Transformaciones silenciosas
Cuando pienso en octubre, lo primero que se me viene a
la cabeza es cómo los amaneceres son más tardíos y los atardeceres más
tempranos. El sol ya no es tan potente como en los meses de verano; ya no
sentimos ese calor abrasador del que huimos en busca de sombra. Ahora nos
apetece salir de la oscuridad y agradecemos esas pequeñas caricias de luz en
las mejillas.
A pesar de que el sol ya no esté tantas horas presente
en nuestro día a día, no es que pierda potencia, sino que da paso a otros tipos
de labores en la naturaleza. Su brillo se transforma en una madurez que ayudará
a las semillas a secarse y conservarse para el duro invierno que aguarda en los
siguientes meses.
Con todo esto quiero dar paso a la explicación del
siguiente dibujo, en el que, como expliqué el mes anterior, ciertas personas
decidieron colaborar y aportar su, nunca mejor dicho, “granito” de arena
ofreciéndome ejemplos para que yo decidiera cómo llevarlos a cabo.
En este en concreto, la colaboradora eligió el
girasol. En este caso solo se dio como idea la flor, no como en el anterior, en
el que encontrábamos ya como ejemplo la flor y el animal. No sé si pensaréis
que quizás hubiera sido mejor decisión no haber seguido un orden de respuesta y
haber pasado a un ejemplo más acorde con la estación que se nos presenta. Pero,
de otro modo, no tendría gracia: la idea de esta propuesta es que yo le diera
vueltas al coco con las sugerencias recibidas. Así que seguí adelante con la
idea del girasol.
Es cierto que el girasol alcanza su mayor esplendor en
agosto, cuando el sol es tan vibrante y su calor tan abrasador que hasta en las
noches de verano cuesta conciliar el sueño. Pero ahora también tiene su
momento. Muchas de estas flores se están marchitando y secando, y nos quedan
sus semillas: las pipas de girasol. Semillas que nos alimentarán a nosotros y a
muchos animales, sosteniendo así la vida.
Ahora bien, hablando del girasol, una flor tan
asociada con la fuerza del sol, en este mes del año comienza a proporcionar
sustento y, diría yo, a cuidar al resto de seres vivos que se nutren de ella.
Escogí como animal a la leona.
La leona es una definición de valentía silenciosa, porque es ella quien sostiene a la manada y se encarga de la caza para proporcionar alimento. Es un símbolo de maternidad y constancia. El león puede tener poder en la jerarquía animal, pero ella transforma ese poder en energía de resistencia: sin ella la manada no sobreviviría. Así como hablamos al principio de que el sol transforma su brillo, creo que la leona, en cierto modo, también lo hace. Por eso no la he representado sola, sino acompañada de su cachorro, que gracias a ella sigue adelante.
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