En el argot taurino,
podríamos decir que teníamos a tres grandes “espadas” que hacen de la
poesía un universo mágico al recitar con sus voces: Rafael Luna Leiva, Javier Ariza Campos y Antonio Roldán García. En la velada,
también tomó la alternativa mi hermano, un novel en estas lides y autor del
poemario, José Fernández Álvarez. Creo que
quienes lo conocían por su faceta de músico quedaron gratamente sorprendidos,
no solo por su calidad literaria y poética, sino también por su forma de
declamar cuando nos recitó algunos de los poemas de su libro.
Los poemas que recitó
fueron:
“A ti Dolorosa”, “Otoño
en mi retina” y “Vivir septiembre”.
A estos se sumaron los recitados por los otros
poetas: Rafael Luna con “Andalucía Glase” y “Fe y papelillos”; Javier Ariza con “Cabra, la cordobesa” y “Bendita
barrida blanca”; y Antonio Roldán con “Tristeza” y “La Ventana”.
Todos los poemas fueron
acompañados por la música de María de
los Ángeles Espinar Canela (guitarra), Cecilia
de los Ángeles Fernández Espinar (piano, bandurria, guitarra y voz), y José Fernández Espinar (handpan,
bandurria y laúd). La combinación de todos estos
talentos nos dejó en la retina y en los oídos un espectáculo digno de un gran
teatro, que fue gratamente disfrutado por los numerosos asistentes que llenaron
la sala.
Octubre de despedida
La Divina
Serrana,
en andas de viaje,
vestida de madrugada,
se abre paso por las calles de Cabra.
Llega a la
Parroquia de la Barriada
y, mientras se entona la salve,
despierta radiante la mañana.
Hermosa
mañana,
y, sin embargo, triste,
pues despedimos a la Soberana:
tu presencia cercana
se nos apaga.
Al llegar al
paso a nivel,
tu mirada se vuelve hacia el Hospital.
Tu pueblo, entre lágrimas y fe,
te aclama con ardor:
¡Madre amada
de la Sierra,
no nos niegues tu favor!
Tiramos de los
cordeles,
comienza el ascenso duro y veloz
hacia el Picacho,
destino inevitable,
cumbre de esperanza,
punto de peregrinación
hasta el cuatro, a las cuatro,
del septiembre soñado.
En tu Casita
Blanca,
en el Camerín de la Sierra,
ya te han colocado.
Con un
rosario de plegarias
me despido de mi Virgen guapa.
Hasta el año próximo,
cuando mis pasos
vuelvan a acompañarla.
Antonio Fernández Álvarez (Escribidor de sueños)
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