ella, defender los auténticos intereses de
nuestra Andalucía.
Si los
andaluces no tomamos conciencia
de esta necesidad, será poco lo que tengamos que celebrar el 28-F: DIA DE ANDALUCIA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario