diciembre 01, 2025

Ángeles Espejo Cañete (Salambó)

 


Yo no quiero tus lágrimas









Yo no quiero tus lágrimas, no, no las derrames,
no mojes la tierra con mares tan grandes.
Guarda ese llanto como rosa dormida,
y cántame un verso, recuérdame viva.
 
No vistas de luto lo que fue ternura,
ni llenes de sombra lo que fue dulzura.
Mi alma no habita en la pena y el frío,
mi voz no se apaga, mi amor no está ausente,
camina contigo... ¿lo sientes?, no miente.
 
No quiero que llores ni en la madrugada,
cuando el mundo duerma, y tú estés callada.
Quiero que respires, que sigas creyendo,
que cuando me nombres... me sigas sintiendo.
 
No quiero tus lágrimas... quiero tu risa,
como flor que al alba se asoma sin prisa.
Quiero que recuerdes mi forma de amar,
mi rastro en tu pecho que no va a acabar.
 
Si alzas la mirada y ves una estrella,
quizás sea mi alma brillando en aquella.
Si el viento acaricia tu rostro cansado,
tal vez sea mi beso, de lejos, callado.
 
No temas la ausencia, no existe en el cielo,
te abrazo en los sueños, te escribo en el viento.
Cada vez que sufres, yo tiemblo contigo,
y si te derrumbas... yo soy tu abrigo.
 
Yo no quiero tus lágrimas, quiero tu canto,
una copa alzada, un brindis, un manto
 
de vida encendida, de pasos sinceros,
de amores que sanen, de gestos eternos.
 
Recoge tu pena, conviértela en flor,
ponla en mi memoria, pero sin dolor.
Haz de tu tristeza un faro encendido,
un canto al futuro, no un eco perdido.
 
No entierres tú alma por verme partir,
pues nunca me he ido, no me he de extinguir.
Estoy en tus manos, tú piel me conserva,
mi risa en tus días aún se preserva.
Yo no quiero tus lágrimas... quiero que vivas,
que bailes, que goces, que aún me recibas
en todo lo hermoso, en lo que perdura,
en cada milagro, en cada ternura.
 
Y cuando tú quieras hablarme bajito,
me tendrás muy cerca, cerquita, en tu rinconcito.
No soy despedida, no soy un adiós...
soy parte del viento, del tiempo... de Dios.

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