Septiembre es tuyo
Septiembre es tuyo,
Señora,
tú y solo tú eres la
Reina,
la luz en mi pecho
aflora
y calma todas mis
penas.
Cuando bajas de la
Sierra
las campanas te
celebran,
y en el pecho de tu
pueblo
se desbordan fe y
promesas.
Los balcones se
engalanan,
las miradas se
estremecen,
porque tu rostro ,
María,
en septiembre
resplandece.
El viento trae a las
calles
aromas dulces de
flores,
y hasta el monte se
inclina
para ofrecerte sus
honores.
Yo te digo, Madre
mía,
con palabras
sencillas:
tú eres mi luz, mi
esperanza,
mi Virgen de la
dulzura.
Eres ternura en el
aire,
consuelo en cada
herida,
eres estrella que
guía
y faro de mi vida.
Por eso, Virgen
bendita,
cuando septiembre me
abraza,
mi corazón solo sabe
que tu amor nunca me
falta.
Y mientras todos te
aclaman
en tu trono de
pureza,
yo susurro entre mis
labios:
Septiembre es tuyo,
mi Reina.
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