octubre 01, 2025

Miguel Blancas Calzado

 



José Cobo Puerto




VIDA Y ANÉCDOTAS
(Primera parte)

José Cobo Puerto, "El Niño de la Fuente de las Piedras," como él decía, que no le faltara un gramo.

Nació en Cabra, en la calle Santa Ana número 4, el 26 de enero de 1936. Casado con Manolita Roldán Sánchez, fue padre de tres hijos y un gozoso abuelo de varios nietos. Se crio en el conocido paraje de la Fuente de las Piedras, del que tomó su nombre artístico.

Era respetuoso con los mayores, a quienes veneraba y de los que recogía sus sabios consejos. Era atento con los demás y respetaba a todos, no tenía un "no" para nadie. A nadie le negó su amistad ni su apoyo, no existía distinción de clases entre sus amistades.

Su nombre estaba en boca de todos, tanto de chicos como de grandes, para saludarle. No había persona que no tuviera un halago, un saludo o una exclamación. Decían: "¡Cómo cantaste anoche, José!".

Empezó a cantar desde muy pequeño, pero a la edad de unos diez años (lo que se considera un "niño prodigio" hoy en día) fue cuando se le empezó a escuchar en la Fuente de las Piedras. Los hortelanos de los alrededores se paraban con la excusa de liar un cigarro, solo para escucharlo. Uno  de  ellos era Antonio Montilla, padre de "El Rubio Montilla", que lo llamaba y le pedía que le cantara algo. José no se hacía de rogar y le cantaba algo de su escaso repertorio.

El señor Montilla, como sabía que le gustaba tanto el flamenco, empezó por hablarle de Cayetano Muriel, "El Niño de Cabra," de sus tiempos de juventud, dónde estaba trabajando, cantando y cómo cantaba. Fue la primera vez que José escuchó hablar de Cayetano Muriel. Cuando se lo contó a su padre, este le comentó que él también lo había escuchado cantar en la esquina de la calle Palomas, donde hoy está la Casa de la Juventud.

Las personas mayores de su entorno que cantaban algo le enseñaron algunos cantes. Todo lo aprendió por transmisión oral, porque en aquellos tiempos no existían los medios que hay hoy para poder escuchar cante y otras músicas. Él fue lo que se considera un autodidacta; dentro del cante, se hizo a sí mismo. Aprendió escuchando a los cantaores mayores en los dichos, bodas, caracolás, reuniones de amigos y familiares y, en Semana Santa, a los cantaores de saetas. Como su afición era tan grande, siempre ponía sus cinco sentidos para aprender.

Podemos decir que desde su juventud empezó a entender, querer y respetar la figura de Cayetano Muriel "El Niño de Cabra". Aprendió los cantes de él y los cantaba con mucha fiabilidad, ya que son difíciles de cantar.

Ha formado parte de la Peña Flamenca Cayetano Muriel "El Niño de Cabra", siendo presidente Manuel Camacho Aranda, donde se le hizo el monumento y glorieta que tiene hoy en el Parque Alcántara Romero. También participó en la remodelación de la tumba y en la creación del mausoleo que tiene en Benamejí, donde se puso a trabajar como uno más.

Cantó las dos Misas Flamencas en las Romerías que se hicieron en honor a Cayetano Muriel "El Niño de Cabra", y después de tanto rogárselo, fue presidente de la Peña Cayetano Muriel "El Niño de Cabra". En 1998, rescató el Concurso de Cayetano Muriel, aquel que se inició en 1965, en el cual él tomó parte y se le concedió el Diploma como cantaor revelación.

A los catorce años, cantó su primera saeta en público, pero esta no fue a la Virgen de la Soledad, como hubiera sido natural dada su devoción por ella. Fue al Señor de la Humildad y Paciencia (vulgo los Panaderos), a petición de su Hermano Mayor, Zoilo González. Desde esa corta edad, empezó a cantarle a todas las imágenes, pero la palma se la llevó siempre su Virgen de la Soledad, a la que tuvo el honor de cantarle la primera saeta todos los años desde el balcón de su casa en la calle Santa Ana.

Ha sido Hermano Mayor, de lo cual se sentía muy orgulloso, para poder sacarla con el mayor esplendor posible. Organizaba rifas, vendía lotería, organizaba festivales de flamenco y cuanto hizo falta para sacarla resplandeciente como el Sol, como se merece esa novia bonita de Cabra.

Aprendió el oficio de mecánico y se dedicó a ser transportista con un camión de la empresa constructora de Manuel Maíz. Ya en ese tiempo, con mucho trabajo, compró un radiocasete para el camión, en el cual siempre iba escuchando cante flamenco. 

Con su cante, hizo grandes amigos y también ayudó y colaboró en cuantas necesidades tuvieron algunas personas necesitadas, poniendo siempre su granito de arena. Estaba dispuesto, desinteresadamente, para cuantas cosas necesarias hicieron falta.

También perteneció al ramo de la hostelería, regentando con sus hermanos el Restaurante de la Fuente de la Piedras. Una noche, se le presentaron nada más y nada menos que los grandes actores de cine y teatro Ana Mariscal y Alfredo Mayo. Una vez en el restaurante, le pidieron que les organizara una fiesta flamenca para todos los componentes que vinieron para rodar la obra de don Juan Valera, "Juanita la Larga". Dicha fiesta duró toda la noche y todos se marcharon muy satisfechos, enviándole felicitaciones una vez que se marcharon de Cabra.

Otra vivencia de la que se sintió muy satisfecho fue mientras hacía el servicio militar. En la fiesta de la patrona del Regimiento, a la que asistió el Príncipe de España, posterior rey Juan Carlos I, le pidieron que cantara flamenco en presencia de él para que el Príncipe lo escuchara. Le cantó varios fandangos. El último fue haciendo alusiones a la Fuente del Río y a la Virgen de la Sierra. José decía que no le permitió saludarlo ni darle la mano; el Príncipe le dio un abrazo y le dijo que le gustaba mucho el flamenco, y que cuando él iba de viaje, ponía sus cintas, sobre todo las Colombinas del Perro de Paterna.

 

CONTINUARÁ…………


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