Herencia de Miguel
Me dieron un nombre, Miguel Arjona Navarro, y yo en sus brazos
y no era solo un nombre:
era la raíz de una
historia,
el eco de una amistad
verdadera,
el abrazo entre la fe y el
arte,
entre la palabra y la
madera.Sacerdote Don Miguel Vacas
porque antes lo fueron
otros hombres
que dejaron huellas
imborrables.
Un sacerdote y un
escultor,
dos amigos de mi padre,
dos luces que alumbraron
un camino
que hoy sigue ardiendo en
mí.
que aquel nombre era
herencia,
era un tesoro invisible
que no se guarda en cajas
sino en la sangre,
en la memoria,
en lo más íntimo de la
voz.
como quien entrega un faro
para no perderse en la
tormenta.
Y yo lo llevé conmigo,
sintiéndolo crecer,
sintiéndolo arder en cada
paso.
y en sus labios de niño
volvió a nacer el nombre.
Miguel otra vez,
Miguel siempre,
Miguel como un río que no
se detiene,
como una antorcha que pasa
de mano en mano
sin apagarse jamás.
Somos dos voces unidas,
dos llamas en la misma hoguera,
dos caminos que se
encuentran
en el mismo destino.
Es oración y recuerdo,
es arte y fe,
es familia y eternidad.
Es el legado más puro
que nos hace permanecer
cuando todo lo demás se
disuelve.
mientras mi hijo aprenda a
ser hombre
y yo recuerde la voz de mi
padre,
Miguel seguirá resonando
como campana que no se
cansa,
como herencia viva
que el tiempo jamás podrá
quebrar.
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Don Miguel Vacas y don Miguel Arjona |
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